Amor en tiempo de Tormenta El Recreso de Elizabeth
img img Amor en tiempo de Tormenta El Recreso de Elizabeth img Capítulo 3 Capitulo Tres
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Capítulo 6 Capitulo Seis img
Capítulo 7 Capitulo Siete img
Capítulo 8 Capitulo Ocho img
Capítulo 9 Capitulo Nueve img
Capítulo 10 Capitulo Dies img
Capítulo 11 Capitulo Once img
Capítulo 12 Capitulo Doce img
Capítulo 13 Capitulo Trece img
Capítulo 14 Capitulo Catorce img
Capítulo 15 Capitulo Quince img
Capítulo 16 Capitulo Diesiseis img
Capítulo 17 Capitulo Diesisiete img
Capítulo 18 Capitulo Dieciocho img
Capítulo 19 Capitulo Diecinueve img
Capítulo 20 Capitulo Veinte img
Capítulo 21 Capitulo Veinte Uno img
Capítulo 22 Capitulos Veinti Dos img
Capítulo 23 Capitulo Veinti Tres img
Capítulo 24 Capitulo Veinti Cuatro img
Capítulo 25 Capitulo Veinti Cinco img
Capítulo 26 Capitulo Veinti seis img
Capítulo 27 Capitulo Veinti Siete img
Capítulo 28 Capitulo Veinti Ocho img
Capítulo 29 Capitulo Veinti Nueve img
Capítulo 30 Capitulo Treinta img
Capítulo 31 Capitulo Treinta y Uno img
Capítulo 32 Capitulo Treinta y Dos img
Capítulo 33 Capitulo Treinta y Tres img
Capítulo 34 Capitulo de Treinta y Cuatro img
Capítulo 35 Capitulo Treinta y Cinco img
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Capítulo 3 Capitulo Tres

–Veo que ustedes lo están tomando todo a la ligera, ella se puso a discutir con un socio de esta empresa respetable.

De inmediato capté que hablaba sobre mí y sobre lo ocurrido.

–Que nos asegura que después no va a pasar lo mismo, pero con uno de nosotros.

–Bueno, de eso estamos claro todos Lilibet.

–Todavía no he terminado, espérate no te me adelantes, pero retomando lo que decía, ella nos ha demostrado coraje al enfrentarse a ese patán bueno para nada que se cree mayor que cualquiera de nosotros.

Nosotros a diferencia, ¿qué hacemos cuando él se nos enfrenta?, nos asustamos, esquivamos los hechos y nos hacemos los locos para no enfrentarlo. Ella siendo una simple secretaria defendió su honor, sabiendo que le podía costar su empleo, pero a ella no le interesó eso, o no en el momento.

–¿Y cuál es tu decisión entonces mujer? Ya habla de una vez –exclamó Alfonso.

–Vaya no has cambiado nada impaciente como siempre, apoyo la moción del consejo.

–Bien, déjenos a solas.

Todos los socios se paran y dirigiéndose hacia la puerta lateral saliendo a un balcón que tiene la sala de conferencias para tomas aire.

–Muy bien muchacha, lo que hiciste hoy no tiene justificación alguna, pero todos vimos los videos de seguridad y nos dimos de cuenta que no fue tu culpa, pero a la vez tuviste valor en enfrentarte al problema sin temor alguno. Te felicito.

–¡¿Cómo dijo?! –exclamé sorprendida.

–No muchos se le enfrentan a él como lo hiciste tú, tienes agallas, niña. Y también tengo que felicitarte por haberte ganado el corazón del soltero más codiciado de nuestra empresa.

–¡¿Cómo ha dicho?! –Volví a responder, pero eta vez estaba más sorprendida y confundida.

–Pasa ahora Vicente –gritó Alfonso.

Entrando a la habitación, Vicente observa que solo estaban ellos dos.

–¿Llamó usted señor?

–Claro muchacho adelante, siéntate aquí a mi lado.

En su rostro se notaba que está algo molesto, que eso era increíble porque ya tenía varios años trabajando para la empresa y nunca lo había visto así, ni siquiera cuando han tenido pérdidas millonarias.

–Muchacho te pasa algo, te siento raro –expuso Alfonso.

–Disculpe señor, pero Federico no quiere hacerse responsable de lo que hizo y tuvo el descaro de irse.

–Conque esas tenemos, ¿él acaso no sabía que yo iba a estar aquí?

–Está bien, ya ajustaré cuenta con él en otra ocasión, por ahora quiero disfrutar de este momento, explícame lo que dijiste anoche cuando yo te llamé.

Mi cara se puso pálida del asombro, hubo un momento anoche cuando su cara se encontraba entre mis piernas que le sonó el celular, contestándolo, pero sin dejar de hacer lo que estaba haciendo.

Yo logré escuchar que Vicente decía que no podía hablar porque se estaba comiendo un manjar de dioses, haciendo luego referencia de que se trataba de una vulva jamás explorada por ningún hombre y él se estaba deleitando con ella.

