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Bit & Brew
El lienzo del otoño, donde los verdes vibrantes del verano comienzan a ser pincelados con tonos cálidos y terrosos. Las hojas de los árboles, antes uniformemente verdes, se transforman en una sinfonía de amarillos dorados, naranjas encendidos, rojos profundos y hasta algunos púrpuras melancólicos. Ofreciendo un último espectáculo antes de la llegada del invierno.
El aire fresco y nítido acarician las flores que decoran el lugar mencionado, y susurran a las hojas lo que provoca que dancen hasta tocar el suelo.
El lugar era agradable y el aura que emanaba el cielo a punto de atardecer hacían del mismo algo hermoso. Bit & Brew era una cafetería tradicional, que fue haciéndose popular por los deliciosos productos que brindaban, desde bebidas de cafés hasta postres únicos del lugar. Detrás del local, la vivienda del dueño de la cafetería estaba unida al local, por lo que no era difícil trasladarse después de la hora de salida.
-¡Hey, Yoonpyo!
Los verdes ojos giraron hacia la persona que la llamó, sus cabellos rubios jugaban contra el viento y su dulce aroma agradaba a las flores. En sus manitos estaba posada una rosa roja que emanaba un rico olor. Al ver a la persona que la lla-mó, una sonrisa se plantó en su rostro y alzó su mano en gesto de saludo.
-Hola, Homin-sonrió feliz con un pequeño sonrojo bajo sus ojos. -¿Qué tal? -preguntó curioso el Omega.
El beta suspiró sin responder.
Caminó hacia la mesita de cristal que estaba fuera del local y se sentó sobre la silla. Por un momento se pensó que se queda-ría en silencio de no ser porque golpeó su frente contra la me-sa. Esta acción espantó al Omega haciendo que soltara la rosa que tenía en su mano.
-¡O-oye! ¿¡Qué pasa!?
Homin movió su cabeza sin ganas hacia el Omega, cerró sus ojos suavemente y sus labios se arrugaron.
-Yo...-pausó nervioso, -Humm. P-perdí una apuesta-finalizó con un quejido.
-¿¡Que!? -quedó boquiabierto.
-Estaba ebrio. Así que, no recuerdo mucho de lo que pasó, pero una cosa que recuerdo era que...
Homin le contó a detalle lo que recordaba: sobre que había ido a tomar junto con algunos amigos y ex compañeros de la universidad-al final lo habían dejado a la suerte.
Se topó con un tipo alto, cerca de los dos metros ¿cómo era posible que existiera un tipo así? Era imposible no quedar hip-notizado con semejante hombre. Se le ocurrió jugar con él y apostar uno que otro par de partidas.
Para una persona normal a las primeras partidas se hubiera rendido e irse para su hogar a dormir, pero para Homin no fue posible.
Vio los inicios de su vida como si estuviera a punto de morir. El miedo y el terror que causaron alguno que otro sollozo se abundaran en su mente y en su corazón. El sudor y las espesas feromonas que recorrieron todo su cuerpo. La forma en que lo apuntaron con dos armas-una lo hizo un hombre en traje negro y otro lo hizo el sirviente personal de ese Alfa.
Y finalmente las palabras de último aviso del Alfa que daban en temporizador el tiempo de vida del beta.
-E-eso fue lo que pasó-exclamó con un ligero temblor en todo su cuerpo. Su voz grave se agudo al contar la intimidante experiencia que tuvo el día de ayer.
Yoonpyo lo miró sin decir ninguna palabra. Bajó su mirada y sus cejas se fruncieron dando a entender que estaba muy molesto. Sacó de su bolsillo un frasquito de pastillas y lo puso sobre la mesa junto a un vaso de agua.
-Solo un idiota hubiera apostado en estado de ebriedad-negó soltando un suspiro agotador.
-Y este idiota es que te esta suplicando que lo ayudes-suplicó juntando sus manos en forma de oración.
El Omega agarró fuertemente el vaso de agua sobre la mesa y alzó la voz: -¡Y yo...! ¡Ugh! Aun no entiendo como alguien como "yo" pueda ser de ayuda.
Insertó una pastilla en su boca para luego tomársela junto al agua. Soltó un sonido relajante como si hubiera disfrutado de la bebida y ya un poco tranquilo continuó: -Dime.
-Quiero que me hagas compañía-apretó sus manos con un severo temblor.
Atónito. Yoonpyo arqueo la ceja.
-¿A dónde?
Sus ojos verdes cambiaron a un azul brillante, esto sucedía cuando tanto Alfas como Omegas presenciaban emociones o sentimientos fuertes.
-A dejar el monto de dinero en la dirección que me pidió que lo encontrara esta noche-habló rápido por los nervios.
-¡Ve tú solo! -gritó malhumorado.
-¡Yoonpyo! -chilló, agregando un "No seas malo"
-Además...-interrumpió, -tengo que ayudar a mi her-mana a cerrar la cafetería, ya que mi tío no se encuentra desde ayer. -Suspiró rascándose la cabeza-No puedo ayudarte con eso.
-¡Será rápido! -interrumpió angustiado agarrando fuertemente las manos pequeñas del Omega.
-¡O-oye! S-suéltame-intentó liberarse del agarre.
-Te prometo que será rápido-habló angustiado. -Tu hermana no se enterará de esto, no se lo diré para que no te regañé. Solo tiraré el dinero en la dirección que me dio y volveremos pronto ¡Te lo juro!
Yoonpyo vio en los ojos de su amigo el miedo, la angustia y el terror de ayer en la noche.
