La luna del Rechazo
img img La luna del Rechazo img Capítulo 2 El Juramento de Fenrir
2
Capítulo 6 El Monarca de Hielo y la Jaula img
Capítulo 7 El Trono de Escarcha img
Capítulo 8 La Cena del Esclavo img
Capítulo 9 El Espectro del Mentor img
Capítulo 10 El Heredero en la Jaula img
Capítulo 11 La Audiencia de la Luna Falsa img
Capítulo 12 El Espejo de la Inocencia img
Capítulo 13 El Quiebre del Monarca img
Capítulo 14 La Doctrina del Veneno img
Capítulo 15 El Último Sacrificio img
Capítulo 16 El Vacío de la Victoria img
Capítulo 17 El Estratega Silencioso img
Capítulo 18 La Búsqueda del Beta img
Capítulo 19 La Orden de la Devoción img
Capítulo 20 La Cama y el Mando img
Capítulo 21 El Beso Perfecto img
Capítulo 22 El Afecto de Elías img
Capítulo 23 Celos de Poder img
Capítulo 24 La Misión de Darian img
Capítulo 25 Inestabilidad Mágica img
Capítulo 26 La Investigación de la Verdad img
Capítulo 27 La Mina de Voluntad img
Capítulo 28 El Fuego del Lazo Gemelo img
Capítulo 29 La Purificación del Lazo img
Capítulo 30 La Ciudad de los Pactos: Un Santuario de Ceniza img
Capítulo 31 La Danza del Hielo y Fuego img
Capítulo 32 El Nuevo Amanecer del Lazo Gemelo img
Capítulo 33 El Primer Viaje de los Opuestos img
Capítulo 34 El Plan de la Última Sombra img
Capítulo 35 La Furia de la Tempestad img
Capítulo 36 La Corona Compartida y el Juicio de la Manada img
Capítulo 37 La Corona Compartida y el Desafío de Vorn img
Capítulo 38 La Cacería en el Cañón de la Niebla img
Capítulo 39 El Juicio de Vorn y la Ley del Vínculo img
Capítulo 40 El Veneno de la Rutina img
Capítulo 41 El Silencio de Piedra img
Capítulo 42 El Virus de la Duda img
Capítulo 43 El Regreso al Corazón Negro img
Capítulo 44 El Sello del Destino img
Capítulo 45 El Sello de la Fortuna img
Capítulo 46 El Dilema del Lazo: La Ley de la Espontaneidad img
Capítulo 47 La Travesía del Caos Controlado img
Capítulo 48 El Sello del Olvido img
Capítulo 49 El Retorno de los Sellos y la Ley del Caos img
Capítulo 50 El Primer Decreto del Caos img
Capítulo 51 El Desafío del Alfa Oeste img
Capítulo 52 La Purga del Orgullo img
Capítulo 53 La Purga del Orgullo img
Capítulo 54 La Ofrenda de la Insensatez img
Capítulo 55 El Precio de la Insensatez img
Capítulo 56 El Juicio de la Sombra y la Confesión Eterna img
Capítulo 57 La Resonancia de la Verdad y la Semilla del Largo Invierno img
Capítulo 58 El Precio de la Vulnerabilidad y el Frío del Norte img
Capítulo 59 La Fusión Gélida: Batalla por la Llama del Despertar img
Capítulo 60 La Llama del Vínculo y el Fin del Largo Invierno img
Capítulo 61 El Precio de la Eternidad y el Mensajero del Caos img
Capítulo 62 La Agonía de la Sentencia: La Última Ley del Deber img
Capítulo 63 El Engaño de la Ruptura y la Manifestación del Vacio img
Capítulo 64 El Legado del Silencio Eterno img
Capítulo 65 La Resonancia del Vacío img
Capítulo 66 El Puente del Eco: Cruzando la Frontera del Vacío img
Capítulo 67 El Retorno al Umbral y la Cámara de Estasis img
Capítulo 68 El Alma Fragmentada y la Promesa de la Reconstrucción img
Capítulo 69 El Desierto de Obsidiana y la Prueba de la Lógica img
Capítulo 70 El Espejo de la Agonía: Reconstrucción del Alma Fragmentada img
Capítulo 71 La Ley del Silencio y la Agonía del Perfecto Deber img
Capítulo 72 La Máscara de Obsidiana: El Costo Insoportable de la Ley del Silencio img
Capítulo 73 La Cacería del Mensajero y el Sacrificio de la Máscara img
Capítulo 74 La Simulación de la Frialdad: El Diseño del Ritual de Fusión img
Capítulo 75 La Jaula de la Perfección: El Cisma entre Estrategia y Alma img
Capítulo 76 El Crisol del Corazón: La Batalla Final del Amor y la Lógica img
Capítulo 77 El Desmantelamiento de la Mentira y la Caza del Ancla Oscura img
Capítulo 78 El Sendero Gélido del Engaño: El Abismo de la Resonancia img
Capítulo 79 El Crisol del Engaño y el Último Sello Cósmico img
Capítulo 80 El Amanecer de la Ley Eterna y el Costo de la Fusión Total img
Capítulo 81 El Crisol Cósmico: El Sello Final de la Ley Eterna img
img
  /  1
img

