Qué quieres perder
img img Qué quieres perder img Capítulo 4 La infiltrada
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Capítulo 6 Morder la lona img
Capítulo 7 Noe img
Capítulo 8 Encubierta img
Capítulo 9 Estás problemas img
Capítulo 10 Visitas img
Capítulo 11 Compañeros img
Capítulo 12 Borracha img
Capítulo 13 Seamos profesionales img
Capítulo 14 Soria img
Capítulo 15 La cita img
Capítulo 16 Alex y Lina img
Capítulo 17 ¿Por qué estás aquí img
Capítulo 18 Bienvenida img
Capítulo 19 ¿Por qué no me tomas img
Capítulo 20 Elefante img
Capítulo 21 Chipre img
Capítulo 22 Estás enamorado img
Capítulo 23 Honestidad img
Capítulo 24 Ya no más juegos img
Capítulo 25 Tony y Soria img
Capítulo 26 Segunda ronda img
Capítulo 27 Ocupándome de ti img
Capítulo 28 Mi princesa img
Capítulo 29 Rescate img
Capítulo 30 Cuido de ti img
Capítulo 31 La viuda negra img
Capítulo 32 Inocente img
Capítulo 33 Adiós al nidito de amor img
Capítulo 34 Cree img
Capítulo 35 Corazones rotos img
Capítulo 36 Confesiones img
Capítulo 37 Tony img
Capítulo 38 El miedo es nuestro peor consejero img
Capítulo 39 Negación img
Capítulo 40 Euge y Cristobal img
Capítulo 41 Fantasías img
Capítulo 42 Erik img
Capítulo 43 La cita img
Capítulo 44 Lucas img
Capítulo 45 Choque img
Capítulo 46 Fuera de sí img
Capítulo 47 Recuerdos img
Capítulo 48 Cristobal img
Capítulo 49 Perdón img
Capítulo 50 Russel img
Capítulo 51 Entregados img
Capítulo 52 El padre de Aye img
Capítulo 53 Miedo img
Capítulo 54 No tomarás el trabajo img
Capítulo 55 Fernando img
Capítulo 56 Pedacito de cielo img
Capítulo 57 Sé quién lo hizo img
Capítulo 58 Zeus img
Capítulo 59 Donovan img
Capítulo 60 Yummy img
Capítulo 61 Lina img
Capítulo 62 Malditos cuerpos traicioneros img
Capítulo 63 7 años después img
Capítulo 64 Epílogo img
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Capítulo 4 La infiltrada

-¿Apurado? -se burla Gaby del joven quien estaba por salir corriendo al verlo-. ¿Te olvidaste la leche en el fuego?

-Yo creo que recordó que no tiene que cruzarse con nosotros -esboza con tono sarcástico Ian.

Ambos estaban buscando información acerca de clubes nocturnos. En realidad, su propósito era dar con uno en especial, es así que fueron con alguien que conoce muy bien la noche en Buenos Aires. Este chico está bajo custodia y sabe bien que no puede estar merodeando por esos sitios. Por lo que tiene un trato con los policías. Ellos lo dejan que siga con su ritmo de vida, sí él se vuelve su informante. Si les informa de todo lo que ellos quieran saber, cuando quieran saberlo, van a estar en paz. Él tiene que ser su topo o vuelve a prisión domiciliaria y esta vez no va a gozar de ningún privilegio.

El chico suspira resignado y agacha la mirada sabiendo que no puede correr a ningún lado y que tiene que hacer cumplir el trato que tiene con ellos o su libertad se termina en un abrir y cerrar de ojos.

-¿En qué puedo ayudarlos, esta vez? -pregunta desganado.

-Eso se llama instinto de supervivencia -articula Gaby sonriendo-. Necesitamos información del club Zeus.

-Es un club nudista, trabajan hombres y mujeres sacándose la ropa y bailando... Ya saben todas esas cosas -comenta como si fuera algo obvio.

