AMOR EN LAS SOMBRAS DEL PODER
img img AMOR EN LAS SOMBRAS DEL PODER img Capítulo 10 Diez
10
Capítulo 11 ONCE img
Capítulo 12 Doce img
Capítulo 13 Trece img
Capítulo 14 Catorce img
Capítulo 15 Quince img
Capítulo 16 Dieciséis img
Capítulo 17 Diecisiete img
Capítulo 18 Dieciocho img
Capítulo 19 Diecinueve img
Capítulo 20 Veinte img
Capítulo 21 VEINTIUNO img
Capítulo 22 Veintidós img
Capítulo 23 VEINTITRÉS img
Capítulo 24 Veinticuatro img
Capítulo 25 VEINTICINCO img
Capítulo 26 VEINTISEIS img
Capítulo 27 VEINTISIETE img
Capítulo 28 Veintiocho img
Capítulo 29 VEINTINUEVE img
Capítulo 30 TREINTA img
Capítulo 31 BARRERAS img
Capítulo 32 No estoy aquí por ti img
Capítulo 33 Fuerza img
Capítulo 34 La razón y el corazón img
Capítulo 35 La huida img
Capítulo 36 La Condición img
Capítulo 37 Bajo las estrellas img
Capítulo 38 VERLO DESTRUIDO img
Capítulo 39 La calma img
Capítulo 40 Por nosotros img
Capítulo 41 Más planes img
Capítulo 42 Ataque img
Capítulo 43 Adiós img
Capítulo 44 Recuperarla img
Capítulo 45 Futuro incierto img
Capítulo 46 El futuro img
Capítulo 47 UNA UNIÓN QUE DUELE img
Capítulo 48 La noche de bodas img
Capítulo 49 Destino inevitable img
Capítulo 50 Encuentro inesperado img
Capítulo 51 Tianyu Qin img
Capítulo 52 Una oportunidad img
Capítulo 53 Pequeño Tesoro img
Capítulo 54 De rodillas img
Capítulo 55 Planes Malvados img
Capítulo 56 Orgullo Herido img
Capítulo 57 Vigilia img
Capítulo 58 Protección img
Capítulo 59 La sombra regresa img
Capítulo 60 El amor aun arde img
Capítulo 61 Mentiras img
Capítulo 62 Se desmorona img
Capítulo 63 MEI TRIUNFA img
Capítulo 64 La TRAMPA img
Capítulo 65 CAUTIVERIO img
Capítulo 66 LA MENTIRA NO CAE img
Capítulo 67 La verdad revelada img
Capítulo 68 Encuentro madre e hijo img
Capítulo 69 Ĺa verdad img
Capítulo 70 La confianza renace img
Capítulo 71 La llamada img
Capítulo 72 El paso al amor img
Capítulo 73 Amor, Verdad, Familia img
Capítulo 74 El último golpe img
Capítulo 75 FINAL img
Capítulo 76 Extra img
Capítulo 77 Extra Familiar img
Capítulo 78 HEREDEROS QIN img
Capítulo 79 Extras img
Capítulo 80 EXTRAS img
Capítulo 81 EXTRAS img
Capítulo 82 EXTRA FINAL img
img
  /  1
img

Capítulo 10 Diez

La noche había caído, pero Zeyan no descansaba. En su oficina improvisada en la mansión Qin, mapas y notas cubrían la mesa, mientras su equipo de seguridad trabajaba frenéticamente para rastrear a An. Su mandíbula estaba apretada, y sus ojos oscuros reflejaban una furia contenida.

-¿Alguna novedad? -preguntó con voz firme a uno de los encargados.

-Señor Qin, logramos rastrear la llamada a un almacén abandonado en las afueras de la ciudad.

Zeyan no esperó más. Tomó su abrigo y, con un gesto, ordenó que los hombres lo siguieran.

-Prepárense para cualquier cosa. No quiero errores.

Mientras tanto, en el almacén, An estaba sentada contra una pared fría, temblando más por el miedo que por el frío. Había tratado de mantenerse tranquila, pero las palabras de Luo resonaban en su cabeza como un eco constante: "No eres bienvenida aquí. No le perteneces."

Su corazón dolía, no solo por el miedo, sino por la confirmación de algo que siempre había temido: que no era suficiente para Zeyan, para la familia Qin, para nadie.

-¿Cómo salgo de esto? -murmuró para sí misma, sus ojos llenos de lágrimas.

La puerta chirrió, y Luo apareció nuevamente, con su sonrisa de siempre.

-¿Te lo has pensado, señora Qin? ¿O necesitas más tiempo para aceptar tu lugar?

