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A las pocas horas, Amy, Fiona y Tallulah ya se habían ido. No estaba segura de si tanta rapidez se debía a la eficiencia de Silvia o a la impaciencia de las chicas. Quedábamos diecinueve. De pronto me dio la impresión de que aquello iba muy rápido. Aun así, nunca me habría imaginado que iba a ir aún más rápido.
El lunes después de los ataques volv