El Duelo del Alma
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Capítulo 3

La amenaza de Marco resonó en mis oídos, pero en lugar de miedo, despertó un recuerdo vívido y doloroso. Un flashback de mi vida pasada me golpeó con la fuerza de un puñetazo en el estómago. Me vi a mí misma, sola y rota, después de ser expulsada de la academia. Lo había llamado, buscando consuelo, buscando al hombre que me había prometido estar a mi lado para siempre. Pero él nunca contestó. Días después, lo vi. Lo vi riendo con Isabella, su mano en su cintura, celebrando la victoria que ella me había robado.

Anunciaron su compromiso una semana después de que el mío se rompiera "oficialmente" .

Ese recuerdo borró cualquier duda, cualquier vacilación que pudiera haber quedado en mí. La mujer que él amenazaba ya no existía.

Levanté la mano y le di una bofetada.

El sonido agudo y restallante resonó en el pasillo, dejando a todos en un silencio absoluto. Incluso Isabella dejó de llorar por un segundo, sorprendida.

La mejilla de Marco se enrojeció al instante. Me miró con una incredulidad total, como si no pudiera procesar lo que acababa de suceder.

"Nunca," dije, mi voz baja y peligrosa, "vuelvas a amenazarme."

Me incliné hacia él, invadiendo su espacio personal, mi mirada ardiendo con una furia que él nunca había visto. "¿Nuestro compromiso? ¿Nuestra reputación? No te equivoques, Marco. Tú estás aquí, en esta academia, gracias a tu relación conmigo, con la nieta de Elvira Reyes. Tu estatus, tu futuro, dependen de mí, no al revés. Eres tú quien debería tener cuidado."

Su rostro pasó de la incredulidad a la rabia. "¿Cómo te atreves...?"

"Me atrevo," lo corté, enderezándome y dirigiendo mi atención de nuevo a la multitud que nos observaba. Mi voz se elevó, clara y autoritaria. "Y me atrevo a hacer cumplir las reglas de esta casa. Las reglas que mi abuela estableció para proteger el alma de nuestro arte."

Miré directamente a Isabella, que seguía escondida detrás de Marco.

"Según el artículo siete del código de conducta de la Academia Reyes, el intento de plagio se considera un acto de sabotaje y traición," declaré, citando un estatuto que todos conocían pero que rara vez se invocaba con tanta seriedad. "El castigo no es una simple reprimenda. Es la expulsión inmediata y la prohibición permanente de participar en cualquier evento sancionado por nuestra familia."

Un murmullo de asombro recorrió el pasillo. Había elevado una disputa personal a un crimen capital dentro de nuestro mundo. La palabra "expulsión" era una sentencia de muerte para la carrera de cualquier bailarín.

"Y cualquier persona que encubra o defienda al culpable," añadí, mirando directamente a Marco, "será considerado cómplice y enfrentará las mismas consecuencias."

El efecto fue inmediato. Las pocas personas que podrían haber sentido lástima por Isabella ahora retrocedieron un paso, sus rostros mostrando un miedo palpable. Nadie se atrevía a desafiar el código de la academia, no cuando la matriarca, Doña Elvira, era conocida por su justicia implacable. La atmósfera cambió por completo, ya no era un drama de celos entre primas, era un juicio.

Ahora yo tenía el control absoluto.

"Isabella," ordené, mi voz sin dejar lugar a la discusión. "Vas a vaciar tu bolso aquí mismo, delante de todos. Y luego, te arrodillarás y pedirás perdón. No a mí, sino al espíritu de esta academia que has insultado."

Marco intentó intervenir. "¡Sofía, esto es una locura! ¡No puedes hacer esto!"

"Observa cómo lo hago," respondí fríamente.

Di un paso hacia Isabella, mi intención clara. Iba a hacerla cumplir mi orden, a la fuerza si era necesario. Estaba a punto de tomar su bolso cuando un grito furioso detuvo todo.

"¡SOFÍA! ¡¿QUÉ CREES QUE ESTÁS HACIENDO?!"

La voz era un trueno. Una figura imponente apareció al final del pasillo, moviéndose hacia nosotros con una furia que helaba la sangre. Era mi tío Alejandro, el padre de Isabella, un hombre con poder e influencia en la junta de la academia, y que siempre había favorecido a su hija por encima de mí.

Su llegada inesperada cambió el juego una vez más. El aire se llenó de una nueva y peligrosa tensión.

                         

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