-¿Por qué haces esto? -preguntó An, esforzándose por mantener la compostura-. ¿Qué ganas con todo esto?

Luo se encogió de hombros.

-No es personal, señora. Solo estoy siguiendo órdenes.

Antes de que pudiera continuar, el sonido de motores acercándose llenó el aire. Luo frunció el ceño y miró hacia sus hombres.

-¿Qué es eso?

An sintió que su corazón se aceleraba. Algo estaba pasando, algo que no había sido planeado.

-Prepárense -ordenó Luo, señalando a los hombres para que tomaran posiciones.

Zeyan llegó al almacén con una determinación inquebrantable. Salió del auto seguido de sus guardias, cada uno armado y preparado para cualquier enfrentamiento.

-Quiero a An fuera de aquí sana y salva. No me importa lo que pase con los demás -dijo con voz gélida mientras se acercaban a la entrada.

El primer guardia de Luo salió con un arma, pero no tuvo oportunidad de reaccionar antes de ser inmovilizado por uno de los hombres de Zeyan. En cuestión de segundos, la situación se volvió caótica. Los golpes y disparos resonaban en el aire, mientras Zeyan avanzaba con un solo objetivo en mente: encontrar a An.

-¡Zeyan! -gritó An desde dentro al escuchar el ruido, su voz llena de desesperación.

Zeyan siguió el sonido de su voz, ignorando todo lo demás. Encontró la puerta trasera del almacén y la abrió de un golpe, encontrando a An atada en una esquina.

-¡An! -corrió hacia ella, desatándola rápidamente y abrazándola con fuerza-. Estás bien, estás a salvo.

An comenzó a llorar, dejando que todo el miedo y la tensión se desbordaran.

-Pensé que nunca vendrías... pensé que me dejarías aquí.

Zeyan se apartó lo suficiente para mirarla a los ojos, su expresión suave pero firme.

-Nunca dejaría que te pasara algo. Eres mi esposa, An. Mi responsabilidad, mi todo.

Antes de que pudiera responder, Luo apareció detrás de ellos, apuntando con un arma.

-Qué conmovedor -dijo con sarcasmo-. Pero esto aún no ha terminado.

Zeyan giró rápidamente, colocando a An detrás de él.

-Si quieres algo, toma a alguien más, pero no a ella.

Luo soltó una carcajada.

-¿De verdad crees que esto se trata de dinero o poder? No, esto es un mensaje.

Antes de que pudiera disparar, uno de los hombres de Zeyan apareció y desarmó a Luo con un movimiento rápido. En cuestión de segundos, Luo estaba en el suelo, inmovilizado.

-Llévenselo -ordenó Zeyan, su tono lleno de autoridad.

De regreso en la mansión Qin, Zeyan llevó a An a su habitación. Aunque ella insistió en que estaba bien, él no la dejó sola ni un instante.

-No puedo creer que hayan hecho esto -dijo An en voz baja, mientras Zeyan le daba un vaso de agua.

Él se sentó junto a ella, tomando su mano con cuidado.

-No quiero que pienses más en eso. Resolveré esto. Pero necesito saber algo, An. ¿Sabes quién está detrás de esto?

An dudó por un momento. Recordó las palabras de Luo, las insinuaciones. Sus labios se movieron, pero las palabras no salieron.

-Yo... no estoy segura -murmuró al final, incapaz de traicionar directamente a Mei, a pesar de todo.

Zeyan la miró con seriedad, pero no la presionó.

-Está bien. Pero quien sea, pagará por esto. Te lo prometo.

An lo miró, sorprendida por la intensidad de sus palabras.

-Zeyan... ¿por qué haces todo esto por mí?

Él se inclinó hacia ella, sus ojos atrapando los suyos.

-Porque eres mi esposa. Y porque me importas más de lo que puedo expresar.

An sintió cómo sus barreras comenzaban a desmoronarse nuevamente. Por primera vez, una chispa de esperanza se encendió en su corazón.

Pero en el fondo, ambas sabían que Mei no se detendría. Esto era solo el comienzo.

La noche había caído sobre la mansión Qin, trayendo consigo una calma engañosa. Después del caos del día, An se sentía agotada tanto física como emocionalmente. Zeyan había insistido en que descansara, pero el peso de los recientes acontecimientos seguía oprimiendo su pecho. Mientras se sentaba en la cama, abrazándose a sí misma, sintió un torbellino de emociones que no lograba descifrar: miedo, alivio, pero sobre todo, una extraña calidez que solo Zeyan lograba despertar en ella.

