Se escuchaba tentador y Blue en cierta forma era amante de los retos. Estudiando derecho siendo una chica muy joven y experimentando la sexualidad a una corta edad, la hacían ser una joven madre y casada con un marido al cual sexualmente le encantaba jugar y, obviamente había aprendido mucho, pero llevaba un tiempo fuera de sus ligas. Si hasta ya parecía virgen y enterarse de la cruel traición de él la había dejado seca por dentro. Adam también tenía su historia, dos hijos que eran dos gotas de distinta agua que le dejaban poco tiempo para el amor por lo que sus ligues eran con suerte de una noche y nada más, salvo por la última novia que había tenido y que en realidad estaba junto a ella por sus conexiones y amistades en común.
Él la miró con deseo y lujuria y ella se debatía en si hacía lo correcto calentándole la sopa a su jefe. Sus miradas estaban fijas la una con la otra y justo cuando iban a comenzar a deleitarse en este arrebato de pasión tocaron a la puerta con vehemencia.
Y una voz chillona se escuchó del otro lado de la puerta...
-Cariño, ya volví...
La voz chillona de una mujer tras la puerta los dejó a ambos con las ganas de seguir jugando, pero a Blue la cara le cambió. Ella no era una mujer para ser plato de segunda mesa y con toda la dignidad del mundo se levantó y tomó sus cosas.
-Dejaré que su "cariño" entre señor-dijo en voz firme y sin ningún ápice de vergüenza le lamió la oreja y lo dejó aun más caliente de lo que ya estaba.
Si el quería algo con ella no se lo daría tan fácil, estuvo a punto de caer, pero sus prioridades estaban claras ahora y él no sería un obstáculo para logralas.
Días después...
Rumbo a la escuela de Alma, Blue se sentía agobiada de tanto trabajo que Adam ha puesto sobre sus hombros. Al parecer cada uno de los desaires que le ha hecho, lo único que han provocado es que el monumento de hombre le haga la vida de cuadritos. Además, después de la llegada de esa visita inesperada el fuego que había entre ambos se extinguió por completo, por lo menos de parte de ella.
-¡Ash, jodido Scott! ¡Ya me las vas a pagar! -Bufaba mientras manejaba. Al llegar a la escuela una muy furiosa Alma espera en la entrada.
-Hola, mamá.
-Hola, mi peque.
-¿Qué pasa? -exclamaron al unísono y sueltan una carcajada.
-Dime, tú primero -preguntó Blue.
-Mamá, tú sabes que amo el arte, sobre todo el teatro, pero ese insufrible de pacotilla que tengo por compañero de actuación me supera.
-Ay, cariño, están en la edad de ser molestos -«Aunque algunos no maduran nunca» se dijo para sí. -En fin, dale una oportunidad.
-Lo intentaré, pero si sigue así me acrimino, así que ve la forma de sacar pronto tu título acá por favor -Blue se carcajeó ante las palabras de su hija.
-Promesa, cariño -extendió su meñique para que ambas prometieran.
-Bueno y tu mami, ¿cómo vas con tu trabajo? -Blue dejó escapar un sonoro suspiro, mientras se daba el ánimo de comentarle, lo que se puede comentar a su hija, suena su teléfono.
-Dame un segundo. ¿Hola? -Al otro lado de la llamada se escucha música y gente hablar.
-¿Eres Blue? -pregunta una bella voz masculina.
-Si, si, ¿con quién hablo?
-Soy Sam, el bar ténder del bar la Destilería. Te llamo porque eres el número 1 en el listado de llamadas de Adam. Él está muy borracho y necesito mandarlo a su casa. En eso se escuchó por el auricular.
-Sí, dile a mi Blue que venga, ella va a venir, ¡Mi cielo no me abandonaría! -exclamó fuerte y claro.
-¿Adam? ¿Mi jefe?
-No sabía que era su empleada señorita, solo que ha hablado con tanta familiaridad que pensé que era su novia. -se escucha el bar ténder.
-¡Lo mato! -resopló furiosa-. Mándeme la dirección, ya voy para allá- colgó la llamada y se dirigió a su hija quien la miró con el entrecejo fruncido.
-¿Me perdonas peque? Tendremos que hacer una parada obligatoria, mi jefe no se encuentra en condiciones de viajar y me han pedido ir por él.
-No te preocupes mamá, vamos, así aprovecho a conocer a tu divino tormento -expresó la chica liberando una carcajada.
-¡Alma! -expresó Blue, mientras negaba.
Han pasado alrededor de 20 minutos y Blue con Alma han llegado al bar de Sam, en una de las zonas más exclusivas de la 11 Avenida, todo desprende lujo y opulencia. Cuando Blue, en su traje ejecutivo se dispone a entrar al lugar un moreno la detiene.
-Señorita está prohibido la entrada a mujeres aquí.
-¿Eh?
-¿Que no entiende que no puede entrar? -El cabeza de músculo le espetó molesto.
