– Aquí están –dijo Jester y dejó que Gómez leyera por si misma todo el documento.
– Oh por Dios –dijo ella mientras leía el documento en la pantalla.
– Recuerdo haber leído el encabezado de esa noticia hace exactamente unos veinte años atrás: "El karma no perdona: El hijo de Charles Jean Collins, mejor conocido como "CJ", líder del club de motociclistas JDM, es secuestrado bajo la nariz de su padre" –citó Phill al pie de la letra mientras bebía un sorbo de su café.
– ¿Qué es JDM? –preguntó Gómez apoyada en el escritorio e inclinada hacia el monitor.
– Las iniciales para "Jinetes de la Muerte" qué es el nombre de su club –respondió rápidamente el asesor de la policía.
– Y ¿dices que el líder de esta banda de motorizados podría ser el padre biológico del muchacho? –preguntó Gómez abandonando la posición anterior para entonces sentarse en una silla adyacente.
– Tú lo has dicho "podría" serlo. Tal vez sí, tal vez no. Pero aun así es una gran coincidencia, ¿no lo crees? –preguntó Phill analizando internamente la probabilidad con cierta emoción e interés en esto. Incluso cuando dijo que era una gran coincidencia pareció saltar de su asiento.
– Un poco más que otras –dijo Gómez y llevó una de sus manos a su barbilla con actitud pensativa– y ¿cuál es tu asunto con estos "Jinetes de la Muerte"?
–Phill se mostró extrañado por un momento, pero al siguiente cambió su semblante por uno de duda e inquirió– ¿Por qué supones que tengo un asunto con esos "Jinetes de la Muerte"?
– ¿Por qué quieres ayudarme? –preguntó Gómez en el mismo tono y con el mismo gesto. Sabe que Phill es una persona muy lista, por lo que se da el lujo de escoger en cuales casos trabajará y en cuales no y hasta ahora, todos los casos en los que ha trabajado; o él conoce al perpetrador o la víctima le recuerda a alguien que perdió, alguien que fue cercano a él.
– ¿Acaso no puedo ayudar a un pobre chico, que fue raptado por una psicópata y ahora sufre de baja autoestima y depresión, a reencontrarse con su familia biológica? –pregunto Phill con algo de dramatismo y haciendo énfasis en los puntos importantes.
– ¿Cómo sabes que tiene trastornos? –preguntó Gómez sorprendida y colocando las manos en las caderas, ya que no lo había puesto en el reporte.
– Generalmente cuando hay un trauma de la infancia o una situación de estrés al extremo, como abuso físico o sexual, siempre queda algo en el cerebro y se manifiesta como: depresión, baja autoestima, tendencias suicidas, psicosis, déficit de atención con hiperactividad, –el rubio enumeraba cada una con total normalidad, e incluso ladeaba un poco la cabeza al mencionarlas– pero siempre las más comunes son las dos primeras y las siguientes pueden variar según la persona.
– Ah, vaya –fue todo lo que respondió Michelle con las cejas alzadas y los ojos abiertos en par.
– Sí, así es –dijo y tomó el mouse junto a su café para cerrar la sesión en su computadora– bueno, esperare tu llamada y el ADN del muchacho para comenzar con la búsqueda.
– No tan rápido –dijo Gómez llamando nuevamente la atención del hombre junto a ella– aún no contestas mi pregunta.
– Te lo dije –dijo con un tono de obviedad y con sus manos procedió a explicarle paso por paso– trauma es igual a: depresión y baja autoestima.
– Muy gracioso Phill –dijo ella con el semblante serio– me refiero a mi primera pregunta: ¿Cuál es tu asunto con ese club de motociclistas? –inquirió con el tono serio que siempre suele utilizar con él, como si estuviera regañando a un niño pequeño.
– También te respondí eso –dijo Phill con un tono algo más nervioso, pero que quería hacer pasar por uno serio– no tengo ningún asunto con ellos, solo quiero ayudar al muchacho –insistió– hacer un gesto de buena fe para ganarme mi lugar en el cielo.
