El despertar de una hija adoptiva traicionada
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Capítulo 4

Agarré la cobija con desasosiego. "¡No, no!".

Soñé que Cathryn me empujaba a la muerte, tirándome al mar.

Desperté de golpe, sintiendo el dolor en la mano, y supe que también la había perdido.

Cada vez sentía más fuerte las ganas de irme.

¡No pensaba dejarlos escapar!

Estando ya casi repuesta, me senté junto a la ventana en una silla de ruedas, leyendo tranquila un libro.

Cathryn se acercó con un ramo de flores, con una sonrisa dulce mientras me lo ofrecía.

"Harlee, me enteré de que estás a punto de ser dada de alta. Te traigo estas flores con todo mi cariño. Tienes que aceptarlas".

Le eché una mirada helada a la chica de apariencia dulce e inocente frente a mí.

Con solo ver su cara tan linda, cualquiera pensaría que era un ángel, pero yo sabía que por dentro albergaba un demonio.

Alcé la mano y quité de un golpe las flores frente a mí.

Lo malo es que era alérgica al polen.

Tan pronto como las trajo, sentí un picor en la nariz y mi piel comenzó a enrojecerse.

A Cathryn se le puso la cara blanca al ver las flores en el suelo.

"Harlee, ¿aún no me perdonas?".

Recogió las flores y me las metió en los brazos sin dar explicaciones.

A propósito restregó el ramo contra mi mejilla y cuello, con voz de queja pero con un dejo de maldad que casi no se notaba: "Te las escogí con mucho cuidado, cada una representa mi arrepentimiento, ¡acéptalas por favor!".

De pronto me envolvió el fuerte aroma del polen.

La piel se me llenó al instante de ronchas enormes que se veían crecer, con una comezón horrible. Empecé a respirar con dificultad, con la garganta cerrada, haciendo ruidos roncos.

"Quítalas...".

Intenté apartarlas con dificultad, pero mi cuerpo débil y mi mano lisiada no podían hacer nada.

Cathryn miró el estado en que estaba, con cara de preocupación pero con los ojos brillando de emoción.

"Harlee, ¿qué te pasa? ¿Es que todavía no quieres aceptar mi disculpa?".

Justo cuando ya casi me ahogaba y me mareaba, Jared y Kaiden entraron corriendo al oír el sonido.

"Cathryn, ¿qué pasa?". Kaiden la protegió de inmediato.

"Kaiden, Jared... nomás quería regalarle flores a mi hermana para disculparme, ella... ¿será que me odia?".

Cathryn se les echó encima, sus hombros temblaban como si estuviera desconsolada.

Jared vio lo horrible que me veía, con la cara llena de ronchas y respirando agitada, y frunció el ceño con un tono lleno de impaciencia y disgusto.

"Harlee, ¿qué truco estás haciendo ahora? Cathryn lo hizo con buena intención, ¿no podrías simplemente aceptarlo?".

Con rudeza volvió a empujar las flores contra mi pecho, tratando de animar a esa mujer.

Jared me echó una mirada fría, consolando suavemente a Cathryn mientras le rodeaba los hombros.

"No te sientas mal por una desagradecida. Ella no se lo merece".

Los tres se quedaron viéndome luchar con el dolor de la alergia en la silla de ruedas, pero a ninguno se le ocurrió llamar a un médico.

Al final, el escándalo que armé atrajo a una enfermera que llamó al doctor, y me pusieron una inyección de emergencia, entonces por fin me alivié.

Quedé tumbada en la cama del hospital, sin fuerzas, mi piel cubierta de erupciones que aún quemaban y picaban.

En ese instante en que casi me ahogaba, los instintos de supervivencia y un deseo de venganza me llenaron el corazón.

Cathryn miró a la persona sin vida en la cama, y por dentro rebosaba de satisfacción.

¡Estaba decidida a acabar con esa maldita que le había traído tantas molestias!

¡Iba a recuperar todo lo que por derecho era suyo!

Bajó la vista a su teléfono, y una sonrisa malévola le salió en la cara.

Por las alergias y las heridas que no sanaban, me quedé en el hospital.

Cuando el médico me dio permiso para salir, empujé mi silla de ruedas sola hacia el jardín del hospital.

El sol caía sobre el pasto, y el aire tenía una extraña quietud desierta.

Miré con recelo a todos lados. Ese jardín que siempre tenía pacientes, hoy solo me tenía a mí.

Intenté mover la silla de ruedas para volver a mi habitación. Pero unos hombres de caras feroces se aparecieron frente a mí y volcaron violentamente mi silla.

Mi cuerpo se estrelló pesadamente contra el suelo frío y sucio, y el dolor de mi pierna rota me atravesó.

            
            

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