Punto de vista de Sofía
La noche pasó en un borrón de sueño inquieto, atormentada por los susurros agonizantes de mi madre y la risa cruel de Daniel. Cuando finalmente llegó la mañana, no ofreció consuelo. Sentía los ojos arenosos, la cabeza pesada. Me arrastré fuera de la cama, la habitación del hotel se sentía más fría que nunca.
Daniel ya estaba despierto, sentado junto a la ventana, absorto en su teléfono. Se desplazaba por algo, una leve sonrisa jugando en sus labios. Su rutina matutina no había cambiado, incluso con una amante en la habitación de al lado y una esposa que despreciaba en la misma.
"¿Qué miras con tanta atención?", pregunté, con la voz ronca. No me importaba, en realidad. Solo seguía la corriente.
Apenas levantó la vista.
"Solo unas compras en línea. Jimena mencionó que necesitaba una bolsa nueva".
Mi mirada se posó en su pantalla. Un bolso de piel de edición limitada, algo que yo había admirado en línea, incluso añadido a mi propia lista de deseos hace unos meses. A veces usaba mi cuenta, cuando le daba flojera iniciar sesión en la suya. Una intimidad débil, casi olvidada.
Una punzada, fugaz e inoportuna, me atravesó. La reprimí. Esa Sofía, la que se preocupaba por bolsos frívolos y el afecto fugaz de Daniel, había desaparecido hacía mucho tiempo.
"Se ve bien", dije, con la voz plana.
Finalmente me miró, un destello de molestia en sus ojos.
"¿Tú crees? Jimena es un poco exigente, pero creo que le gustará. Es moderno, nuevo. No como algunas de las... piezas clásicas que prefieres".
Su tono era despectivo, una sutil puñalada a mi gusto, a mí.
El fondo de pantalla de su teléfono parpadeó. Una foto de Jimena, haciendo un puchero juguetón, con el pelo teñido de un impactante rosa chicle. Recordé cuando él solía quejarse de mi gusto por el arte, llamándolo "demasiado vanguardista". Pero había buscado meticulosamente una pintura de un atardecer rosa para Jimena, algo llamativo y empalagoso, solo porque ella una vez mencionó que le gustaba el color. Incluso había pasado días elaborando una ridícula tarjeta cubierta de brillantina para su último cumpleaños. Se había burlado de la bufanda discreta y cosida a mano que le había hecho para el suyo, años atrás.
"Le va bien", dije, con la voz vacía.
Asintió, satisfecho. Se levantó, se acercó a mí y me dio un beso superficial en la mejilla. Sus labios se sintieron fríos.
Justo en ese momento, su teléfono vibró. Un tono de llamada brillante y alegre. El tono de Jimena. Inmediatamente contestó, su rostro se suavizó, una calidez genuina irradiaba de él que no había visto dirigida a mí en años.
"Buenos días, ángel", murmuró, su voz baja e íntima.
Se alejó, saliendo al pequeño balcón del hotel, dándome la espalda. Sus palabras eran susurros, destinadas solo para ella.
Entré en la cocineta y me puse a hacer café. A él le gustaba negro, fuerte. Yo prefería el té, mi estómago no soportaba la amargura. Una vieja alergia, una por la que él solía preocuparse, asegurándose de que siempre tuviera mi mezcla de manzanilla preferida.
Regresó, frunciendo el ceño.
"¿No hay café? ¿Qué se supone que voy a tomar?".
"Yo no tomo café, Daniel", le recordé, mi voz desprovista de paciencia. "Lo sabes. Me duele el estómago".
Me miró como si acabara de hablar en un idioma extranjero.
"Ah. Cierto".
Un momento de silencio, un destello de algo ilegible en sus ojos. Luego se encogió de hombros.
"Supongo que pediré uno abajo".
Recordé una época en la que él preparaba meticulosamente café de filtro para mí, explicando sus delicadas notas, asegurándose de que se enfriara a la temperatura perfecta. Incluso había investigado mis alergias, haciendo una lista de alimentos a evitar, con un ceño preocupado siempre en su rostro. Ahora, yo era solo una vaga molestia. Era extraño lo fácil que lo había olvidado, y lo fácil que yo me había adaptado a ser olvidada.