Capítulo 2 El Juramento de Fenrir

El rechazo no era solo una palabra, era una sentencia de muerte. El Alfa Supremo Kael no solo había roto el lazo de la compañera, había usado el poder primario de su linaje para intentar borrar a Lyra de la faz de la tierra. Su magia latente, esa ráfaga plateada que había asustado a Kael, era ahora lo único que la mantenía con vida, luchando desesperadamente contra la aniquilación impuesta por el Alfa.

Corría. No en su forma de lobo; la bestia interior estaba demasiado mutilada por el dolor del rechazo como para manifestarse. Lyra corría en su forma humana, sin aliento y con el corazón convertido en una masa palpitante de hielo y fuego. Cada paso fuera del Fuerte Lunar era una puñalada. El lazo roto gritaba a través de sus nervios como un alambre de púas invisible que se retiraba lentamente.

El bosque, que siempre había sido su refugio, ahora era un laberinto hostil. Los árboles parecían inclinarse, juzgándola. Sentía la presencia de los lobos de la Manada de la Sombra, rastreadores silenciosos que no se atrevían a acercarse por el poder residual que aún la rodeaba, pero que observaban cómo la mancha omega huía. No la perseguían para matarla; la perseguían para asegurarse de que cumpliera la orden: irse y no volver.

Lyra cayó. La rodilla raspó contra una roca, pero no sintió el dolor de la herida superficial, solo la tortura de su interior. Tuvo que arrastrarse. Se arrastró bajo un roble centenario que marcaba, lo sabía, el límite occidental de la Manada de la Sombra. Si cruzaba esa frontera, la magia de Kael no podría rastrearla tan fácilmente.

-No. No me detendré -siseó Lyra, hablando por primera vez desde que pronunció ese fatídico "Aceptado". La voz era ronca, casi irreconocible.

El rechazo venía con una maldición implícita: la pérdida total de la fuerza vital del rechazado. Sin el lazo, la magia interna de un lobo se deterioraba hasta la muerte. Pero Kael no había contado con la fuerza de la furia de Lyra. La lágrima de fuego que había sentido no era una metáfora; era la activación de un poder ancestral, salvaje y no regulado, que ahora estaba en guerra con el veneno del rechazo.

Se deslizó más allá del roble. Cayó al suelo, temblando incontrolablemente. El aire se sentía espeso y el olor a pino daba paso a un aroma salado y metálico, a sangre vieja y tierra húmeda. Se sentía morir, y la parte más racional de su mente le gritaba que se rindiera al sueño eterno.

Entonces, notó que la tierra debajo de ella no era como la de la manada. Estaba fría, más fría de lo normal, y vibraba con una energía distinta, una que no era la calidez de la Diosa Lunar, sino algo más primordial, más antiguo.

Lyra intentó levantarse, pero su cuerpo la traicionó. Cayó en un charco de tierra, y solo la luz plateada de sus ojos, que se encendía y apagaba con cada latido errático de su corazón, demostraba que aún había vida.

Fue entonces cuando lo vio.

No era un lobo, ni un humano.

Una silueta alta se recortaba contra la poca luz de las estrellas. No caminaba, sino que parecía fluir sobre el suelo. No tenía el aroma a pino de la manada; su olor era a piedra mojada, a hierro forjado y a algo indefinidamente antiguo, como el interior de una cueva. Llevaba una capa de pieles oscuras y un bastón nudoso, más parecido a una rama de hueso.

-Una Luna Rota -la voz del extraño era un susurro gutural, como el crujido de la nieve bajo las botas. No mostraba sorpresa, solo una profunda, sombría satisfacción.

Lyra intentó aullar, intentó transformarse, intentó cualquier cosa, pero solo consiguió un jadeo.

El extraño se acercó, sin miedo al aura inestable de Lyra. Sus ojos no eran los de un lobo; eran de un profundo color ámbar, antiguos y penetrantes, con un conocimiento que parecía abarcar siglos.

-El rechazo de un Alfa Supremo es un veneno lento. Te matará en menos de tres días.

-¿Quién... quién eres? -logró arrastrar Lyra.

El hombre se inclinó, su rostro sombrío y arrugado revelando cicatrices geométricas. Tocó la frente de Lyra y ella sintió que el dolor se intensificaba, concentrándose como ácido hirviendo. Lyra gritó, pero el sonido fue absorbido por el bosque.

