Amor Robado, Alma Liberada
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Capítulo 4

La supuesta intento de suicidio de Calista fue, como siempre, puro teatro. Unos rasguños superficiales en la muñeca, suficientes para llamar la atención de todos y asegurarse de que el mundo girara a su alrededor.

Vuelvo a la mansión esa noche. El ambiente es sombrío. Mis padres y Leonardo están sentados en la sala, hablando en susurros. Calista está arriba, "descansando".

Miro mi celular. Faltan siete días para mi vuelo. Siete días.

Los días siguientes son una tortura silenciosa. Me muevo por la casa como un fantasma, ignorada por todos. Como sola en la cocina. Duermo en mi cuarto de servicio. Cuento las horas.

Una noche, cuando faltan tres días para mi partida, la familia me convoca a la biblioteca. Es la primera vez que me dirigen la palabra en una semana.

Están todos allí. Mi padre, mi madre, Pilar, mi hermana menor, y Leonardo. Calista no está, pero su presencia lo llena todo.

"Adela", empieza mi padre con un tono solemne. "Hemos tomado una decisión".

Mi madre toma la palabra. Su voz es suave, casi amable, lo que la hace aún más peligrosa.

"Calista no está bien. El psiquiatra dice que su depresión se ha agravado por el estrés de tu regreso y de la próxima boda. Dice que la única forma de que se recupere es eliminando la fuente de su ansiedad".

Miro a Leonardo. Él no me mira a los ojos. Fija la vista en un punto en la pared.

"Leonardo ha aceptado casarse con Calista", anuncia mi padre. "Será una ceremonia pequeña, privada. Es lo mejor para todos".

El silencio en la habitación es absoluto. Espero sentir algo. Dolor, ira, traición. Pero no siento nada. Es como si estuviera viendo una película mala.

Pilar, mi hermana biológica, que hasta ahora había permanecido en silencio, me mira con una mezcla de pena y desdén.

"¿No vas a decir nada?", pregunta. "¿No te importa que te roben a tu prometido?"

Miro a Leonardo.

"¿Estás de acuerdo con esto?", le pregunto con calma.

Él finalmente me mira. Sus ojos están llenos de una agonía que ya no me conmueve.

"Adela, es por su salud. El doctor dijo que necesita un ambiente estable. Un matrimonio conmigo le dará la seguridad que necesita para sanar. Es solo... para que se mejore".

"¿Y nuestra boda?", pregunto, solo por ver qué dice.

"La pospondremos", responde débilmente. "Cuando Calista esté mejor, nosotros..."

"Es una mentira", susurro, más para mí que para ellos.

Calista vuelve a actuar. Se oye un ruido en el piso de arriba, un grito ahogado.

"¡Me duele! ¡No puedo respirar!", grita Calista.

Leonardo y mis padres salen corriendo de la biblioteca. Pilar se queda, mirándome con furia.

"¡Mira lo que has hecho! ¡Por tu culpa, mi hermana está sufriendo! ¿Por qué no puedes simplemente ceder? ¡Siempre has tenido que arruinarlo todo para Calista!"

Recuerdo todas las veces que me pidieron ceder. Cede tu cuarto a Calista, es más grande. Cede tu vestido a Calista, a ella le queda mejor. Cede tu beca a Calista, ella la necesita más. Cede tu libertad por Calista.

Una idea fría y cruel nace en mi mente.

"Está bien", digo, mi voz sorprendentemente firme. "Dejaré que Leonardo se case con ella".

Pilar me mira, sorprendida.

"Pero tengo una condición", añado, mirándola directamente a los ojos. "Quiero que Calista se arrodille y me pida perdón. Delante de todos. Si lo hace, renuncio a Leonardo para siempre".

                         

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