– ¿Por qué? –preguntó Gómez con duda en su semblante fruncido y sus ojos achicados, pero luego tranquilizó ese gesto para explicar el "porqué" de su duda– digo, es algo muy considerado de tu parte pero, no lo conoces y este caso ni siquiera se lo dieron a la policía. No sé por dónde empezar y nisiquiera he visto al muchacho aún –dijo con cierto pesimismo en cada palabra.
– Bueno –dijo Phill y sacó una pequeña sonrisa triste– supongo que puedes llamarlo "compensar" –respondió con simpleza.
–Al escuchar su respuesta Gómez relajó el ceño y lo cambió por uno de empatía, junto con una pequeña sonrisa ladina– ya me lo imaginaba.
– Pues, siéntete alagada –dijo Phill queriendo hacer una broma luego del triste momento– no muchos pueden hacerlo.
–Viendo que su amigo ya no quería hablar del tema, Gómez optó por cambiarlo– ¿Y? ¿qué sabemos de esos "Jinetes de la Muerte"?
– Bueno –dijo Jester acomodándose en la silla para tomar nuevamente el mouse e iniciar la sesión en su computadora, otra vez– pudiste haberme hecho esa pregunta antes de que cerrara la sesión.
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La ciudad de Collinstown en Florida despertó como todos los días: temprano y todo normal, con las personas yendo de aquí para allá a sus respectivos trabajos y tareas, y claro los Jintes no eran la excepción.
Han pasado veinticinco años desde que el pequeño Dean Thomas Collins fue raptado en la guardia de su hermano mayor y padre, un suceso del cual ninguno de los dos pudo recuperarse jamás, y una prueba fehaciente de ello fue lo que le sucedió al patriarca años más tarde. Sin embargo y aunque suene cruel, la vida siguió aún con la ausencia del pequeño. Apenas el rastro se enfrió la policía dejó de buscar al infante luego de cinco años. Su padre, CJ Collins, resistió unos años más, pero al final se rindió de una manera muy dolorosa. No podía vivir sabiendo que una cualquiera simplemente entró y se llevó a su hijo bajó su propia nariz, fue algo que jamás logró perdonarse.
Aun así y como ya dije, la vida siguió con o sin el "segundo príncipe de Collinstown" o ya bien "el décimo caballero de la mesa rectangular" y aunque todos los miembros de su familia lo extrañaban y lo recordaban, a pesar de lo doloroso que es el recuerdo de haber perdido a un hijo y hermano, todos tuvieron que aceptarlo y adaptarse tarde o temprano. La madre del pequeño, la fría, astuta y muy ruda Gwendoline Collins "Gwen", enloqueció en cuanto la noticia del secuestro de su hijo se le fue dada, a tal punto que terminó por quebrarle el brazo a uno de los enfermeros que intentaban calmarla, por lo que tuvieron que sedarla o ya bien, amarrarla a la camilla de hospital.
Gwendoline, persistente e insistente, como solo una madre puede serlo, buscó sin cesar a su hijo por toda la ciudad y todo el estado, al lado de su marido y los hermanos de club de éste, incluso lo siguieron buscando por años más cuando la policía se rindió. Ella y CJ siguieron en la incesante búsqueda del pequeño aun cuando su propio club, sus hermanos, les decían que ya era un caso perdido, que el niño podría estar muerto y su cuerpo enterrado en algún bosque o ahogado en algún lago. A estas suposiciones, Gwendoline Collins respondía: "que hasta no ver a su hijo frente a ella, ya sea sano y salvo o como un cadáver, ella jamás dejaría de buscarlo" y luego intentó romperle la nariz a alguien.
Desde ese día los JDM no hablan del tema, al menos no frente a ella.
En veinticinco años, Gwen no ha superado el tema, no ha dejado de buscar a su niño y por supuesto, no ha perdido la esperanza de que algún día pueda verlo por primera vez. El día del alumbramiento ella se desmalló por la pérdida de sangre, por lo que tuvieron que practicarle una cesárea de emergencia y llevarse al bebé antes de que la madre pudiera verlo. Lo único que quiso ella al despertar fue abrazar a su hijo, cosa que claramente nunca pudo hacer.