Estaba a punto de irse cuando dudó, volviéndose hacia mí.
"Lo siento, Sofía. Yo... a veces se me olvida".
Sonaba casi sincero. Un momento raro e inquietante.
Pero antes de que pudiera procesarlo, su teléfono vibró de nuevo. Jimena. Miró la pantalla, luego a mí, ese destello de molestia regresando a sus ojos. El momento se había ido.
"Tengo que irme", dijo, la disculpa ya olvidada. "Jimena me necesita".
Con eso, salió por la puerta. El chasquido de sus zapatos caros resonó por el pasillo.
Terminé mi té sola, mirando la ciudad gris. La soledad ya no era un dolor agudo, solo un dolor sordo, una compañera constante.
Un mensaje de texto hizo vibrar mi teléfono. Daniel.
"Salí con Jimena. No me esperes despierta".
Me quedé mirando la pantalla. No me había enviado un mensaje de "no me esperes despierta" en años. No desde los primeros meses de nuestro matrimonio, antes de que sus noches tardías se convirtieran en la norma, antes de que mis súplicas se convirtieran en silencio. La última vez que había "reportado" activamente su paradero, creo, fue hace tres años, antes de que su empresa realmente despegara. Toda una vida atrás.
No respondí. No había nada que decir.
Más tarde esa tarde, salí de la habitación del hotel, la tarjeta de acceso pesada en mi mano. Recogí las cenizas de mi madre de la funeraria. Estaban en una urna pequeña y elegante, fría y suave bajo mis dedos. Una ola de profundo dolor me invadió, un peso físico presionando mi pecho. Había planeado llevarla a la Ciudad de México conmigo, esparcir sus cenizas en un campo de cempasúchil, como siempre quiso. Una despedida tranquila y pacífica.
Al salir de la funeraria, la ciudad estalló en luz. Fuegos artificiales. Una explosión de color contra el cielo del atardecer. Una celebración. ¿De qué?
Mi teléfono vibró. Redes sociales. Una foto de Jimena. Estaba sonriendo, radiante, de pie junto a Daniel. Él sostenía un control remoto, mirando hacia el cielo. Sobre ellos, drones pintaban un corazón gigante y brillante en el aire. Dentro del corazón, el rostro de Jimena, meticulosamente recreado por pequeñas luces.
El pie de foto decía: "¡Sorpresa de aniversario adelantada! ¡Daniel es el mejor esposo del mundo! Qué suerte tenerlo. #PrimerAniversario #AmorDeMiVida".
Mi visión se nubló. Primer aniversario. Era nuestro aniversario, nuestro aniversario de bodas. No el de ellos. Todavía no.
Otra publicación. Daniel, compartiendo la foto de Jimena, añadiendo su propio pie de foto: "Para mi única y verdadera". La había fijado en la parte superior de su perfil, justo encima de una foto polvorienta y olvidada de nuestra propia boda.
Los comentarios llovieron. "¡Qué romántico!". "¡Jimena, te mereces esto!". "Sofía nunca podría". "Pobre Sofía, parece que ya la reemplazaron".
Mi estómago se revolvió. Tuve una arcada, apoyándome contra una pared de ladrillo fría, la bilis subiendo por mi garganta. Recordé lavar su ropa, frotar las manchas de vino de sus camisas caras, remojar sus calcetines sucios cuando estaba demasiado cansado. Tenía una obsesión meticulosa con la limpieza, una fobia a la suciedad. Sin embargo, en la foto de Jimena, él se reía, con las manos cubiertas de pintura, ayudándola a crear algún proyecto de arte infantil. Nunca movió un dedo por mí. Siempre decía que yo era "demasiado delicada" para tales tareas, pero sus ojos siempre tenían un toque de asco.
Un dolor sordo y punzante comenzó en la parte baja de mi vientre. No era el tipo de dolor que normalmente sentía. Era más profundo, más insistente.
Cerré los ojos, tratando de bloquear las imágenes intrusivas, las palabras crueles. El mundo giraba. Cuando los abrí de nuevo, vi un rostro familiar corriendo hacia mí. Mi empleada doméstica. María. Sus ojos abiertos de pánico.