-Cuidado chico -advierte Ian-. Eso lo sabemos. Lo que en realidad preguntamos es con respecto al dueño. ¿Qué sabes de él?

-No mucho -sacude la cabeza-. No se deja ver demasiado por ahí, en realidad, ahora que lo pienso bien, jamás lo he visto en el club. No lo conozco, solo sé su nombre... Bueno su apodo, como lo llama todo el mundo, ni siquiera sé su verdadero nombre y dudo que alguno de sus lacayos lo sepan-

-A ver si entiendo -comienza Gaby-. ¿Estas diciendo que las personas que trabajan con él no saben cómo se llama, no saben para quien trabajan? pregunta incrédulo.

-Algo así -asiente el chico.

-Pero alguien tiene que estar al mando cuando el jefe no está. ¿Quién es su mano derecha? -interroga Ian.

-El que maneja todo ahí dentro, es un tal Franco Quintana. Él es el que se ocupa de todo.

-¿Y cómo se llega a él? -indaga Gaby.

-Si no trabajas para ellos, no se llega a él -contesta el chico con calma.

-Ok, puedes irte. Cualquier cosa sabemos dónde encontrarte -suelta el rubio con cinismo.

-Seguro -El chico se gira para irse, pero Gaby llama su atención de nuevo.

-¿Cuál es el apodo del jefe? -curiosea el morocho.

-Sr Zeus -contesta marcando lo obvio.

-Eso es muy arrogante -frunce el ceño Ian.

-Creo que los que trabajan en el club le pusieron así -Se eleva de hombros-. Nadie ha hablado frente a frente con él, ni saben su nombre. Por lo que lo llaman como se llama el lugar que fundó, solo es una manera para identificarlo -los mira unos segundos esperando que lo deje ir.

Gaby asiente hacía él y ahí está su retirada.

-Zeus -sopesa Ian-. Que apodo más cliché.

-Totalmente de acuerdo.

-¿Será posible que nadie sepa su nombre, ni siquiera quién carajo es?

-Su mano derecha debe saber quién es -contesta Gaby mirando el lugar vacío que dejó el chico informante.

-Tenemos que llegar a Franco Quintana -enuncia Ian.

Gaby asiente en silencio.

Al llegar a la estación de policía, ellos ponen al día a su jefe y compañeros. Les comentan todo los que les dijo su informante y comienza la disputa de cómo llegar a su mano derecha, para después llegar al que mueve los hilos en ese lugar.

-Entonces -eleva la voz Esposito para ser escuchado sobre las voces de todos los que están debatiendo-, lo que tenemos que hacer es llegar a Franco Quintana, para así llegar a Sr Zeus.

-¿Y cómo se supone que haremos eso? -indaga López.

-Infiltrándose -responde Noe escuetamente.

-Sería muy peligroso infiltrar a una mujer en ese lugar. Tengo el presentimiento que la perderíamos al segundo día -expresa Gaby.

-Es verdad -interviene Ian-. Si ellos trabajan en la trata de blanca, como sospechamos, poner una mujer en su camino seria llevarla dentro de la boca del lobo.

-Tienen razón -secunda López-. Es muy arriesgado. Hay que poner a alguien, que no tenga tanto riesgo a ser sacado del país antes que nos enteremos.

-Estoy de acuerdo con López -habla Esposito-. Hay que tener en cuenta que una vez que salga del país, no vamos a poder llegar a ellos. Mucho menos si llegan a Estambul, ahí ya no vamos a poder hacer nada -suspira y mira a los demás.

-Nuestro informante dijo que hay strippers trabajando. Podemos poner a alguien que pueda hacerse pasar por uno y comenzar a tejer desde ahí -argumenta el rubio.

