Capítulo 4 Siempre estoy ansiosa por ver lo que esta familia ofrece

Todos clavaron sus miradas en la entrada cuando la puerta se abrió de par en par.

Kathryn apareció, ataviada con un elegante vestido negro que se ajustaba a su figura, y que brillaba por los pequeños cristales resplandecientes que tenía bordados. Llevaba el pelo recogido en un elegante moño alto, aunque algunos mechones caían artísticamente sobre su rostro. Desprendía confianza y carisma, con una presencia que se imponía por sí sola. En pocas palabras, era implacable e inolvidable.

"Kathryn, por fin estás aquí", exclamó Rhett apenas la vio, con una expresión de alivio.

Rebecca cambió de actitud instantáneamente. Su rostro dio paso a un frío desprecio.

'No hay duda de que Kathryn se parece a su madre. Y ambas nacieron con el arte de la seducción. ¿Por qué el destino no se la llevó también en aquel entonces?', se preguntó Rebecca, con una expresión dura, y los ojos llenos de un odio apenas contenido.

Ella no era la única que lanzaba miradas asesinas.

Kathryn hacía lo propio, aunque la suya era silenciosa y letal; en sus pupilas ardía una promesa de represalias. Si tuviera la oportunidad, ajustaría cuentas ahí mismo.

Rhett, sintiendo claramente la creciente tensión, carraspeó e intentó suavizar las cosas. "Kathryn, ven para que te presente a mi esposa. Rebecca, esta es mi hija...".

La chica ignoró por completo a su madrastra, negándose incluso a dedicarle una mirada de soslayo. Para ella, Rebecca no era más que la mujer que rompió el matrimonio de sus padres y llevó a su madre a la tumba.

Kathryn recorrió el salón con la mirada, captando cada detalle. Solo había un puñado de miembros de la familia Palmer y algunos empleados. No estaba presente ni una sola figura de la alta sociedad.

Todo era exactamente como lo había anticipado, pues los Palmer habían accedido muy fácilmente a celebrar ese banquete.

De hecho, podía ver a través del engaño: ese era un intento apenas disimulado de ponerla en su lugar.

Después de todo, habían hecho público que ella era la hija ilegítima perdida de Rhett, que regresaba para reclamar su lugar. Por mucho peso que tuviera el apellido Palmer, nadie con algo de prestigio se prestaría a asistir a la fiesta de una bastarda.

Aun así, Kathryn sabía jugar muy bien. Con una risa silenciosa y burlona, chasqueó los dedos y dijo por encima del hombro: "Tráiganlos".

Un momento después, varios asistentes entraron, cada uno sosteniendo enormes arreglos funerarios, compuestos de lirios blancos. Los colocaron en dos filas ordenadas. Las flores resplandecían con una dureza espectral bajo el candelabro de cristal.

Rhett se puso pálido.

Por su parte, Rebecca contrajo el rostro por la ira, lo que distorsionó sus hermosas facciones. Cada fibra de su cuerpo clamaba que hiciera algo para borrarle la sonrisa de satisfacción a Kathryn.

Esta última disfrutaba de la tensión. Satisfecha, sonrió mientras recorría perezosamente a los invitados impresionados. "Es solo un detallito por la ocasión. Espero que establezca el ambiente adecuado".

"¡Kathryn Palmer, has ido demasiado lejos!", replicó Rebecca.

"Kathryn, también preparamos algo para ti. ¿Por qué no echas un vistazo a tu regalo de bienvenida?", intervino rápidamente Rhett, con una sonrisa temblorosa.

"Con gusto. Siempre estoy ansiosa por ver lo que esta familia ofrece", contestó la joven, ensanchando su sonrisa, como si lo estuviera desafiando.

Él no perdió tiempo y la llevó fuera del salón. En cuanto salieron, Andrew y Martha Palmer, los padres de Rhett, le ordenaron al personal que retirara hasta el último lirio.

Rebecca seguía furiosa. Sus facciones, habitualmente impecables, estaban aún alteradas por la ira.

"No le des el gusto. Todo lo que quería era provocarnos, pero nos aseguramos de que no se saliera con la suya". Julie Palmer, la hermana de Rhett, intentó calmar a su cuñada.

Acto seguido, volteó a ver a sus padres y les preguntó con una expresión astuta: "Papá, mamá, ustedes manejaron esto magistralmente. Limitar las invitaciones a unos cuantos fue brillante. Ahora quienes no recibieron una piensan que Kathryn los despreció a propósito. Y los pocos que sí fueron invitados, en su mayoría peces gordos, se sentirán insultados y se mantendrán alejados".

De repente se detuvo, frunció el ceño y preguntó: "Papá, ¿por qué insististe en invitar al heredero de la familia Knight?".

"Evan no es alguien a quien se pueda subestimar. Una vez que se dé cuenta de que gasté un valioso favor solo para traerlo aquí a la fiesta de Kathryn, le guardará un profundo rencor. A fin de cuentas, tiene buena memoria y un carácter terrible. Con la manera en que actúa, Kathryn nunca logrará hacerse un lugar en Wrille", explicó Andrew, con una risa amarga.

"Veamos cuánto tiempo puede mantener su arrogancia", respondió Julie, curvando los labios en una mueca.