Quedé tan apenada al saber que él estaba hablando con el dueño de la empresa que no sabía qué hacer, mi cara se me caía de la vergüenza.

–Señor, como le conté anoche, estaba acompañado de una mujer especial y que ha cautivado mi corazón.

–Pero no lo puedo creer, tú que siempre nos dijiste que no te ibas a enamorar, que la empresa era todo para ti.

–Lo sé señor, pero no entiendo que fue lo que pasó, ella tiene unos ojos que cuando me miran siento que no puedo resistirme.

Ya me estaba molestando, porque hablaba como si yo no estuviera allí, mi presencia no parecía incomodar para nada, pero a la vez mi corazón saltaba de alegría.

–¡Ya veo! ¿Entonces qué piensas hacer hijo?

–Me voy a ir con ella para las Islas Canarias.

Cuando escuché eso no lo podía creer, las Islas Canarias, eso siempre había sido mi sueño desde niña.

–¿Y para cuando sería ese viaje?

–Tengo que esperar que Sofía termine de arreglar todo para comprar los boletos.

Cuando escuché que él dijo eso me quedé pasmada, él estaba hablando de otra mujer, no podía creerlo, después de todo lo que había pasado él se iría con otra.

Sin reflexionarlo me paré y sin decir nada me dirigí a la entrada lo más rápido que podía casi que corría.

El saltó y salió como una bala detrás de mí, abrazándome por la cintura me detiene.

–Cálmate Elizabeth, estoy jugando tú eres con quien quiero pasar el resto de mi vida, tranquilízate.

Yo estaba enojada, llorando, me esforzaba para que me soltara, pero él era mucho más fuerte que yo, al cabo de un buen rato forcejeando estaba agotada, en ese momento él rápidamente se coloca delante de mí y me abraza.

Colocando mi cara en su pecho lloraba sin parar, con mis manos lo golpeaba en el torso, claro no tan duro porque estaba cansada.

–Es la primera vez que te veo correr detrás de una mujer, ¡en realidad te importa! –expuso Alonso.

–Lo siento señor, ella me hace que haga cosas que no entiendo.

–Acaso ya no es bastante con lo que ha sufrido hoy, ¿para que tú le salgas con esta?

–Tiene razón señor, Elizabeth lo siento, no volverá a suceder, te lo prometo.

Con su suave mano me levanta la cara, me hace a un lado los anteojos y me seca las lágrimas, yo lo quería matar, pero me sentía tan bien en sus brazos que lo que hice fue abrazarlo fuerte.

–Niña cálmate y acérquense los dos por favor.

Él besándome en la frente me dice que me lo va a recompensar en la tarde cuando salgamos del trabajo, eso me lo dice en el oído, retirándose un poco me agarra la mano muy fuerte como para que no se la suelte.

Regresando hacia donde estaba el señor Alfonso nos sentamos junto a él, era tanta mi vergüenza porque no podía dejar de llorar que me le recosté en el hombro a Vicente ocultando mi cara.

–Tranquila niña, yo te entiendo no debe haber sido un día fácil para ti, pero tengo algo que te hará sentir mejor, toma.

Después de un rato pude quitar la cara del hombro de Vicente claro con su amorosa ayuda que me halaba para que viera lo que me estaban dando.

A duras penas logré dejar de llorar, todavía lloriqueando pude ver que se trataba de un sobre manila, Vicente lo tomó y me lo dio en mis manos.

Me quedé observando al señor Alfonso pensando que era mi liquidación.

–Tranquila niña, nadie te va a despedir en más, se pueden tomar el resto de la tarde, los dos vayan a sus casas y descansen.

–Señor, todavía me queda mucho trabajo.

–Mañana es otro día, terminarás mañana, ayúdala, esto es más importante para ambos.

–No entiendo, señor.

–En él sobre, está todo bien explicado, ve váyanse. En eso Alfonso alza la voz, –pueden pasar.

–Entrando los socios, todos ven que ella estaba llorando.

–Alfonso ¿ya se lo dijiste?, preguntó la directora.

–Ella está muy conmocionada por culpa de un mal chiste.

–Disculpen no fue mi intención lo siento. Expuso Vicente rápidamente.

–¿Cómo se te ocurre hacer chiste de mal gusto en estos momentos tan delicados para ella? – Comenta la subdirectora.

–Tranquilos todos siéntense, hay que seguir la reunión ya que Federico se fue.

–¡¿Cómo dijiste?! ¿Ven que es como les digo?, él cree que está por encima de nosotros.

–Cálmate y siéntate, tenemos que llamar a los otros y seguir discutiendo sobre el tema.

–No hay que dejar que esto se salga de nuestras manos. –Comentó uno de los socios.

–Lo sé, ustedes dos ya se pueden retirar, hablaremos luego.

–Señor, pero yo también soy socio y tengo más acciones que Federico, eso me convierte en un socio mayoritario, –comenta Vicente algo molesto.

