-Vamos entonces, necesito una ducha y un trago -declara, levantándose como si llevara alguna mochila o algo pesado en la espalda. Es increíble lo exagerada que puede ser.
Yo no quería volver al hotel, estaba anocheciendo y se veía muy hermoso el cielo, es muy lindo este país; si fuera por mí, seguirá caminado sin una dirección específica, pero yo también quería un trago y, además, empezaba a hacer mucho frío y no estaba realmente abrigada para la baja de temperatura que demandaba la noche.
Llegamos a nuestra habitación y ella corrió a ducharse; en realidad se iba al jacuzzi, esa era la desesperación por la cual quería llegar al hotel. Me asomé al balcón y en serio que era una hermosa vista; creo que, si tuviera un trabajo aquí y entendiera el idioma, me quedaría a vivir en este país con mucho gusto, y a Aye le gustaría también. Cómo la extraño, y solo estuve sin ella dos días; no la vi en el aeropuerto, ya que le pedí a mi mamá que no la llevara por si lloraba o quería venir conmigo, así que lo mejor fue dejarla en mi casa con ella.
La voy a llamar, aprovechando que Sole está en la ducha y no va a meterse en mi conversación.
-Lina, ¿cómo estás? -atiende mi madre.
-Hola mamá. Estoy bien. Es un lugar fantástico. ¿Cómo está Aye, está ahí? Me la pasas para hablar con ella.
-Ella está bien, ahora está jugando en su cuarto. Voy a llamarla -me hace saber, para luego gritar su nombre.
-Hola, mami -saluda, mi niña del otro lado de la línea.
-Hola, mi amor. ¿Qué hacías? -le pregunto conteniendo las lágrimas.
Va a ser un poco difícil estar tan lejos de ella tanto tiempo, ni ella ni yo estamos acostumbradas a estar separadas por un lapso tan largo, ni mucho menos a estar cada una en una punta del mundo.
-Estaba jugando con los ponis, la babu me hizo torta de chocolate y les di a ellos -responde, exaltada.
- ¿Y no les va a hacer mal a la panza tanto chocolate?
-Ay no, mami; ellos son seres mágicos y solo se alimentan de cosas ricas, como chocolate, caramelos, tortas, golosinas, todo eso -cuenta, como una gran sabedora.
-Bueno, entonces dales muchas cosas ricas. ¿Te estás portando bien con la babu? -la interrogo.
-¡Sí!... Soy una princesa buena y mi deber en la tierra es portarme bien con las personas ancianas -declara, y escucho a mi mamá que empezó a los gritos por decirle anciana.
Ella solo tiene cuarenta y nueve años, no es anciana.
-Ayelen, tu babu no es anciana; no digas eso, que la vas a hacer sentir mal -le digo, tratando de sonar un poco seria, pero sin lograrlo.
-Perdón, lo dije con cariño. -Me la imagino haciendo puchero mientras dice eso.
-Sí, ya sé, mi amor; y ella también lo sabe, pero no le digas mas así, ¿dale?
-Bueno. ¿Mañana vienes?
Esta es la parte más difícil, ya que no lleva bien la cuenta de los tiempos y tampoco le expliqué cuántos días eran los que iba a estar lejos de casa.
-No, voy a ir dentro de unos días a casa; así que te tienes que portar bien y cuidar a la babu mientras no estoy -le aclaro, tratando de no hacerle sentir el peso de los días que no nos vamos a ver.
-Yo la cuido, ya te dije que es mi deber como princesa cuidar a los ancianos -entona muy bajito lo último; seguramente, para que no la escuche mi mamá.
-Te dije que no le dijeras así, la vas hacer enojar y no te va hacer más tortas -le doy una pequeña reprimenda.
-Bueno, no lo digo más... ¿Me vas a traer un regalo cuando vengas?
-Hacemos una cosa... Yo te llevo un regalo, pero tú, cuidas de la babu y le haces caso en todo, ¿trato? -Hay que negociar, antes que le siga diciendo anciana.
-Trato.
Escucho a Sole saliendo del baño, así que ahora me toca a mí, antes de que quiera entrar de nuevo.
-Bueno, mi amor, tengo que colgar; hablamos mañana, ¿sí? Te amo.
-Sí, mami; te amo.
-¿Con quién hablabas? -curiosea Sole al salir.
-Con Ayelen -contesto, mirándola con curiosidad.
-¿Cómo está mi princesa? -pregunta conforme se seca el pelo con la toalla.
-Bien. ¿Sabes cuál es el deber de ella como princesa? -indago, para ver si sabe algo de lo que hablaba mi hija.
