Ya estando solos me dispuse a relajarme un rato, estaba desesperada por meterme a la ducha, el día de hoy ha sido un verdadero lío, mis rosas casi se me marchitaron por culpa de ese patán engreído, mis chocolates estaban todos magullados.
Ya en mi baño estaba sentada en el inodoro quitándome las sandalias y mis pantis, después estaba forcejeando un poco con la cremallera de mi vestido, la cual por cierto siempre me jugaba bromas pesadas porque a veces duraba hasta media hora.
Peleando con ella para bajarla cuando ya estaba en mi punto más caluroso, porque empezaba a insultarla, sentí unas manos agarrándome las mías.
–Espera amor, yo te ayudo.
Quedándome tranquila, quite las manos y él, con mucha paciencia, logró bajar la cremallera y a medida que la iba bajando iba besándome la espalda, cuando termino de bajarla pasó sus manos con mucha delicadeza, casi rozándome la espalda las colocó en mis hombros por debajo del vestido.
Dejando caer las manos por mis brazos me deslizó el vestido, el cuál dejé que sé cayera al suelo, después me abrazó y empezó a besarme el cuello.
–¿Amor que haces? Estoy toda sudada. Le aclaré casi susurrándoselo.
Él siguió sin decir ni una palabra, después se apartó un momento, sus manos se deslizaron hasta llegar al sujetador de mí, sostén, soltándomelo, lo dejé caer también mientras él deslizaba sus brazos por debajo de los mío abrazándome.
Me besaba el cuello con gran pasión, sus dedos suavemente acariciaban mis pezones, eso ya me tenía las piernas temblando, ya no aguantaba más, por eso él me soltó con mucho cuidado.
Yo me volteo y lo observó fijamente mientras soltaba los botones de su camisa era de seda manga larga, el saco se lo había quitado él al dejar los paquetes en la mesa colocados en una silla.
Habiendo terminado de soltar los botones, coloqué mis manos por encima de sus hombros y las deslicé por sus brazos quitándole la camisa, la sostuvo con una mano colgándola al lado de la toalla.
Mientras él guindaba la camisa yo estaba besando su pecho, acariciando cada centímetro, dirigiendo mis manos hacia su correa, soltándola lentamente, observé su reacción, él teniendo los ojos cerrados, me pasa la mano acariciando mi espalda.
Desabotoné su pantalón, le bajé la cremallera, introduciendo mis manos hacia los lados de su cintura le abrí el pantalón, bajé mis manos y el pantalón cayó, claro, era un pantalón de salir de tela muy suave y no le quedaba ajustado.
Lo cual me ayudó para que se le cayeran casi por sí solos, cuando me disponía a hacer el resto él me agarró las manos caminando hacia la ducha, ya adentro cerró la puerta que separa la ducha del resto de mi baño, seguimos besándonos él se quitó su bóxer sin dejarme de besar, luego sus manos llegaron a mi cintura.
Bajándolas me quita mi blúmer, de inmediato abre la llave dejando salir el agua la cual estaba bien fría, si no fuese porque él me tenía abrazada y besándome hubiese salido a la carrera pegando gritos, del tiro la calentura que ya él había hecho recorrer por todo mi ser, se me quitó.
Girándome disimuladamente me apoyé en la pared mientras él se deleitaba besándome la espalda y cuello, su mano derecha acariciaba mi pezón derecho mientras que su otra mano estaba jugando en medio de mis piernas.
Yo por mi parte disimulé bajando mis manos por la pared hasta llegar a las llaves abriendo la del agua caliente, poco a poco el agua se ponía a una temperatura aceptable para mi gusto, ya a temperatura agradable mi cuerpo reaccionó a las caricias.
Después de una muy buena y agradable ducha que duró como dos horas salimos, casi ni nos vestimos yo por mi parte me puse un blúmer de blonda que él me había comprado ese día, él por su parte se estaba cubriendo con mi toalla la cual, por cierto como se imaginarán, es bastante pequeña.
Como vivo sola desde hace mucho andaba casi siempre desnuda en mi casa, la toalla la usaba solo para secarme el cabello, calenté nuestra cena y serví la mesa, mientras tanto noté que él se había dirigido a mi habitación con varios paquetes.
No le presté atención, terminé de arreglar la mesa mientras me deleitaba unas cerezas, al rato él sale con una botella de vino blanco el cual por cierto lograba sacar de mí a la mujer que siempre tuve bajo control.
Ahora si entiendo por qué compró tantas cerezas, el vino en combinación con las cerezas me hacían hervir mi sangre, mi adrenalina se disparaba dejándome indefensa a todo lo que él quería hacer, lo cual no era nada malo, por cierto.
Sus juegos lo convertían en alguien irresistible, quien lo hubiese imaginado, alguien tan serio y tan recto si lo contara nadie me creería, era como un niño jugando con juguete nuevo, después de terminar la comida, la botella ya iba más abajo de la mitad.