–Lo sé, pero ya todos aquí saben cuál es tu posición referente a este tema, así que tranquilo, te haré llegar la decisión apenas la tengamos lista hoy mismo.

–¿Hoy mismo?, ¿escuché bien? –Dijo la directora.

–Sí Laura escuchaste bien, desde ahora tomaremos represalias severas para cualquier socio que se crea más que este comité.

–Me agrada escuchar eso –dijo la presidenta con un tono de satisfacción.

–Retírense ustedes hablaremos mañana y descuida te avisaré hoy mismo de la decisión que tomemos.

–Entendido señor, con su permiso.

Saliendo de la sala de conferencia no pude aguantar, me le tiré otra vez en su pecho a seguir llorando, él me abrazó con fuerza.

–Disculpa si te hice sentir mal, no fue mi intención.

–Si, ¡cómo no! –fue lo único que pude decir.

–No fue mi intención de veras, bueno, está bien, me atrapaste, quería ver tu reacción nada más, no pensé que te fuese a afectar tanto, lo siento, te prometo que no me jugaré más contigo.

–¿Sabes? no soy tan fuerte como aparento ser –confesé con voz muy tenue.

Él coloca su mano en mi cara, me seca las lágrimas, pone sus dedos en mi mentón y me levanta la cara, me besa sin importar que alguien nos vea.

Después del emocionante beso me agarra de la mano y nos dirigimos a nuestras oficinas, recogimos nuestras cosas, cerramos, dirigiéndonos al ascensor, yo intenté soltarnos de mano para que nadie se diera cuenta de lo nuestro, pero él, la sostuvo con gran determinación.

Llegando esperamos que abriera al cabo de un rato, se abrió, venía algo lleno, todos se nos quedaron observando, me dio vergüenza que creyeran que soy una trepadora y quise soltarme, pero él me apretó la mano.

Yo traté de que esperáramos el próximo, pero él me halo sin que se notara mucho, cuando estuvimos adentro él se colocó al final, se recostó y yo me paré al frente de él dándole la espalda, todos nos miraban disimuladamente, él no me había soltado la mano dándose cuenta de que todos nos observaban.

Me halo, puso su brazo derecho por mi cintura agarrándome mi abdomen e hizo que me recostara de él, la cara se me caía de vergüenza; en la mañana todo un espectáculo cargando una cesta llena de rosas y chocolate y ahora saliendo abrazada con mi jefe.

Cuando se abrieron las puertas él dejó que todos salieran, después salimos nosotros e igual no me soltaba la mano, llegando a la recepción ambos firmamos el libro de salida.

–Luis, hazme un favor, llama a mi chofer, ¿quieres?

–Claro señor de inmediato –contestó Luis el recepcionista.

Nos quedamos allí parados, él me tenía abrazada, yo no despegaba la cara de su pecho, todos los que iban saliendo se nos quedaban observando, aunque no mucho porque Vicente era uno de los jefes que le tenían mayor respeto.

Él desde que empezó a trabajar en las empresas nunca ha estado involucrado en ningún escándalo, todos lo buscaban para pedirle consejos, era recto, serio.

Al cabo de 15 minutos llega un vehículo negro muy lujoso.

–Señor su vehículo.

–Gracias, Luis –contestándole con mucho agrado.

Yo me puse nerviosa cuando vi cuál era su automóvil, ni en diez vidas trabajando duro, yo podía comprarme un vehículo como ese. Era un BMW negro con vidrios oscuros, tenía un chofer personal.

Él me agarra fuertemente de la mano, saliendo de la empresa nos dirigimos a su automóvil, el chofer nos abre la puerta de atrás subiéndonos, luego cierra la puerta para ir al puesto del conductor, se monta, enciende el auto y pregunta:

–¿A dónde siempre señor?

–No Alfred, esta vez vamos hacia otro lado.

–Ok diga usted señor.

–Arranca, vamos a comprar algo de comer.

–Entendido señor.

El chofer arranca el auto, nos dirigimos al centro de la ciudad hacia un centro comercial, páramos al frente, el chofer se baja, nos abre la puerta y descendemos también, entrando él me pone su mano en mi cintura y caminamos como locos.

En casi todas las tiendas, sin exagerar, él me compró algo, era super detallista, no sé cómo lo hacía, pero lo que me gustaba me lo regalaba, compró dulces, ropa casual y no casual, zapatos, perfumes, comida china para llevar, aquí comimos pizza y algunas palomitas acarameladas.

Por si me preguntan cuáles son mis favoritas, después de caminar por más de tres horas, nos dimos cuenta de que ya era algo tarde y regresamos hacia la salida, pasamos por el restaurante chino para comprarle la cena al chofer, que por cierto eso fue idea mía.

Ya en marcha otra vez nos dirigimos a mi apartamento, creo que lo prefirió así para que no me sintiera más mal de lo que me había sentido en todo el día, si él me llevaba a su casa, si su carro es un BMW no me quiero imaginar cómo es su casa.

            
            

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