De todos modos logré descifrar algunas cosas básicas como los nombres de las personas que me acompañaron durante toda la hospitalización. La madre de Greta se llamaba Berta, su padre Hans, la monja joven que al parecer era su mejor amiga se llamaba Kate y, por último, la monja anciana se llama Norma y era la madre superiora del convento al que pertenecía.
Al salir del hospital fui al convento, pues era en ese lugar donde vivía antes y el doctor recomendó que continuará con su vida lo más normal posible. Al llegar sentí inmediatamente un deseo enorme de salir de ahí, no sólo era yo, los recuerdos de Greta me hacían saber que ella había sido presionada por sus padres y otras personas para tomar sus votos, incluso tenía alguien que le gustaba pero no podía ver quien era, del mismo modo que no recordaba esa persona con la que sentía que debería estar así que recurrí a la persona más cercana a mi para ver si averiguaba algo sobre una posible pareja o amorío, Kate quien también era mi compañera de habitación.
-Kate... ¿te puedo hacer una pregunta?
-Claro, lo que quieras.
-yo... ¿alguna vez te conté sobre alguien que me gustará o con quien hubiera tenido una relación antes de ya sabes... tomar los voto?.
-mmm... no, no que recuerde al menos...
-¿Segura?... ¿Y nosotras tuvimos algo en alguna ocasión?- insistí, ella se rió con ganas.
-nada más que una linda amistad, en serio Greta... estás muy rara, es como si fueras otra persona, ¿de dónde sacaste esas ideas tan raras?
-sí, lo siento... creo que estoy un poco confundida nada más...- respondí intentando bajarle el perfil.
-ya veo... la sola idea de que estés con otra mujer suena tan ridículo...
-Claaro... muy ridículo ¿no?- le seguí la corriente, aunque tenía más que claro que en mi vida pasada estuve con más de alguna mujer- buenas noches Kate- agregué y me di vuelta para dormir.
Esa noche tuve un sueño extraño, iba caminando por un bosque luminoso, los árboles resplandecían al recibir la reflejar la luz del sol en sus troncos. El sendero por el cual caminaba estaba lleno de piedras blancas y brillantes, lo cual hacía sentir como si caminara por un luminoso túnel. Entonces sentí una voz gritando un nombre que se me hacía familiar:
-Nayara... nayara- susurraba una voz femenina junto al leve silbido del viento.
-¿quién eres?, ¿Dónde estás? ¿Quién es nayara?
-tu eres mi nayara- respondió la voz, ¿Qué quería decir con "mi nayara"?
-¿Quién eres?- insistí.
-vuelve a mi, nayara- respondió ignorando mi pregunta.
-¿Dónde estás?, ¿Cómo se supone que vaya hacía ti si no sé quién eres?.
-tu lo sabes, muy en el fondo lo sabes, no me olvides nayara... vuelve a mi- volvió a decir.
Miré hacia todos lados, pero lo único que veía eran los brillantes árboles, los cuales me cegaban con su luz y no me dejaban ver más allá de la punta de mi nariz. Empecé a correr desesperada buscando a aquella misteriosa mujer, hasta que la luz se hizo tan intensa que no pude avanzar más.
-buenos días dormilona- me saludó Kate.
-¿Qué hora es?- respondí sobándome los ojos.
-las 5 y media- dijo y yo me escondí debajo de las sábanas- vamos, tenemos que ir a rezar el rosario a las 6- insistió empujándome hacia un lado y el otro.
-¿es en serio?- respondí irritada- anda tu, dile a la madre que me enfermé o me morí, no sé...
-No puedo mentirle a la madre superiora, eso estaría muy mal- dijo.
-pues entonces dile que tengo mucho sueño y quiero seguir durmiendo al menos un par de horas.
-¡Vamos!, no querrás tener problemas ¿verdad?
-¡bien!- exclamé de mal humor y me levanté, Kate me miraba con una linda sonrisa, aún estaba en pijama.
Me metí a la ducha y me vestí rápidamente para no retrasar a Kate, cuando salió de la ducha envuelta en la toalla, casi me da un infarto, tenía un cuerpo envidiable... no pude evitar quedarme pegada viendo como se vestía, era realmente hermosa.
-¿Qué?- me dijo mientras se ponía la túnica.
-No, nada, solo me quedé pegada- respondí "es una verdadera lástima que sea monja, bueno, seamos" pensé mientras se terminaba de vestir.
