Regresé a la Ciudad de México después de dos años, buscando recuperarme de una enfermedad misteriosa que me dejó pálida y frágil.
Pero la salud no era lo único que debía recuperar: esta noche era la fiesta de compromiso de Alejandro, mi prometido de toda la vida, ¡con mi propia prima, Sofía!
Al bajar del coche, mi vestido negro no era de luto, era una declaración de guerra ante la escena: Sofía lucía mi diseño de vestido de novia que había bocetado años atrás, mientras susurraban sobre mi apariencia demacrada y su "virtuosa" dedicación a la familia.
¿Cómo era posible que todos, incluso mi padre y Alejandro, se hubieran convencido de su dulce fachada, mientras yo, la verdadera víctima, era tratada como un fantasma en mi propia vida?
Ahí, bajo los focos, mis enemigos celebraban su victoria, sin saber que mi "enfermedad" me había despojado de la tristeza y me había llenado de una claridad aterradora.
"Ella no solo robó mis diseños y mi prometido" , le dije a Camila, mi voz apenas un murmullo. "Robó mi vida. Y estoy aquí para recuperarla" .