La Resonancia del Amor Eterno
img img La Resonancia del Amor Eterno img Capítulo 1
2
Capítulo 5 img
Capítulo 6 img
Capítulo 7 img
Capítulo 8 img
Capítulo 9 img
Capítulo 10 img
Capítulo 11 img
Capítulo 12 img
Capítulo 13 img
Capítulo 14 img
Capítulo 15 img
Capítulo 16 img
Capítulo 17 img
Capítulo 18 img
Capítulo 19 img
Capítulo 20 img
Capítulo 21 img
Capítulo 22 img
Capítulo 23 img
Capítulo 24 img
Capítulo 25 img
Capítulo 26 img
Capítulo 27 img
Capítulo 28 img
Capítulo 29 img
Capítulo 30 img
Capítulo 31 img
img
  /  1
img

Capítulo 1

El sistema emitió un sonido frío y mecánico en la mente de Luna.

[Progreso de la misión de afecto: 0%.]

[Afecto de los padres: 0%.]

[Afecto del esposo: 0%.]

[Afecto del perro de la casa: 0%.]

Luna yacía en la cama, su cuerpo delgado y frágil casi perdido entre las sábanas. Habían pasado dieciocho años desde que llegó a este mundo, el México del siglo XIX, un lugar completamente ajeno a su tiempo. Dieciocho años de una misión inútil.

Llegó aquí como un alma desesperada, huyendo de una enfermedad terminal en el siglo XXI, con una única condición del sistema para sobrevivir: ganar el afecto de una persona en este nuevo mundo.

Trabajó duro para ello. A los tres años, intentó ganarse a sus padres con sonrisas y obediencia, pero todos sus esfuerzos fueron en vano, sus ojos siempre estaban puestos en su hermana melliza, Sofía.

A los quince, se casó con Mateo, el Regente, el hombre más poderoso de la región, un hombre al que ella había salvado en el campo de batalla usando los conocimientos de su vida pasada, pero el afecto de él también fue nulo.

Ahora, a los dieciocho, hasta el perro que ella misma había rescatado y alimentado todos los días, le ladraba con hostilidad.

Cero por ciento. Después de dieciocho años, el resultado seguía siendo un rotundo cero.

Estaba cansada, completamente agotada.

"Sistema, me rindo", dijo Luna con una voz apenas audible, su garganta seca. "Abandono la misión."

La voz del sistema no mostró ninguna emoción, solo una fría advertencia.

[Advertencia: si la anfitriona abandona la misión, será devuelta a su mundo original en el momento de su muerte. ¿Confirma su decisión?]

"Confirmo."

La respuesta de Luna fue inmediata, sin rastro de duda. Prefería morir en su propio tiempo que seguir viviendo esta farsa un día más.

[Decisión confirmada. La misión de afecto ha sido cancelada.]

[Mecanismo de castigo activado. La anfitriona morirá en este mundo en siete días.]

[Todos los objetos del sistema serán retirados. La enfermedad terminal será implantada.]

Un dolor agudo, como si mil agujas se clavaran en cada célula de su cuerpo, la recorrió de pies a cabeza. Luna se encogió, ahogando un gemido mientras el sudor frío perlaba su frente. El dolor era idéntico al que había sufrido en su vida anterior, una tortura que la había llevado al borde de la desesperación.

Justo en ese momento, la puerta de la habitación se abrió de golpe.

Mateo, su esposo, entró con el ceño fruncido, su imponente figura llenando el marco de la puerta. Su mirada fría la barrió de pies a cabeza, sin una pizca de preocupación, solo ira.

"¿Todavía sigues aquí holgazaneando?", su voz era dura y cortante. "Sofía está enferma, ¿y tú, su hermana, en lugar de rezar por ella, te quedas acostada como si nada?"

Sin esperar respuesta, Mateo la agarró del brazo y la arrastró fuera de la cama con una fuerza brutal. Luna cayó al suelo, el dolor de su cuerpo intensificándose con el golpe.

"Levántate," ordenó él. "Ve al pueblo y pide limosna para Sofía, para comprar las medicinas que necesita."

Luna levantó la vista, sus ojos nublados por el dolor, pero llenos de una nueva y fría claridad. Recordó todas las veces que había usado sus conocimientos y los recursos del sistema para ayudar a su familia y a Mateo. Cada hierba medicinal que encontraba, cada consejo estratégico que le daba en secreto durante la guerra, cada oportunidad de negocio que les susurraba, todo había sido atribuido a Sofía. Sofía, la favorita, la que siempre recibía el crédito mientras Luna permanecía en la sombra, invisible.

Incluso su matrimonio con Mateo fue un arreglo para beneficiar a Sofía. En su noche de bodas, Sofía fingió un leve malestar y Mateo, sin dudarlo, la envió a un convento durante tres años completos, solo para que rezara por la salud de su hermana. Tres años de su juventud, robados.

Ahora, al borde de la muerte, se negaba a seguir siendo su marioneta.

"No iré", dijo Luna, su voz temblorosa pero firme.

La sorpresa cruzó el rostro de Mateo, seguida de una furia aún mayor. Era la primera vez que ella se atrevía a contradecirlo.

"¿Qué has dicho?", siseó él, inclinándose sobre ella.

"Dije que no iré."

Mateo la abofeteó. La fuerza del golpe hizo que su cabeza se estrellara contra el suelo de madera. El mundo de Luna giró por un momento.

Sin decir una palabra más, la arrastró fuera de la casa, a través del patio frío, y la abandonó en la base de la montaña que rodeaba la propiedad. La noche era oscura y el viento helado cortaba su piel.

"Quédate aquí hasta que cambies de opinión", dijo él, antes de darle la espalda y marcharse, dejándola sola en la oscuridad.

Al día siguiente, el sol apenas comenzaba a asomarse cuando Sofía apareció. Estaba radiante, vestida con sedas finas, sin el menor rastro de enfermedad.

"Hermanita, ¿disfrutando del aire fresco?", se burló, su voz goteando veneno.

Luna no respondió, simplemente la miró con ojos vacíos.

La sonrisa de Sofía se desvaneció, reemplazada por una expresión de malicia. De repente, se llevó una mano al pecho y fingió un desmayo, cayendo suavemente al suelo justo cuando Mateo y su padre llegaban.

"¡Sofía!", gritó su padre, corriendo hacia ella.

Mateo se giró hacia Luna, sus ojos ardiendo de furia. "¡Mira lo que has hecho! ¡Tu egoísmo casi mata a tu hermana!"

La agarró del pelo y la obligó a arrodillarse en la nieve que había comenzado a caer durante la noche.

"Arrodíllate aquí y reza por el perdón," ordenó su padre, su voz desprovista de cualquier afecto paternal. "No te moverás hasta que Sofía se recupere."

La dejaron allí, arrodillada en la nieve helada, mientras se llevaban a Sofía, que les lanzó una mirada triunfante por encima del hombro. Luna cerró los ojos, el frío penetrando hasta sus huesos, y por primera vez, sintió una extraña paz. La cuenta regresiva había comenzado.

            
            

COPYRIGHT(©) 2022