Pero no había nada más lejos de la realidad que eso.
Nunca iba a terminar de acostumbrarme a los sonidos viscosos y gemidos femeninos o masculinos, al parecer tengo mala suerte, porque la habitación que me pidieron limpiar no estaba precisamente vacía.
¿Quién diablos deja la puerta entreabierta? ¿Son unos depravados que les prende ser mirados por otros?
''¿Así...? ¿Está bien así, Damian...?''
Me paralicé al escuchar ese nombre, algo dentro de mí me pidió confirmar lo que había escuchado: Una voz femenina nada parecida a la de Violette teniendo un encuentro íntimo con alguien llamado ''Damian''
'' ¿Acaso te di permiso llamarme por mi nombre? ¿O tu cerebro es tan pequeño que empezaste a imaginar cosas solo porque te dejé colarte a mi sala? ''Dijo él, de repente los ruidos raros habían cesado por completo. '' Mírame bien, ni siqueira has podido causarme una erección ¿Y te atreves a ser descarada?'incluso la frígida de mi prometida es mejor que esto.''
'
Me cubrí la boca con ambas manos para no jadear de sorpresa, mis dedos estaban templando, definitivamente era él, el prometido de Violette, Damian Blackwood teniendo una aventura con otra mujer.
''Si solo vas a llorar por un par de palabras ni siquiera vales la pena como una prostituta.''
La sangre en mis venas hirvió con cólera, ¿Cómo podía decirle cosas tan crueles a una persona sin pensarlo dos veces? Incluso con una prometida tan hermosa y talentosa como Violette ¡Ese bastardo ni siquiera la merece!
- Los perros de tu clase están destinados a morir solos. - Gruñí para mis adentros, apretando el paño de limpieza con ambas manos como si fuera el cuello de ese canalla. - ¡Ojalá tengas disfunción eréctil por el resto de tu vida, hijo de-!
Mientras me echaba hacia atrás, chocar contra un muro cortó mis palabras. Me giré rápidamente y palidecí del susto cuando vi de quién se trataba.
- ¡T-tú! Es decir... Usted...
Era Violette, la prometida de Damian. Sus ojos estaban fijos en mí y yo tragué saliva en seco, por la expresión en su hermoso rostro mientras veía la puerta que yo cerré segundos atrás supe que quizá ella ya lo había visto todo antes que yo.
-¿Estás bien? -pregunté torpemente-. No sé qué pasó, pero si ese tipo te trata así, deberías terminar con él... Lo siento, presencié lo que pasó sin permiso... ¡Juro que no diré nada, así que por favor no me vea como una amenaza!
-No te preocupes por eso, es culpa suya por hacer este tipo de... Escenas en público -murmuró entre sollozos suaves que me partieron el corazón-. Sé lo que intentas decir, pero él es... Bueno, no importa..
Ella me miró a los ojos, pero yo no esperaba que me tomara de las manos.
-... lamento que hayas tenido que presenciar una cara tan fea mía. Serena...
Un momento... ¿Acaso ella?
- ¿...Quién le dijo mi nombre?
Pero ella no me soltó. Sus ojos, ahora llenos de una desesperación creciente me atravesaron como una espada.
-Necesito ayuda -murmuró-. Él... él es tan cruel, pero lo necesito. Me está arruinando, y no sé qué hacer. Si él me deja, no tengo nada. Él controla todo... Mi casa, mis cuentas, incluso mis contactos. Y la última vez... la última vez me dijo que me dejaría en la calle si no le conseguía lo que quería. No sé por qué lo necesita, pero si no lo hago, me quitará hasta el último centavo. Y mi hermana... ella depende de mí...
De repente Violette se estaba aferrando a mí, incluso para hablar libremente nos había encerrado en los baños desocupados de damas, vi la desesperación en sus ojos, pero el escalofrío que me recorrió la espalda me estaba pdiiendo a gritos salir de ahí.
- No sé de qué estás hablando, ¿Cómo podría alguien como yo ser de ayuda? - Intenté excusarme, Violette tenía la salida bloqueada con su cuerpo. - Debo volver al trabajo, lo siento.
- No necesitas fingir frente a mí, yo lo sé todo sobre tí. Incluso sé que no eres una verdadera trabajadora de Eden.
El alma se me bajó a los pies apenas la escuché, no pude evitar girarme hacia ella de manera grotesca, pálida. Si Violette me amenazaba con eso podría tenerme en la palma de sus manos. ¡Incluso puedo ir a prisión!
- ¡Por favor no te asustes, juro que no tengo malas itnenciones contigo! - Se apresuró a explicar, nerviosa. - Y... y también lo siento mucho por lo de tu computadora y tu teléfono -dijo de repente, con un nuevo hilo de lágrimas bajándole por las mejillas-. Fue la única forma que encontré para que me hicieras caso. Pero prometo que, si me ayudas, te quitaré el virus y te dejaré en paz. Te lo juro.
-¿Fui... fuiste tú? -mi voz se volvió áspera, apenas un murmullo antes de transformarse en un rugido sordo que hizo eco en el pequeño baño-. ¡¿FUISTE TÚ LA QUE HACKEÓ MI SISTEMA?! ¡¿TÚ LA QUE SABE MI NOMBRE Y ME ESTÁ AMENAZANDO CON ACCIONES LEGALES?!
- ¡No me dejaste otra alternativa, estabas ignorándome! - Ella trata de explicarse. - Yo realmente necesito tu ayuda, eres la única persona a la que puedo acudir. Yo necesito contratar tus servicios, definitivamente tienes que ayudarme. ¡No hay nadie más para mí que tú!
- Lo siento, no me interesa ayudarte.
¿Cómo se supone que voy a ayudar a una persona como esta?
-Por favor, Serena -dijo-. Sé que esto es mucho, y no esperaba... No soy lo que crees. No quiero hacerte daño. Lo juro. Yo solo quiero venganza.
- ¿Perdón?
- Venganza, eso es lo que quiero. Quiero que Damian reciba una cucharada de su propia medicina. Que sienta lo que es ser humillado, lo que es perderlo todo. Y tú... tú eres la única que puede hacérselo.
Sí, había escuchado muy bien.
- Quiero burlarme del hombre que se burló de mí... Yo estoy cansada de sufrir por un amor no correspondido... Quiero hacer pagar un poco de lo que he recibido todos estos años. Tal vez no parezco alguien de fiar, pero créeme que no es así. Y tú saldrás beneficiada de todo esto... Tú definitivamente no podrías dejar pasar esta oportunidad. Solo necesito una amante para mi prometido. Una mujer que lo haga subir al cielo y luego lo deje caer sobre su propio rostro
Quizá en un ambiente diferente me habría tomado la molestia de preguntar primero, o habría aceptado sin fijarme demasiado en los detalles.
Pero mi cerebro sigue diciendo que entrometerme en estos asuntos es una TERRIBLE idea.
Sin embargo, cuando esa extraña mujer abrió la boca para contarme los detalles de su plan fue aún más loco todavía.
Porque realmente no tenía nada que perder.
Y la propuesta era tan jodidamente buena que incluso mi ética laboral tambaleó.