Ya mi cuerpo estaba súper acalorado, mi cerebro me daba vueltas, pero todavía estaba lo bastante lúcida para disfrutar lo que vendría después, él me cargó entre sus brazos, me llevó a la habitación besándome.
Me llevaba con mucho cuidado intentando no convertir el detalle en un desastre, cuando por fin llegamos a mi habitación las luces estaban apagadas, él, colocándome en el suelo, me pide que cierre mis ojos por un momento.
Yo le obedecí, como un perrito obedece a su amo, casi que movía mi colita, cuando él encendió la luz me dijo que abriera mis ojos, cuando lo hago caigo de rodillas y me pongo a llorar de la impresión.
Todo el piso de mi cuarto estaba lleno de pétalos de rosas rojas, mi cama por su parte también estaba cubierta de diferentes rosas, todo el techo estaba cubierto de globos de todos colores, ahora si entiendo por qué se tardó bastante para ir a comer.
Yo no podía parar de llorar, él me abrazó levantándome con mucho cariño, ya de pie me llevó hasta mi cama.
–Quita las rosas amor –me dijo al oído casi susurrando.
Asentí con la cabeza sin poder pronunciar una sola palabra, cuando estaba quitando los pétalos me di cuenta de que había algo escrito en una sábana que por cierto no era mía, la emoción no me permitía dejar de temblar, aunque también ya tenía bastante frío.
Cuando quité la mayoría de los pétalos, pude leer, estaba escrito la palabra TE AMO y sobre la o había un sobre pequeño, me intrigó un poquito, me estiré y lo agarré, todavía no podía dejar de lloriquear.
Mis manos temblorosas no podían abrir tal sobre, él se dio de cuenta y sujetando mis manos me ayudó a abrirlo, después que estaba abierto se apartó sentándose en la punta de la cama, para mi sorpresa era una carta en la cual él me estaba proponiendo matrimonio.
Cayendo de rodillas, otra vez quedé impactada, no sabía qué decir, nadie me había hecho un detalle tan hermoso nunca, los patanes con los que me crié iban directo al grano querían ligar conmigo nada más, solo uno fue detallista y lo único que hizo fue invitarme a salir y brindarme un café con un emparedado. No me había terminado de comer el emparedado cuando ya él quería tocarme entre las piernas y por supuesto hasta allí llegó el paseo, lo que me quedaba del emparedado término en su cara.
No podía dejar de llorar, el mareo de la bebida ya se me había quitado por culpa de la emoción, él con mucho cariño me levantó, sentándome en la cama puso sus manos en mi cara secándome las lágrimas, después sus dulces labios me hicieron dejar de lloriquear.
Lentamente, me recosté en mi cama, luego de pasar varias horas maravillosamente, nos sentamos a comer unos aperitivos que él había preparado, yo me encontraba exhausta, me quedé dormida por un momento. Despertándome muy suavemente para que comiera algo y reponer fuerza, después de comer hablamos un rato sobre lo ocurrido en el día y recordándome que revisara el sobre que me entregó el señor Alfonso.
Salí y lo busqué, lo había dejado en la sala con nuestras cosas regresando a la habitación, me senté a su lado.
–Amor, ¿sabes de qué se trata?
–Cuando la junta directiva se reúne son pocos los socios que pueden estar en la reunión, al menos que ellos nos inviten.
–Claro entiendo.
Respirando hondo abro el documento, leyéndolo, quedó asombrada de la impresión, salto de la cama, con una de mis manos me tapaba la boca para no gritar de la emoción saltando por todas partes.
La curiosidad de él lo hizo levantar de un salto, cuando lo tuve cerca me colgué de su cuello todavía saltando, él me agarró por la cintura pidiéndome que le contara que decía la nota, yo no podía hablar así que se la di para que él la leyera.
Nos sentamos, yo estaba llorando de felicidad cuando él termina de leerla, abrazándome, me da las felicitaciones, me habían ascendido a secretaria de la junta directiva, yo trabajaba como secretaria de él, pero ahora trabajaría directamente con los dueños de la empresa.
Tenía más de 8 años trabajando para la empresa de día y de noche cuando cerraban un trato, es que las juntas a veces terminaban tarde, todos los empleados se iban a sus respectivas horas, pero mi amiga y yo nos quedamos porque queríamos servirles de apoyo a la empresa.
Jamás lo hacíamos buscando nada en especial, excepto que nos daban la cena y nos mandaban en taxi a nuestros apartamentos, pero nunca imaginé que me iban a ascender, por un momento pensé que se iba a molestar, pero él celebraba también mi triunfo.
También la nota decía que me tomara dos días libres, además con la carta venía un cheque con un bono especial para que me comprara ropa adecuada para atender a los futuros inversionistas y socios de la empresa.