Quizás eso es lo que a ella más le duele, lo que ella más lamenta, nunca haber conocido a su hijo.
Troy, "el pequeño de seis años que vio como una enfermera se llevaba a su hermanito en frente de él" Collins, creció para convertirse en: Troy "el vicepresidente de los Jinetes de la Muerte, orgullo de su madre, legado de su padre y dolor de cabeza de todos los demás" Collins.
Troy al principió afrontó muy mal lo que le pasó a su hermanito, sobretodo estando bajo su cuidado, y aún siendo un infante de seis años se culpó a sí mismo por lo que pasó. Creía que él debió haber hecho algo más, que él debió detenerla de alguna forma pero, ¿siendo solo un niño que podría haber hecho? ¿Morderle los talones?
Entonces, conforme fue creciendo, su punto de vista en cuanto a la culpabilidad fue cambiando radicalmente, y pasando de su persona a la de su padre. Su padre debió estar ahí junto a él cuidando de Dean y no en asuntos del club, ese era un momento solo para su familia no para asuntos del club. Y según esos pensamientos fueron aumentando, también lo hacía el odio que sentía hacía su padre. Lo culpaba por el secuestro de Dean, por la ruptura de su familia y lo acusaba de que el club siempre fue primero para él. Esto, cuando fue dicho en voz alta, terminó en una gran pelea que acabó con Troy yéndose de Collinstown.
Durante sus años lejos de la ciudad, Troy conoció a una joven llamada Sarah Teller con la cual ha compartido una longeva relación de casi diez años hasta hoy en día, pero solo llevaban seis años juntos cuando Troy recibió la noticia del suicidio de su padre. Al apenas enterarse de esto, decidió regresar a Collinstown y hacer las paces con el ataúd del viejo. Días después del funeral, le dijo a ella que lo acompañara a quedarse en su ciudad natal y ella aceptó.
Una vez con uno de sus hijos de vuelta en casa y una nuera (a la cual evaluaría después), Gwen no tardó en sacar sus garras para convencer a Troy de que se uniera al club de su padre como su heredero. Troy, queriendo honrar la memoria del hombre al que odio por mucho tiempo en su vida, terminó aceptando la propuesta y se hizo prospecto del club que fundó su padre. Luego de que recibiera su parche como miembro oficial del club, no pasó mucho tiempo para que los demás miembros votaran por él para que fuera el nuevo Vicepresidente.
Todo Collinstown sabe que Gwen es un águila de rapiña en cuanto a su hijo se trata, por lo que ser su nuera es como estar dentro de "el Juego del Calamar" por cualquier error que cometas estarás eliminada, y Sarah no fue la excepción. La presionaba y evaluaba continuamente, pero cuando una ex novia de Troy (a la cual Gwen odiaba más que a la actual) regresó al pueblo, la mujer de 54 años pareció aceptar a Sarah prácticamente de la noche a la mañana, y ahora se la pasa diciendo lo bonita pareja que son Sarah y su hijo sobre todo en presencia de la ex novia de éste. Troy ya conoce a su madre así que, se conformaba con que aceptara a Sarah, aunque solo fuera "conveniente" para ella.
Y bueno, esa es la situación actual de los Collins, aunque el problema actual es otro y se llama: "Ángeles Caídos". Una banda de motociclistas rival de los JDM que no hacen otra cosa más qué molestarlos cada que pueden. Sin embargo habían estado quietos por un tiempo, pero ahora decidieron volver a aparecer solo Dios sabrá para qué.
Los Jinetes iban en caravana por la ciudad de Collinstown rumbo a un almacén suyo que había explotado la noche anterior. Connor Maynard es un hombre de la mediana edad siempre con la chaqueta del club y una bandolera negra adornando su frente, junto con sus lentes oscuros. Él fue la mano derecha de CJ Collins en vida y ahora es el nuevo presidente del club, por lo tanto va a la cabeza. Junto a él va Troy Collins, vicepresidente, como ya dije. Es un joven de 31 años exactamente, alto y musculoso que, por supuesto, también lleva la chaqueta con la insignia del club.
