Fácil fue amarla, difícil fue dejarla
img img Fácil fue amarla, difícil fue dejarla img Capítulo 2 Atrapado con las manos en la masa
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Capítulo 5 Sin dejarle espacio para esconderse img
Capítulo 6 ¿Te besó img
Capítulo 7 Condones ultra delgados img
Capítulo 8 No había notado nada extraño img
Capítulo 9 Devolviéndole la chaqueta img
Capítulo 10 Renovación de patentes img
Capítulo 11 Abofetear a Haley img
Capítulo 12 Subirse al auto equivocado img
Capítulo 13 El viaje equivocado img
Capítulo 14 Usar la patente gratis img
Capítulo 15 William revisaría la lista img
Capítulo 16 Peldaños hacia el poder img
Capítulo 17 Hacer feliz a Haley img
Capítulo 18 Atraparla img
Capítulo 19 Asegúrate de que sea humillada img
Capítulo 20 ¿De verdad te crees tan importante img
Capítulo 21 Eres increíble img
Capítulo 22 Sentada en el regazo de William img
Capítulo 23 Un malentendido img
Capítulo 24 ¡Vaya espectáculo con ese vestido! img
Capítulo 25 Fue demasiado duro con ella esa noche img
Capítulo 26 Detener el auto img
Capítulo 27 Desaparecer de su mundo img
Capítulo 28 ¿Lo descubrió img
Capítulo 29 Vigílala img
Capítulo 30 Marc no era digno de eso img
Capítulo 31 Sigue siendo basura img
Capítulo 32 Ella no estaba en la lista img
Capítulo 33 Decididas por otro plan img
Capítulo 34 No es tan frágil como crees img
Capítulo 35 ¿Por qué no has vuelto a casa img
Capítulo 36 Un acosador era más bajo que la escoria img
Capítulo 37 Despotricando y delirando img
Capítulo 38 Traza una línea clara img
Capítulo 39 Stella pagaría las consecuencias img
Capítulo 40 La figura de Stella img
Capítulo 41 Úsalos como quieras img
Capítulo 42 Obligada a firmar un contrato img
Capítulo 43 Los haría pagar img
Capítulo 44 Preparándose para contraatacar img
Capítulo 45 ¿Una dama de sociedad convertida en amante img
Capítulo 46 Para vencer a Stella img
Capítulo 47 Malentendido img
Capítulo 48 ¿Dónde estaban las fotos img
Capítulo 49 ¿Qué demonios hice img
Capítulo 50 Le arrojó el vino en la cara img
Capítulo 51 ¿Estas lesiones no son evidencia suficiente img
Capítulo 52 Expuesta por accidente img
Capítulo 53 Tu madre me dijo que lo hiciera img
Capítulo 54 No quiero tu dinero img
Capítulo 55 La verdadera extraña img
Capítulo 56 Él la respalda img
Capítulo 57 Salvar su reputación delante de William img
Capítulo 58 ¿Stella realmente había llamado a la policía img
Capítulo 59 Querer que se la tragara la tierra img
Capítulo 60 El traje debería quedar perfecto esta vez img
Capítulo 61 Colapso por completo img
Capítulo 62 Culpándose entre ellas img
Capítulo 63 ¿Qué artimañas habrá usado img
Capítulo 64 ¿Parezco ciego img
Capítulo 65 Profunda satisfacción img
Capítulo 66 ¿Quieres que te ayude a frotar la espalda img
Capítulo 67 Ella lo malinterpretó img
Capítulo 68 Ella se fue img
Capítulo 69 La fecha de su cumpleaños img
Capítulo 70 Un hombre frío img
Capítulo 71 Un comportamiento desvergonzado img
Capítulo 72 Parece que se besan img
Capítulo 73 El amor la volvió irracional img
Capítulo 74 Bocadillo de medianoche img
Capítulo 75 No era apropiado img
Capítulo 76 A William le gustaban los hombres img
Capítulo 77 ¿De verdad era tan importante img
Capítulo 78 Presunta muerte img
Capítulo 79 La mejor opción img
Capítulo 80 Te aseguro que no está en mi camino img
Capítulo 81 Interesante img
Capítulo 82 ¿Cómo podía no ser Stella img
Capítulo 83 Un verdadero caballero no acosa a una mujer img
Capítulo 84 Intrigas img
Capítulo 85 ¿En serio su ropa era tan fea img
Capítulo 86 Extraño, pero tolerable img
Capítulo 87 Su plan se desmoronó img
Capítulo 88 Ella debe preocuparse por él img
Capítulo 89 ¿No he sido lo suficientemente bueno con ella img
Capítulo 90 Te presentaré a alguien img
Capítulo 91 ¿Te gusto img
Capítulo 92 Vergüenza img
Capítulo 93 Protegiendo a tu novia img
Capítulo 94 Tres bofetadas img
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Capítulo 2 Atrapado con las manos en la masa

