Peón en su retorcido juego de amor
img img Peón en su retorcido juego de amor img Capítulo 4
4
Capítulo 5 img
Capítulo 6 img
Capítulo 7 img
Capítulo 8 img
Capítulo 9 img
Capítulo 10 img
Capítulo 11 img
Capítulo 12 img
Capítulo 13 img
Capítulo 14 img
Capítulo 15 img
Capítulo 16 img
Capítulo 17 img
img
  /  1
img

Capítulo 4

POV de Alicia Gómez:

Me senté en la abarrotada cafetería de la universidad, con un plato de pasta cuajada frente a mí que no podía obligarme a comer. La comida sabía a cenizas en mi boca. Mi mundo se había reducido a una serie de acciones mecánicas: caminar, sentarme, respirar. Cualquier cosa para evitar desmoronarme por completo.

Lo primero que hice después de huir de Braulio fue ir directamente a la oficina de servicios escolares.

-Necesito darme de baja de la universidad -le dije a la mujer de mediana edad y rostro amable detrás del mostrador.

Levantó la vista, sus gafas posadas en la nariz.

-Gómez... Alicia Gómez. Ay, querida. -Sus ojos estaban llenos de lástima. Sabía quién era yo. Todos lo sabían-. ¿Estás segura, hija? Con tu historial... ¿quizás podrías tomarte un semestre libre?

-Estoy segura -dije, mi voz plana-. El escándalo... y ahora un cargo por conducta académica indebida. No tiene sentido quedarse.

Su rostro se entristeció.

-Ay, Ali. Lo siento mucho. -Suspiró y comenzó a buscar los formularios necesarios-. Tomará unos días para que el decano firme todo. Hasta entonces, técnicamente sigues siendo estudiante. Tendrás que asistir a tus clases.

Asentí sin comprender, tomé los formularios y me alejé.

El resto del día pasó en un borrón. Asistí a clases de teoría microeconómica y arte renacentista, las voces de los profesores un zumbido sin sentido. Era un fantasma rondando los pasillos de mi vida anterior.

Cuando terminó mi última clase, estalló una conmoción en la explanada principal. Los estudiantes corrían, sus rostros iluminados con la emoción morbosa que siempre acompaña a un espectáculo. Escuché fragmentos de conversación llevados por el viento.

-...¡no puedo creer que sea Braulio Garza!

-...peleando por Kendra Kaufmann, por supuesto...

-...un tipo del equipo de fútbol americano dijo algo sobre ella...

Mis pies dejaron de moverse. Mi corazón, que pensé que había sido golpeado hasta la sumisión entumecida, dio un doloroso latido. ¿Braulio en una pelea? ¿Por Kendra?

Como una polilla atraída por una llama que ya la había quemado, seguí a la multitud.

En el centro de un gran círculo de estudiantes estaba Braulio. O más bien, una versión de él que nunca había visto antes. Su saco, usualmente impecable, había desaparecido, su corbata estaba torcida y su rostro estaba contraído en una máscara de furia fría. Tenía a un jugador de fútbol americano inmovilizado contra el antiguo roble en el centro de la explanada, con el puño levantado.

Los otros estudiantes estaban zumbando.

-Escuché que ese atleta llamó a Kendra una interesada que hizo que expulsaran a Ali a propósito.

-Se lo merece. Pero vaya, nunca había visto a Garza perder la calma así. Siempre es tan... controlado.

-Supongo que realmente ama a Kendra. Pobre Alicia Gómez. Probablemente la botó en cuanto salió ese video.

Cada palabra era un nuevo grano de sal frotado en mis heridas abiertas. Sabía que todo era una mentira, una actuación para el beneficio de Kendra, pero aun así dolía. Dolía ver la pasión de la que era capaz, una pasión que nunca me había mostrado a mí, no el verdadero él, de todos modos.

Justo en ese momento, la propia Kendra irrumpió entre la multitud, su rostro surcado de lágrimas.

-¡Braulio, detente! ¡Por favor, no hagas esto! -gritó, rodeando su cintura con los brazos por detrás.

El efecto fue instantáneo. Braulio se congeló. La rabia se desvaneció de su rostro, reemplazada por una expresión de ternura feroz y protectora. Soltó al jugador de fútbol, que se escabulló, y se volvió para tomar el rostro de Kendra entre sus manos.

-¿Estás bien? ¿Te lastimó? -murmuró, su voz baja y urgente, sus pulgares limpiando suavemente sus lágrimas.

Nunca lo había visto mirar a nadie así. Tan crudo. Tan desprotegido. Tan lleno de amor. Nunca me había mirado de esa manera. Me había mirado a través de mí. Había dejado que su hermano me tocara, me abrazara, me poseyera en la oscuridad porque no podía molestarse en hacerlo él mismo. Porque estaba guardando esto, esta devoción cruda y sin filtros, para ella.

Cualquier pizca de esperanza estúpida y patética que pudiera haber estado albergando murió en ese momento. Fue una ejecución final y brutal.

Nuestras miradas se encontraron a través de la multitud. Me vio. Su expresión vaciló por un segundo, un destello de algo complejo, ¿molestia?, ¿culpa?, cruzando su rostro. Sus labios se separaron como si fuera a decir algo.

No le di la oportunidad. Le di la espalda, a ellos, a todo el sórdido espectáculo, y me alejé sin mirar atrás.

No me siguió. Sabía que no lo haría.

Más tarde esa noche, envió a Hernán.

Estaba acostada en la cama, mirando al techo, cuando la llave giró en la cerradura. Hernán entró pavoneándose, todavía interpretando su papel a la perfección.

-Hola -dijo suavemente, sentándose en el borde de la cama-. Escuché que tuviste un día difícil.

Simplemente le di la espalda, subiendo las sábanas hasta la barbilla.

-Estoy cansada.

-Lo sé -dijo, su voz un bálsamo suave y practicado. Se acostó detrás de mí, su brazo rodeando mi cintura-. No escuches lo que dice la gente. Y no te enojes por la pelea. Braulio solo estaba defendiendo el honor de Kendra. Ya sabes cómo es con ella. No significa nada.

Oh, la ironía. Me estaba consolando por la devoción de su hermano hacia la mujer con la que ambos estaban obsesionados. La audacia de ello era impresionante. Era una danza de engaño perfectamente coreografiada, y yo era la pareja involuntaria.

Cerré los ojos, fingiendo dormir, dejando que sus palabras sin sentido me bañaran. No tenía la energía para luchar, para gritar, para exponer la mentira. Solo quería que terminara.

Debió haber tomado mi silencio como aquiescencia, porque su mano comenzó a vagar, sus labios presionándose contra mi hombro.

                         

COPYRIGHT(©) 2022