-Me llaman Fenrir. Soy un puente entre los mundos, el que recoge a los que caen del lazo y a los que se rebelan contra la Diosa. Y tú, niña, tú no eres una caída. Eres una rebelión.

Fenrir retiró la mano y la miró, evaluándola.

-La furia por el rechazo despertó tu sangre, un poder que la Diosa no esperaba. Por eso aún vives. Pero ese poder es un arma de doble filo. Te consumirá si no se forja. Tienes un regalo que Kael Blackwood teme, pero te falta la voluntad para usarlo.

-Él... él me humilló -dijo Lyra, y la rabia hizo más fácil hablar que el dolor.

-El orgullo de un Alfa es la debilidad más grande. Y Kael es el más orgulloso de todos. Te creyó inferior. Te despojó de tu destino. ¿Qué harás tú al respecto? ¿Morirás miserablemente aquí, en el polvo? ¿O usarás la ceniza de tu lazo roto para incendiar su reino?

Lyra tosía, pero las palabras de Fenrir eran un salvavidas, aunque estuviera hecho de alambre de espino. Morir era fácil. Sobrevivir y ver el arrepentimiento en los ojos de Kael... eso era la venganza.

-Sobreviviré -prometió Lyra.

Fenrir sonrió, un gesto que no alcanzaba sus ojos.

-Sobrevivir es para los omegas. Tú no sobrevivirás, Lyra. Tú serás forjada. Serás el filo de mi venganza, la tormenta que Kael conjuró sin saberlo. Yo te ofrezco el camino, la agonía para convertirte en lo que el destino no te permitió ser.

-¿Qué... qué tengo que hacer?

-Olvídate de la luna, de la manada, de la misericordia -dijo Fenrir. Su voz se volvió más fuerte, casi un mandato ritual-. Renunciarás a todo lo que fuiste. Usaremos el veneno del rechazo como el combustible de tu nueva magia. Pero será un tormento que hará que el dolor de Kael parezca el arañazo de un cachorro. Si fallas, si te rindes al dolor, morirás y tu alma será consumida por la propia manada. ¿Aceptas el precio?

Lyra pensó en Kael, en la frialdad en sus ojos grises, en la humillación ante el Consejo. El dolor interno era una promesa: si volvía a ver a ese hombre sin poder, moriría en el acto.

-Acepto el tormento.

Fenrir asintió con una satisfacción casi macabra. Alzó su bastón de hueso y lo clavó en la tierra junto a Lyra.

-Entonces, Luna Rota. Que comience la forja.

Fenrir comenzó a cantar. No era una melodía, sino una serie de chasquidos, silbidos y gruñidos en un lenguaje que Lyra nunca había escuchado. El aire se enfrió drásticamente. El olor a hierro se hizo abrumador.

De la tierra, donde el bastón se había clavado, brotaron raíces negras y retorcidas, envueltas en una escarcha violenta. Estas raíces se arrastraron, buscando el cuerpo de Lyra. Fenrir no la ayudó; solo observó con los ojos ámbar fijos.

Las raíces se enroscaron alrededor de las muñecas y los tobillos de Lyra, y luego alrededor de su torso. No la sujetaron con fuerza bruta, sino con una magia de confinamiento. Su cuerpo se levantó ligeramente del suelo.

-El veneno debe ser extraído -explicó Fenrir sin dejar de cantar-. Tu alma está contaminada con la maldición del Alfa. Pero tu nueva magia es fuerte, Lyra. La usaremos para quemar esa maldición.

Una de las raíces, más fina y afilada, se deslizó hacia su pecho. Lyra sintió un terror instintivo.

-Esto dolerá más que el rechazo -prometió Fenrir.

La raíz se clavó justo donde el lazo de compañero había sido arrancado, en su corazón.

Un grito silencioso de agonía escapó de Lyra. No pudo emitir sonido; el dolor era tan absoluto que se tragó el aire y la voz. El frío plateado de su propia magia se encendió, y se encontró luchando no solo contra el dolor, sino contra la fuerza primigenia de las raíces de Fenrir.

Fenrir sonrió de nuevo, mientras la luz plateada y la oscuridad de las raíces se enfrentaban sobre el cuerpo de Lyra, en una batalla por su alma.

-Así es como la debilidad se convierte en fuerza. Recuerda este dolor, Luna Rota. Hazlo tuyo. Convierte el rechazo en el fuego que consumirá el mundo de Kael. Si sobrevives esta noche, serás la Tempestad que él no vio venir.

La noche se cerró sobre Lyra, ahogada en el tormento y el primer juramento de venganza que hizo temblar el suelo bajo la Manada de la Sombra, a kilómetros de distancia. Lyra ya no era la omega rechazada. Era la forja.

La Luna Rota había encontrado a su herrero.

            
            

COPYRIGHT(©) 2022