Fuimos a la capilla y Kate empezó a dirigir el rosario, mientras todas rezaban yo no dejaba de pensar en aquel extraño sueño... ¿Qué significaba soñar con algo así?, ¿esa mujer realmente existía?, algo en mi corazón me decía que ella era alguien muy importante para mi, me angustiaba mucho no saber como era, "muy en el fondo lo sabes" había dicho ella, pero no era más que un simple sueño ¿o no?. Al terminar el rosario llegó un cura para hacer una misa, pero yo estaba totalmente fuera de este mundo.
-hermana Greta- me dijo una monja mayor.
-¿si?
-¿podría poner la mesa mientras hacemos el desayuno?.
-Sí, sí, claro- respondí volviendo a la realidad.
Al salir de la capilla me di cuenta que no tenía idea de donde estaba el comedor o de donde sacar los platos.
-El comedor está por acá- dijo Kate al ver mi expresión de confusión- vamos, yo te ayudo- agregó.
-gracias- dije y la seguí por un largo pasillo con muchas puertas.
Se notaba que el edificio era antiguo, pero estaba bien mantenido y tenía un pequeño pero lindo jardín en el centro, tipo casona colonial. Poner la mesa no fue tan rápido como imagine, habían 50 hermanas más, además de nosotras dos y la madre superiora así que era Muuucha loza que repartir.
Después de desayunar yo, Kate y un par de hermanas más fuimos a visitar un hospital de niños, les llevamos algunos juguetes que había donado la gente del sector y le leímos cuentos.
-hermana... ¿si me muero... voy a ir al cielo?- me preguntó una niña con cáncer, me rompió el corazón, los niños deberían jugar y hacer travesuras, no estar pensando a donde irán cuando mueran... de todos modos hice mi mayor esfuerzo para poder sonreírle.
-Claro, preciosa, las niñas como tu son angelitos en la tierra y cuando termines tu misión aquí irás derechito al cielo, al paraíso, con Dios y la virgen- le dije. Entonces saqué un rosario de mi bolsillo y se lo pasé- dicen que si rezas el rosario la virgen te protegerá siempre- dije repitiendo las palabras que había leído en un libro de catequesis que me obligaron a leer y desee con todo mi corazón que fuera cierto.
-¿en serio?- dijo con una sonrisa adorable.
-Claro, las monjas no mentimos- respondí sonriendo también... bueno... una mentirilla blanca no le hace daño a nadie ¿verdad?. Cuando salí de la habitación de la niña Kate estaba al lado de la puerta esperándome.
-Eso fue muy tierno- dijo Kate- esta si se parece más a la Greta que conocí.
-¿y como era Greta?- quise saber- digo, yo antes del coma...
-Bueno... ella era muy dulce, se llevaba bien con todo el mundo, era una muy buena persona, nunca se quejaba de nada ni contradecía a su familia... bueno, ahora que lo pienso nunca contradecía a nadie- dijo, yo me quedé pensando un momento.
-¿y tu crees que yo era feliz así? Dándole en el gusto a todo el mundo...
-bueno, como te digo, nunca te quejabas... aunque...- se quedó pensando un minuto.
-¿Qué?
-antes del accidente dijo algo así como que ya no soportaba tanta mentira... yo pensé que hablabas en general, como de la gente que es falsa y eso... pero quizás... quizá tenías tus propias mentiras ¿no?, ¿recuerdas algo de eso?- me preguntó con auténtico interés.
-bueno yo...- iba a decir que no, pero un recuerdo de Greta vino a mi mente.
Ella se miraba al espejo y se largaba a llorar, se arrancaba una cruz que llevaba colgara al cuello y lo tiraba contra la pared. Subió a un auto del convento y manejó a toda velocidad "esto se acaba aquí y ahora, no más mentiras, no más máscaras, no más sonrisas falsas" pensó mientras conducía directo a una barrera de contención que separaba el camino de un precipicio. "No puede ser... no fue un accidente, ella se suicidó" pensé pero no podía decirle eso a Kate.
-yo... creo que no era tan feliz como aparentaba... creo que no quería continuar con esta vida... osea, me refiero a que quería hacer algo distinto a ser monja...- le contesté, además eso me daba pase para quitarme el hábito.
-No, no, eso no puede ser, soy tu mejor amiga, me hubieras dicho si estuvieras pensando algo tan drástico- dijo Kate.
-quizás... quizás tenía miedo de como reaccionarias, de como reaccionaría todo el mundo...
-¿y aún sientes eso?- me preguntó tomando mis manos y mirándome a los ojos- ¿aún piensas que no quieres seguir una vida como religiosa?.
