Palabras como dios, el destino o el universo llegan en respuesta, pero ninguna de estas da una respuesta que satisfaga mis dudas, a pesar de esto en el fondo repito una frase que en mis momentos de desesperación y confusión me sirve de consuelo.
-Todo va a estar bien.
Mi mente al escuchar estas palabras nuevamente vuelve a sumergirse en aquel doloroso y confuso recuerdo.
La imagen que se presenta ante mi es nuevamente el desesperado par de niños vagando solitariamente por la penumbra del bosque. El momento exacto es cuando aquel par, después de comer sus pequeños chocolates, retoman dubitativamente su exploración. Puedo ver como caminan alrededor de treinta minutos sin encontrar nada.
A pesar de su poca suerte, no se detienen y continúan al punto en el que sus rostros demuestran el dolor y la resignación de no haber encontrado ni un pequeño trozo de madera que no estuviera húmeda.
Sumado al incesante dolor que reflejan en sus pies al intentar no dar pisadas tan fuertes y en reiteradas ocasiones retirar su zapato para liberar algo de la presión que ejercen sobre sus húmedas y desgastadas plantas.
Cada parte de su rostro expresa dolor por haber perdido el camino de regreso al árbol.
Como si no fuera suficiente en ese momento sus cuerpos rápidamente pierden fuerza y energía a pesar de aquel pequeño aperitivo que habían tenido momentos atrás, ahí es cuando se percatan que apenas había servido para saciar un poco su hambre y engañar a su estómago, pero no les había aportado nada más que un poco de energía.
Cuando sus miradas y cuerpos cansados estaban a punto de resignarse para esperar su fatídico final, logran visualizar un oasis en el desierto de su desesperación y cansancio.
Después de caminar durante tanto tiempo que han perdido la noción del tiempo, aquel par se topa a unos cuantos metros De ellos. En medio del bosque con un viejo tejado que si bien es pequeño y solamente consta de tres paredes, tal parece que puede convertirse en el lugar perfecto para descansar.
Aquel lugar no es más que una vieja construcción mal diseñada de tres paredes con algunos trozos de viejos troncos y pedazos de lámina que fungen como tejado para apenas evitar las inclemencias del clima.
Aun así, parece que su estructura está bien y es lo suficientemente cómoda gracias al concreto que la conforma. Aquella estructura posiblemente es utilizada para días de campo puesto que en el lugar yacen un par de bancas construidas con algunos trozos de antiguos troncos. Al igual que una especie de mesa del mismo material, lo que hace que sea el lugar perfecto para que lo puedan utilizar como un refugio ante su precaria y necesitada situación.
Miradas de felicidad estallan cuando descubren que en ese lugar se encuentra algo bastante importante y que en su delicada situación significa la obtención del elemento primigenio de la vida y de la sobrevivencia desde tiempos antiguos, el fuego.
Ya que justo en el fondo del lugar y apenas a un lado de los asientos hechos, se encuentra una especie de quemador para poder realizar parrilladas en la que yacen finamente acomodados unos cuantos trozos de madera.
Lo cual hace que el perturbado par suelte un pequeño grito de felicidad y se abracen puesto que ahora acaban de obtener lo necesario para poder sobrevivir la noche.
Así pasan los minutos y Kari apila un montón de ramas y hojas secas, así como los trozos de madera que recolectó en el quemador rural, mientras delicadamente las acomoda en un pequeño montón para que estas no caigan y ardan de manera más rápida.
Es entonces cuando aliviado vuelve a sonreír y con la emoción de un niño en Navidad de su bolso saca un pequeño encendedor.
Ahí es cuando durante algunos minutos más dedica toda su atención a poder hacer que ese montón de madera arda.
Pasan los minutos hasta que repentinamente por fin brota una pequeña brasa lo suficientemente fuerte para poder encender a los demás trozos de madera.
Brinca y patalea de felicidad desmedida y mientras le grita a su compañera que se encuentra a unos metros descansando para que se acerque a calentarse en el fuego.
-Vamos Rigel lo logré acércate rápido, rápido.
Rigel que se encuentra en cuclillas mientras se abraza para poder generar un poco de calor corporal, genera una gran sonrisa y después de unos momentos, al ver que el fuego arde con intensidad, se acerca.