-Ni que fuera el palacio de Buckingham -se mofa Blue -Pues dígale a Sam que Blue viene a buscar a su paquete -Blue lo vio con esa mirada retadora al guardia, que no le quedó de otra que hablar por un Intercomunicador. Alma espera en el auto y Blue quiere asesinar a varias potenciales víctimas, entre esas, su jefe. Cuando se escucha esa voz melosa que le habló hace unos minutos
-¡Déjala entrar! -Espetó molesto.
-Sí, sí, sí señor, como diga... Entra -aunque su postura ha cambiado su cara de pocos amigos lo delata.
-Oh, ¡gracias su majestad! -Blue entró dándole una mirada asesina al hombre. Mientras Blue se adentró en el lugar, a su paso logró notar que si el frente del lugar es pura opulencia, a dentro es el puto cielo. Los muros comienzan pintados de un color verde olivo para terminar con maderas de roble. Todo está ambientado estilo años 20, lo que le da un aire de lujo descomunal, frente a la barra se encuentra un moreno metro noventa con más músculos que cerebro. Quien le hace una seña para que se acerque y es ahí donde ve a su divino tormento, echo bolsa oliendo a whisky durmiendo la mona.
-Pero ¿qué ha pasado?
-Hola.
-Perdón. Hola, soy Blue Soré.
-Lo sé, encantado. Soy Sam Richter dueño de la Destilería y amigo de este incorregible -estiró su mano para saludarla, Blue casi o poco se inmutó, pues, se dirigió directamente a su jefe.
-pero si es su amigo, ¿Cómo deja que termine como cuba? -el hombre negó al mismo tiempo que carcajeaba.
-Se nota que conoces poco a Scott, el jamás se deja dominar.
-Adam, Adam, despierta, debemos irnos- Blue intentaba despertar a la mole alcoholizada de su jefe.
-Llegaste mi cielo -mencionó el hombre acomodándose en la silla. Tomó a Blue desprevenida y la abrazó por la cintura de forma posesiva.
-Te lo dije, Sam, te dije que mi Cielo vendría por mí.
-Basta, señor Scott, por favor, debemos irnos.
-No seas así, Cielo. Dame un besito, di que sí -decía en su embriaguez. De la nada Blue tomó el vaso de agua que había dejado Sam y se lo arroja directamente a la cara de Adam.
-Basta, niñato, te despiertas y nos vamos. Mi hija está en el auto y no tiene por qué tener que esperar a que su madre te tenga que tratar como un bebé de pecho.
-¿pero Cielo?
-¡Mi Cielo me vale madre!, quiero descansar y tú no estás cooperando. Te pones de pie y te llevo o te quedas aquí sumido en esa botella de whisky.
-Voy, voy, no te enojes conmigo amorcito.
-¡Adam, basta! -Mientras él se apoyó en ella, que parece un bastón a su lado. Sam la ayudo desde el otro lado, aguantando las carcajadas.
-Sam me voy, mi ama y señora me lleva. - dice muy risueño en su borrachera.
-Pero ¿qué es esto mamá?
-Mi jefe... -resopló-. Perdona cariño, al parecer se pasó de tragos y debo encargarme que llegue sano y salvo a casa.
-Y que no vomite en el intento -exclama Alma.
-¡Qué adorable! ¿Una mini versión de mi cielito? Te caíste también pequeña.
-Ya cállate, la boca Scott o te la cierro de una.
-¿Con un besito? -Sam no encontró nada más divertido y dejó salir una carcajada.
-Veo que encontraste la horma a tu zapato amigo. -Una vez instalado Adam en el vehículo Blue se preocupó.
-¡Sam! Lo siento, mala cabeza mía, ¿sabes dónde vive este energúmeno?
-Deja y te anoto las coordenadas en el GPS. -Hecho esto tanto Blue con Alma van en el auto conversando, mientras Adam a cada momento las interrumpe diciéndole cosas a Blue. Luego de 25 minutos de molestias de un Adam borracho, se encuentran frente a la torre Scott.
-¿Cómo es que estamos en el trabajo?
-Ah es... eso lo explicó yo mi Cielo, aquí donde vez está mi fortaleza, pero... hip, pero no encuentro mis llaves... ¡¡Ah aquí están!! ¿Ahora cómo entro?
-Déjame que te ayude.
-Por favor, porque con este aroma ya me estoy emborrachando-espeta molesta Alma.
-Pues ayúdame a sacarlo peque.
-Ok, pero con esta me debes una grande Soré.
-Ya veré como te pago. - Y mientras madre e hija ignoraban al hombre aquél, él las miraba con adoración, algo había nacido en él en ese instante y se había jurado que estaría para ellas por el resto de sus días.
-¡Hey! Aún estoy aquí y hace frío.
-Perdón, -señalaron ambas. Así los tres se adentraron al edificio, Adam como pudo marcó el último piso del panel colocando su huella digital en un costado. Cuando llegaron a su destino las puertas del ascensor se abrieron y dos pares de ojos se miraron fijamente.
-¡¿Tú?! - Exclamaron dos voces al unísono...