-Cuidar a los ancianos -responde como una autómata, y yo quedo boquiabierta- ¿Qué? -lanza al ver mi cara, y vuelve a correr la vista de mí para seguir con su acción.
-¿Cómo sabías eso? -inquiero.
-Porque ella me contó un fin de semana, cuando la dejaste con tu mamá; le pregunté si se había portado bien con su babu y me respondió que sí, y que la había cuidado porque era una anciana y era su deber como princesa hacerlo.
¿Por qué yo recién me entero de esto?
-¿Todo eso te dijo? -no lo podía creer.
-Sip.
-¿Y de dónde sacó eso? -Sole me presta atención y es ahí cuando me doy cuenta-. No digas nada; le dijiste eso. Estás loca; mi mamá no es anciana, y Ayelen anda diciendo eso. -No puede ser, qué bruta que es muchas veces mi queridísima amiga.
-Yo no le dije anciana; solo le dije que se portara bien, que ella por ser princesa debe cuidar a las personas mayores como la babu. Eso fue todo lo que yo dije -confiesa a la defensiva.
-¿Y de dónde sacó la palabra anciano?
-No sé; al otro día, cuando la fuimos a buscar, ella me dijo lo que te conté con respecto a lo que yo le había dicho, pero ni idea de dónde lo sacó. Seguramente, de la tele -se defiende.
-Bien, como sea; no tienen cura ustedes dos. Me voy a duchar, así vamos por esos tragos -anuncio, zanjando el tema antes que me altere.
Después de ducharme y cambiarme salimos al bar del hotel, nos pedimos un Martini cada una; en realidad los pidió Sole que, mientras yo me duchaba, ella estaba con el diccionario español-alemán para estudiar como pedir un Martini; a mí nunca se me hubiera ocurrido. Lo que hace la necesidad de alcohol.
-¿Ahora vas a coquetear con el barman del hotel? -cuestiono, elevando una ceja.
-¿Cuál es problema? Es sexy; además, no nos vamos a quedar a vivir aquí, por desgracia -contesta encogiéndose de hombros.
-Es muy sexy, es verdad... Solo quiero estar cuando traten de hablar, ya que solo sabes en alemán "gracias" y como pedir un Martini -suelto, riendo por lo bajo, imaginándome la situación.
-Quién necesita hablar, cuando tenemos un idioma universal en el que no se necesita decir ni una palabra -argumenta con supremacía.
-¿Y cuál es ese idioma universal, según tu criterio?
-El sexo -me aclara la duda sin más, al tiempo le sonríe al barman.
-Me había olvidado de ese hermoso idioma -sonrío al ver cómo la mira el chico.
-Siempre estoy para recordarte las cosas importantes. Ahora voy al baño; no te vayas con ningún hombre, ¿ok? -asiento, y se aleja contoneándose.
Sinceramente, no me arrepiento en absoluto de haberla traído conmigo; es diversión asegurada. Ojalá estuvieran Lucas y Gaby con nosotras, los extraño, y más a Lucas; él siempre corre a mi lado cuando lo necesito, y viceversa, no hay hombre más fiel y sincero que él «al menos, no que yo conozca». Hace un tiempo estuvimos juntos; hacía poco que lo conocía, él me dijo que enseñaba defensa personal y me instó a anotarme; después de pasar tanto tiempo juntos nos sentíamos atraídos físicamente, por lo que a consecuencia tuvimos sexo. Pero luego de tenerlo y ver que solo era algo físico, y como no queríamos arruinar nuestra amistad, dejamos que así como empezó, terminase también ese mismo día; lo hablamos, y nunca nos sentimos incómodos, ni nos echamos nada en cara de lo que pasó; al contrario, nos unimos más. Ahora es como mi protector, mi ángel guardián; él me enseñó a pelear, a disparar, me ayudó a salir adelante después de un mal momento, siempre me contuvo y sé que siempre me va a contener.
-Hola -escucho una voz femenina a mi lado sacándome de mis pensamientos.
-Hola -respondo al saludo viendo a una chica morena, ojos negros, labios carnosos, nariz refinada y con un vestido muy ajustado; la verdad, muy linda mujer, con una figura bien pronunciada.
-Soy Tania, y ella es Lisa -se presenta teniéndome la mano, para después señalar a su amiga.
Al igual que ella, tenía unos rasgos muy pronunciados, labios carnosos, ojos rasgados; solo que esta, en vez de vestido, tenía unos pantalones muy ajustados de cintura baja, bastante baja, y un top que no dejaba mucho a la imaginación. Qué mujeres tan sexys. Y bastantes curvilíneas.
-Lina -me presento, estrechándoles la mano para corresponder al saludo.