Es entonces cuando por fin ambos chicos alegremente pueden liberar un poco de la tensión que irradian sus cuerpos por el cansancio y el hambre, además del frío que surge gracias a la reciente lluvia.
Justo al lado del quemador, ambos niños frotando delicadamente sus manos intentando generar un poco de calor.
A la vista de la noche se trata solo de un par de infantes que vaga a través de la penumbra del bosque sin rumbo, solamente vagando en busca de algo que ni ellos mismos saben qué.
Sin embargo, aquel chico de complexión delgada de nombre Kari que a la luz del fuego calienta su delicada piel apiñonada mientras seca su alborotado pelo negro que gracias a la lluvia se encuentra hecho un desastre, no puede evitar recordar como hace unas cuantas horas sus padres murieron y como por su culpa se encuentran en esta situación.
Ese chico todo el tiempo, con su par de ojos color negro como la oscuridad misma que se encuentra a su alrededor, se encarga de proteger fervientemente a esa hermosa niña de nombre Rigel que delicadamente frota sus delicadas manos a un lado del fuego.
Kari al observar fijamente a Rigel no puede evitar sentirse maravillado por la belleza que excusa con tan solo frotar sus manos alrededor del fuego.
La despampanante piel clara y pelo color castaño que con la poca luz de la luna brilla en esplendor y majestuosidad.
Tanto el chico como yo no podemos evitar el observar su hermoso par de ojos color verde que resplandecen a la luz del fuego, cómo dos esmeraldas en medio de la oscuridad, tanto que hacen que nuestros corazones palpiten.
En su caso, incluso llega a sentirse preocupado por la arritmia que con violencia golpea su pecho, pero de cierto modo se siente afortunado por estar en compañía de tan fina y delicada flor.
Ambos ahora se encuentran más tranquilos y relajados, pero en su memoria reverbera el dilema y la confusión de por qué las cosas hasta ese día habían terminado de esa manera.
A pesar de que parecen saber la respuesta, ambos la evitan y parecen huir de ella como si aquella horripilante verdad no hiciera más que destruirlos.
Dejando de lado la triste verdad y cualquier impedimento que limite su felicidad, sonríen mientras amorosamente, ambos se sujetan de las manos al calor del fuego, porque en lo más profundo de su alma ambos chicos saben que aunque su situación no es prometedora y que el suceso que los une es bastante oscuro al igual que su futuro tienen fe en que mientras ellos dos estén juntos ambos podrán superar cualquier obstáculo que se les presente.
Gracias a esto, aunque sea por un instante breve en los cansados rostros de ambos mientras duermen abrazados al calor del fuego, es posible apreciar un pequeño esbozo de felicidad y paz en sus rostros.
Fin del recuerdo repentinamente mi memoria me vuelve a jugar una mala pasada, ya que como una cinta fallida mi recuerdo se ve cortado y todo gracias a unas cuantas gotas de lluvia que caen sobre mi rostro, cosa que hace que dirija enojado la vista mi al cielo y contrario al despejado y luminoso paisaje de hace unos momentos atrás ahora todo el cielo se encuentra totalmente nublado y oscuro.
Es tan sorprendente lo rápido que puede cambiar el clima de manera inesperada, puesto que tan solo hace unos cuantos minutos antes el cielo se encontraba totalmente despejado, limpio, sin obstrucción alguna y ahora un gran par de nubes abundan en toda su extensión.
Lentamente, comienzan a formarse cúmulos de grisáceas nubes que amenazan con soltar sobre el área una pequeña lluvia.
Sin más que hacer en esta colina, lo único que me queda es volver por donde llegué anteriormente.
Esperando que la lluvia no termine por dificultar el camino de regreso.
Rápidamente, me levanto y comienzo a estirar mi maltrecho y desgastado cuerpo.
Sacudo rápidamente cada parte de mi cuerpo esperando quitar rastros de pasto, tierra o algún insecto que se encuentre adherido en mi ropa.
Sacudo delicadamente la tierra que se encuentra en la parte trasera de mis pantalones y de mi espalda estiró durante unos minutos mis extremidades.
Después de estar en un estado de movimiento más cómodo, vuelvo a agacharme y en mi mochila meto el cuaderno de dibujo y el lápiz y comienzo mi camino de regreso a través del bosque.
