No Soy Tu Ama de Casa: La Verdadera Dueña del Imperio
img img No Soy Tu Ama de Casa: La Verdadera Dueña del Imperio img Capítulo 1
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Capítulo 1

El Festival Anual de la Vendimia de Mendoza era el evento más importante del año, y mi esposo, Máximo Lawrence, había cancelado nuestros planes familiares en el último minuto.

"Tengo una reunión crucial con distribuidores, Luciana, es imposible cancelarla", me dijo por teléfono, su voz sonaba distante y un poco irritada. "No tiene sentido que tú y Ellie vengan, será aburrido para ustedes".

Colgué y miré a mi hija, Ellie. Sus ojos estaban llenos de lágrimas, y su labio inferior temblaba. Había estado esperando este festival durante meses.

"No te preocupes, mi amor", le dije, abrazándola. "Papá está ocupado, pero tú y yo podemos ir solas. Será nuestra aventura".

La decepción en su rostro se transformó en una pequeña sonrisa. No iba a permitir que la negligencia de Máximo arruinara el día de mi hija.

Así que fuimos. Yo, Luciana Castillo, la dueña anónima del Grupo Gust, el conglomerado vitivinícola más grande de Argentina, conduje nuestro modesto auto hacia el corazón de los viñedos de Mendoza, como cualquier otra esposa y madre.

Al llegar, el festival estaba en pleno apogeo. La música, las risas y el aroma de las uvas llenaban el aire. Mientras caminábamos hacia el escenario principal, escuché una voz familiar.

Era Máximo.

No estaba en ninguna reunión de negocios. Estaba en el escenario, actuando como el anfitrión principal del evento de cata de vinos de lujo. A su lado, sonriendo como si fuera la dueña del lugar, estaba Scarlett Salazar, su exnovia.

Y entre ellos, un niño pequeño que sostenía la mano de Máximo.

"Equilibrar el éxito profesional con una vida familiar armoniosa es el secreto de la felicidad", decía Máximo al micrófono, mirando a Scarlett con una sonrisa cómplice. El público aplaudía, cautivado por la imagen de la familia perfecta.

Mi sangre se heló. Ellie me miró, confundida. "¿Por qué papá está con esa señora y ese niño?".

Sentí una rabia fría recorrer mi cuerpo. La humillación era pública, descarada.

Esperé a que comenzara la sesión de preguntas y respuestas. Vi un micrófono disponible para el público y caminé directamente hacia él, con Ellie siguiéndome de cerca.

Mi corazón latía con fuerza, pero mi voz salió firme y clara.

"Señor Lawrence, tengo una pregunta".

Todas las cabezas se giraron hacia mí. Máximo me vio y su sonrisa se congeló. El pánico cruzó sus ojos por un instante.

"Usted habla de vida familiar. ¿Desde cuándo tiene un hijo? ¿Su esposa, Luciana Castillo, lo sabe?".

El silencio se apoderó de la multitud, seguido de murmullos y risas.

"¿Quién es esa loca?".

"Probablemente una fan celosa".

"Qué manera tan patética de llamar la atención".

Scarlett fingió estar ofendida, llevándose una mano al pecho y mirando a Máximo con ojos llorosos.

Máximo se recuperó rápidamente. En un movimiento calculado, rodeó a Scarlett y al niño con su brazo, atrayéndolos hacia él en un abrazo protector.

Miró directamente a la multitud y luego a mí, con desafío en sus ojos.

"Esta es mi respuesta".

El público estalló en aplausos. Aplaudían su "valentía", su "amor verdadero". Me abuchearon, se burlaron de mí, la mujer que intentaba arruinar un momento tan "hermoso".

Mi teléfono vibró. Era un mensaje de texto de Máximo.

"Luciana, no te equivoques. Solo estoy ayudando a Ivan, que no tiene padre. Deja de hacer una escena y avergonzarme".

Leí el mensaje y una risa amarga escapó de mis labios. Avergonzarlo. A él.

Yo, la mujer que le dio su carrera, su estatus, su vida de lujo. La dueña de todo el imperio que él creía controlar.

Ya era suficiente.

Saqué mi teléfono y llamé a mi director de operaciones.

"Prepara los papeles del divorcio. Y el despido de Máximo Lawrence. Inmediatamente".

            
            

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