Capítulo 4

Al día siguiente, Sofía volvió a mi estudio.

Esta vez traía una pequeña caja de terciopelo.

"Te he traído un regalo" , dijo, con un tono condescendiente.

La abrió. Dentro había un par de gemelos de plata, claramente usados. Reconocí el diseño. Eran una imitación barata de los que mi padre solía llevar.

"Son para que te los pongas en la Feria de Abril. Para que vayas elegante" .

Ignoré el insulto.

"¿Qué quieres, Sofía?" .

Ella sonrió, como si me hiciera un gran favor.

"Javier necesita algo apropiado para la Feria. Ya sabes, para acompañarme. Quiero que le prestes el 'Sol de Vargas' " .

Sentí cómo la sangre se me helaba.

El "Sol de Vargas" no era una simple joya. Era un traje de luces hecho a medida para mi bisabuelo, una reliquia familiar bordada con hilo de oro. Solo el heredero de la familia Vargas tenía derecho a llevarlo, y solo en ocasiones muy especiales.

Era el símbolo de nuestro legado.

"No" , respondí, con una voz cortante.

"¿Cómo que no?" , replicó ella, molesta.

"Ese traje es la historia de mi familia, Sofía. No es un disfraz para tu amante" .

Ella soltó una carcajada.

"¡No seas tan dramático, Mateo! Es solo un traje viejo. Además, a Javier le quedará mucho mejor que a ti. Él tiene el porte de un torero, tú pareces un niño asustado" .

La rabia me subió por la garganta.

"Lárgate de mi casa, Sofía" .

"¿Me estás echando?" .

"Ahora mismo" .

Se levantó, furiosa. "Te arrepentirás de esto, Mateo. Te lo juro" .

Salió dando un portazo.

Esa misma noche, recibí una notificación en mi teléfono.

Movimiento detectado en el ático de la calle Serrano.

Abrí la aplicación.

En la pantalla, Sofía y Javier se revolcaban en la cama que yo había comprado.

Sonreí.

La confirmación era innecesaria, pero siempre era satisfactorio ver a las ratas caer en la trampa.