Mi mejor amigo, mi obsesión.
img img Mi mejor amigo, mi obsesión. img Capítulo 6 La verdad I
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Capítulo 7 La verdad II img
Capítulo 8 Secretos y noticias img
Capítulo 9 Secretos y noticias II img
Capítulo 10 Una entrevista inusual I img
Capítulo 11 Una entrevista inusual II img
Capítulo 12 Un jefe particular I img
Capítulo 13 Un jefe particular II img
Capítulo 14 ¿Es tan obvio I img
Capítulo 15 ¿Es tan obvio II img
Capítulo 16 Sentimientos al descubierto img
Capítulo 17 Figurita repetida img
Capítulo 18 El cuadro secreto img
Capítulo 19 ¿Quiénes somos I img
Capítulo 20 ¿Quiénes somos II img
Capítulo 21 Confusión. img
Capítulo 22 Arrepentimiento. img
Capítulo 23 Tramore Beach img
Capítulo 24 Desaparición img
Capítulo 25 Incomunicada img
Capítulo 26 Una Prostituta de Oro img
Capítulo 27 Reconciliación Con La Vida img
Capítulo 28 Una Noticia Inesperada img
Capítulo 29 No Te Vayas img
Capítulo 30 Un Pase A La Legalidad img
Capítulo 31 No Hay Damiselas En Apuros img
Capítulo 32 Visita A La Comisaría img
Capítulo 33 La Librería De Las Sorpresas img
Capítulo 34 Los Resultados img
Capítulo 35 Demasiado Que Procesar img
Capítulo 36 Una Dolorosa Verdad I img
Capítulo 37 Una Dolorosa Verdad II img
Capítulo 38 En Busca De Respuestas I img
Capítulo 39 En Busca de Respuestas II img
Capítulo 40 Carpe Diem img
Capítulo 41 Efecto Mariposa img
Capítulo 42 La Historia Cobra Vida I img
Capítulo 43 La Historia Cobra Vida II img
Capítulo 44 Esto No Es El Medioevo img
Capítulo 45 A Escondidas img
Capítulo 46 No Quiero Un Mr. Darcy img
Capítulo 47 Un Mal Presentimiento img
Capítulo 48 Un Regreso Fallido img
Capítulo 49 Una Macabra Broma Del Destino img
Capítulo 50 Alteración Cardíaca img
Capítulo 51 ¡Cree, simplemente cree! img
Capítulo 52 En El Mismo Pozo img
Capítulo 53 El Interrogatorio I img
Capítulo 54 El Interrogatorio II img
Capítulo 55 No, no puede ser img
Capítulo 56 ¿Qué le hiciste img
Capítulo 57 Obra Milagros img
Capítulo 58 Una Sorpresiva Visita I img
Capítulo 59 Una Sorpresiva Visita II img
Capítulo 60 ¿Qué Harás img
Capítulo 61 Un Obsequio Muy Especial img
Capítulo 62 Maldita Ansiedad img
Capítulo 63 Una Salida Imprevista img
Capítulo 64 Nada Mejor Que La Comprensión img
Capítulo 65 Dímelo De Una Vez img
Capítulo 66 Un Giro Inesperado img
Capítulo 67 Un Shamrock De Cuatro Hojas img
Capítulo 68 Epílogo img
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Capítulo 6 La verdad I

Liam se sentía inquieto y no podía dejar de dar vueltas en la cama. La llegada de Denise lo había tranquilizado lo suficiente como para, por primera vez en un año, confesarle que sentía miedo y hasta vergüenza de revisar las pertenencias de su madre. Sin embargo, lo que lo inquietaba era que, tras aquella confesión, cuando Denise lo había mirado a los ojos y luego lo había abrazado, había sido capaz de notar algo diferente en ella. Sus ojos tenían un brillo distinto, y hasta sus gestos y sus muestras de cariño hacia él le resultaban extraños.

Era Denise, pero a la vez sentía que era alguien completamente diferente.

-Es obvio que está diferente, Liam -se dijo, mientras observaba el techo de su habitación, sin siquiera entender por qué diablos se dirigía a sí mismo en segunda persona.

Sí, era más que obvia la razón por la que Denise probablemente había cambiado, pero no podía evitar sentir que había algo más, como si quisiera decirle algo con la mirada. Si tan solo...

-Cállate, Liam, deja de pensar estupideces -murmuró, cortando en seco el flujo de sus pensamientos-. Ni siquiera lo pienses. No puedes aprovecharte de... No, no puedes.

Suspiró una vez más, consciente de que no podría dormirse con tantos pensamientos rondando su mente y, menos, con Denise durmiendo en la habitación de enfrente.

Se incorporó en la cama, se vistió rápidamente, tomó sus muletas y se dirigió al estudio. Si no iba a poder dormir, al menos intentaría trabajar. Realmente, durante los últimos días no había avanzado nada y necesitaba remediarlo. Debía terminar con el engarce de rubíes que había dejado olvidado y continuar con una de las entregas de Adam Warren; no porque este tuviera prioridad, sino porque el encargo era uno de los más sencillos. Le gustaba trabajar de esa manera: hacer los trabajos más fáciles de una vez, para luego poder dedicarse con mayor tranquilidad a los diseños más complejos.

