-Blue, perdón, pero este es el ser que provoca todos mis malos momentos en el colegio.
-¿Yo? Ese eres tú idiota baboso, que no me deja ni a sol ni sombra.
-¿Ustedes son esos compañeros de clase? -cuestionó Blue. Mientras tanto Thomas ayudaba llevando a su papá a la ducha de agua fría, aún en estado de coma etílico y claro que Blue sabía quién era el chico. Ya, dentro del trabajo había llevado ebrio a su jefe en varias ocasiones y era Thomas quien le ayudaba a sacarlo, en parte de su borrachera, el chico era un niño sólo que siempre velaba por su padre, pareciendo el adulto en su relación.
Su jefe no era de los que pasaban en su casa y eso lo notaba porque es primera vez que subían al pent-house, las veces anteriores lo había devuelto a su oficina y se había encontrado con este bello muchacho esperando a su papá.
-¿Es verdad que este hobbit es tu hija Blue? -le preguntaba bajito sacándola de sus cavilaciones.
-¡Te estoy escuchando! - exclama la chica.
-Sí, es mi hija menor.
-Ah -se quedó pensando mientras volvía dentro de la ducha a Adam.
-¡¡QUÉ MIERDA!! -exclamó el jefe al sentir el agua fría correr por su cuerpo, sacándole la borrachera en ese mismo instante.
-Eso mismo debiera decirte yo, padre.
-¡Déjame en paz! -le grita, Blue se acerca para ayudar a Thomas, pero Adam lo empuja saliendo ambos disparados del cubículo y cayendo al suelo estrepitosamente.
- ¡Ah! -se quejó Blue por el golpe y haber sostenido a Thomás.
-¡Blue!
-¡Mamá!
-¿Estás bien? -ambos se mueven hacia ella y la revisan.
-Creo que un poco dolorida y mojada, pero bien -les reconfortó para tranquilizarlos, mientras ve a su jefe con cara de espanto frente a ellos.
-¿Qué haces aquí, Soré? -espeta con molestia, ni un está bien, y mucho menos cómo se siente o lo que sea ¡Hijo de su gran madre!
Como puede y con la ayuda de los chicos se pone de pie. Lo mira molesta, cuando las palabras van a salir de su boca es Thomas quien se adelanta y responde.
-¿Cómo va a estar bien si eres un bruto, papá? Blue lleva días trayéndote a la oficina hecho una piltrafa humana. ¿Porque te has bebido hasta la conciencia y no respetas ni siquiera sus horarios de descanso con su familia?
-Yo no le he pedido nada a ella -comento muy nervioso.
-¿A no? -se pone frente a él, saca su celular, apareciendo un video, aunque ellas sólo escuchan desde la distancia.
-¡¡Oh, mi Blue, mi cielito lindo!! ¿Dime que no es linda Thomy? - Blue se cubre la boca de la impresión o más bien por la risa que le provocó escucharlo, era una grabación de su jefe hablando de ella y de lo hermosa que era para él.
-¡Eso es mentira! son bobadas de ebrios. Soré retírate, no eres bienvenida en esta casa, como la empleada que eres deberías cuidar tu empleo.
Este idiota ha sobre pasado sus límites...
-¿Qué, qué? ¿Qué se ha creído usted con hablarme así y faltarme el respeto? Tengo claro mi lugar. señor Scott. La pregunta es, si usted lo tiene claro.
-No me venga con esa falta de respeto, señorita Soré.
-El respeto se gana, señor, y usted no ha hecho ningún mérito.
-¡Qué salga de mi casa! -bramó el ogro, pero obviamente Blue no se iba a quedar callada.
-¡Con gusto!, ¡no, mejor un placer, señor Scott! -esta definitivamente fue la gota que derramó el vaso, no lo piensa aguantar más-Saldremos de su casa y mañana, no. En unas horas tendrá mi renuncia temprano en su escritorio.
-¡No se atrevería!
-No me conoce jefecito. -Tomó de la mano a su hija y comenzó a caminar furiosa directo al ascensor.
-Vamos peque, que debes descansar.
-Nos vemos Thomás -acarició sus rulos y luego le dio un beso en la mejilla.
-Adiós, Blue. Descansa enana, nos vemos en un rato.
-Descansa baboso - Salen del lugar y ahora en ese momento se da cuenta que está sin trabajo.
-¿Que voy a hacer?
Mientras tanto en el pent-house un furioso Adam mira a su hijo.
-No digas nada.
-¿Qué quieres que te diga? ¿que la cagaste? Eso ya lo sabes solo, estas perdiendo a la mejor asistente del mundo por tus estupideces. Papá reacciona, recuerda que no soy el adulto en esta relación -hace un ir y venir con sus dedos y se retira del baño que es un completo desastre, al igual que la vida de su padre.
A la mañana siguiente...
Suena mi reloj y son ya las 6 de la mañana...
