Tomó mi mano, pero yo la aparté con la poca fuerza que tenía. Su tacto me quemaba.
"El doctor dijo que fue un colapso por estrés. Demasiada presión" . Acarició mi cabello. "Te prometo que nadie volverá a lastimarte. Me encargaré de ello" .
Cerré los ojos, fingiendo debilidad para no tener que mirarlo. Necesitaba que se fuera, necesitaba estar sola.
"Estoy cansada" , susurré. "Quiero dormir" .
"Claro, descansa. Estaré aquí afuera si me necesitas" .
Besó mi frente y salió de la habitación, cerrando la puerta suavemente. El silencio era un alivio. Pero no duró mucho. Escuché voces en el pasillo, justo afuera de mi puerta. Eran Ricardo y Carolina.
"¿Está bien?" , preguntó Carolina, con un tono que pretendía ser preocupado.
"Sí, solo está agotada. El plan de tu amiga y la mamá de Mateo funcionó, aunque quizás demasiado bien" , respondió Ricardo. Su voz era fría, sin rastro de la preocupación que me había mostrado a mí.
"Te dije que era arriesgado. Si le pasa algo antes de que firmemos los papeles de la herencia de Mateo..." .
"No le pasará nada. Es más fuerte de lo que parece. Pero tenemos que acelerar las cosas. El 'accidente' de Mateo tiene que ocurrir pronto" .
Hubo una pausa. Luego la voz de Carolina, más suave, más íntima.
"¿Y qué pasará con nosotros, Ricardo? ¿Después de Mateo?" .
"Después de Mateo, seremos libres. Y nuestro hijo tendrá el imperio que merece" .
Sentí como si el mundo se detuviera. ¿Su hijo? ¿Carolina y Ricardo iban a tener un hijo? Un dolor agudo, más profundo que cualquier otro que hubiera sentido, me atravesó. No era solo una traición, era un reemplazo total. Me estaban borrando de la existencia, pieza por pieza, para construir su propia vida sobre mis ruinas.
La puerta se abrió y entró Carolina, sola. Tenía una sonrisa triunfante en el rostro. Se acercó a mi cama.
"Pobre Sofía. Siempre tan frágil" .
Se detuvo a mi lado y, deliberadamente, se acarició el vientre, que ahora noté que estaba ligeramente abultado bajo su vestido.
"Ricardo está muy preocupado por ti. Pero no te apures, yo lo cuidaré muy bien" .
La revelación, la burla en su rostro, la traición de la mujer que llamé hermana... algo dentro de mí se rompió.
"Tú..." , logré decir, mi voz un graznido.
"¿Yo? Yo solo tomé lo que siempre debió ser mío. Tu talento, tu vida, tu hombre. Siempre te he envidiado, Sofía. Ahora, todo es mío" .
En un arrebato de furia impotente, intenté levantarme, abalanzarme sobre ella, pero mi cuerpo no respondió. Ella se rio y me empujó de vuelta a la almohada con una sola mano.
"Ni lo intentes. Estás acabada" .
En ese momento, Ricardo entró de nuevo en la habitación. Vio la mano de Carolina sobre mi pecho, vio mi rostro lleno de lágrimas y rabia. Por un instante, esperé que la defendiera, que mostrara una pizca de decencia.
Pero no lo hizo.
Miró a Carolina, luego a mí, y su elección fue clara. Se acercó a Carolina y la rodeó con su brazo, atrayéndola hacia él.
"Déjala, Caro. No vale la pena" .
Me miraron juntos, los dos, desde el otro lado de un abismo de traición. Él la había elegido a ella. Me había abandonado a la loba. En ese instante, todo el dolor, toda la humillación, toda la tristeza se evaporaron, y en su lugar quedó un vacío helado. Un desierto. Y en medio de ese desierto, una sola semilla comenzó a germinar. Era negra, dura y fría. La semilla de la venganza.
Ya no era una víctima. Era una sobreviviente. Y ellos no sabían con quién se habían metido. Miré sus rostros sonrientes y juré en silencio. Me levantaré de estas cenizas. Y cuando lo haga, los quemaré a todos.