La Loterillera
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Capítulo 5 Capitulo 5

Esmeralda sonrió. Tal vez, solo tal vez, podía con eso.

Carlos volvía a casa en el carro de su chofer. Mientras revisaba su radio para escuchar músicade repente escucho con un anuncio de ese mismo programa escolar que grabaría en el Marta Quezada.

"No entiendo cómo pueden mostrar colegios públicos en televisión", dijo el chofer.

Carlos, en cambio, pensó: ¿Qué se sentirá estudiar ahí, con gente real? Con personas que luchan, que trabajan...

Le dieron ganas de saber más.

Tal vez... muy pronto lo haría.

El sol de Managua había sido implacable durante el día, pero la brisa de la tarde empezaba a colarse por las ventanas del aula de 3er año. Faltaban solo cuatro días para el Concurso Intercolegial de Talento Juvenil y en la escuela pública del barrio Martha Quezada se respiraba emoción. Susana y Esmeralda ensayaban en los recreos, después de clases, incluso en sus ratos libres en casa.

Verónica, la mamá de Esmeralda, les había prestado el pequeño equipo de sonido que usaban para escuchar música en la sala y lo instalaron junto a un micrófono viejo que uno de los profesores les consiguió.

-¡Desde ya están listas las artistas! -decía Don Rubén, el profesor de sociales que pasaba por el pasillo cada vez que oía la voz de las muchachas entonar la canción.

Esmeralda y Susana habían elegido una canción que hablaba de sueños, de lucha, de no rendirse a pesar de las dificultades. Y eso las representaba a las dos. Una era la loterillera del barrio, la otra la nueva, que cargaba con secretos que aún no compartía.

Mientras tanto, a solo cinco kilómetros de distancia, en el colegio privado "San Gabriel", el panorama era otro. Paredes blancas, aire acondicionado, baños de mármol, y salones digitales. Allí estudiaba Carlos Robles, hijo de Vladimir Robles Trinidad, un empresario conocido en todo Managua.

Carlos, sin embargo, no era como su familia. No tenía los aires de superioridad que muchos esperaban de él. A pesar de tener todo, se sentía vacío.

-¡Carlos! -gritó la voz chillona de Amalia desde la entrada del aula-. ¿Te acuerdas que mañana tenemos la práctica del vals del evento de gala? ¡Tenés que venir!

-No creo que vaya -dijo Carlos sin siquiera mirarla.

-¡Pero si vos sos parte del comité! ¿Cómo vas a faltar?

Carlos solo suspiró. Miguel, su único amigo cercano, lo rescató con su habitual sonrisa.

-Ya estuvo, Amalia. Si Carlos no quiere ir a bailar, no lo obligués. El maje quiere respirar.

Amalia frunció la cara y se marchó dando zancadas con sus zapatos caros. Carlos se recostó en el pupitre.

-Gracias loco -murmuró-. Esa chavala no me deja en paz.

-Es que sos guapo, maje. Es el precio que se paga -bromeó Miguel.

-Guapo... pero vacío, loco.

-Te hace falta calle, hermano. Salir de tu burbuja. Conocer gente de verdad.

Carlos se quedó pensativo. Algo en su interior le decía que pronto su mundo cambiaría.

En la escuela de Esmeralda, las cosas estaban a punto de volverse más grandes de lo que esperaban. La directora anunció ese martes:

-Alumnos, quiero que todos den lo mejor en el concurso de este viernes. Vendrá un canal de televisión local, Canal 10 , a grabar el evento. Van a hacer un reportaje sobre talento joven en los barrios. Así que es su oportunidad de brillar.

Los murmullos no se hicieron esperar. Las chicas que participarían en el desfile de moda empezaron a retocarse las uñas; los del grupo de baile a practicar con más fuerza; y las que cantarían, como Susana y Esmeralda, sintieron el peso de lo que venía.

-¿Y ahora qué nos vamos a poner? -preguntó Susana mientras caminaban de regreso a casa.