Stella condujo su modesto Volkswagen negro hasta la puerta del Instituto de Investigación Hookwood. Apenas entró al edificio principal de oficina, Lainey Lewis, una colega antigua, se le acercó y la agarró de la muñeca.

"¿En serio has venido a presentar la solicitud? Stella, ¿qué está pasando? No respondiste a mis mensajes. No puedes tomar una decisión así por capricho. Este proyecto no es un experimento cualquiera. Antes de tomar una decisión, debiste haberlo discutido con Marc".

Stella sintió un fuerte dolor en el pecho, pero permaneció en silencio. En lugar de responder, desbloqueó su celular, buscó una conversación en WhatsApp y le extendió el aparato.

En la pantalla aparecieron decenas de mensajes provocativos e imágenes sugerentes. Y todos habían sido enviados más de una vez. Había una foto en particular que dejaba poco a la imaginación.

"¡Ese canalla! Si no fuera por las patentes que le diste en su día, ni siquiera habría sobrevivido al lanzamiento. ¿Y ahora se atreve a engañarte? Regresaré a tu casa contigo. Juro que haré que te pida perdón de rodillas", exclamó Lainey, con la ira ardiendo en sus pupilas, tras echarle un vistazo al celular y empujarlo de vuelta a las manos de su amiga.

"No, eso no será necesario", respondió su interlocutora, agarrándola rápidamente del brazo.

"¿Cómo que no? Después de lo que ha hecho, ¿te vas a quedar de brazos cruzados y dejar que se salga con la suya?", preguntó la otra, con la voz temblorosa.

"No, nunca", respondió Stella, guardando el celular en el bolsillo de su abrigo. "Pero confrontarlo directamente sería demasiado fácil. Quiero que sufra... que realmente se arrepienta de todo".

Lainey no dijo nada más, pues conocía bien a su compañera: en el laboratorio, era brillante; en su vida diaria, completamente honesta. Sin embargo, si alguien la llevaba más allá de su límite, ella no se quedaría sin reaccionar. Regresaría cuando menos lo esperaran, con precisión y fuerza.

Juntas, caminaron hacia la oficina administrativa. Allí, el llenado de los formularios ocurrió sin problemas. Con unas cuantas firmas y unos pocos sellos, el asunto quedó finiquitado; solo faltaba la aprobación final.

Antes de irse, Stella se ofreció a ayudar en un seminario académico organizado por el instituto, así que recolectó los materiales necesarios. A las 3:30 p.m., el evento en el Hotel Grace había concluido.

Ella, sosteniendo una carpeta contra su pecho, avanzó del vestíbulo al estacionamiento. En el camino, una risa familiar llegó hasta sus oídos.

"Vamos, sé buena".

En ese momento, Stella se tensó y se giró lentamente. La traición la impactó con la fuerza de un rayo.

Marc tenía su brazo alrededor de una mujer de cabello largo y cintura delgada, a la que guiaba hacia la entrada del hotel.

"Te extrañé... te extrañé tanto", dijo la desconocida, en un tono dulce e íntimo inclinándose sobre Marc.

Acto seguido, deslizó sus labios desde el lóbulo de su oreja hasta el cuello del hombre, embarrándole la piel con su labial rojo.

Él soltó una risa baja y cariñosa, antes de apretarla más contra sí; la agarraba de la cintura con firmeza.

Stella sintió una opresión en el pecho y se le nubló la vista. Se dio cuenta de que esa descarada había seguido a su esposo hasta el hotel. Los adúlteros ni siquiera pudieron esperar a que se hiciera de noche.

Entonces, a través de la puerta giratoria de cristal, la pareja se miró a los ojos.

Marc tenía las pupilas oscuras y llenas de deseo, mientras que las de Stella irradiaban tranquilidad y calma, aunque había un destello de burla en ellas.

De repente, el ambiente entre los dos se tensó.