Lo había conocido por medio de su hermana cuando ella estaba en el primer semestre de su carrera y el estaba finalizando el bachillerato. Los recuerdos de como lo defendió por ser solo un simple Omega nunca lo olvidaría, las veces en que estaba siempre sacándole una sonrisa en sus momentos decaídos como el tiempo en donde le rechazaron el ingreso a la univer-sidad. Ese lazo de confianza se fue endureciendo con el paso del tiempo.
Su corazón latió fuertemente, debía admitirlo que le estaba gustando su amigo.
Calmó sus mejillas ruborizadas y soltó un suspiro moviendo su cabeza de un lado a otro.
-Esta bien-le brindó una pequeña y dulce sonrisa.
-¿Aquí es la parte donde te agradezco?
El rubio alzó los hombros como si no fuera necesario que lo haga. Lo ponía muy tímido cuando lo halagaban o cuando le agradecían. Pero si venía de la persona que le gustaba era mucho peor, su corazón no lo soportaría.
-¡Por supuesto! ¡Gracias, Yoonpyo! -besó millones de veces las manos del Omega, provocando que sus mejillas se colorearan y liberara sus manos del beta.
-Entonces...-titubeó, -¿Dónde nos encontramos? -preguntó levantándose de la silla para poder entrar al local.
-Humm-pensó. -¿Te parece bien por el callejón a una cuadra del local? -sonrió ladino.
«Ese lugar es oscuro» Pensó el Omega.
-Bueno-soltó una risita. -Pero que sea rápido ¿de acuerdo?
-Sí, sí, no te preocupes-alzó los pulgares.
Yoonpyo sonrió divertido y agarró las cosas que estaban encima de la mesa, ya para voltearse Homin habló: -¿Son pastillas para tu...? -dejó la pregunta al aire.
-Ujum-asintió nervioso. -Esta mañana sentí un poco de fiebre, por eso estoy tomándolas para que no pase nada conmigo.
-¿Compraste unos nuevos?
-Sí-asintió sacudiendo el frasquito de pastillas. -Se me acabaron el mes pasado. ¿Por qué preguntas?
-...-mantuvo su sonrisa. -Por nada, es solo que...-murmuró.
-¿Qué dijiste? -lo miró con los ojos entrecerrados.
-¡Nada! -sonrió de oreja a oreja, típico de Homin. -Entra, entra...-le dio un pequeño empujoncito-que tu hermana ha de estar esperándote.
El Omega asintió y entró al fin a la cafetería, dejando solo por completo al beta.
Homin metió las manos en su bolsillo y se alejó del lugar, tarareaba una canción y daba pequeños saltitos.
«Es solo que es bueno que estes en tu ciclo de celo»
En la noche.
Eran alrededor de las 9 de la noche. La cafetería cerraba a las diez de la noche por ser fin de semana y por las personas que salían tarde del trabajo o recién llegaban del metro a unas cuadras del parque.
Y ahí estaba Yoonpyo. Que escapaba por la parte trasera de su casa para que su hermana no lo viera, es decir, anteriormente le dijo que se olvidó sus pastillas en su habitación y que ne-cesitaba ingerirlas de urgencia.
«Perdón, hermana»
Corrió a una cuadra del local y se metió al callejón donde se suponía que se encontraría Homin. Pero...
«No esta...»
Yoonpyo gruñó molesto ¡Se suponía que el que organiza la escapada tendría que estar primero!
«Por lo menos debería estar más temprano que yo»
Para distraerse que se encontraba en un oscuro callejón, sacó su frasco de pastillas y tras sacar una, el sonido metálico lo interrumpió. Tembló y retrocedió hacia la poca luz que había por esas calles poco pasadas por las noches.
-Homin ¿E-eres tú? -tartamudeó nervioso.
El rubio sintió que su piel se hacía de gallina. De alguna forma tenía un trauma por los sonidos metálicos. La curiosidad y el miedo por el sonido se apoderaron de él. Quiso regresar a su casa, pero no podía dejar solo a su amigo.
-Basta de tus bromas, Homin. No son de agrado.
Retrocedió cuando el sonido se hizo más fuerte. Su cuerpo actuó por impulso y quiso salir de ahí, pero chocó con alguien y no era nada más ni nada menos que Homin.
Aliviado, soltó un suspiro tembloroso y sonrió al ver a su amigo.
-Idiota. Me asustaste-dio un pequeño golpe al pecho del beta.
-Pues deberías-sonrió con un brillo oscuro en sus ojos marrones.
Un golpe a la cabeza del Omega, bastó para hacerlo caer al suelo y dejarlo inmóvil. La tibia sangre cubrió mayor parte de su rostro, sus ojos se llenaron de lágrimas que cayeron por el borde de sus ojos hasta mezclarse con el rojo líquido. Le dolía y mucho.
-Mi querido Yoonpyo-soltó una carcajada. -¡Tengo que agradecértelo por segunda vez!
Se agachó agarrando el mentón de Yoonpyo, lo que hizo que soltara un quejido.
-Tu serás esa cosa de valor que ofreceré a ese Alfa.
-Ho-omin... ¿p-por qué m-me...haces esto? -murmuró.
-No es nada personal, Yoonpyo-suavizó su mirada. -Solo necesito que me ayudes siendo mi objeto de valor. Ser un Omega es mucho más valioso que todo el dinero del mundo.
-N-no, por favor-suplicó.
-...-lo ignoró. Miró hacia la oscuridad y llamó a un par de hombres-Agárrenlo, que ya mismo es hora.