-Mierda -me levanté casi a saltos buscando mi celular para apagarlo. No dormí nada, en mi mente aún seguían dando vueltas las escenas de hace un rato, mi discusión con Adam y sobre todo el haberle dicho que renunciaría.
-Al mal tiempo buena cara Blue... -dije como auto motivación. Me despabile y comencé mi rutina, debía dejar todo listo y cerrar este capítulo de mi vida en Scott y Asociados. Me terminé de vestir y salgo a la cocina, mientras veía a mi Alma preparar un tazón de cereal con leche.
-Hola, Mami.
-Buen día peque, ¿cómo dormiste?
-Por lo visto mejor que tú -respondió, mientras llevaba una cucharada de su desayuno a la boca-. ¿Enserio, vas a renunciar?
-Creo que es lo mejor.
-Pero y ahora qué vendrá Val será más complicado para tu bolsillo Mami ¿No sería mejor que volvamos a España y que papá te ayude?
-Cariño... -respondo molesta- Ya lo hemos hablado.
-Pero, papá está allá solo y me da pena que lo hayamos abandonado -dice con su carita triste. La verdad es que Alma no sabe los motivos reales de mi divorcio. Nunca quise decirle que tenía dos hermanos de casi su edad y que su padre me había mentido desde quién sabe cuánto tiempo. Sólo mi hija mayor Valentina lo sabe y ya era mucha la decepción como para hacer sufrir a mi peque. La miré de soslayo y ella entendió la indirecta.
-Está bien, pero creo que no deberías renunciar. Total, el borracho de tu jefe ni debe acordarse de que lo vilipendiaste. A todo esto, el mundo sí que es un pañuelo. Mira tú, que el baboso resultó ser el hijo de tu jefe -comentó dejando salir una carcajada.
-¿Y por qué le dices baboso? -Ya sabía que en su escuela algunos chicos la habían molestado por ser la nueva, pero jamás pensé que ese lindo chico llamado Thomas fuera al que se refería.
-¡Ay, Mami! Es que es un idiota y le dio por hacerme la vida de cuadritos desde que la directora le pidió que me ayudara a integrarme, es demasiado... -se quedó pensando- Intenso -no pude evitar reírme de mi hija.
-Loca, hablas de él como si fuera un pretendiente.
-¡No! ¿estás loca? Es solo un grano en el trasero nada más.
-Si y yo me llamo Blancanieves -mencioné divirtiéndome de la cara de mi hija. Ambas soltamos una risotada y nos preparamos para salir. Dejé a Alma en su escuela y me dirigí a mi último día de trabajo.
Estaba frente al edificio de oficinas, dudando en como entrar. Miraba la gran puerta de vidrio con la carta de renuncia en mis manos, cuando detrás de mí se paró un tipo tan alto como Adam, con camisa blanca, jeans gastados y chamarra de cuero, con un cuerpo de infarto que noté por el vidrio de la puerta de entrada. Llevaba lentes de sol que no mostraban sus ojos, pero que lo hacían ver como todo un chico malo. Suspiro y al darme ánimos para entrar, siento que coloca su cabeza en mi hombro.
-Una moneda para saber lo que piensas -dijo a mi oído.
-¿Eh? -me volví hacia él, quedando frente a su pecho.
-Que daría una moneda para saber lo que piensas.
-¡Aléjate de mí asistente! -Ambos nos volteamos para ver a mi jefe o exjefe que venía cruzando la calle con dos cafés, mientras avanzaba apresuradamente.
-Hermanito lindo, ¿cómo estás? -mencionó el hombre en la chaqueta de cuero a Adam.
-¿Hermanito? -cuestioné sorprendida.
-Hola, belleza, soy Aston Scott. Hermano de ese imbécil que viene cruzando -no pude aguantar la risa y mientras el tipo me daba su mano, le respondí.
-Blue Soré, asistente de ese imbécil o exasistente mejor digo.
-Soré, está retrasada -dijo mi jefe o bueno mi exjefe. Se interpone entre su hermano y yo no dejando de mirarme.
Miré mi reloj y me di cuenta de que llegaba a la hora, pero mierda que importa, si iba a renunciar.
-No veo que haya algún retraso, señor Scott, creo que usted se levantó con el pie izquierdo -Aston reía por lo bajo y yo me sentía soberbia.
-Pues déjese de hacer vida social Soré. Además, este insulso no le conviene - dijo mientras le da un zape en la cabeza a su hermano.
-Auch, ¿y yo qué hice?
-¿Van a trabajar o seguirán haciéndose los locos? -Lo miré con furia y como ya no perdía nada le respondí.
-Lo que yo haga con mi vida es mi problema y -miré mi reloj nuevamente -aún no comienza mi horario laboral. Mientras mi futuro exjefe gruñía y se adentraba al edificio, su hermano me abrió paso y me dejó entrar. Los tres entramos al ascensor y la tensión se cortaba con un cuchillo.
Ay, Dios. Qué día el que me esperaba...