Rhett acompañó personalmente a Kathryn a su habitación asignada. El espacio no era ni lujoso ni estrecho: lo suficientemente amplio para que se le considerara cortés, pero estaba claro que el esfuerzo por hacerlo acogedor había sido mínimo.
La joven recordó las fotos que Anna había subido a internet solo para presumir. Cada toma rebosaba lujo: todo era de diseñador y había opulencia en cada rincón.
'Esto es una broma', pensó Kathryn, mientras miraba los sencillos muebles frente a ella. Luego se sirvió una generosa copa de vino tinto, salió al balcón y contempló la ciudad, mientras el crepúsculo se deslizaba por el cielo.
"Mamá, espero que estés mirando. Hago todo esto por ti", murmuró.
Justo en ese momento, un débil chisme captó su atención: las voces de dos mujeres en la planta baja flotaban hasta su balcón.
"¿Puedes creer lo que hizo? Insistió en que le organizaran un banquete y no asistió ni un alma. Vaya que sabe humillarse a sí misma".
"Ay, ¿qué esperabas? Creció sin una madre que le enseñara lo básico. En la élite, ser un hijo fuera del matrimonio es una mancha. Incluso si esos ricos quisieran mostrar respeto a los Palmer, no arriesgarían sus reputaciones en el evento organizado para una bastarda".
Kathryn mantuvo una expresión impasible. Caminó hacia el borde del balcón, inclinó su copa y dejó que el vino cayera sobre el pelo perfectamente arreglado de esas dos metiches.
Ellas se agitaron y gritaron, antes de alzar las cabezas con incredulidad. Se encontraron con una mirada que irradiaba fría compostura y una advertencia que les causó escalofríos.
"Si vuelvo a escucharlas decir algo así de nuevo, no vivirán para contarlo", soltó Kathryn, en un tono bajo y mortal.
Las entrometidas bajaron la cabeza sin dudarlo, en lo que era una señal de disculpa. Sin importar cuánto resentimiento le guardaran a la joven, ninguna se atrevió a desafiarla ahora que llevaba el apellido Palmer. Una cosa era chismear en secreto, pero otra completamente diferente era enfrentarse a ella abiertamente.
Con eso, el episodio terminó.
Mientras tanto, el jardín brillaba con luces y decoraciones elegantes; cada detalle había sido meticulosamente preparado para el banquete. Pero, como era de esperarse, el lugar estaba prácticamente vacío.
Apenas veinte minutos antes del inicio oficial del evento, un puñado de invitados finalmente entró. Habían llegado atraídos más por los rumores de la posible asistencia de una figura importante que por verdadera lealtad a los Palmer.
Pequeños grupos se reunían en el césped, copas en mano, hablando de cosas ligeras y superficiales.
Cuando un elegante Bentley negro se deslizó hasta las puertas, los presentes detuvieron sus murmullos ociosos.
La puerta se abrió, y una figura alta emergió del auto. Todo en él llamaba la atención, y cada uno de sus movimientos irradiaba una autoridad indiscutible.
"Ese es Evan Knight", musitó alguien, haciendo que los demás invitados enmudecieran.
Todas las cabezas se giraron al unísono, y una descarga de energía recorrió la multitud.
Rhett se apresuró a recibirlo. Su postura rígida delataba su inquietud. "Señor Knight, bienvenido. Es un honor tenerlo aquí", dijo, en un tono que traicionaba sus nervios.
Apenas podía creer que Evan realmente hubiera aparecido. Después de todo, su asistencia a eventos sociales era tan escaza que prácticamente rayaban en el mito. Sin embargo, allí estaba, parado en la finca de la familia Palmer, en un banquete destinado para una hija ilegítima.
Justo en ese momento, Kathryn salió. Avanzó por el césped, y su vestido resplandeció con los cristales negros que capturaban y dispersaban las luces del jardín, capturando todas las miradas del lugar. Parecía que caminaba bajo su propio reflector privado.
La multitud se sumió en un profundo silencio, mientras toda la atención se desviaba hacia ella. Incluso los observadores más cínicos, esos que solo estaban ahí para presenciar un escándalo, se encontraron inesperadamente asombrados.
Los rumores de que la chica era simplona, salvaje y tosca eran claramente falsos, porque la mujer ante ellos irradiaba belleza, tranquilidad y confianza en sí misma. De hecho, era todo lo contrario a la imagen que los chismes habían pintado de ella.
Kathryn recorrió el lugar con la mirada, hasta que finalmente posó sus ojos sobre Evan. La distancia que los separaba era tan corta que podía apreciar todos los detalles del hombre.
Se percató de que tenía un rostro impactante: facciones afiladas, ojos calmados... y algo en ellos le resultaba extrañamente familiar.
Se esforzó por recordar dónde había visto antes ese rostro y de repente lo entendió. Estaba en el informe de inteligencia que había revisado antes, pues incluía una fotografía. Y el hombre de esa imagen era Evan Knight.
Él era el soltero más codiciado de la ciudad, además del heredero de la vasta fortuna de los Knight, y el CEO más joven en tomar las riendas del Grupo Knight. Últimamente, se decía que había estado movilizando todos sus recursos para encontrar en Wrille a una persona misteriosa, alguien con un tatuaje en forma de media luna negra en la clavícula.
¿Sería posible que ella fuera la persona que él había estado buscando? ¿Pero por qué razón? Apenas había puesto un pie en Wrille, entonces, ¿en qué momento se había metido en su camino?
Evan se mostraba como un empresario y pulido, sin embargo, los conocedores susurraban que su alcance iba mucho más allá de eso; bastaba una sola orden suya para movilizar un ejército.
'¿Qué asunto tiene que tratar un hombre como él conmigo?', se preguntó Kathryn.
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