-¿Y quién carajo se supone que va a hacerse pasar por un stripper? -cuestiona Gaby como si fuera algo imposible de hacer. Todos se miran entre sí y luego lo miran fijamente a él-. ¿Qué? -Observa a todos-. No -niega con la cabeza para darle más énfasis a sus palabras-. Están totalmente fuera de sí. No voy a hacerme pasar por un jodido stripper, ni por casualidad -sentencia.

-Medina, todos sabemos cómo pagaste tus estudios -suelta López.

-Yo no lo sé -lanza Alba.

-¿No? -Eleva una ceja Ian observándola divertido y ella revolea los ojos.

-Medina fue stripper -le comenta Esposito.

-¿De verdad? -sonríe con astucia, echándole una mirada.

-No te sientas bien por obtener esa información -espeta Gaby.

-No te preocupes, tu secreto no sale de esta sala -bromea Alba.

-Bien, bien -interviene Esposito antes que empiecen a lanzarle con toda la artillería-. Déjenme pensar como proseguir y luego les aviso. Vayan a descansar.

Con eso se levanta y sale de la sala.

Todos los imitan y de a uno comienzan a salir de allí. Cada uno para irse a su casa. Gaby mira a Ian con el ceño fruncido.

-Hey, yo no dije nada -se ataja el rubio.

-Da igual, no voy a hacer eso, ni de broma.

Ambos salen del lugar para encontrarse a Alba apoyada en la pared fuera de la sala.

-Así que -canturrea Noe-. ¿Te disfrazas de Black Ranger y luego quedas en una diminuta zunga? -se guasa sonriendo.

Gaby se acerca a ella quedando muy cerca de su rostro.

-¿Quieres que te de un numerito en privado? -murmura intercambiando su aliento con el de ella. Noe traga en seco y se pone rígida.

-No creo que valga la pena -refuta mostrando un coraje que en ese momento verdaderamente no sentía.

-Puede que te equivoques -le susurra sonriendo de costado, sabiendo muy bien que la está poniendo nerviosa, pero ella va a seguir demostrando que es indiferente a su presencia.

-Rara vez me equivoco -Noe se incorpora y pone una mano en el fuerte torso de Gaby empujándolo hacia atrás, cosa que él deja hacer, ya que era obvio, que ella, solo con una mano no es capaz de hacerlo retroceder-. Tengo un sobrino que en un par de meses cumple años, voy a necesitar de algún patético payaso vestido de Power Rangers. Cualquier cosa te llamo -le guiña un ojo y lo deja con la boca abierta procesando lo que le había insinuado.

Ella se gira para irse, pero Gaby es más rápido y la toma del brazo llevándola de nuevo hacia la pared.

-Te voy a dar un puto consejo -le enuncia con voz firme y dura-. No me provoques. Se sabia y mantén tu lindo culito alejado de mí.

Noe entorna los ojos y suelta su brazo del agarre de él.

-Lo mismo te digo -sisea para luego salir de allí lo más rápido posible, pero sin demostrar que su pulso temblaba y no solo por la cercanía de Gaby, sino también por la rabia que le daba ese chico.

La hacía sentir insegura, débil y ella no era nada de eso. Ella no era ni insegura, ni mucho menos débil. No podía dejarse intimidar por él. No podía dejarse intimidar por nadie. Siempre fue así, por estar trabajando alrededor de los hombres, tenía que demostrar que era igual de fuerte que ellos, todas sus pruebas siempre fueron más difíciles que las de ellos, en todo momento, ellos la estaban probando, estipulando hasta donde era capaz de llegar. Tuvo que aguantar muchas burlas, bromas con respecto a su sexualidad u obscenidades y rechazos por parte de los reclutas masculinos, que eran el noventa y nueve por ciento. El poder entrar en la fuerza y su entrenamiento fueron una mierda y si ella pudo con eso «porque lo hizo sola, a pesar que todos los demás y en especial los hombres, digan y piensen que ella llegó donde llegó por quien es su padre. Están equivocados» ella pudo con eso y por esfuerzo de sí misma. Y si así fue, bien puede contra un computarizado y programado idiota de alto rango.

