Memorias de una mujer que ama demasiado
img img Memorias de una mujer que ama demasiado img Capítulo 2 El recuento de los daños. Ceo de una compañía de alimentos
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Capítulo 6 Entre amores y caballos parte 2 img
Capítulo 7 Verano de amor img
Capítulo 8 Hijo único img
Capítulo 9 Nuevo empleo img
Capítulo 10 Nueva enemiga img
Capítulo 11 Una mujer vulgar img
Capítulo 12 Desenmascarando al culpable img
Capítulo 13 Ajuste de cuentas img
Capítulo 14 Savanah logra escapar img
Capítulo 15 Cara a cara img
Capítulo 16 La hora de la verdad img
Capítulo 17 Fuegos artificiales img
Capítulo 18 El cumpleaños de Savanah img
Capítulo 19 Mi héroe img
Capítulo 20 Confirmar la sospecha img
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Capítulo 2 El recuento de los daños. Ceo de una compañía de alimentos

Realmente no sabia como comenzar un diario, jamás había escrito uno, así que lo que le dictaba su criterio es comenzar a trabajar en lo que ella consideraba lo más urgente.

Sería bueno para refrescar sus ideas, escribir su vida a partir de cuando todo empezó a ponerse "interesante".

Sus amigas siempre le decían que si vida era digna de una telenovela.

Llena de drama y cosas que solamente podrían ocurrir en la televisión.

Pero nadie mejor que ella para dar testimonio de que la realidad a menudo supera la ficción.

Al recordar todos los capítulos de su vida, los dulces y los amargos, tenía muchos sentimientos encontrados.

Pero no había espacio para la amargura, su maleta estaba tan llena, que no había espacio para nada mas,ni bueno ni malo.

Por eso era necesaria una purga, deshacerse de todos los resentimientos, enojos, decepciones y todo lo que estuviera ocupando espacio y no sirviera, para así poderle hacer espacio a lo nuevo en su vida.

Había tantas cosas inconclusas, tantas que se fue creando una bola de nieve de la que fue imposible salir después.

Así que, llegó la hora de tomar valentía y comenzar a escribir absolutamente todo, sin poner más ni menos de lo que realmente vivió.

Tenía que relatar uno a uno sus desastres amorosos,todos y cada uno de ellos dejaron marcas profundas en su corazón, eran cicatrices de guerra, después de todo era una sobreviviente y esas cicatrices eran el símbolo de que alguna vez casi muere, pero logró salir con vida.

Fue así que comenzaría a escribir sobre el primer hombre que le robo el corazón a los 18 años.

Siempre había sido una romántica empedernida, pasaba las horas libres que tenía después de trabajar en el campo con su padre e ir a la escuela, leyendo novelitas románticas.

Su padre era un buen hombre, excepto cuando estaba bebido, al parecer la bebida lo transformaba, no podía culparlo tuvo una infancia difícil, y eligió beber para olvidar.

El le llamaba la atención constantemente porque consideraba que leer novelas románticas era perjudicial para ella, pues solo se la pasaba soñando con él caballero romántico qué sería la recompensa a su dura vida en el campo.

¿Como no soñar con un señor Darcy?

Cada que leía un capítulo más de orgullo y prejuicio estaba convencida de que el señor Darcy no era producto de la imaginación de Jane Austen.

Y así pasaba sus días soñando con ese caballero galante,con encontrarlo, con que el la rescatara.

Hasta que un buen día, miró llegar a los plantios al hombre más hermoso que alguna vez sus ojos habían visto.

Era un joven de algunos 22 años.

Altivo, gallardo, con una presencia que se hacía notar desde que pisaba un lugar.

Con unos enormes ojos color café obscuro, una piel morena impecable, un cabello rebelde, con unos rizos recortados qué amanezaban con brotar como el germinado del alfalfa del suelo húmedo y fértil.

Mientras se acercaba más hacia ellos la luz del sol iluminaba su piel bronceada y el viento parecía estar en complicidad con el, sincronizando sus pasos con él movimiento de su camisa color carmesí.