"¡Señora Sofía!", gritó, corriendo hacia adelante.
Antes de que pudiera alcanzarme, un dolor abrasador estalló en mi mejilla. Un golpe agudo y punzante. El mundo se inclinó.
La reina de hielo
Victoria es la CEO de una exitosa marca de moda y cosméticos que construyó desde cero, pero su mundo se derrumba cuando descubre que su esposo, un modelo guapo pero vacío, y su mejor amiga, su abogada y confidente, la traicionan. La víspera de una fusión crucial, Victoria se entera de que ellos no solo la engañaban, sino que la grababan en momentos de estrés para desacreditarla ante la Junta Directiva. Con la imagen de una "CEO histérica" que la prensa explota, Victoria es destituida y abandona el mundo que había construido. Dos años después, Victoria regresa como una nueva mujer. Ahora conocida como "Fénix", ha reinventado su marca con una estética atrevida y exclusiva. Su entrada triunfal en la Semana de la Moda deja claro que ha dejado atrás su antigua vida, y con un solo comentario dirigido a su ex amiga, "¿Te conozco? Ah, sí, eres la que se quedó con mis sobras", muestra que su poder ya no depende de su antiguo círculo. Pero la venganza de Victoria no se centra en destruir la empresa de su ex esposo y amiga, sino en aniquilar su imagen. Con una campaña publicitaria sutil y sofisticada, expone la falsedad y la falta de calidad que gobernaban la antigua marca. Mientras tanto, se une a Gabriel, un CEO rival con el que siempre había tenido una tensa relación. Juntos, forjan una alianza peligrosa para acabar con la última parte del imperio de su pasado. A lo largo de su relación, Gabriel se convierte en la única persona capaz de ver a través de la coraza de Victoria. El respeto mutuo se transforma en una atracción explosiva, y aunque al principio su relación es puramente estratégica, los sentimientos se complican. Gabriel se convierte en su protector cuando su ex esposo intenta regresar, pidiendo su perdón y manipulación. La venganza culmina cuando Victoria compra su antigua empresa por una fracción de su valor y, en un acto de justicia personal, despide a su ex esposo y amiga en una sala de juntas de cristal, con Gabriel a su lado, sosteniéndole la silla. Pero lo inesperado ocurre cuando Gabriel, quien siempre admiró la fuerza de Victoria, la impulsa a un cambio que ni ella esperaba. En un giro sorprendente, ella decide no seguir con la guerra. La venganza pierde su poder cuando Victoria, más fuerte que nunca, entiende que lo que realmente le importa no es la caída de los demás, sino su propia reconstrucción. Así, decide alejarse de todo lo que la ató al pasado, comenzando una nueva vida, solo para descubrir que la única batalla que debe ganar es la que libra consigo misma.
Las cenizas de mi madre, mi furia desatada
Mi esposo, Daniel, me obligaba a verlo con su amante, Jimena, llamándolo mi "educación" sobre cómo ser una verdadera mujer. Esta fue mi realidad durante meses, incluso en nuestro aniversario de bodas. Se negó a pagar el tratamiento que le salvaría la vida a mi madre, provocando su muerte. Luego, dejó que Jimena me golpeara tan brutalmente que perdí al bebé que ni siquiera sabía que llevaba dentro, dejándome estéril para siempre. Como si eso no fuera suficiente, Jimena destrozó la urna de mi madre frente a mí y le dio sus cenizas a un perro, todo mientras Daniel observaba. Las últimas palabras de mi madre fueron: "Deja de rogarle". Me dejó un número de teléfono de mi tío, un hombre poderoso del que apenas sabía nada, el hermano con el que mi mamá había perdido contacto. Cuando lo llamé, envió un jet privado para llevarme a la Ciudad de México. Ahora, estoy de vuelta. No como la esposa rota que desechó, sino como la nueva directora general de su empresa en ruinas, lista para arrebatárselo todo.
