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La semana pasó volando. Ana se sumergió en su nuevo trabajo, aprendiendo cada día algo nuevo. Las mañanas estaban llenas de reuniones y lluvia de ideas, y las tardes se dedicaban a reuniones con clientes. Aunque estaba emocionada, también se sentía abrumada por la rapidez del ritmo.
Una tarde, mientras revisaba unas propuestas para un cliente importante, Ana sintió que necesitaba un momento para aclarar sus pensamientos. Decidió salir a la terraza del edificio para tomar aire fresco. Allí, el bullicio de la ciudad parecía un susurro lejano.
Mientras contemplaba el horizonte, escuchó pasos detrás de ella. Era Alejandro, que parecía estar buscando un respiro también. Se acercó y se apoyó en la barandilla junto a ella.
-A veces es bueno desconectar un poco -dijo Alejandro con una sonrisa-. ¿Cómo te va hasta ahora?
Ana se volvió hacia él, sorprendida por su cercanía.
-Es... intenso -respondió-. Pero estoy aprendiendo mucho. Aunque a veces me siento un poco fuera de lugar.
Alejandro asintió con comprensión.
-Es normal al principio. Todos pasamos por eso. Recuerda que estás aquí por tu talento, no por casualidad -dijo, con una mirada alentadora-. Si necesitas ayuda con algo, no dudes en decírmelo.
Ana sintió una oleada de gratitud y nerviosismo al mismo tiempo.
-Gracias, lo tendré en cuenta -respondió con una sonrisa tímida.
El resto de la semana estuvo lleno de desafíos y éxitos pequeños pero significativos. Ana comenzó a ganar confianza en su trabajo y empezó a aportar ideas que sorprendieron incluso a Alejandro. Sin embargo, había un proyecto en particular que la tenía inquieta: una campaña publicitaria para una marca reconocida que requería un enfoque fresco e innovador.
Una tarde, mientras todos discutían ideas en la sala de reuniones, Ana se armó de valor para presentar una propuesta audaz que había estado trabajando en secreto. Con voz firme pero nerviosa, expuso su idea sobre una campaña interactiva que involucraría a los consumidores de una manera única.
El silencio llenó la sala tras su presentación. Alejandro fue el primero en romperlo.
-Es arriesgado... pero tiene potencial -dijo, mirándola fijamente-. Me gusta tu enfoque creativo.
Ana sintió que su corazón latía con fuerza mientras los demás comenzaban a murmurar entre sí, considerando su propuesta.
Sin embargo, no todos estaban convencidos. Laura, una colega con más experiencia y conocida por ser competitiva, levantó la mano.
-No creo que nuestra audiencia responda bien a algo tan diferente -comentó con desdén-. Deberíamos optar por algo más seguro.
La tensión aumentó mientras todos miraban a Alejandro para ver cómo reaccionaría ante el desafío de Laura.
Ana contuvo el aliento mientras él reflexionaba por un momento antes de responder:
-Creo que es importante arriesgarnos si queremos destacar en este mercado saturado. Ana ha presentado una idea valiosa y merece nuestra atención -dijo Alejandro con firmeza-. Vamos a trabajar juntos para desarrollarla más.
Ana sintió una mezcla de alivio y emoción al escuchar su apoyo. La reunión continuó con debates acalorados sobre cómo llevar la idea adelante, pero Ana sabía que había dado un gran paso hacia adelante.
Cuando finalmente terminó la reunión y todos comenzaron a salir, Alejandro se acercó a ella nuevamente.
-Buen trabajo hoy -dijo con sinceridad-. Has demostrado tener lo necesario para brillar aquí.
Ana sonrió ampliamente, sintiendo que poco a poco estaba encontrando su lugar en ese nuevo mundo laboral.