Casi podía escuchar una música de fondo, que lo acompañaba mientras caminaba.

Con los ojitos muy abiertos observaba tan impactante escena, digna de una película,era hipnotizante, casi magnético. Era una fuerza que la jalaba hacia el, y que no le permitía quitarle los ojos de encima.

Cuando de repente fue interrumpida por alguien que la llamaba de forma insistente.

¡Miranda! ¡Miranda!

Confundida respondió:

¿Eh?

Te quedaste lela. Anda ¡tenemos que irnos!

Comento su padre en tono de regaño.

Nunca fue a la escuela, un mucha dificultad terminó la primaria pero, era viejo, con una inmensa sabiduría, de esa que te da la vida, y la escena que acaba de presenciar hiso ruido en su corazón de padre, pues sabía que su pequeña, podía correr peligro.

Tenía una intuición muy atinada, pocas veces le había fallado, y aunque sabía que no podía defender a Miranda de todos los peligros que podría enfrentar, pero si haría todo lo posible por evitar que su pie tropezara.

El joven Allister Corner era el heredero universal del señor Elias Corner, el dueño de la fabrica de alimentos más grande de la región, dueño de los plantios donde Miranda y su padre trabajaban.

Era un joven enérgico, con muchas ideas frescas sencillo, simpático y muy justo.

Siempre había sido amable con sus trabajadores y al estar a la cabeza de la compañía después de la repentina muerte del señor Corner, había cambiado favorablemente las condiciones laborales de los trabajadores, además de inyectarle ideas frescas y novedosas a la empresa.

Al llegar al lugar donde estaban todos reunidos saludo con un tono familiar y cálido.

Buen día chicos, ¿Como va la cosecha?

¡Necesitamos los tomates más grandes y bonitos! Este embarque va directo a Japón.

Mientras decía todo esto, lo hacía con una franca sonrisa en su rostro, les hablaba con tanta familiaridad y cercanía, que Miranda estaba confundida, nunca lo había visto en los plantios, pero a juzgar por sus palabras parecía ser un trabajador de la fábrica, pero no se atrevió a soltar una sola palabra.

De repente Allister dirigió su mirada hacia donde estaba Miranda y el flechazo fue inevitable.

Para el, era la criatura más hermosa que él hubiera visto, y eso era mucho decir, ya que había viajado por incontables países y jamás había visto unos ojos tan hermosos, no solo por su color y forma, si no por la dulzura e inocencia que proyectaban.

Era curioso, como alguien con el cabello despeinado, ropa sucia y un sombrero de paja desgastado, podía lucir tan bella

¿Y tu quien eres? Le Pregunto con un tono de sorpresa.

Miranda entreabrio los labios con un poco de sorpresa y antes de que pudiera emitir una sola palabra fue interrumpida por su padre.

Es mi hija señor, viene después de la escuela a trabajar, espero que no le moleste, ella no dará problemas.

¿Molestarme?

¡Para nada! Los jóvenes estudiantes siempre son bien recibidos, dijo mientras sonreía.

¡Muchas gracias señor!

Comento satisfecho el padre de Miranda, mientras tomaba un cesto con una mano y con la otra el brazo de su hija para sacarla de ahí.

Ya estuvo bueno de platicas mijita, debemos irnos a trabajar,que tenga un buen día Joven Corner.

Igual para usted, señor.

Dijo Allister, mientras se daba un notorio cruce de miradas entre ambos.

Miranda conocía a su padre y sabía que su comportamiento hostil se debía a la obvia impresión qué Allister Corner causó en ella.

Allister visitaba con frecuencia los plantios, le gustaba asegurarse de que los vegetales y frutas qué llegaban a su empresa fueran los mejores.

Tenía una buena relación con los trabajadores del campo, los respetaba y admiraba, era conciente de que su empresa marchaba tan bien gracias al capital humano, por eso los apreciaba tanto.

Además también disfrutaba reír y bromear con ellos, escuchar sus consejos y hazañas con su padre.