Lentamente, camino a través de una decena de viejos árboles y me detengo justo enfrente de uno, el cual a diferencia de los otros se encuentra totalmente seco y al cual ya ni siquiera se le puede llamar árbol, aun así de una de sus secas ramas descuelgo una vieja escopeta de caza que se encuentra colgada gracias a un gran trozo de cuero por el que la tomó y me la coloco en el hombro.
Mientras retomo el camino de regreso a casa iluminó los alrededores con una vieja lámpara que muevo de un lado a otro para conseguir iluminar el oscuro sendero, además de amedrentar y alejar a la mayoría de especies salvajes.
Recorro una gran extensión de un viejo y mal diseñado cambio de terracería, el cual solamente se encuentra acompañado por una gran cantidad de árboles y plantas que son mi única distracción en este solitario y poco llamativo camino.
Decenas de árboles se encuentran a los lados del camino que recorro, conformándose por un sin fin de distintas variedades y tipos de árbol en las que en breves ocasiones puedo ver desfilar unos cuantos animales inofensivos, animales como mapaches, búhos y algunos pequeños ratones.
Así como algunos pájaros que a pesar de la hora aún cantan melodiosamente amenizando mi ruta.
Gracias a esto es posible escuchar una gran gama de sonidos provenientes de la fauna.
Desde los cantos de grillos hasta algunos cuantos roedores que finalmente se mueven justo entre los árboles y ramas aterrados por la iluminación de la lámpara.
Durante cientos de metros el sendero que recorro es definible como nada más que una fina extensión de tierra aplanada que forma una gran variedad de sendas que son utilizadas por la gente del pueblo y unos cuantos exploradores.
Algunos montones de piedras yacen colocadas a las orillas para poder definir el tamaño y el largo de los senderos para que estos conserven las mismas proporciones y características
Cosas que con el pasar del tiempo algunos pobladores y personas del bosque han ido haciendo para evitar accidentes y que la gente se pierda.
En algunos tramos es apreciable algunos trozos de viejas maderas y alambres que forman débiles y mohosas cercas.
En otros lugares, las barreras se conforman por partes de viejos y oxidados trozos de alambrada cuyo propósito simplemente es marcar la pista de regreso del bosque a mi pequeño pueblo natal.
El recorrido de regreso desde la colina a mi pueblo no me lleva más de 20 minutos y en lo personal es un trayecto bastante entretenido, el cual recorro únicamente con una linterna y la vieja escopeta de años antiguos propiedad de mi tío y la cual me presta para prevenir algún tipo de accidente o altercado que pueda suceder a estas horas.
Si soy sincero nunca he tenido la necesidad de usarla, a pesar de todo intentó jamás bajar la guardia porque a pesar de que conozco perfectamente el bosque no debo confiarme de más.
Tal hecho es muy poco probable, ya que si bien estoy vagando a través del bosque a altas horas, podría considerarse que en la zona en la cual me ubicó no es más que simplemente el área de las afueras del bosque, por lo que es prácticamente imposible el poder encontrarse con alguna especie animal peligrosa.
El hecho de tener precaución y cargar con un arma es más por algún grupo de rufianes o ladrones que nunca llegan a faltar por estas zonas.
A veces llego a cuestionarme qué es lo que verdaderamente puedo hacer yo con este viejo cacharro que llevó por escopeta, puesto que es bastante viejo e incluso no sé si todavía pueda ser utilizado por la gran cantidad de años que tiene encima.
Pero la función de esta escopeta es más útil porque ayuda a que mi viejo tío se sienta tranquilo cuando salgo a lugares que no conozco.
Al igual que también permite que pueda incursionar con toda libertad a través del bosque sin reprimenda alguna.
Después de caminar el extenso sendero y parar por algunas cuantas bifurcaciones que surgieron en su transcurso.
Por fin, ante mi vista reside el poblado el cual tengo el honor de llamar hogar y ese es el pueblo de Cassiopeia.
Un pueblo nada distinto de ningún otro, salvo que su población es de apenas unos cuantos cientos de habitantes, fuera de esto es un lugar que podrías encontrar en cualquier parte del mundo.
Y contrario a esta descripción, también es tan diferente, y especial que podría decir que es único en comparación con otros lugares. Cassiopeia es un pequeño poblado ubicado justo a las afueras de la ciudad de Carina.