El suave crujir de la puerta hizo que levantara la mirada. Era él. Zeyan entró con pasos firmes, vestido con una camisa blanca desabotonada en el cuello, dejando entrever su clavícula. Sus ojos oscuros la escrutaron con intensidad, y en su mano llevaba una bandeja con un tazón de sopa caliente.

-¿No te dije que descansaras? -dijo, su voz baja y grave, pero no había reproche en ella, solo una preocupación que logró derretir un poco la tensión que An sentía.

-No podía dormir -respondió ella en un susurro.

Zeyan dejó la bandeja en la mesita de noche y se sentó junto a ella, su peso haciendo que el colchón se hundiera ligeramente.

-An, no puedo dejar de pensar en lo que pasó hoy. Me prometí que nunca permitiría que algo así te ocurriera, y fallé.

-No fue tu culpa -dijo rápidamente, sacudiendo la cabeza-. Tú viniste por mí, me salvaste.

Zeyan tomó su mano con cuidado, como si temiera romperla.

-Te prometo que no volveré a fallarte, An. No importa quién esté detrás de esto, me aseguraré de que nunca vuelvas a sentir miedo.

Sus palabras hicieron que los ojos de An se llenaran de lágrimas. Ella trató de apartar la mirada, pero Zeyan la sostuvo suavemente por el mentón, obligándola a enfrentarlo.

-¿Por qué no confías en mí? -preguntó con un tono suave, pero cargado de emoción-. Siempre pareces dudar de lo que siento por ti.

An tragó saliva, sintiendo que su corazón se aceleraba.

-Es que... no sé qué esperar de todo esto. Tú eres... tú eres Zeyan Qin, y yo...

-Eres mi esposa, An. Eso es lo único que importa.

Sin darle tiempo a responder, Zeyan se inclinó hacia ella, capturando sus labios en un beso que fue al principio suave, como si le estuviera pidiendo permiso. An se quedó inmóvil por un instante, pero pronto sintió cómo su corazón se rendía, respondiendo al beso con la misma intensidad.

Zeyan la sostuvo con cuidado, como si fuera el mayor de los tesoros. Sus manos acariciaron sus mejillas, bajaron por su cuello y finalmente se detuvieron en su cintura, acercándola más a él. An sintió cómo toda la incertidumbre y el miedo que había cargado durante días comenzaban a desvanecerse, reemplazados por un calor que recorría todo su cuerpo.

-An... -murmuró Zeyan contra sus labios, su voz ronca y llena de deseo-. Dime que confías en mí.

-Confío en ti -susurró ella, apenas audible, pero lo suficiente para que él lo escuchara.

Con esa declaración, Zeyan la levantó en brazos y la llevó al centro de la cama. Su mirada nunca dejó la de ella, como si estuviera buscando alguna señal de duda. Pero en los ojos de An solo había entrega.

Los dedos de Zeyan desabotonaron lentamente el pijama de seda de An, revelando su piel suave y cálida. Cada movimiento era pausado, como si quisiera grabarse cada detalle de ese momento. An sentía su corazón latiendo con fuerza, pero esta vez no era por miedo, sino por la intensidad del momento.

Cuando finalmente estuvieron juntos, piel contra piel, Zeyan se inclinó para besarla nuevamente, esta vez con más pasión, marcando cada centímetro de su cuerpo con sus labios.

-Eres mía, An. Solo mía -murmuró mientras la acariciaba, su voz cargada de promesa.

An cerró los ojos, dejándose llevar por el momento. Todo lo que había temido, todo lo que la había atormentado, parecía desvanecerse. Por primera vez, se sintió realmente deseada, realmente amada.

Sus cuerpos se movieron en perfecta sincronía, cada caricia, cada beso profundizando el vínculo que habían comenzado a construir. Para Zeyan, no había dudas: esta mujer, tan fuerte y frágil al mismo tiempo, era su mundo entero.

Cuando el clímax los alcanzó, Zeyan la sostuvo con fuerza, susurrándole palabras suaves al oído.

-Nunca permitiré que te alejes de mí, An. Lo que sea que venga, lo enfrentaremos juntos.

An lo miró a los ojos, viendo en ellos una sinceridad que nunca antes había percibido.

-No me dejes sola, Zeyan -pidió en un susurro, dejando que una lágrima rodara por su mejilla.

-Nunca -respondió él, limpiando su lágrima con un beso-. Nunca te dejaré sola.

Esa noche, mientras An se acurrucaba contra el pecho de Zeyan, sintió que algo dentro de ella cambiaba. Tal vez, solo tal vez, podría permitirse creer en esta nueva realidad, en esta conexión que ahora parecía tan irrompible.

                         

COPYRIGHT(©) 2022