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Chloe no perdió de vista a Ethan durante el resto de la noche.
Lo guio entre la multitud, su mano firmemente en su brazo, su risa un poco demasiado fuerte cada vez que pasaban cerca de Ava.
Ava los vio irse, con una pequeña y amarga sonrisa en los labios.
Recordaba su alergia. Interesante.
Pero no cambiaba nada.
Se terminó su vino (blanco) y le dijo a Maya que estaba lista para irse.
Mientras esperaban un taxi, Ava lo oyó.
Risitas. Un gemido familiar y entrecortado.
Provenía del callejón junto a la galería.
Conocía ese sonido. Era Chloe.
Y luego el murmullo más profundo de Ethan.
La sangre de Ava se heló. Maya la agarró del brazo.
-No lo hagas.
Pero Ava no pudo evitarlo. Dio un paso más cerca, escudriñando las sombras.
Ethan tenía a Chloe presionada contra la pared de ladrillo. Sus manos estaban debajo de su vestido.
Estaban ajenos a todo, perdidos en su exhibición pública de lujuria privada.
Ava se sintió mal. No celosa, simplemente... asqueada. La pura y descarada falta de respeto.
Apretó las manos, sus uñas clavándose en las palmas, y luego se dio la vuelta.
-Vamos -le dijo a Maya, con la voz tensa.
Un coche se detuvo. El coche de Ethan.
Él estaba al volante, Chloe en el asiento del copiloto, con el vestido ligeramente descolocado y el pintalabios corrido.
-¿Necesitáis que os lleve? -gritó Ethan, su voz casual, como si nada hubiera pasado. Como si no acabara de estar toqueteando a su nueva novia contra una pared sucia.
Maya empezó a decir que no, pero Ava los sorprendió a ambos.
-Claro -dijo Ava, abriendo la puerta trasera-. Gracias.
Maya le lanzó una mirada de desconcierto. Ava solo hizo un pequeño, casi imperceptible movimiento de cabeza.
Necesitaba llegar hasta el final. Necesitaba hasta la última gota de asco para alimentar su huida.
El viaje en coche fue tenso. Chloe parloteaba sobre el arte, sobre una fiesta de influencers a la que iba la semana siguiente. Ethan conducía, sus ojos encontrándose con los de Ava en el espejo retrovisor de vez en cuando. Había un extraño brillo en ellos.
-Y bien, Ava -dijo Ethan, su tono demasiado suave-. Chloe me dice que eres diseñadora gráfica. Freelance, ¿verdad? Debe de ser duro encontrar clientes.
-Me las apaño -dijo Ava.
-Sí, bueno, la startup de Ethan lo está petando -intervino Chloe-. Va a ser enorme.
-Nos va bien -dijo Ethan, pero sonreía con suficiencia. Le encantaban los elogios.
Entonces, su tono cambió.
-Sabes, Ava, es curioso. Estaba pensando... antes de todo esto de la amnesia... ¿éramos felices? ¿O las cosas estaban... tensas?
Ava se encontró con sus ojos en el espejo.
-¿Qué crees tú, Ethan?
Él se rio entre dientes.
-Ese es el problema. No me acuerdo.
El coche viró bruscamente.
Ava se abalanzó hacia adelante, preparándose para el impacto.
Un crujido repugnante de metal. El chirrido de los neumáticos.
Habían chocado con algo. O algo los había chocado a ellos.
La cabeza de Ava se sacudió hacia atrás, luego hacia adelante, golpeando el asiento delantero. Un dolor explotó detrás de sus ojos.
Oscuridad. Luego luces borrosas.
Gritos. Sirenas.
La cabeza de Ava palpitaba. Saboreó sangre.
Estaba desplomada en el asiento trasero. Ethan gemía en el delantero. Chloe gritaba.
-¡Mi pierna! ¡Oh, Dios, mi pierna!
De repente, los paramédicos estaban allí, abriendo las puertas.
-Señora, ¿está bien? -le preguntó uno a Ava.
-La cabeza -logró decir-. Y mi... mi brazo. -Un dolor agudo le recorrió el brazo izquierdo cuando intentó moverlo.
Estaban sacando a Ethan. Parecía aturdido.
Chloe seguía lloriqueando por su pierna.
Un paramédico estaba evaluando a Ava.
-Posible conmoción cerebral. Necesitamos inmovilizarle el brazo.
Otro paramédico estaba con Ethan.
-Señor, ¿puede decirme qué pasó?
-Yo... no lo sé -tartamudeó Ethan-. El otro coche... salió de la nada.
Tenían a Ethan en una tabla espinal. Chloe estaba en otra, todavía llorando.
Solo había dos ambulancias.
-Tenemos que priorizar -gritó un paramédico por encima del caos.
Ava intentó incorporarse.
-Por favor -dijo, con voz débil-. Mi brazo... creo que está roto. Y mi cabeza...
Ethan, desde su tabla espinal, la miró. Sus ojos estaban muy abiertos, asustados.
Luego miró a Chloe, que ahora sollozaba histéricamente.
-¡Llévense a Chloe primero! -gritó Ethan, su voz sorprendentemente fuerte-. ¡Su pierna parece muy mal! ¡Necesita ayuda ahora!
Los paramédicos intercambiaron una mirada.
-Señor, evaluamos basándonos en...
-¡No! ¡Llévensela! -insistió Ethan-. ¡Por favor! Está... está muy herida.
Ava observó, un nudo frío formándose en su estómago.
Estaba eligiendo. Públicamente.
El paramédico que atendía a Ava suspiró.
-De acuerdo. Nos llevaremos a la mujer del asiento del copiloto y al conductor. Llamaremos a otra unidad para usted, señora. Puede que tarde un poco.
Ava miró fijamente a Ethan. Él no le sostuvo la mirada.
Eligió a Chloe. Por encima de ella. Incluso ahora.
Las puertas de la ambulancia se cerraron de golpe. Las sirenas aullaron, desvaneciéndose en la distancia.
Dejando a Ava sola, entre los restos del coche, esperando.
El dolor en su brazo era insoportable. Pero no era nada comparado con la fría y dura certeza en su corazón.
Esto era todo. El fin absoluto.