Amor Letal
img img Amor Letal img Capítulo 2 La venus de las pieles
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Capítulo 6 El deseo img
Capítulo 7 Contra reloj img
Capítulo 8 Mi primer empleo img
Capítulo 9 Un contrato img
Capítulo 10 Sin cronicidad img
Capítulo 11 Mi Karma img
Capítulo 12 ¿Virgen img
Capítulo 13 Garabatos img
Capítulo 14 Venimos de la noche img
Capítulo 15 Alfa y Omega img
Capítulo 16 Todo buen negocio, genera placer img
Capítulo 17 Toda novedad excita... img
Capítulo 18 El castigo img
Capítulo 19 Ella, mi salvación img
Capítulo 20 Una amistad inusitada img
Capítulo 21 Cayendo al abismo img
Capítulo 22 Vaivén de emociones img
Capítulo 23 Intentando descifrarlo img
Capítulo 24 ¡Te extraño! img
Capítulo 25 Una verdad que duele img
Capítulo 26 Una oportunidad img
Capítulo 27 Una propuesta tentadora img
Capítulo 28 Strictu Senso img
Capítulo 29 Un recuerdo difícil de olvidar img
Capítulo 30 El pasado vuelve img
Capítulo 31 Déjà Vu img
Capítulo 32 Un pacto cumplido img
Capítulo 33 ¡Bienvenida al verdadero mundo del placer! img
Capítulo 34 Shibari img
Capítulo 35 Un secreto mortal img
Capítulo 36 Una confesión inesperada img
Capítulo 37 Cambio de rol img
Capítulo 38 Una promesa img
Capítulo 39 Mi teoría sobre el placer img
Capítulo 40 La Divina Comedia img
Capítulo 41 Un éxito que no esperaba img
Capítulo 42 Un paso entre amor y odio img
Capítulo 43 Retrospectiva de un asesinato img
Capítulo 44 Retrospectiva de un asesinato 2 img
Capítulo 45 Dos días de estar sin ti img
Capítulo 46 Dos días de estar sin ti 2 img
Capítulo 47 Reincidente img
Capítulo 48 No fue un sueño... img
Capítulo 49 A la deriva img
Capítulo 50 Invadiendo mi espacio img
Capítulo 51 Una noche de lluvia img
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Capítulo 2 La venus de las pieles

Tal vez, lo que necesitas saber está escrito en algún libro.

Soy extremadamente curiosa y mi mayor hobbie es la lectura. Desde pequeña, siempre me ocultaba debajo de la cama para leer a escondidas alguna de las novelas que mi mamá colocaba en algunos lugares estratégicos, con la intención de evitar que yo, o alguna de mis hermanas accesara a esa información.

Jazmín y Bianca, cuantas historias leí y me emocioné con ellas, a mis trece años; pero sólo a mis veintidos, pude entender aquel mensaje que reboloteaba en mi mente y mi imaginación desde ese entonces.

De pieles desconocía tan poco, como casi nada, a excepción de las lascivas miradas de mi abuelo paterno y el toques de sus frías y manchadas manos, a mis escasos cuatro años.

Aún recuerdo cuando me llamaba:

–Bianca, toma un caramelo.

Yo iba como toda niña inocente a esa edad, hasta el cuarto donde él hacía su siesta de la tarde. Esa día, me dió el caramelo; mas, en su otra mano, sujetaba su miembro y me hizo tocarlo.

Nunca olvidé aquel olor, ni su color, ni su textura. No sé exactamente, qué evitó que hiciese algo peor o me obligara a chuparlo como uno de los caramelos que nos daba para atraernos, y lograr saciar sus más oscuros deseos.

Quizás mi cerebro bloqueó ese instante en que alguna campana me salvó esa tarde y que hoy, al tomar conciencia de lo perverso de sus intenciones, sólo me resta agradecer a quien haló la cuerda para que sonará.

¡Dios o Universo, gracias!

Luego, de aquella experiencia, evitaba las visitas a casa de mis abuelos paternos. Prefería ir donde los padres de mi madre, quienes siempre nos trataban con amor e incluso nos protegían del mal.

Cuando mi padre, se enamoró de María, una mujer más joven que mi madre, ella tuvo que ponerse a trabajar en una casa de familia; ya que por hacerle caso, al hombre que luego decidiría dejarla por aquella mujer, abandonó sus estudios de enfermera. Algunas veces, me llevaba con ella para que la ayudase en las tareas más sencillas, tal vez, porque yo era la más obediente y colaboradora de sus cuatro hijas.

Mientras ella, limpiaba los cuartos, yo me encargaba de sacudir los muebles y limpiar la biblioteca. Don Jacinto, tenía la más grande de todas las bibliotecas que haya podido ver. Era un extranjero de origen francés, pero que había llegado desde muy joven al país, por lo que hablaba muy bien el español. Eso lo ayudó a conseguir un buen empleo como redactor, en un periódico local.

Su esposa doña Estela, era maestra. Vivían solos en aquella casa enorme, de estilo colonial. Y aunque no tenían hijos, doña Estela, siempre decía que todos sus alumnos, eran como sus hijos.

Una de esas mañanas, yo limpiaba la biblioteca. Mi madre había salido con doña Estela de compras al mercado. A pesar de mis dieciseis años, era bastante alta. Estiré mi brazo y pude alcanzar, un libro que llamaba mucho mi atención.

Era de tapa negra, tanto en la portada como en el lomo, sobresalía el título en letras incrustradas y doradas: "La Venus de las Pieles" cuyo autor tenía un apellido algo complicado de pronunciar, Leonardo Von Sacher–Masoch.

Era un libro de algunas cien páginas. Así que lo tomé, me recosté en el sofá de cuero, y comencé a curiosear sobre su contenido. La constelación de imágenes de tipo sexual, producía en mí, algunas emociones y sensaciones extrañas.

La primera de ellas, era un especie de contracción en mi vagina, parecía haber cobrado vida, por sí misma. En la medida que seguía leyendo, sentía como segregaba una especie de líquido, me toqué incluso creyendo que sería mi periodo, que se habría adelantado. Un fluido viscoso y algo transparente, parecía quemarme desde adentro cual lava volcánica.

Nunca antes había sentido aquello, con tan sólo leer un libro.

Tuve que cerrarlo y colocarlo en su lugar, al escuchar que los perros ladraba con furor. Eso significaba, que mi madre y doña Estela ya estaban de regreso.

Desde ese día, cada vez que mamá salía a trabajar, yo me ofrecía a acompañarla. Imagino debió haberse sorprendido por ello. Ya que casi siempre, ella debía convencerme ofreciéndome algún dinerillo por ayudarla.

Era una especie de magia la que me atrapaba; como si las palabras que allí se escribían, tuviesen un efecto hipnótico en mi inconsciente, y provocará un universo alterno para mí

Severin, el profesor de teatro y Wanda, la joven actriz se convirtieron en mi mayor referencia al hablar del amor y de sexo.

Finalmente pude terminar aquella historia de amor y piel, que se archivó en mi memoria como un puente elevadizo capaz de transportarme a un nivel de sensaciones inefables.

¿Quién podría imaginar que ese libro se convertiría en mi mayor instructivo para el amor y, a la vez en mi peor pesadilla?

            
            

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