Siguiéndolos de cerca está Freddy, quién es tesorero del club, es decir: quién lleva las cuentas de todos los gastos y adquisiciones. Es un hombre que llega también a la mediana edad, de baja estatura y corpulento. Y por último está Gel, el Sargento de Armas, que es un hombre alto y delgado como de cuarenta años.
Cuando los cuatro miembros del club llegaron a la escena, los bomberos aun apagaban pequeñas llamaradas y conjuntos de fuego en el estudio de películas para adultos que fue incendiado la noche anterior. En cuanto aparcaron las motos el sheriff del condado, al cual el club tiene en su nómina, se acercó a ellos para darles la triste noticia.
– Bueno, todo se quemó –dijo con algo de obviedad, a lo que Connor le respondió con una mala mirada, por lo que el sheriff siguió hablando– había propano, armas y todo explotó.
Se notaba a leguas que Connor estaba enojado. No, no enojado, ¡estaba furioso! Apretaba la mandíbula con los dientes pegados, los de arriba con los de abajo, y con sus manos estrujaba los guantes de cuero negro que se ponía para conducir.
– El técnico dice que fue provocado –volvió a hablar el sheriff mientras los acercaba a todos a los escombros– hay huellas de botas por todos lados.
– ¿Botas de montaña? –preguntó Connor acercándose un poco más al sheriff.
– Los malditos AC, Con –intervino Gel llamando a sus rivales "Los Ángeles Caídos" por sus siglas, y adelantándose hasta Con para poner una mano en su hombro.
– ¿Y dónde mierda estaba Ginley? –Troy también estaba empezando a perder la paciencia y eso se notaba por el tono con el que empleó la pregunta.
– No hay rastro del guardia –contestó el sheriff.
Connor, ya harto de toda esa situación, tomó al Sheriff Dogherty del brazo y lo llevó a un lugar apartado de ojos chismosos y oídos agudos para preguntarle:
– ¿Quién más lo sabe? –susurró una vez que estuvieron en un rincón.
– Oficialmente los bomberos y yo –respondió el sheriff– pero puedo convencerlos de cambiar el informe.
– ¿Y extraoficialmente? –preguntó Troy.
– Extraoficialmente todo el condado. La explosión tomó demasiada altura para ojos chismosos y no chismosos –al decir eso, todos giraron hacia el líder preocupados hasta que este volvió a hablar.
– Por el amor de Dios –dijo pasando sus manos por su cabello– ¿Y las Marc-5? –preguntó susurrando, refiriéndose a algunas armas ilegales que tenían guardadas en una de las bodegas del estudio.
– No están, y la mayoría de las F-6 tampoco.
Con eso, oficial y extraoficialmente, la paciencia de Connor acabó por terminarse y empezó a dar patadas a los escombros mientras lanzaba improperios y los demás del club tan solo lo miraban, ninguno tenía la intención de intervenir, lo mejor era que se calmara solo. Sin embargo, Troy no tardó mucho en reaccionar y como el buen e inteligente vicepresidente que es, buscó una solución temporal:
– No queremos que esto llegue al FBI –dijo y sacó un puñado de billetes doblados por la mitad para entregárselos al sheriff y con eso decirle– dale la mitad a los bomberos, que cambien el informe. La gente dirá lo que quiera. Vámonos de aquí –dijo dando una señal para que todos volvieran a las motos.
–Una vez empezando a caminar hacia allá, el presidente sacó su pistola de detrás de su pantalón y se la tendió a Troy para decirle en broma– dos tiros, aquí –se señaló la nuca sin dejar de caminar– no me dolerá y estaré muerto.
–Troy rió sin gracia por el chiste– no es fácil ser el "rey", ¿cierto?
– No –dijo Con volviendo a guardar su pistola para luego apuntar a Troy con su dedo– y será mejor que no lo olvides.