-La verdad... no creo que sea lo mío... -confesé y luego Inventé una excusa que sonará creíble- ese accidente me cambió mucho... quiero decir que me hizo ver las cosas de otra manera... incluso se podría decir que soy una persona nueva.
-bueno... en realidad si he notado cambios en tu personalidad... ay amiga, si no eres feliz en el convento creo que deberías buscar algo que te haga feliz, sea cual sea tu decisión yo te estaré apoyando- dijo con una sonrisa alentadora.
-Gracias... eso significa mucho...
Luego de la visita al hospital volvimos a almorzar, mientras comíamos intentaba planear una forma para salir de ahí, claro, sabía que no estaba en la prisión ni mucho menos, pero no podía simplemente irme y dormir en la calle mientras encontraba un trabajo y un lugar donde vivir... tal vez los padres de Greta me recibirían de vuelta, ni parecía llevarme mal con ellos... ¿Qué haría al salir?, quizás podría trabajar como chef, recuerdo que en mi vida pasada tenía un restaurante y aprendí mucho de cocina ahí, del mismo modo Greta sabía muchas recetas tradicionales que todo el mundo elogiaba.
Ya como a las 8 de la noche dije que me sentía mal para poder acostarme temprano, nunca me hubiera imaginado que las monjas trabajarán tanto, estaba agotada. Sabía que no podría resistir ese ritmo por mucho tiempo más.
Esa noche el mismo sueño de la noche anterior se volvió a repetir ¿Qué significaba eso?... "como si no tuviera ya suficientes cosas en que pensar" me dije, lo mejor sería ignorarlo y concentrarme en la vida real, en lo que estaba pasando aquí y ahora. Decidí ir a visitar a los padres de Greta y tantear terreno para saber si podía contar con ellos para iniciar mi nueva vida. Así que le avisé (en realidad pedí permiso) a la madre superiora de que iría a ver a los padres de Greta y me ausentaría ese día.
-¡Greta! Pero que linda sorpresa- dijo Berta- pasa, pasa.
-Gracias- respondí tímidamente.
-¿y a que debo esta sorpresa?- preguntó en cuanto nos sentamos.
-Bueno... a decir verdad... no me he sentido muy cómoda en el convento, supongo que fue muy precipitado regresar allá tan pronto...
-¿Y qué te gustaría hacer entonces?
-no lo sé... esa es la cuestión- dije con timidez- si me voy del convento... creo que no tendría dónde quedarme.
-¿Cómo no? Esta sigue siendo tu casa, puedes quedarte cuanto gustes.
-¿en serio? ¡gracias Berta!, digo mamá...- dije aunque se sentía un poco raro decirle mamá a alguien que apenas conocía.
-No tienes nada que agradecer, para eso estamos las madres y tu siempre has sido una muy buena hija.
-De todos modos te agradezco, no todas las madres son así.
Me quedé a almorzar con ellos, mientras comíamos un perro que tenían en el patio no dejaba de ladrarme como si fuera un ladrón.
-¿Qué pasa Bobi? ¿Quieres saludar a Greta?- dijo Berta.
-No... no creo que quiera saludarme, precisamente- dije con nerviosismo.
-Tonterías, Bobi siempre te ha amado- dijo Berta y abrió el ventanal para dejar entrar al perro.
En cosa de segundos el se me tiró encima y mordió mi brazo.
-¡Mierda!- exclamé alejando mi brazo del animal.
-¡No Bobi!- gritó Berta- ¡Perro malo, perro malo!- gritó tomó al perro del collar y lo sacó de nuevo al jardín- Disculpa, no sé que le pasó, por lo general es muy amigable.
-Está bien, no es su culpa- dije... podría jurar que el sabía que yo no era la verdadera Greta... dicen que los perros tienen un sentido que los humanos no pueden entender.
Al anochecer volví al convento y le conté a Kate de mi decisión.
-Quiero que seas la primera en saberlo- le dije antes de acostarnos.
-¿Qué cosa?
-voy a dejar los hábitos, ya me decidí, mañana voy a hablar con la madre superiora para explicarle la situación.
-¿Estás segura de que eso es lo que quieres?- preguntó.
-Nunca estuve más segura de algo en toda mi vida- respondí.
-Pues entonces tienes todo mi apoyo y te deseo lo mejor- me dijo con un tono de voz muy dulce.
-muchas gracias
-Espero que podamos seguir viéndonos- dijo.
-Claro, no es como si muriera, vendré a visitarte o puedes ir tu a mi casa- contesté.
-por supuesto... buenas noches Greta.
-buenas noches Kate, que duermas bien- dije y me dormí.