Me sentía media monjita entre estas mujeres así vestidas; yo estaba con un vestido ceñido color azul y botas negras de cuero con tacón que no insinuaba ni decía absolutamente nada.
-¿Eres uruguaya? -pregunta Tania.
-No, argentina -respondo con una sonrisa.
-Oh, lo siento yo...
-Está bien, no te preocupes; a mí no me molesta -intervengo, antes de que se enrosque sola-. ¿De dónde son? -interrogo desviando el tema; la verdad, no sé bien sobre esa estúpida rivalidad entre Argentina y Uruguay y, sinceramente, tampoco me interesa.
-Colombia -responde sonriendo, mostrándome una blanquísima dentadura.
-Te vimos hablando con una chica. ¿Es Argentina como tú? -pregunta la otra chica, llamada Lisa.
-Sí, ella es mi amiga; llegamos hoy por la mañana.
-Es decir que todavía no vieron nada de aquí -indaga Tania, hablando nuevamente.
-Nop; caminamos hoy por la tarde, pero no mucho -les explico.
-Hola -saluda Sole acercándose a nosotras.
-Hola -saludan las colombianas al unísono.
-Sole, ellas son Tania y Lisa, vinieron desde Colombia; chicas ella es Sole.
- ¿Hace cuánto están en Alemania? -les pregunta Sole, evidenciando su curiosidad.
-Hace dos semanas. Vinimos por nuestro trabajo; somos fotógrafas, y nos trajeron aquí por una campaña -le hace saber Lisa.
-Así que, en este momento, sacamos fotos a modelos masculinos -explica Tania con un deje de complicidad.
-Qué lindo el trabajo de ustedes -entona Sole con recelo.
-A mí me gustaría estar rodeada de modelos, y mucho más, ordenarles que posen para mí -acoto, imaginándome lo que sería.
-Qué deleite -jadea Sole, y sé que también se lo está imaginando; tan así, que empieza a babear con solo pensarlo. Se viene el colchón de baba por parte de mí amiga.
-No es tan así; la mayoría son unos caprichosos y se la pasan renegando de todo -aclara Tania.
-Es verdad, y más los que ya hace un buen tiempo que están trabajando, los más nuevos son más dóciles; pero eso va a durar hasta que se hagan fama, claro está -cuenta Lisa.
-Pero no deja de ser un deleite para la vista -suelta Sole con un hilo de baba.
-Eso es verdad -concuerda Lisa-. Hasta que los escuchas hablar y se va todo el deleite a la mierda -concluye, haciéndonos reír a todas.
-Miren, conocemos un boliche cubano que queda por aquí cerca; pensaba que tal vez mañana quisieran acompañarnos. ¿Qué dicen? -pregunta Tania cambiando de tema.
-Eso sería buenísimo; lo mejor es que voy a poder pedir una variedad de tragos, y en español -exclama la pelirroja, aplaudiendo, lo cual me causó mucha gracia.
Las chicas se despidieron, acordando que nos encontráramos aquí mismo la noche siguiente, a la misma hora de hoy. Será divertido mañana por la noche; tienen la apariencia de pasarla bien, y a nosotras eso nos va como anillo al dedo. Luego nos encaminamos a nuestra habitación, a descansar.
Entré a mi cuarto, me desvestí y me desplomé en la cama, cerré los ojos y al minuto los volví a abrir de golpe; no me puede pasar esto. El rostro del hombre al que atropellé en el aeropuerto se me apareció; su sonrisa seductora, sus ojos brillantes, sus cejas gruesas y rubias, casi doradas. Ay, basta Lina, qué te pasa; ni siquiera es de tu tipo. Será mejor que vaya por un vaso de agua para calmarme un poco; seguro es la ansiedad de este viaje. Sí, debe ser eso.
Después de buscar el vaso con agua y beberlo casi todo de un solo trago, vuelvo a la cama tratando de, esta vez, dormir sin la presencia de ningún adonis rubio entrometido. Lentamente, siento como mis párpados pesan y la oscuridad se apodera de mí, me dejo llevar con gusto a la inconsciencia de un profundo sueño, directo a los brazos de Morfeo.
-Lina, Lina -me zarandea Sole para despertarme.
- ¿Qué? ¿Qué pasa? -pregunto refregándome los ojos.
-Nada; me desperté y tengo hambre, pero no quiero bajar sola, y no puedo pedir que traigan el desayuno a la habitación, ya que por teléfono no van a ver cuándo les haga la seña del cortado -demanda, haciendo la seña del cortado con el dedo índice y el pulgar. Me empecé a reír, imaginándome lo ridículo de la situación-. No te rías, hablo en serio. Dale levántate, salgamos de aquí -me dice, mientras me empuja fuera de la cama agarrándome de los tobillos.
