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Empecemos por ella:
Carla nació en un hogar humilde, con muchas necesidades, pero con amor, respeto, honestidad y sobre todo con mucha alegría como son característicos los hogares costeños.
Era la tercera única mujer de seis hermanos y nació e iba creciendo cómo ya les dije igual que cualquier niña, pero al cumplir 7años hubo un evento que cambió su vida, un suceso doloroso por el cual creo que ella era de tan mal carácter.
Alguien cercano contó que durante unas vacaciones una noche de domingo, cómo cualquier domingo de descanso de relajo, de juegos de desorden la niña jugaba con sus amiguitos del sector dónde vivía, para ese tiempo aún se veían grupos de niños correr y saltar por doquier en los pueblos o en las ciudades ya qué no había los adelantos de hoy día, no existían las tablets por lo que se podían dar el gusto de jugar uno de los juegos que para mí era el más cargado de adrenalina en ese momento: El escondido.
Buscaban todos dónde esconderse para no ser encontrados y tener la oportunidad de salir, liberar a sus compañeros capturados y así quedar cómo un héroe haciendo que quien los había apresado se las volviera a quedar.
Carla corría igual que los demás buscando el mejor lugar, el más oculto, el más difícil. En la misma acera de su casa tres casas más allá un vecino tenía desde hace algún tiempo un carro viejo estacionado ya no servía, pero él se negaba a venderlo o a votarlo, decía que quizás ya no tenía ningún valor material más si un gran valor sentimental, había pertenecido a su padre siendo ese carro el punto de partida para su bienestar económico y sobre todo no solo él, sino toda la familia sentían por él auto un gran agradecimiento y aunque fuera un objeto, porqué no un gran cariño en fin que daño podía causar si ya ni siquiera tenía motor prácticamente era la carrocería sola.
Todos corrían de un lado a otro entre gritos y risas tropezaban, caían, se levantaban, se empujaban de repente la niña alcanza a vislumbrar lo que para ella en ese momento es el lugar perfecto sin presentir que correría un gran peligro.
Agitada y sudando copiosamente con su ropa empapada al pasar al lado de una de sus primas tres años mayor que ella la hala bruscamente y le señala el auto estacionado a lo que la otra niña responde en silencio y en el acto las dos se abalanzan sobre una de sus puertas la abren entran y se esconden.
Las dos primas se sienten vencedoras saben que pasará mucho rato hasta que las busquen allí, o quizás el niño que se la quedó desista de su búsqueda y pierda.
En efecto pasa un rato durante el cual el niño hasta pasa en repetidas ocasiones por su lado sin percatarse ni tener la más mínima sospecha de la idea que se les ocurrió a sus compañeras de juego.
Apunto de que el buscador de los escondidos termine su última ronda de búsqueda pues ya encontró a todos solo le faltan las primas y cuando este va a aceptar que perdió sucede algo que es muy común en nuestros pueblos más por ser común no deja de ser sorpresivo y causa de una gran algarabía ¡Se fue la luz ¡. En el caribe cuando esto ocurre sucede algo que para mí no tiene explicación no obstante me encanta como niños, adultos animales y me atrevería a asegurar que hasta los árboles y objetos gritan y hacen tanto ruido que quien sea de otro lugar y no conozca nuestras costumbres posiblemente se asuste pensando que está sucediendo algo grave sobre todo cuando la ausencia de la energía eléctrica va acompañada de la explosión de un trasformador es una locura, pero así es.
El fenómeno alcanza su clímax cuando en fracción de segundos se va la luz e inmediatamente regresa, es algo indescriptible siempre he querido preguntarle a algún experto porque sucede esto y lo haré apenas se me presente la oportunidad.
Al regresar la luz la escena que se presenta ante los ojos de los niños es escalofriante y grotesca, el carro viejo en una de sus puertas traseras les ofrece un cuadro doloroso y de por si horrendo; Carla tirada en el suelo cómo dormida, su brazo derecho levantado a la altura de la ventanilla, su mano aprisionada por los hierros oxidados y un chorro de sangre que ha manchado hasta su cara y parte de su cuerpo.
Vuelve la gritería, pero esta vez con llanto ya no hay risas todos llaman a la madre de la niña que al igual que su padre, sus hermanos y muchos adultos llegan velozmente al lugar.
Nadie comprende por qué está así qué pasó, en qué momento y de dónde sale tanta sangre, su madre pierde el conocimiento, sus hermanos gritan en fin es el caos total, hasta que su padre decididamente se acerca la levanta y comprueba que no es cómo todos creen que su hija está muerta ella respira, está desmayada.
Otro vecino chofer de taxi se acerca y rápidamente llevan a la niña al puesto de salud del pueblo.
Afortunadamente esa noche pese a ser domingo, hay un médico de turno puede decirse que contó con suerte, pero realmente ¿a qué se le llama suerte? El doctor logra que la niña recobre el conocimiento, detener la sangre con lo qué hizo bastante dadas las precarias condiciones del centro de salud que al igual que en muchos pueblos tenía un presupuesto irrisorio al extremo de que sus paredes eran pintadas solo cuando se posesionaba el alcalde de turno o por aquel azar del destino pasaba un político prestante entre más corrupto más importante, esto para dar la impresión de ser un pueblo dónde se invertían bien los dineros del estado, aunque tres administraciones aún le debían la pintura al dueño de la ferretería quien ya estaba cansado de ir a cobrar y escuchar la misma frase: "NO HAY PRESUPUESTO".
En fin, el joven practicante, hizo su trabajo bastante bien debía hacerlo ya qué no todos los días tenía la oportunidad de poner en practica la teoría aprendida en una de las universidades más costosas e importantes del interior del país dónde había cursado su carrera, en ese pueblo solo estaba de paso como otros tantos que al terminar y graduarse con honores solo recuerdan su paso por esos pueblos cómo una experiencia no muy agradable pero necesaria para lograr sus objetivos profesionales.
Les explica a los padres que no puede ayudarla más, por lo tanto, el lunes temprano debe remitirla al hospital cercano dónde puedan someterla a estudios más complejos para determinar la magnitud de la lesión. El doctor sabe que fue grave, que la mano de la niña sufrió un gran daño, mas no quiere ser el encargado sin los exámenes necesarios de darles un dictamen no sería ético ni responsable de su parte.