Capítulo 4 La Mentira que Nos Une

Helena no podía dejar de pensar en la propuesta de Ricardo. Pasaron horas, luego días, y la imagen de su jefe seguía invadiendo sus pensamientos. La promesa de una fusión crucial para Ferrari Hotels se volvía cada vez más personal, y la idea de fingir ser su prometida comenzaba a atormentarla. A pesar de que había aceptado el trato, aún no comprendía completamente el alcance de lo que había hecho.

Al día siguiente, Ricardo la llamó a su oficina temprano. Helena se presentó puntual, como siempre, pero el ambiente en el despacho de Ricardo era diferente. Había una atmósfera tensa, como si el aire estuviera cargado de expectativas. Él estaba de pie junto a la ventana, mirando hacia la ciudad, como si estuviera tomando una decisión importante.

-Buenos días, señor Ferrari -saludó Helena, buscando mantener su tono profesional.

Ricardo giró lentamente, su mirada fija en ella. Sus ojos grises no mostraban emociones, pero su presencia era imponente. Un sentimiento incómodo creció dentro de Helena, algo entre el temor y la curiosidad. No sabía qué esperar ahora.

-Buenos días, Helena -respondió él con una voz suave, pero firme. -¿Estás lista para comenzar con la actuación?

Helena lo miró con incredulidad. La palabra actuación resonó en sus oídos como una condena. Aunque ella sabía lo que implicaba, el recordatorio de lo que estaba a punto de hacer la hizo sentirse más vulnerable.

-Sí, señor. -La respuesta fue casi automática, pero sus manos temblaban ligeramente mientras intentaba mantener su compostura. -Solo quiero entender cómo vamos a proceder exactamente. No me gustaría cometer ningún error.

Ricardo sonrió de manera enigmática, acercándose a su escritorio. Abrió un maletín que estaba sobre la mesa y sacó un par de papeles. Los extendió hacia ella con gesto tranquilo.

-Estos son los detalles del evento de esta noche. Un cóctel con el director de la cadena rival. Será nuestra primera oportunidad de mostrarle que no solo soy un hombre de negocios exitoso, sino un hombre estable emocionalmente. -Se detuvo un momento, como si evaluara la reacción de Helena. -Debes ser convincente. Nadie puede sospechar que estamos actuando.

Helena tomó los papeles y los estudió rápidamente. Era una lista de invitados, el itinerario del evento y un par de detalles adicionales sobre el director rival. Cada línea del documento parecía ponerle más presión sobre sus hombros. Pero también sabía que no tenía opción, así que tragó el nudo en su garganta y asintió.

-Entiendo. ¿Cómo me ve en este... papel? ¿Qué debo hacer exactamente? -preguntó, con un tono que intentaba sonar seguro.

Ricardo la observó un momento, como si estuviera evaluando qué tan bien comprendía la magnitud del desafío.

-Actúa como si fueras mi prometida -dijo, sin rodeos. -Mantén una postura elegante, sé cálida, pero no demasiado demostrativa. La gente tiene que pensar que nuestra relación es sólida, pero no demasiado... ¿excesiva?

Helena frunció ligeramente el ceño, confundida por la falta de detalles emocionales en su explicación. Sabía que, en este mundo de apariencias, todo tenía que ser medido, pero no esperaba que fuera tan... distante.

-¿Y eso es todo? ¿Nada de más...? -preguntó, buscando alguna respuesta que le diera más claridad sobre el comportamiento que debía tener.

Ricardo la miró directamente a los ojos.

-Exacto. La perfección está en los detalles. Si logras hacerlo bien, no habrá necesidad de mucho más. Confío en que puedes manejarlo.

Helena asintió, aunque no estaba completamente segura de lo que había aceptado. Solo sabía que, si no lo hacía, las consecuencias serían graves. Por más que quisiera negarlo, una parte de ella comenzaba a sentirse atrapada en la fachada que él había creado.

-¿Y después de la cena? ¿Qué pasa si todo sale bien? -preguntó, ya con más seguridad en su voz.

Ricardo se acercó a ella, y por un momento, Helena sintió un estremecimiento en su interior. Era la cercanía física lo que la inquietaba. La tensión se volvía palpable, y, por un instante, se preguntó si esta situación estaba poniendo en peligro más que solo su trabajo.

-Si todo sale bien, la fusión se cerrará. Y tú, Helena, seguirás siendo mi sombra, pero ahora con un propósito mucho más importante. -Su tono era decidido, casi un desafío. -Pero si algo sale mal, todo este juego terminará. Y no lo olvides, perderíamos mucho más que solo un contrato.

El peso de sus palabras cayó sobre ella como una losa. El "juego" al que Ricardo se refería no era solo una farsa, era algo más grande, con consecuencias que trascendían su propio trabajo. Helena no podía ignorar que, de alguna manera, su destino estaba ahora atado a las decisiones de este hombre.

-Lo haré -respondió ella, aunque su voz sonó menos confiada que antes. -¿A qué hora comenzamos?

Ricardo la observó por un momento, como si quisiera asegurarse de que ella comprendiera completamente lo que estaba a punto de hacer. Luego, asintió con aprobación.

-A las ocho. Recuerda, Helena, que hoy seremos más que colegas. Seremos una pareja perfecta a los ojos de todos. -Se acercó a ella, con una leve sonrisa. -Y no olvides que todo depende de ti.

Helena respiró hondo. La presión aumentaba. Estaba a punto de entrar en un mundo que no conocía, uno lleno de mentiras y apariencias. Pero también sabía que no podía dar marcha atrás. El reloj marcaba las ocho, y no podía permitirse fallar.

Al salir de la oficina, sintió cómo la ansiedad se apoderaba de su cuerpo. El evento de esa noche sería crucial para todo lo que estaba en juego. De repente, no estaba segura de si lo que había aceptado era solo un trato de negocios o algo mucho más complicado.

Cuando se vio frente al espejo, horas después, vistiéndose para la ocasión, su reflejo la sorprendió. Se veía diferente, como una mujer distinta. No solo una secretaria. Algo dentro de ella temía que esa noche podría perderse en el papel que estaba interpretando.