-Bien, bien.
Me levanto, estiro mi cuerpo para desplazar el sueño y luego salgo al salón para dirigirme a la ducha. Sole había puesto música, más precisamente "I need your love" de Calvin Harris & Ellie Goulding, y lo está cantando a gritos. Por la santísima Trinidad, canta muy mal la descarada, pero lo hace con pasión.
-Dios, Sole, Calvin Harris se acaba de tirar del último piso, y todo por tu culpa -bromeo, mientras me tapo los oídos fingiendo sufrimiento.
-Muy graciosa -dice, y me tira un almohadón del sofá-. Por tu bien, más vale que te bañes de una buena vez, o te saco así como estás para ir a desayunar -amenaza apuntándome con su mejor amigo, el dedo índice.
-Me gustaría ver como intentas eso -la desafío, cruzándome de brazos.
-Bueno, no voy a poder hacerlo; pero lo que sí puedo hacer es que, cuando nos crucemos otra vez con el impactante rubio, ya sabes, ese que parece un Dios griego, que estoy segura lo vamos a volver a ver -ya me estoy poniendo rígida, y todavía no me dijo qué pensaba hacer si lo veía de nuevo-, me voy a acercar a él, y a decirle que mi amiga -me apunta- tiene unas ganas locas de llevarlo a la cama y hacerle cochinadas -entrecierro los ojos para intimidarla, pero dejo de hacerlo cuando noto que no causa el efecto esperado.
-Más te vale que no hagas estupideces -le advierto, porque sé que es capaz de hacer algo así.
-Tengo hambre -canturrea con tono de amenaza.
-En quince salgo -le aviso, y me meto dentro del baño sin darle lugar a que siga con sus advertencias.
Salgo de la ducha y me dispongo a vestir; opto por un pantalón de cuero negro, una camisa gris y una chaqueta de cuero. Una vez arreglada voy al encuentro con mi mejor amiga, quien me esperaba con impaciencia.
-¿Y la Harley? -bromea al verme.
-Muy chistosa, Lindsay Lohan -le digo al verla vestida toda de blanco, como lo hizo la actriz en la película "Golpe de suerte".
Bajamos al comedor del hotel a desayunar, las dos sonrientes. El aroma a comida y café llamaron despavoridamente a mi estómago, haciéndome saber que tenía hambre. Mientras estábamos esperando que nos traigan la orden, a nuestra mesa aparecieron las chicas colombianas que conocimos la noche anterior en el bar de hotel.
-Hola chicas, veo que se levantan tarde también -saluda Lisa.
-Sí, la dormilona es ella -me acusa Sole, señalándome.
-El dedo Sole. ¿Se quieren sentar?
-No, gracias; íbamos de salida. Estamos llegando tarde a la sesión de fotos -responde Tania, poniendo cara de frustrada y rodando los ojos.
-Oh, que lástima -exclama Sole.
-Traigan un modelo de los suyos, por favor -les suplico haciendo ojitos.
- ¿Para ti? -pregunta Tania.
-No, para mi amiga -digo señalando a Sole-. Necesita fuki-fuki, anda media desorientada -bromeo.
- ¿Qué es fuki-fuki? -pregunta Lisa, arrugando la frente.
-Es... -le explico haciendo señas obscenas con las manos, y ellas comienzan a reír.
-Trataremos de hacer lo posible -dice riendo Lisa.
-Sí, pero igual nos veremos esta noche, ¿verdad? ¿Nos van a acompañar? -habla Tania.
-Obvio que sí; nosotras no nos perderíamos una salida, ni locas -entona mi amiga, muy emocionada.
-Ok, nos vemos esta noche entonces. Hasta luego, chicas -se despidie-ron y salieron contoneando las caderas.
- ¡Que emoción! -chilla Sole, exaltada en cuanto las colombianas se fueron.
-Vamos a conocer la noche alemana en un lugar cubano, muy emocionante -bromeo haciendo muecas.
-Es raro, ¿no? Pero a quién le importa; vamos a hacer lo que nos gusta, esta noche es nuestra -afirma, cada vez más eufórica.
-Sí, hay que buscar algo bien hot para ponernos. ¿Las viste como iban vestidas anoche? -abro grande los ojos, para darle más énfasis a su vestimenta.
-Sí; a parte, son muy sexys...-examina ella, pensativa.
-Y tienen un culo para dos cuerpos.
Cuando termino de decirlo, las dos nos miramos el culo al mismo tiempo y nos empezamos a reír. Estamos en falta con nuestras partes traseras; somos latinas, igual que ellas. Dios, ¿por qué eres tan injusto? Muy mal haces la repartija.