La amante también la vio, pero en lugar de parecer sorprendida, sonrió con suficiencia y volvió a besar a Marc, aunque esta vez más profunda y deliberadamente, como si estuviera marcando su territorio.

Stella sintió que la bilis le subía por la garganta; el estómago se le revolvió por las náuseas. Se dio la vuelta, pues no quería presenciar ese espectáculo más tiempo. Llegó hasta la puerta de su auto, pero antes de que pudiera entrar, una mano se lo impidió desde atrás.

Marc la había seguido. En ese momento estaba sin aliento, y el olor del perfume audaz de la mujerzuela aún se aferraba a él, lo suficiente para que su esposa se sintiera mal.

"¡Suéltame!", exclamó Stella, intentando zafarse de su agarre y abrir la puerta, pero él la superaba en fuerza.

Marc no dijo nada, simplemente la agarró por la cintura, la empujó hacia el asiento trasero y se deslizó también. Sus afiladas facciones parecían tensas, y en sus ojos titilaba una mezcla de ansiedad e impaciencia. "Stella, por favor, déjame explicarte lo que pasó".

"Límpiate el labial de la boca antes de empezar a hablar", soltó ella, en un tono helado, retrocediendo lo más que pudo, pues no tenía un lugar a dónde huir.

A su esposo se le cayó la cara de vergüenza. Se llevó la mano hasta la boca sin pensarlo, mientras un destello de pánico aparecía en sus pupilas.

"El acuerdo de Marina Horizon está peligrando. Yo he estado preocupado por el financiamiento, así que contacté a Nova Holdings. Haley Smith es la hija de uno de los miembros directivos de esa empresa. No habla bien nuestro idioma y había estado bebiendo, así que vine para asegurarme de que regresara sana y salva a su hotel", dijo.

Luego se inclinó sobre su esposa y le habló con el tono suave que utilizaba cuando quería encantarla: "Ella es de Achury. Y tú sabes que la gente de su país es muy relajada. Te juro que seré más cuidadoso a partir de ahora. No te enojes, ¿de acuerdo? Te lo compensaré".

"Entonces... ¿Así es como aseguras las inversiones? ¿Acercándote a las hijas de tus socios?", inquirió ella, clavándole su mirada fría y dura.

Stella habló con una calma escalofriante, demasiado compuesta para estar enojada. No hubo gritos ni lágrimas.

Sus palabras tranquilas le quitaron cualquier excusa a Marc, pues cualquier cosa que dijera carecería de sentido. De golpe, él volvió a sentirse vacío y, frustrado, se quitó la corbata para poder respirar mejor.

"Stella, vamos. Solo lo hago por trabajo. ¿En serio vas a montar un escándalo por esto?", se defendió.

La aludida casi se rio, pues ni siquiera había alzado la voz. ¿Acaso esa era su forma de pedirle que le mostrara las fotos de su infidelidad para que viera lo que era un verdadero drama? El amor que había albergado por tantos años hacia su marido ahora la quemaba por dentro.

"Marc, si ya te has cansado de mí, sé honesto. No me aferraré a ti. Te daré el divorcio que tanto deseas".

¿Qué necesidad tenía de soportar su doble vida? ¿Por qué tenía que aguantar sus mentiras?

Apenas esas palabras salieron de su boca, su esposo la agarró con fuerza del hombro, y clavando su mirada, tan fría como el hielo sobre ella, declaró: "No vuelvas a decir eso nunca. Prometimos que, sin importar lo que pasara lo resolveríamos. El divorcio no es una opción. Ni siquiera lo menciones".

'¿Resolverlo? Él ya estuvo con otra persona. ¿Qué queda por arreglar?', reflexionó Stella. En ese momento, se sentía atrapada en una red de espinas. Con cada respiración, estas la cortaban más profundo.

De repente, el celular de Marc sonó. Este lo revisó, frunció el ceño y rechazó la llamada.

Sin embargo, su esposa había visto el nombre en la pantalla: "Cariño Salvaje". Antes de que él pudiera guardar el dispositivo, este volvió a iluminarse, aunque ahora eran notificaciones de WhatsApp las que aparecían en la pantalla. Y el remitente estaba registrado como "Bebé Ardiente".

"Bebé, no aguanto más el dolor".

"Te necesito. Ven ahora".

"Estoy sangrando... ¿moriré?".

Los tres mensajes, escritos en Achure, llegaron uno tras otro.

            
            

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