No recuerdo con exactitud cuántas botellas nos bebimos esa noche, porque después que nos terminamos la botella de vino él miró la hora notando que todavía era temprano, eran las 7:24 pm cuando llamó a su chofer para pedirle que le trajera media caja del mismo vino que nos habíamos bebido.
El chofer se la trajo, había tardado como 1 hora con 45 minutos en llegar, después de entregarnos las botellas regresó a su confortable hogar. Al día siguiente, cerca del mediodía, me desperté porque sentí que mordían suavemente mis pezones.
Cuando él ve que estaba despierta, se levanta y me dice que el desayuno estaba listo, me molestó bastante que se hubiera levantado, me gustó mucho como me despertó, levantándome poco a poco sentí que mi cabeza daba vueltas.
En eso, noto que él venía entrando con una bandeja que era para usarla en la cama, la cual me extrañó bastante porque yo no contaba con una. Cuando por fin llega me preguntaba quién habría preparado para el desayuno, no me lo imaginaba cocinando, aunque se han visto casos de casos.
Cuando ponía la bandeja sobre mis piernas vi que no había sido hecho por él.
–¿Y esto amor?
–Un pequeño detalle para seguir celebrando tu ascenso.
–¡Lo cocinaste tú!
–Claro que no, como crees a mí se me quema todo hasta el café, jajajaja.
Él me explicó que lo pidió por encargo, él es cliente de un restorán que entrega la comida a domicilio.
–Ya me lo imaginaba.
–¿Por qué lo dices?, ¿qué me delató?
–La bandeja yo no tengo de este modelo.
Jugando y charlando comimos, después nos arreglamos para ir de compras, el ascenso me lo dieron el jueves, viernes y sábado no fui para la empresa por orden de los jefes, fue un fin de semana maravilloso.
Nunca me imaginé que por culpa de ese ascenso mi vida se iba a convertir en un infierno llegado el lunes en la recepción me estaba esperando mi nueva identificación, mi amiga cuando me vio vestida diferente, su rostro cambió y cuando supo de mi ascenso se molestó dejándome parada hablando sola.
Yo no sabía por qué ella había reaccionado de esa manera si me hubiera percatado de todo lo que estaba pasando ante mis ojos, vi como mi amiga se alejaba y luego entraba en la oficina de Federico arrojando la puerta con ímpetu.
Eso me sorprendió porque ella solo era una secretaria como lo era yo, lo que no sabía es que ella se estaba revolcando con ese patán para que la ascendieran, mi día fue algo ajetreado, la empresa estaba expandiendo nuevas oficinas hacia el extranjero.
Fue una semana fuerte, casi no notaba el cambio drástico que había dado mi amiga, no me quedaba casi tiempo para pensar en ello, tampoco me percaté que Federico evitaba estar cerca de mí, lo cual para mí era un gran alivio.
Ya habían pasado tres semanas, los socios se encontraban en una conferencia muy importante, Vicente no se hallaba en la ciudad, lo habían mandado al extranjero a buscar un edificio para las oficinas nuevas.
En plena conferencia Federico me pide que le lleve unas carpetas para su oficina y que le haga el favor de recoger unos documentos que había dejado en su escritorio y los guardará a donde mismo porque a él no le iba a dar tiempo.
Como era mi trabajo arreglé todo en las oficinas que me correspondían y de paso cumplí con el encargo que me había pedido Federico, ese día salimos tarde, cuando íbamos saliendo pasó algo con lo que no contaba.
–Disculpe señorita Elizabeth, regrésese un momento –dijo el guardia de seguridad después de recibir una llamada.
Desde el ascensor se escuchó una voz acusadora.
–Allí está, deténganla. –Era Federico señalándome.
–¿Qué ocurre ahora? –pregunte.
–Vas a disimular ladrona –contestó Federico más agresivamente.
–¿De qué estás hablando? Yo no me he robado nada.
–En mi escritorio había un paquete que contenía una cadena de oro donde está.
–Yo no vi ningún paquete en tu escritorio.
–Revísenla.
Como no tenía nada que ocultar me deje verificar tranquilamente, lo que no me gustaba era que todos los socios estaban observando incluso el señor Alfonso.
Cuando terminaron conmigo comprobaron mi bolso sacando todo mi contenido en el mostrador de la recepción, cuando sacan todo cae también un paquete pequeño muy bien decorado.
–¡Ese es! Exclamó Federico a todo pulmón. ¿Cómo llegó eso a tu bolso Elizabeth? –comentó el señor Alfonso.
–¡Señor Alfonso, yo no sé!
–No mientas eres una ladrona y trepadora. –Gruñó Federico con voz amenazadora.
–Señor Alfonso, tiene que creerme, yo no he robado nada.
–Si así dicen todas las ladronas. –Volvió a exponer Federico.
–Elizabeth, las pruebas te delatan, el paquete estaba en tu bolso.
–Yo no he robado nada, deben creerme.