El lazo de medianoche
Aarón D'Angelo, el implacable CEO de un imperio inmobiliario, rige su vida por la lógica y el control. Su compromiso es con el legado familiar, la perfección de su fachada y la obediencia a las estrictas reglas sociales de su madre, Doña Elena. Su vida es una ecuación perfecta de poder y reputación. Esta ecuación se rompe con la llegada de Valeria Montez. No es una rival de negocios ni una socialité; es la fisioterapeuta de confianza y asistente personal de Doña Elena, convirtiéndose rápidamente en la única confidente de la matriarca. Su posición humilde es su armadura, y su calma, una provocación para el CEO. Lo que Aarón no sabe es que Valeria custodia un secreto explosivo de la familia D'Angelo: la verdad oculta tras una propiedad antigua que es la base de su fortuna. La atracción entre ellos se manifiesta en miradas robadas, conversaciones a medianoche en la biblioteca y la peligrosa necesidad de investigar juntos el misterio que los une. Cada toque, cada palabra compartida, es un acto de traición a la lealtad y un riesgo para la estabilidad de la empresa. Aarón debe elegir entre el imperio que juró proteger y la mujer que representa la única honestidad y pasión que ha conocido. Si el romance sale a la luz, destruirá su reputación. Si el secreto se revela, destruirá el legado. En el frío corazón de la Mansión D'Angelo, el amor se convierte en el más prohibido y peligroso de los negocios.
Una noche con mi jefe
Una estudiante de la carrera de Derecho se enfrenta a uno de sus mayores retos: ser aprendiz del millonario Cárlenton Alemán. Conocido en el mundo de los negocios como el más hábil y despiadado. Ninguno cree en el amor, sin embargo; una peligrosa atracción que los llevará a la locura surge entre ellos. La vida les tiene preparado un camino lleno de espinas, en el cual deberán enfrentar sorpresas y decepciones. Un embarazo inesperado, un par de gemelos y una amante con sed de venganza nos llevarán al borde del colapso. No te pierdas la intrigante y romántica historia entre una asistente y su jefe.
Lujuria en la isla
Max Ferrer Vega, un millonario, hereda una riqueza que viene de generación en generación. Él aún no forja una familia a sus 37 años porque vive una vida de bohemio y no piensa formalizar ninguna relación, ya que ha tenido una gran desilusión amorosa. Le gusta disfrutar y viajar en crucero de puerto en puerto, también compra propiedades en lugares hermosos para futuras aventuras. Su vida es lujuriosa, le encanta hacer trío con dos mujeres a la vez, es un mujeriego empedernido. Es fuerte y de presencia imponente, elegancia es la palabra que lo describe mejor, su mirada es profunda logrando causar impacto en las personas. Muchas mujeres caen rendidas al conocer a este caballero. Su pelo es castaño oscuro, y ojos verdes con toque marrón, con una altura de 5′ 9″. Alexia González Vargas, una chica joven, que apenas empieza a vivir y conocer el mundo, solo tiene 22 años. Cabello castaño claro, 5. 2 de estatura, boca rosada y gruesa de tamaño normal, nariz bien perfilada, ella es toda una tentación para cualquier hombre. Las vidas de ambos se cruzan y mas tarde todo cambia de repente cuando sufren un naufragio, entonces viven momentos de locuras lejos de la civilización, en una pequeña isla o islote. ¿Qué aventuras vivirán esta pareja estando alejados de todos? ¿Soportará Max la tentación de estar con ella, ya que está totalmente enamorado, cuando ellos están totalmente solos en ese inhóspito lugar? "El amor puede encontrarse en cualquier momento, y sin importar cuantos huyas de el" Max Ferrer Vega
El Legado
Un grupo de amigos heredan de sus padres un propósito de vida, una manera de usar el poder para el bien de quien lo necesite. Sin embargo, en el camino encuentran obstáculos. Cuatro historias enlazadas en una fiesta sin control. Donde no solo anclaron sus almas, sino que despertaron el pasado de sus padres quienes vivían en el anonimato... Ahora el nuevo equipo debe enfrentar a los enemigos y con ello conocerán el mundo oscuro de donde surgieron sus padres. ¿Será que el pasado en ocasiones vuelve o nunca se deja de ser quién eres? Cuatro hermanos. Un legado. Una doctrina que seguir. Una misión por cumplir. Llegó el momento de demostrar quienes son los hijos del Capo.