-Vayamos a recorrer el jardín inglés -propongo.
-Vamos a donde quieras -demanda resignada; sabe bien que no me voy a quedar quieta.
Recorrimos el jardín y luego nos metimos en unas tiendas para comprar regalos para llevarles a nuestras familias, a Lucas y Gaby. Ya teniendo los regalos de casi todos, solo me falta el de Lucas; pero Sole se estaba quejando y quería volver, así que la envié de nuevo al hotel, sola, y yo seguí con mi búsqueda para el regalo de mi mejor amigo. No le gustó mucho que anduviera sola por un lugar que no conocemos, pero no quería volver; todavía no quiero volver, no vine a la otra punta el mundo para encerrarme en un hotel, ni de chiste.
"Animals", de Muse, empezó a sonar sacándome de mi ensimismamiento. Uno de los temas preferidos de Lucas.
-Hola, Lu -atiendo el celular.
- ¿Cómo estás, nena?
-Bien; de hecho, estaba pensando en ti -le hago saber.
-Ah, ¿sí?
-Ajám.
-Seguro que vas a pedirme algo -bromea.
-En realidad, es por tu regalo -le digo-. Verás, estaba buscando qué llevarte, y hace un momento pasé por un lugar que me llamó la atención; entonces, me dije: "esto es un gran regalo, justo para mi querido amigo Lucas".
-Ay, Lina, sé que me voy a arrepentir de esto -y no sabe cuánto - ¿Cuál es ese gran regalo justo para mí? -pregunta temeroso.
-Conocí una linda alemana, de esas bien rubias, mmm... De esas bien frívolas; de las que les gusta el sexo duro, de las que les gusta que la aten y...
-Basta, Lina -interviene, carcajeándose-. Sabía que no tenía que preguntar.
- ¿No te gusta mi regalo? -finjo tristeza-. Ella sueña con conocer Argentina, y además vio una foto tuya y quedó enamorada -sigo con la farsa, mientras él ríe.
-Lina, no me gusta eso; y por favor, no sigas -suplica, riendo.
-¿Te la estés imaginando, no es así?, cochino -le acuso. Sé perfectamente que esas cosas no le gustan, por eso la broma; se moriría de risa si algún día se encuentra con alguien así.
-Veo que tus chistes malos siguen intactos -azuza.
-No son tan malos -entono, fingiendo que estoy afligida.
-Solo espero que no se te dé por meterte en esos lugares -no pude evitar reír por su ocurrencia.
-Por favor, Lucas, ¿por qué haría eso?
-Por curiosa; los dos sabemos que tu maldita curiosidad te gobierna, y más de una vez te mete en algún embrollo -ahora está hablando con seriedad, ya no se está divirtiendo con el chiste.
-Lucas, no voy hacer eso; no lo haría -intento hacerlo entender.
-Eso espero -suspira-. En serio Li, no quisiera verte en algo así.
-No te preocupes, eso nunca va a pasar -le prometo-; al menos, no a tal extremo -bromeo de nuevo, tratando de minimizar este tema.
-Lina -advierte.
-Sí, sí; entiendo -suspiro-. Te extraño... Y a Gaby también.
-Nosotros también, y ya quiero que vuelvan, que Gaby me está volviendo loco contándome anécdotas que pasamos con ustedes, una y otra vez -Rio ante la declaración-. Tan solo pasaron tres días y está así, no sé si voy a llegar a terminar la semana a este paso.
-Eres malo, Lucas Reinoso; no seas así, Gaby es un amor.
-Sí, dices eso porque no son ustedes las que lo tienen que aguantar -apostilla.
-Dale un beso de mi parte.
-Ni de mierda. Lo que me faltaba, Lina; sabes que te quiero, pero jamás besaría a Gaby -no puedo parar de reír-, ni borracho haré eso -termina diciendo.
-Bien, estréchale la mano entonces.
-Eso sí lo puedo hacer. -Hace silencio por un momento, para luego volver hablar-. De verdad, ¿estás bien? -pregunta.
-Sí, muy bien. Este lugar es asombroso; y eso que casi no vi nada, me falta mucho por recorrer.
-Me alegro. Oye, tengo que volver al trabajo.
-Está bien, besos para ambos.
-Cuídate, te quiero.
-Igual, te quiero -cuelgo, inspiro profundo y me digno a seguir mi camino.
Tengo que conseguir el regalo para Lucas y después volver al hotel, antes de que Sole enloquezca, atormente a alguien, o se disponga a pedir un cortado por teléfono.