-Pensé que se habían calmado -articula Ian colocándose junto a Gaby, que todavía estaba viendo la espalada de Noe con el ceño fruncido.

-Hazme un favor y no esfuerces ese cerebrito tuyo -replica mostrándole una sonrisa.

-Haré todo lo posible, Mr Stripper -broma el rubio palmeándole el hombro.

-Debería haber una materia en la secundaria que se llame "Aprender a cerrar el culo" de alto contenido ético y moral -esboza, emprendiendo la caminata para salir de la comisaría y llegar a la casa de Lina donde se iban a juntar para cenar.

Ian se carcajea ante ese comentario y ajusta los pasos para ponerse a su lado para caminar juntos afuera de la estación de policía.

Noe no podía controlar su estado, estaba enojada, furiosa y todo se debía a Gaby, él la hacía poner así. Él hacía que a ella le saltara la térmica. Por lo que lo único que le quedaba hacer para poder bajar todas esas ganas de moler a palos algo, o a alguien en este caso. Se dirigió al gimnasio, unos cuantos golpes a la bolsa para poder bajar la rabia, le iba a venir de maravilla. No podía dejarse alterar por un hombre y mucho menos por un hombre como Gabriel Medina. Con un grito ahogado de frustración entra al gimnasio negándose a seguir pensando en aquel primate.

-Llego la morocha de ojos celestes -articula un hombre de anchos hombros, ojos oscuros y pelo negro, acercándose a ella con una sonrisa radiante.

-Hola, Martín -saluda, forzando una sonrisa y que se vio mas como una mueca extraña.

-Mmm -Martín se lleva un dedo a la barbilla y la frota pensativo-... Esa sonrisa fue más falsa que un billete de tres pesos -Le pasa un brazo por el hombro y la tira hacia él obligándola a caminar a su lado-. Vamos a dar un par de golpes para sacar esa tensión -le indica dándose cuenta que no estaba para bromas y que algo le molestaba.

Luego de sudar hasta casi deshidratarse contra el saco de arena, cae sentada en el suelo con la respiración agitada y sus pulmones ardiendo por la falta de aire. Noe está perdida en su trabajosa respiración cuando siente una presencia a su lado, tomando un lugar en su costado izquierdo. Ella levanta la vista para ver al entrenador mirarla con curiosidad.

-No digas nada -le advierte haciéndolo sonreír.

-Vengo a avisarte que voy a cerrar el gimnasio por un par de semanas -ante las palabras de Martin ella abre la boca y lo mira con asombro.

-¿Pasó algo?

-Nop -Niega sonriendo-. Tengo que arreglar la plomería de los vestidores y, además -mira a su alrededor-, a este lugar ya le hace falta un poco de pintura.

-¿Y dónde se supone que voy a entrenar mientras tanto? -cuestiona la joven dejándose ver frustrada. Martín le sonríe, mete la mano en el bolsillo de su sudadera y saca una tarjeta, la cual se la tiende.

-Ve a este lugar -Noe toma la tarjeta y lo mira con interrogante-. Es un gimnasio muy bueno, estoy mandando a casi todos ahí hasta que terminan con los arreglos -Se eleva de hombros-. El entrenador es muy bueno, tiene equipos de lucha a los cuales llevó a hacerlos famosos.

-¿No tienes miedo que una vez que conozcan el lugar no vuelvan aquí? -indaga Noe elevando una ceja.

-Eso no va a pasar -De un salto se levanta del suelo y agacha la cabeza para mirarla a los ojos-. No sé qué te está pasando, pero más vale que saques tu mierda antes que ella te saque a ti -se gira sobre sus talones y la deja sola procesando en su cabeza lo que acababa de decirle su entrenador.

