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Ana se miró en el espejo una vez más, ajustando la blusa que había elegido para su primer día en la nueva empresa. Se sentía nerviosa, pero también emocionada. Había trabajado duro para conseguir este empleo en una de las agencias de publicidad más reconocidas de la ciudad. Con una figura curvi y un espíritu audaz, siempre había luchado para que la gente la viera más allá de su apariencia.
Mientras caminaba hacia la oficina, las calles estaban llenas de vida. La energía de la ciudad le daba fuerza, y aunque sentía mariposas en el estómago, sabía que estaba lista para este nuevo desafío.
Al llegar a la entrada del edificio, se detuvo un momento para tomar aire. El lobby era moderno y elegante, con luces brillantes y un ambiente bullicioso. Se presentó en recepción y le dieron un pase temporal. Con pasos firmes, se dirigió a su nuevo departamento.
Al entrar en la sala de reuniones, se encontró con su nuevo equipo. Todos parecían ocupados y enfocados en sus trabajos. Fue entonces cuando lo vio: Alejandro, el jefe del departamento. Alto y carismático, con una presencia que llenaba la habitación, parecía ser el tipo de persona que siempre tenía todo bajo control.
Ana sintió un escalofrío al cruzar miradas con él. Alejandro sonrió brevemente antes de volver a concentrarse en su laptop. Era conocido por ser exigente, pero también por ser justo. No podía evitar sentir una mezcla de admiración y nerviosismo.
La primera reunión fue intensa. Ana escuchó atentamente mientras Alejandro presentaba un nuevo proyecto que requería creatividad e innovación. A medida que él hablaba, Ana comenzó a sentir que tenía algo valioso que aportar, pero las dudas sobre si sería aceptada en ese entorno comenzaron a surgir.
Después de la reunión, Alejandro se acercó a ella con una sonrisa amistosa.
-Hola, Ana, ¿verdad? Estoy emocionado de tenerte en el equipo -dijo con voz segura-. ¿Tienes alguna experiencia previa en publicidad?
Ana tomó aire profundo y respondió:
-Sí, trabajé en una pequeña agencia antes -su voz tembló un poco-. Estoy lista para aprender y aportar lo que pueda.
Alejandro asintió con aprobación.
-Eso es lo que necesitamos aquí. Estoy seguro de que harás grandes cosas.
A medida que él se alejaba, Ana sintió un calidez en su pecho. Tal vez este nuevo comienzo no sería tan aterrador después de todo.