La temperatura, desde el momento en que pisé el aeropuerto de este país, no a dejado de causarme cierto malestar, estar lejos del clima templado y frío en los bosques de Bretaña, me acostumbró a un solo ambiente. Mi instalación no llevó más de un par de horas, al menos la estancia en el complejo de apartamentos ubicado en el centro de la ciudad, era lo suficientemente espacioso para transformarme en la forma de mi naturaleza y dar unos cuantos pasos. Después de casi treinta minutos de viaje en auto-el cuál renté fuera del aeropuerto- llego a las instalaciones de la universidad. Es más pequeña de lo que pensé, un solo y gran, edificio enmarcan la rústica arquitectura.
Mi presencia no pasa desapercibida, soy capaz de escuchar claramente casa una de las incógnitas que bombardean la garganta de más, de uno de los estudiantes y personas ajenas a la institución que transitan la zona. Al parecer les llama la atención mi complexión física.
El molesto sonido de aparatos eléctricos capturando fotografías, hace que mis pasos se vuelvan más rápidos.
•Parece ser que nunca han visto a un hombre atractivo y de dos metros por aquí•
•¿Desde cuándo tanto ego Carter?•
"Quizás desde que no hemos salido con una loba, prácticamente hace siglos, ya ni siquiera se si me sirve el pe..."
• No digas estupideces• Lo callo.
Las oficinas del lugar están justo en la entrada por lo que no tengo problema en buscarlas, abro la puerta transparente. La mujer de cabellos rojizos y con aparente fanatismo por el maquillaje exótico y el animal print, me sonríe.
-Buenos días lady estoy bus...
-Excelentes diría yo - interrumpe.
-Soy Christopher Conrad y vengo a...
-Y yo Silvia- Interrumpe nuevamente.
Este comportamiento empieza a enfadarme, le muestro mi identificación estudiantil comprendiendo que yo soy el nuevo docente de esta institución.
-Oh ya veo, profesor Conrad bienvenido a la Universidad Tecnológica Central de México. UTCM. Ya mismo le doy de alta en el sistema. Su horario está por aquí, la directora no se presentará durante un par de
días, pero...- busca entre el desorden de un cajón. Me cruzo de brazos. - Aquí está, este es su horario. Cualquier duda puede pasar a control escolar, oficina número tres- me tiende la carpeta un poco doblada. En las hojas están mis materias con horario.
-Que pase buen día- giro sobre mis talones. Mi busco con la mirada algún elevador que me lleve al segundo piso. Frunzo el ceño al darme cuenta de que no hay ninguno.
«¿Y las personas con discapacidad motriz? ¿Estudian siempre en las aulas de abajo?» dejó de pensar en cosas que no me interesan.
Notoriamente he causado cierta curiosidad dentro del campus, las miradas provocativas del personal femenino, incluyendo profesoras, no desaparece de mi campo de visión.
Subo los escalones hacia el segundo piso, al final del corredor se encuentra el salón de clases donde me alojare.
A medida que me voy acercando mis pasos se vuelven un poco más lentos, tengo la necesidad de quitarme los anteojos sin ningún tipo de modificación, de mi rostro. El corazón empieza a latirme con fuerza, cierro los ojos sintiendo la sangre fluir por mis venas. Aprieto los músculos.
«¿Qué está pasando?» Mis sentidos se expanden a su máxima capacidad buscando algún tipo de amenaza, pero no, no logro encontrarla.
De pronto siento una enorme sequía en mi garganta. Olores, sonidos, se mezclan en el aire. Respiro profundamente, un olor dulce, vainilla, bombones. Intento engañar mi mente, pero fallo. No, no es ninguna fragancia artificial perteneciente a los hijos de la tierra.
Hay algo más, algo me llama... ¿Podrá ser posible?
Mi lobo se siente inquieto, de pronto despierta dentro de mí, contengo con fuerza a Carter. Algunos alumnos me ven extrañado de mi comportamiento. Parece ser que me quedé inmóvil.
•Nuestra Mate, mi alma, nuestra Luna, está aquí, puedo reconocerla•
Dejó escapar el aire que tenía retenido, observo a mi frente, la fragancia sigue viajando por mi sistema respiratorio.
"¿Estás seguro de eso? Es imposible, la buscamos hace siglos, recuerdo haberla buscando. Ella. ¿Está aquí?"
Me encuentro totalmente confundido.
•Ve por ella, es nuestra, no la dejes escapar o tomaré el control•
Gruñí para mis adentros. Un Licano convertido a pleno medio día en medio de una universidad, no suena para nada bueno.
Retomo el control de mi cuerpo. Entre más me acerco al fondo del pasillo, más conmocionado me siento. Calmo mi respiración, parpadeo un par de veces asegurándome de que mis ojos no tomen el color dorado que los caracterizan. Al abrir la puerta una explosión de sonidos, expresiones, olores, me bloquean. Esta allí, un aura invisible para todos excepto para mi visión, la envuelven en una especie de energía vibrante. No puedo entenderlo, no puedo creerlo. Cuatrocientos años desde que perdí el incentivo de buscarla. Más de medio milenio en completa soledad.
Sonrió tranquilamente. No es correcto actuar de manera precipitada.
-Buenos días jóvenes, me presento, soy Christopher Conrad su profesor suplente de Filosofía y Letras. Estaré con ustedes por un pequeño periodo de tiempo.
Todos absolutamente todos me ven con asombro. Dejo de lado los halagos y me concentro solo por hoy.
•Tenemos que tenerla, proclamarla nuestra hemos esperado por mucho•
"Lo sé Carter, buscaré el momento, ella es humana, nuestra mate es una hermosa humana"
Corto el link con mi lobo y uso todo mi control para continuar.
-Bien, pondré el título del tema en la pizarra, posteriormente se pondrán de pie y se presentarán para aprenderme sus nombres.
Escucho un mal comentario de parte de un joven, agudizo el oído para saber cómo lo llaman los demás, y le confronto.
-Háganme el favor de presentarse-. Con la lista en la mano todos se ponen de pie y hacen lo que les pedí, no obstante solo escucho lo que dicen pues mi mirada está clavada en ella. Sabe que la estoy observando y baja la cabeza avergonzada. Cuando es su turno mi corazón late más rápido de lo normal, una enorme felicidad llena mi sistema.
-Yo soy Andrea Ramos, y tengo diecinueve años-. Es la humana más hermosa que he visto, sus ojos son azules, un azul fuerte, profundo, como el mismo mar en medio de una tormenta, su piel baila en tonos pálidos, como si no tomase el sol periódicamente, comparo su estatura, no solo con la mía, si no con otros chicos de esta misma estancia, llegando al resultado de que es la chiquilla más baja de todos.
Una expresión de burla pasa rápido por mi rostro, sus zapatillas pequeñas de tacón deben tener el propósito de igualarse a otros. Debo llevarle cuarenta centímetros de por medio. Su cuerpo tiene una figura como reloj de arena, una cintura estrecha y pequeña, las caderas grandes al igual que sus pechos. Aunque luce más delgada de lo que creí que sería para su tamaño. El juego de maquillaje en su rostro aumenta un poco la realidad de su existencia de vida. Me causa cierta duda saber por qué usa esa cantidad.
«Quizás aquí todas se maquillan de forma poco simple» Ella se ve hermosa de cualquier manera.
-Gracias señorita Ramos, siguiente.
•Gracias a la luna, la hemos encontrado•