Sin querer darle más vueltas a nada mas, observa la tarjeta que le había dado y sopesa en llamar al lugar temprano al día siguiente para ver si tenían lugar para ella. Pensando sobre el gimnasio, se levanta del suelo y camina hasta los vestidores, se dirige a unas de las duchas, al tiempo que se quitaba la ropa. Una vez dentro abre el grifo y pega un grito con salto incluido cuando el agua sale completamente helada.

-Definitivamente tiene que arreglar esto -murmura metiéndose de a poco de nuevo bajo la ducha tratando de ducharse lo más rápido posible sin que le agarre hipotermia.

Una hora después ya estaba en su apartamento, tirada sobre el sofá de su sala, frente al televisor viendo NCIS, policía naval. En un pijama de encaje rojo y comiendo pizza congelada, esperando que esa noche pudiera dormir como hacia noches que no pasaba.

En la casa de Lina y Alex se encontraban todos reunidos en medio de una cena familiar, se podía escuchar como las bromas y las voces se alzaban de vez en cuando para poder ser entendidos con facilidad. Todos estaban festejando e iban a seguir haciéndolo en cada oportunidad que se les presentara, siempre había una excusa para juntarse con la familia, pasar un buen rato dejando el trabajo y los problemas colgados en una percha antes de entrar a la casa para poder disfrutar de una buena noche.

-¿Cuándo se van a ir de luna de miel? -curiosea divertido Gaby y clava su mirada en Lina-. Porque ya tienes donde va a ser la luna de miel, ¿verdad?

Sabía que ella se tenía que encargar de eso y tenía la leve impresión que haciendo esa pregunta la ponía en una situación difícil. Su punto fue pactado cuando vio a Alex que la miraba fijo.

-Por supuesto, ya está todo -le contesta fulminándolo con la mirada haciendole sonreír-. Alex tiene un trabajo que terminar y en cuanto esté listo nos vamos a ir.

-Eso va a ser en una o dos semanas como mucho -interviene Alex.

-Así es, así que deja de especular con que no tengo la luna de miel prepara porque te voy a quemar las pelotas si mi hombre comienza a pensar que es así.

La amenaza era tangible, tanto para Gaby como para Alex, si siquiera asomaba una sombra de duda sobre ella.

-¿Por qué la agresión? -bromea el morocho.

-Yo no dudo de ti -le indica Alex en un susurro.

-¿Me voy a quedar con mi babu cuando se vayan? -interviene en la discusión Aye, cambiando de tema y centrándolos en ella.

-Nop -responde Lina un poco indecisa y mira a Alex pidiéndole ayuda con la mirada, sabe que ella lo escucha demasiado y él siempre va a ser su as bajo la manga.

-Te vas a quedar con Sofi e Ian, Aye -le hace saber, acudiendo a la ayuda silenciosa de su mujer, con la voz suave, ya que ella no se lleva muy bien con Mateo-. Ellos se van a encargar de llevarte a la escuela, tus abuelos no pueden y ya que llevan a Mateo, pueden hacerlo contigo también -le explica sin quitarle la mirada de encima.

Ella resopla, Mateo sonríe divertido y los demás esperan silenciosos a que troné el tornado dentro de la casa.

-Vamos, ratoncita -habla Ian para romper el silencio-. Vamos a tener muchas carreras en las que podré mostrarte lo bueno que soy.

Aye se carcajea y niega con la cabeza.

-Ya sé que no eres bueno -suelta con arrogancia-. Nadie es mejor que yo en las carreras.

Mateo al escucharla se ríe provocando que todos lo miren y que Ian le regale un pisotón por debajo de la mesa.

-Ya lo veremos en la pista -lanza el rubio con rapidez antes que comience la disputa entre los dos niños.

-Yo entro -se apunta Gaby y ya la tienen donde querían.

Lina les sonríe a los dos con agradecimiento y la noche continúa sabiendo que en cuanto la luna de miel se haga presente, Aye iba a estar en la casa de los Russel protegida y cuidada bajo el ala de sus amigos.

            
            

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