Placeres Prohibidos
img img Placeres Prohibidos img Capítulo 4 Ideas perversas
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Capítulo 6 Conversación en trío img
Capítulo 7 El desahogo de Milena img
Capítulo 8 A corazón abierto img
Capítulo 9 No llores más img
Capítulo 10 Nuestro primer encuentro img
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Capítulo 4 Ideas perversas

Al momento de colgar el teléfono pasaron muchas cosas y una avalancha de ideas perversas por mi mente, tenía una sensación de morbo, por estar hablando en secreto con la esposa de mi compañero. No sé por qué razón, tal vez, por lo que me había comentado de los celos que él sentía, pero tenía la intuición de que ella necesitaba una nueva ilusión, un hombre que fuera en todo diferente a su esposo, alguien que la hiciera sentir especial y, ese hombre, sin duda era yo.

Como buen militar, soy muy analítico con mi objetivo, de cada conversación saco información que me es útil, por eso es que les pongo mucha atención cuando las mujeres me hablan de sus cosas. En la conversación que tuvimos por teléfono ella dijo que su esposo era muy celoso, eso me daba a entender que le tenía miedo, no sabía por qué, pero sin duda lo investigaría.

Estaba acostado en mi litera, exactamente en la parte de abajo mirando mi celular, pensando en cómo llamar su atención, pues no sabía que pretexto podría inventar, cómo podría hacerle para llegar a ella sin que me notara muy perro o falta de respeto, ya conociendo que era la esposa de mi compañero Luis.

Quería escribirle a Milena, pero la razón y la ética me detenían y, por eso me cohibía de hacerlo.

Seguía acostado y muy pensativo, buscando la mejor manera de actuar, pero no sabía por dónde entrarle sin que pareciera muy abusivo, pues tenía que buscar una buena razón o un buen tema de conversación para lanzarme a escribirle. Al menos, hablar de su esposo, por más que fuera mi compañero, no era nada interesante, ya que la idea era que la plática se centrara únicamente en nosotros o primordialmente, en ella, al menos para conocernos y yo, conocer de ella todo lo que pudiera, para que en un momento dado, llegáramos a tener buena comunicación y, ¿por qué no? Una buena parte de confianza, pero eso iría pasando poco a poco, a medida que las palabras fluyeran entre nosotros. En eso, mi compañero Luis estaba llegando al trabajo, en donde nos encontrábamos.

-¿Qué tal? ¿Cómo te fue Lucho? -alguien le preguntó al verlo llegar con una sonrisa de oreja a oreja.

-¡Bien amigo!, como debe ser, todo relajado-dijo muy sonriente.

Yo no le tomé importancia a su conversación. Cuando entró al alojamiento, Lucho se dirigió directamente a su gabinete para cambiarse de ropa y ponerse el uniforme, no es que lo estuviera espiando o algo así. Solo que nosotros los militares, no tenemos privacidad en ese aspecto. Vivimos juntos, vemos y escuchamos todo.

-No digas que no, se ve que tuviste una noche salvaje de sexo con la "chica", (se hace referencia a la esposa, novia o pareja), ¡Te dejó bien chupeteado, amigo! -alguien le dice al Lucho.

Cuando escuché lo que le decían, volteé a ver y sí, me di cuenta de que andaba lleno de chupetones en diferentes partes de su cuerpo.

Los hilos se iban uniendo, me daba cuenta que él le era infiel a su esposa, era más que lógico, obviamente yo no diría nada, pero me sentiría con menos culpa al poder entablar una conversación con la señora o luego, a llegar a algo más.

No entendía a Lucho, yo era soltero, yo si me entendía al ser un picaflor, porque no tenía un compromiso con nadie, pero a Lucho no podía entenderlo, él estaba casado, su esposa era joven, bonita y de buen cuerpo, esa hermosa mujer, era lo que todo hombre desea, pero tal vez la amante estaba mejor, yo sentiría envidia si así fuera, porque entonces, él era un feo con mucha suerte...

Ni yo... que no era tan agraciado tenía esa muy buena suerte al tener al lado a una reina como la que él, se gastaba y no sabía aprovechar.

Es muy cierto lo que dice el dicho, de "mientras deseas a otra mujer, otro desea la tuya" ahora me daba cuenta del significado del mismo.

Continué mirando mi celular, observando, inquieto porque Milena se conectara al WhatsApp, mientras estaba ahí comencé a escuchar las risas de Lucho, mientras contaba que se había ido con una tal Liliana... Obviamente, esa mujer no era la esposa de él.

No quise escuchar más y salí de ahí, lo hice no por otra cosa, sino porque en realidad no me interesaba sus anécdotas sexuales, pues he tenido las mías y se cómo son.

Me senté en la parte de atrás de un destacamento, ese es un lugar donde estamos muchos militares en servicio, prendí un cigarrillo, comencé a fumar, entre recuerdos y recuerdos, entre pensamientos y pensamientos que se iban disipando en el humo que exhalaba tras cada calada, tomé mi celular y, sin mediar, le marqué a Milena.

Su teléfono comenzó a repicar, sonó varias veces...

No sabía por qué tenía en mi interior una sensación exquisita al hacerlo, tal vez, podría ser por el morbo de hablar con la mujer de otro hombre, uno que era mi propio compañero, eso me parecía fascinante, sentir esa adrenalina por estar hablar con la esposa de él, era de verdad perverso, pero yo quería hablar con ella, conocerla, eso no se me salía de la mente, era lo que más quería, lo que me movía y era fascinante sentir una adrenalina de ese tipo, pues es muy placentero...

-¡Hola! ¿Qué pasa? -Milena respondió a mi llamada.

            
            

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