-Pues yo tengo un vestidito rosado que me regaló mi madrina. No es de marca ni nada, pero está bonito.

-¡Usalo! Yo tengo uno celeste. Si nos peinamos igual y nos maquillamos, vamos a brillar.

La emoción se sentía. Verónica, aunque no tenía mucho, les compró unas ligas nuevas para el cabello, unas sombritas para los ojos en el mercado, y hasta una media botella de perfume barato que olía a gardenias.

-Van a estar lindas mis muchachas -decía la madre con una sonrisa que escondía las lágrimas.

Escenas de Managua Rotonda Cristo Rey

Mientras tanto, en el colegio San Gabriel , Carlos se encerró en la biblioteca. Allí se sentía libre. No había Amalia, ni profesores aduladores. Solo libros y silencio.

Miguel lo encontró leyendo una novela.

-¿Y ahora qué lees?

-Una historia de una muchacha que canta para salir adelante en la vida. Como que me está hablando esta historia, maje.

-¿Será que vos también querés cantar?

Carlos sonrió.

-No lo sé. Tal vez solo quiero ser escuchado.

-¿Y qué tal si vos algún día conocés a alguien que sí canta? ¿Y que tiene una historia que contar?

Carlos levantó la mirada.

-Tal vez esa persona ya existe... y aún no la he encontrado.

La noche anterior al concurso, Esmeralda y Susana no podían dormir. Tenían los vestidos colgados en la ventana, los zapatos lustrados y el corazón a mil por hora.

-¿Y si se me olvida la letra? -dijo Esmeralda.

-Yo te la recuerdo -respondió Susana-. Y si me desafino...

-Yo te agarro del brazo -le sonrió Esmeralda.

Se tomaron de la mano y oraron bajito, pidiendo a Dios que las acompañara. Afuera, Managua dormía bajo un cielo estrellado

Escenas del lago de Managua y la ciudad iluminada a lo lejos

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Llegó el viernes. La escuela estaba decorada con globos y telas de colores. Había un pequeño escenario con un letrero de cartulina que decía: "Festival Escolar de Talento Juvenil".

Los del canal 10 de televisión llegaron con una cámara, un micrófono largo y una periodista de voz suave que saludó a todos con amabilidad.

-Queremos mostrar lo bueno que hay en las escuelas públicas -dijo.

Susana y Esmeralda fueron la penúltima presentación. Ya habían pasado bailes, poesía, dramatizaciones y hasta un acto de magia con pañuelos viejos.

Cuando las nombraron, la voz de la presentadora sonó:

-Y ahora, desde la sección 5toaño B, ¡las chicas del barrio! ¡Recibamos con un fuerte aplauso a Susana Morales y... la loterillera cantante: Esmeralda Gutiérrez!

Esmeralda se quedó helada. ¿"Loterillera cantante"?

Pero el público aplaudía. Y cuando empezó la música, su voz brotó con fuerza y dulzura, como si el alma misma se le saliera por la garganta.

La cámara del canal enfocaba cada gesto. Susana armonizaba con precisión, y juntas emocionaron a todos. Cuando terminaron, hubo silencio por dos segundos... y luego una explosión de aplausos.

-¡Bravo! -gritó el profesor de sociales.

-¡Qué voz más linda! -dijo la periodista-. ¿Así o más talento en nuestras escuelas?

Esmeralda y Susana se abrazaron. Era la primera vez que se sentían vistas de verdad.

Escenas de las calles de Managua al anochecer

Esa noche, en su casa, Carlos estaba viendo las noticias con su madre. Ella cambiaba canales distraídamente hasta que él dijo:

-Dejá ese canal... el 10

Apareció el reportaje. Se veían niños bailando, recitando, y luego... la escena de dos chicas cantando. Una de ellas lo hizo quedarse quieto.

-¿Quién es esa? -preguntó sin darse cuenta.

                         

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