La Sombra de la Envidia
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Capítulo 3

"¿¡Sofía!? ¿¡Qué significa esa foto!? ¿¡Te volviste loca!?"

La voz chillona y llena de incredulidad de Daniela resonó en el silencioso interior del coche, era exactamente la reacción que esperaba.

Javier, a mi lado, abrió los ojos sorprendido por el tono agresivo.

Mantuve mi propia voz tranquila, casi aburrida, un contraste deliberado con su histeria.

"Hola, Daniela. ¿A qué foto te refieres? Acabo de subir una."

"¡No te hagas la tonta conmigo! ¡La del registro civil! ¿Cómo que te casaste con Javier? ¡Apenas ayer lo hiciste tu novio!"

Su voz era una mezcla de rabia y pánico.

Podía imaginarla al otro lado de la línea, con el rostro rojo y los puños apretados, la misma imagen de furia que recordaba de mi vida pasada.

"Bueno, las cosas pasan," respondí con calma. "Cuando sabes que es el indicado, ¿para qué esperar?"

Javier me miró, una chispa de diversión y comprensión comenzando a brillar en sus ojos.

Parecía que estaba empezando a entender que había una razón más profunda para mi comportamiento impulsivo.

"¡No puedes hablar en serio!" gritó Daniela. "¡Ese hombre no te conviene, Sofía! ¡Te lo he dicho mil veces! ¡No sabes quién es en realidad!"

Ahí estaba.

El mismo guion, la misma táctica de sembrar la duda.

Solo que esta vez, yo estaba preparada.

Antes de que pudiera seguir, la interrumpí.

"Daniela, qué curioso que digas eso. Porque la verdad es que no sé mucho de ti últimamente. Por ejemplo, ¿por qué estás tan obsesionada con mi esposo?"

Hice un énfasis deliberado en la palabra "esposo" .

Hubo un silencio al otro lado de la línea, un silencio cargado de veneno.

"¿Tu... esposo?" siseó. "Sofía, escúchame bien. Javier y yo... nosotros tenemos una historia. Él me busca, me llama. Anoche mismo estuvo conmigo."

Javier, que había permanecido en silencio, soltó una risa seca y llena de incredulidad.

Negó con la cabeza, mirándome como si estuviera presenciando la escena más absurda del mundo.

Continué con mi papel, fingiendo una vulnerabilidad que no sentía.

"¿Ah, sí? ¿Estuvo contigo anoche? Qué raro, porque anoche durmió conmigo, en mi cama. De hecho, no se ha separado de mí en las últimas veinticuatro horas."

"¡Mientes!" chilló ella. "¡Él me ama a mí! ¡Siempre me ha amado a mí! ¡Tú solo te interpusiste! ¡Si no me crees, tengo pruebas! ¡Tengo fotos de nosotros!"

"Perfecto," dije, mi voz adquiriendo un filo de acero. "Muéstramelas. De hecho, ¿por qué no vienes ahora mismo a nuestro departamento y nos las muestras a los dos? Estamos a punto de llegar."

Le dicté la dirección, la misma dirección que ella ya conocía perfectamente.

Sabía que no vendría, no todavía.

Su plan era manipularme a distancia, romperme psicológicamente antes de dar el siguiente paso.

"¿Crees que soy estúpida?" respondió, su voz temblando de rabia. "Sé que él está ahí contigo. ¡Me lo vas a pagar, Sofía! ¡Juro que me las vas a pagar!"

Y colgó.

El silencio volvió a llenar el coche.

Javier detuvo el coche en el estacionamiento de nuestro edificio y se giró para mirarme.

Su rostro ya no mostraba confusión, sino una profunda preocupación y una ira creciente dirigida hacia Daniela.

"Sofía, ¿qué demonios fue eso? ¿Ella siempre ha sido así? ¿De qué historia habla? Jamás he tenido nada que ver con ella más allá de ser tu amiga."

Tomé su mano y la apreté con fuerza.

"Lo sé, Javier. Sé que eres inocente. Y no, no siempre fue así, o al menos, yo no me había dado cuenta."

Me miró, esperando una explicación más completa.

Sabía que se la debía.

"Hay muchas cosas que necesito contarte," le dije suavemente. "Cosas que pueden sonar locas, pero te pido que me escuches y que sigas confiando en mí."

"Sofi, después de lo de hoy, creo que estoy preparado para cualquier cosa," dijo con una media sonrisa. "Pero una cosa es segura, no quiero a esa mujer cerca de ti. Está... desquiciada."

"Lo sé," confirmé, mi voz sombría. "Y no te preocupes. Esta vez, me aseguraré de que no pueda hacernos daño."

Subimos al departamento en silencio.

La adrenalina del enfrentamiento telefónico comenzó a disiparse, dejando en su lugar una fría resolución.

Esto era solo el comienzo.

Daniela no se rendiría tan fácilmente.

En mi vida anterior, sus mentiras me habían costado todo.

En esta vida, sus mentiras serían su propia perdición.

            
            

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