Es un poblado que a pesar de su población limitada es un emplazamiento bastante bonito y cuya gente es amable y buena con todos como si de una gran familia se tratara.
El pueblo principalmente se dedica a actividades agrícolas y de caza, pero también cuenta con algunas industrias de minerales y de agricultura.
Un sitio bastante llamativo y alegre, su aspecto no es nada diferente de alguna otra ciudad.
Pero por sus calles se encuentran una gran cantidad de pequeñas y poco vistosas casas.
Es un lugar en el cual abunda la ideología simplista y de una vida sin lujos, por lo que la mayoría de habitantes tiene una forma de vivir sencilla.
En el pueblo es muy poco común que veas residencias privadas de gran lujo y confort, algo así como mansiones o castillos, ya qué la gran mayoría de la gente prefiere vivir a las afueras, en el bosque, en discretas y pequeñas cabañas.
Pero a pesar de lo modestos y poco materialistas que somos, al igual que en otros lugares, la arquitectura del lugar narra con su existencia el paso del tiempo y las épocas tan vívidamente que al transitar por sus calles te encuentras sumergido en un sin fin de sucesos e historias increíbles.
Pues cada edificio del pueblo data de siglos atrás y son parte importante de la historia del lugar.
En palabras más simples, Cassiopeia es un poblado en donde la historia y la poca modernidad se ven combinadas de manera prolífica.
Es una experiencia maravillosa el poder observar la hermosa vista del pueblo mientras camino a la lejanía por la montaña.
Mientras observo puedo ver cómo poco a poco las nada transitadas calles del pueblo aún rebosan de alumbrado, sin embargo, la presencia de personas es prácticamente escasa.
Algunos taciturnos todavía deambulan por la plaza central, al igual que otros edificios importantes como la librería o el pequeño patio de juegos del par de escuelas en el cual algunos niños revolotean descontroladamente.
Lo que verdaderamente llama mi atención son las antiguas casas de madera que elegantemente adornan algunas de las calles del pueblo y que deleitan mi visión mientras camino por la húmeda y fangosa trocha de la montaña.
Mientras recuerdo que cada vez que visito el pueblo disfrutó transitar relajadamente cada uno de esos lugares.
Luego de unos minutos de haberme alejado del pueblo, ahora solo puedo observar cómo a lo lejos aún se observan algunas de sus luces. Pero esto también me indica que estoy a punto de llegar al lugar en el cual resido, pues el pueblo que está a una distancia que ya me parece bastante familiar.
Como ya lo había dicho, mi hogar no se encuentra justamente en el centro del poblado, sino más bien a las afueras de este mismo.
Prácticamente, al igual que el ochenta por ciento de las casas de este pueblo, pertenece al bosque, por lo que normalmente debo caminar algunos cuantos metros de terracería a través de las montañas en un par de viejas y poco existentes sendas.
Me llevan a las afueras donde rodeada de árboles y pinos se encuentra una pequeña cabaña.
Esa vieja cabaña es propiedad de mi tío Otis, un viejo el cual me adoptó después de que yo perdiera a mis padres en un desafortunado accidente.
Terminando de andar durante unos cuantos minutos por fin a lo lejos puedo observar un par de luces y una delgada capa de humo que son exhaladas continuamente por la cabaña en el medio de la nada.
Satisfecho ya que por fin me encuentro a tan solo unos cuantos pasos.
Lentamente, me acerco cruzando a través de un viejo camino cercado, el cual fue construido por mi tío y el cual dice que es para impedir que algunos animales deambulen libremente por la zona.
Hecha de tablas de madera se encuentran colocadas estratégicamente justo antes de entrar al patio, en el cual solamente hay algunos montones de leña cubiertos con trozos de plástico y que descansan sobre unas cuantas secciones de amarillento pasto.
Después de cruzar el umbral anterior, por fin me encuentro justo frente a la entrada principal, sujetando la perilla de la puerta.
Que aún sin haber ya emana una cálida y acogedora aura que calienta todo mi cuerpo.
Entró lentamente después de limpiar mis botas en un tapete que se ubica justo en la entrada.
Al entrar a primera impresión encuentro un sencillo amueblado que no consta más que de un pequeño sillón y una mesa que fungen como sala, así como algunos viejos muebles adornados con algunas fotos y objetos sin importancia.
