La cara de Javier se crispó de ira.
Me miró como si fuera un insecto molesto.
"¿Todavía te atreves a poner condiciones?"
Elías Valdepeña golpeó su bastón en el suelo. "¡Javier! ¡Sube aquí y resuelve el rompecabezas ahora mismo! ¡No me avergüences más!"
Javier sonrió con arrogancia. Había renacido, igual que yo. Creía que conocía la respuesta. En nuestra vida pasada, yo se la había susurrado.
"Por supuesto, padre".
Subió al escenario con confianza, ignorando las miradas de desaprobación. Tomó la primera copa, la olió, la probó.
"Uva Tempranillo del viñedo del norte, cosecha de hace tres años. Fermentado en barricas de roble francés durante dieciocho meses. Un toque de regaliz y cereza negra".
Continuó, describiendo cada vino base con aparente pericia.
La multitud empezó a asentir, impresionada. Sofía lo miraba con adoración.
Pero yo sabía la verdad.
Había hecho un pequeño cambio. Un cambio sutil que solo un verdadero maestro enólogo, alguien que hubiera dedicado su vida al "Sol de Otoño", podría detectar.
Cuando terminó, el sommelier principal, un anciano leal a mi familia, negó lentamente con la cabeza.
"Joven maestro Valdepeña, su análisis es... incorrecto".
La confianza de Javier se hizo añicos.
"¡Imposible! ¡Lo sé! ¡Recuerdo cada detalle!" gritó, olvidando dónde estaba.
Luego, sus ojos se clavaron en mí, llenos de veneno.
"¡Fuiste tú! ¡Saboteaste el vino! ¡Siempre has tenido un corazón venenoso!"
La acusación resonó en el silencioso salón. La élite del país, que momentos antes me miraba con lástima, ahora me miraba con sospecha. Mi reputación estaba siendo destrozada frente a todos.
Javier, desesperado por salvar las apariencias, se volvió hacia su padre.
"¡Padre, no necesito a los Montoya! ¡Puedo demostrar mi valía! Dame un mes. Lanzaré una OPA hostil contra Corporación Rivas. Mi conocimiento del mercado me garantiza una victoria del cien por cien. ¡Traeré más gloria a los Valdepeña de la que el 'Sol de Otoño' jamás podría!"
Elías lo miró, su rostro una máscara de furia y decepción.
Pero la propuesta era audaz. Corporación Rivas era su mayor rival.
A regañadientes, asintió. "Un mes. Si tienes éxito, permitiré que Sofía entre en la familia Valdepeña. Si fracasas, desaparecerás de mi vista".
Javier sonrió triunfante, agarrando la mano de Sofía.
"Gracias, padre. No te decepcionaré".
Se volvieron para irse, lanzándome una mirada de triunfo.
Parecía que habían ganado.