Escuchaba sus necesidades, y los ayudaba en todo lo que estuviera a su alcance, mientras que contemplaba los campos y llenaba sus pulmones con el aire limpio, normalmente iva por las mañanas y no tardaba mucho en su recorrido, ya que tenía que regresar a la empresa.

Es por eso que Miranda jamás lo había visto, ni el a ella. Ella iva solo por las tardes al salir de la escuela.

Por algún motivo el decidió ir por la tarde ese día, probablemente fue el destino que ya tenia planeada una cita para ellos.

Ella paso todo el día pensando en el,soñando con hablarle, preguntarle sobre su vida y repasando su nombre para no olvídarlo.

Mientras tanto Allister hacia tiempo, para buscar la manera de encontrarse con ella de nuevo.

Estaba nervioso y algo confundido, era una chica hermosa sin duda, ¿pero que la hacía tan especial?

¿Por que estaba tan desesperado por hablar con ella?

Al terminar la jornada, Miranda caminaba hacia la salida de los plantios, cuando una voz familiar trataba de llamar su atención.

¡Señorita! ¡Espere un momento, no se vaya espere!

Se detuvo en seco y al darse media vuelta, vio al hombre de sus sueños corriendo detrás para tratar de alcanzarla.

No pudo evitar esbosar una risita nerviosa, le hiso mucha gracia ver a Allister corriendo sin aliento para poder alcanzarla.

Además pensó que el siendo tan guapo, no se interesaría en una chica tan sencilla como ella.

¡Ah! ¿Te ríes de mi?

No, no, por favor no me malentienda, es solo que usted es la última persona que esperaba ver cuando me di la vuelta.

Por favor, háblame de tu, sonrió, soy casi de tu edad. Caminas muy rápido tuve que correr para alcanzarte, no podía irme sin saber tu nombre, hace rato no me lo dijiste.

Si, claro. Me llamo Miranda, dijo mientras le ofrecía su mano.

Allister tomó su mano mientras la miraba a los ojos sonriendo.

¡Miranda! Suspiró Allister, que bonito nombre.

Me llamo Allister, mucho gusto en conocerte.

Sus miradas se encontraron, se fusionaron en una como el agua de los ríos qué tiene memoria y recuerda muy bien cual fue su cause.

Dime algo Miranda, ¿cuantos años tienes?

Cumplí 18 en abril. Y ¿Tu?

Tengo 23

¿Te puedo invitar algo?

Estoy bien gracias

¡Vamos! Te invito lo que tu quieras, un helado, un café, una cerveza. Lo que tu digas

No me dan permiso joven, lo siento.

No me digas joven, por favor llámame por mi nombre.

Ella era un poco esquiva, debido al miedo que sentía por la posición de su padre, mientras que el trataba desesperadamente de aminorar la distancia entre ellos.

Miranda lo miraba fijamente y entre suspiros repasaba su nombre en su mente ¡Allister! ¿No es ese él nombre de un príncipe?

Necesito,volver a verte, dijo Allister.

Sacó su celular y le dijo dame tu número.

Yo, no tengo celular, dijo Miranda con voz triste.

¿Donde vives? ¿Como puedo volverte a ver?

Vivo a 5 casas de la iglesia del pueblo

Los sábados por la tarde mamá se va a misa y papá esta trabajando, supongo que puedo salir un rato a platicar.

Pero por favor ya váyase, si mi papá nos ve hablando a solas se molestará muchísimo.

No te preocupes ya me voy, no es mi intención causarte problemas.

No pienses mal de mi por favor, no creas que salgo corriendo detrás de cada mujer bonita que conozco.

Se rascó la cabeza confundido, de hecho es la primera vez que lo hago.

Pero te juro que me has impresionado, por eso no podía dejarte ir así nada más.

Entonces, ¿Sigue en pie lo de platicar en tu casa?

Ella asintió con las mejillas sonrojadas.

Allister sonrió aliviado, y dijo : El sábado será entonces.

            
            

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