Caminando a través del pasillo atravieso la sala para poder llegar a lo que nosotros llamamos la cocina, de la cual a través de su puerta libera un delicioso aroma que hace gruñir mi estómago, apenas toca mi nariz.
Así que ese aroma refuerza mi deseo de ir con más prisa para poder encontrar a mi tío que como todos los días se encuentra haciendo la cena.
Me mata la emoción de poder ver la fuente de aquel maravilloso aroma, por lo que comienzo a gritar casi desesperado para llamar a mi tío y que me permita probar su deliciosa comida.
-Tío Otis, Tío Otis ya estoy aquí.
-He regresado del bosque...
Antes de que pueda atravesar la puerta de la cocina, por fin obtengo una respuesta.
-Pasa muchacho, me encuentro aquí en la cocina....
Antes de terminar su frase ya estoy justo detrás de él.
Aparece ante mi vista, es un pequeño hombre de aspecto longevo, de altura bastante pequeña, que no rebasaba el metro con sesenta y que es bastante regordete, aún así posee un desordenado pelo negro, aunque ahora son más notorios los pequeños tonos grisáceos que se hacen presentes en su cabello en forma de pequeñas líneas que poco a poco comienzan a cubrir toda su extensión.
Lo más llamativo de él es su pequeño mostacho color negro, que igualmente ya comienza a mostrar algunos tonos grises.
Además de que este se encuentra justo debajo de su gran y regordeta nariz.
Hace que luzca un rostro bastante gracioso que ya comienza a demostrar el paso del tiempo a través de algunas arrugas que se hacen presentes y que es muy fácil mirar.
Aquel hombre me dirigió una mirada de sorpresa al notar que simplemente observo su extraña vestimenta.
La cual se compone solo de una delgada camiseta interior que en primera instancia parece blanca, pero que al mirarla detenidamente tiene un aspecto amarillento, no sé si por el paso del tiempo o por la suciedad de la prenda.
A pesar de la prenda de dudoso color, la atención es robada por un par de pantalones cortos color azul que dejan al descubierto sus peludas y gordas piernas que descansan tan solo en un par de chanclas.
Es un conjunto bastante curioso para alguien de su edad, ya que no parece que mi tío sea el tipo de persona que utilizaría algo tan informal, puesto que su expresión severa y el aire formal que siempre lo rodea dan una percepción totalmente diferente de él.
A pesar de sentirse un poco molesto por mi aislada mirada a su ropa, parece no darle tanta importancia y se voltea sin decirme nada, a pesar de eso me abalanzo sobre él delicadamente cuidando no lastimar sus viejos huesos para poder darle un abrazo.
Al alcanzarlo con cuidado, enrollo mis brazos alrededor de sus hombros y pego mi cara él a su rostro, a lo que él solamente reacciona de manera reacia y bastante molesta.
Para que después de unos minutos mis brazos sean separados de forma algo tosca.
Contrario a lo devastadora que puede sonar la escena para mí, es algo común esa fría y renuente actitud por parte de él, por lo que a pesar de eso, siempre intento ser lo más cariñoso y expresivo con él puesto que es la última persona a la cual puedo llamar familia.
Aun así, con expresión nihilista dirige su mirada hacia mí mientras expresa las palabras.
-Por fin has llegado niño, ya me tenías bastante preocupado.-Después de eso toma una pequeña cuchara de madera y comienza a menear suavemente una olla que se encuentra sobre la estufa.
-¿Qué te he dicho de estar afuera en el bosque por las noches?.-Vuelve a mirarme, pero ahora de manera más seria.
Intentó evitar su perturbadora mirada observando hacia la ventana, aun así parece ya no darle importancia y continúa moviendo su estofado.
-En verdad que eres bastante desobediente chico.-Después de aquella declaración me mira fijamente de nuevo con su rostro severo y demostrando una molestia.
Antes de sucumbir a la presión de su mirada, intentó decir algo para calmarlo.
-Los siento tío, la verdad es que no me di cuenta de lo rápido que pasó el tiempo-Dirijo la mirada hacia al suelo e intentó poner una expresión de culpa y arrepentimiento.
Sin mostrar alguna expresión de sorpresa, sigue mirándome fijamente hasta que después de unos pocos segundos se cansa aún y vuelve a dirigir su mirada a la estufa, aún así no evita expresar.
-Patrañas como si no te conociera chico.-Sigue vívidamente moviendo la cuchara, aun así continua sin siquiera mirarme.
-Pero verás como un día de estos te sucederá algo por arriesgarte tanto y sólo entonces entenderás la severidad de mis palabras.
Después se gira bruscamente hacia una pequeña alacena hecha de vieja madera, la cual apenas alcanza a pequeños saltos.
Por lo cual jala una pequeña silla y es ahí cuando con todas mis fuerzas me abstengo de soltar una risilla que haga que se enfade aún más.
A continuación toma lo que parece ser sal y se acerca de nuevo a la estufa que solamente está a unos metros en la cual se encuentra la olla que despide un maravilloso olor.
Vierte un poco de sal y mueve su preparación con el pequeño cucharón.
Solamente sigo observando detenidamente como se dedica a preparar aquella deliciosa comida que ya emana un seductor aroma que de no ser por la presencia de ese hombre ya me hubiera abalanzado sobre ella.
Pero debido a él evitó hacer algo que llame su atención como si de un peligroso animal se tratara.
Tan solo unos instantes pasaron cuando mi tío habló nuevamente en mi dirección.
-Y qué ¿Piensas estar toda la noche ahí?.
Después de eso señala a la pequeña olla que se encuentra sobre la estufa mientras del lavabo toma un pequeño plato color blanco y me lo da.
-Toma y sírvete antes de que se enfríe.
Sin dudar fugazmente tomó el plato y me abalanzó sobre la olla.
Tomó el pequeño cucharón y comienzo a menear el estofado.
Después vierto sobre mi plato algunos trozos de verduras picados finamente y que al entrar en contacto con el aire emanan una seductora capa de humo que hace que mi saliva brote descontroladamente, al final tomó un trozo de lo que parece ser pollo y sin dudar me siento sobre la silla que minutos atrás mi tío utilizó como apoyo. Y recargo mi plato en la mesa que se encuentra a unos cuantos metros de la estufa.
Cuando estaba a punto de empezar a comer, sufro un pequeño golpe en la nuca que me tomó por sorpresa y que va acompañado de unas severas palabras.
–¿Qué demonios estás haciendo?.
Ante tal golpe volteo para poder ver el motivo y ahí vuelvo a encontrarme con aquel regordete hombre que nuevamente tiene una expresión severa y a lo cual no consigo atribuirle significado alguno.
Por lo cual al darse cuenta como si se apiada de mí con una risilla malévola me dice.
-¿No te lavarás las manos?.
Ante tal declaración lo único que puedo hacer es sentirme un idiota por olvidar algo tan básico como lavarme las manos.
Después de lavar mis manos en el lavabo, ahora nuevamente comienzo a comer.
Pasan los minutos y después de un par de deliciosos platos de estofado y de estar durante algunos minutos platicando sobre lo que hice en el día de hoy con mi inexpresivo y poco interesado tío.
Una interminable onda de sueño se hace presente, por lo cual lo único que hago es despedirme de mi tío, que aterradoramente aún se la pasa mirando hacia la ventana inmersa en sus pensamientos, por lo que lo único que hago es despedirme y después de un poco entendible murmullo me retiro a mi habitación.
Para llegar a mi habitación lo único que tengo que hacer es cruzar la sala y girar a mano derecha, ahí es donde se encuentra un pequeño, pero cómodo cuarto que no cuenta con mucho y siendo exactos, solamente se compone de una cama individual, un pequeño buro y un closet además de algunos otros pequeños muebles.
Lo más llamativo de mi habitación es que se encuentra completamente tapizada de un sin fin de dibujos del bosque, así como algunos bocetos de animales más, sin embargo, lo más llamativo es una enfermiza cantidad de dibujos de Rigel en una gran variedad desde que era niña hasta que es prácticamente una adulta cada uno de estos finamente detallados.
Pero tanto es mi cansancio que después de cepillarme los dientes me dirijo rápidamente a mi cama sin pensar en nada, más incluso me acuesto sin cambiarme el atuendo, por lo que me tiró bruscamente en mi cama y al cabo de unos cuantos minutos dejó que el silencio y la calma del exterior junto con mi cansancio lentamente se encarguen de que quede inmerso en las profundidades del sueño.