Bostezó, encendiendo la luz de aquel espacio en el que se sentía tan cómodo creando, y sonrió, al recordar que cuando era niño se negaba rotundamente a pensar siquiera en heredar el negocio familiar. Sin embargo, conforme crecía, la curiosidad por aquel trabajo había ido en aumento, al punto en el que había terminado pidiéndole Byrne que le enseñara aquel curioso oficio. Por eso, cuando Liam había decidido estudiar administración de empresas, Byrne no lo había podido creer y, de inmediato, se había opuesto a la idea. No obstante, con el tiempo, no le había quedado más remedio que reconocer que las decisiones de su hijo habían sido más que acertadas, al ver como los estudios le habían permitido administrar el negocio de manera mucho más eficaz.

Liam amplió su sonrisa, tomó el molde de los pendientes que le había encargado Adam, el cual había dejado en el horno por la tarde, y lo llevó hasta el escritorio, para luego tomar una pieza de oro blanco para fundir. Sin embargo, antes de comenzar a trabajar, necesitaba una buena dosis de cafeína, por lo que, tras dejar todo preparado, se dirigió a la cocina.

Mientras esperaba que la cafetera filtrara hasta la última gota, miró su móvil. Eran las cuatro de la mañana, por lo que aún tenía varias horas antes de que Denise se levantara.

Suspiró. Le daba temor pensar en lo que su amiga le había prometido mientras subían las escaleras hacia sus respectivas habitaciones. Le había asegurado que, luego de buscar trabajo por la mañana, le ayudaría a revisar y clasificar las pertenencias de Nahomí. Tragó saliva, consciente de que debía hacerlo. Que lo aplazara no le aseguraba que fuese a dolerle menos. Además, no quería hacerlo en soledad, y, para ello, ¿qué mejor compañera que Denise, quien tan bien lo conocía? Una leve sonrisa apareció en su rostro, pero la borró automáticamente. No podía pensar en ella de esa forma. Era su mejor amiga y punto. No podía, ni quería, estropearlo todo.

Cuando se percató de que la cafetera había terminado de hacer su trabajo, tomó su vaso térmico y lo rellenó por completo, para luego taparlo con fuerza. Bebió un sorbo de café, a través de la pequeña boquilla de la tapa, en tanto se apoyaba contra la encimera, pensativo. Inspiró profundamente y soltó el aire con lentitud, antes de colocar el vaso bajo su brazo, tomar sus muletas y dirigirse hacia el estudio una vez más.

Una vez allí, y procurando silenciar cualquier pensamiento, se colocó los audífonos, seleccionó su lista de reproducción favorita y se sentó, dispuesto a comenzar a trabajar.

Denise no podía dormir. El jetlag y sus pensamientos no la dejaban en paz. Se sentía intranquila y su estómago no paraba de retorcerse, provocándole náuseas. Tragó saliva e inspiró profundo en un vano intento por calmar aquella creciente ansiedad. Odiaba sentirse así: tan pequeña. Las imágenes de su madre gritándole y culpándola por todas sus desgracias no se alejaban de su mente, y estaba segura de que jamás lo harían; al menos, por completo.

A lo largo del día había logrado evitar aquella maldita escena, sin embargo, una vez se había encontrado en la cama, había comenzado a reproducirse en su mente en un bucle imparable, torturándola y haciéndole plantearse el por qué se empeñaba en continuar, cuando ni siquiera debería haber nacido.

Cada vez más alterada, pensó en bajar y, sin que Liam se diese cuenta, beber un trago del minibar que se encontraba en la sala. Sin embargo, en el momento en el que se disponía a salir de su habitación, oyó como su amigo abría la puerta de su propio cuarto.

Suspiró. Sabía que encontrarse con él en plena madrugada borraría las imágenes que no le permitían dormir, pero estas serían reemplazadas por otras que tampoco le hacían bien. Aunque de maneras totalmente diferentes, ambas escenas la herían en lo más profundo.

Resignada, se acercó a su maleta, tomó uno de sus libros de fantasía favoritos y una diminuta cajita, que, para su suerte, había pasado desapercibida en el control aeroportuario. Dejó el libro de portada azul sobre la cama y abrió la caja de idéntico color, de cuyo interior tomó una diminuta píldora amarilla que la colocó bajo su lengua, rogando que aquel ansiolítico y la lectura que había escogido le ayudasen a conciliar rápidamente el sueño.

No sabía cuánto tiempo había pasado sumido en aquella tarea, pero había sido el suficiente como para que, al alzar la cabeza, pudiese ver el sol a través de la ventana que se encontraba frente a él. El trabajo y la música lo habían relajado al punto de perder la noción del tiempo; aunque sus pensamientos no lo hubiesen abandonado del todo.

Mucho más relajado, miró con detenimiento los pendientes que acababa de terminar, a los cuales les había engarzado tres diminutos rubíes, a juego con el dije que Adam le había entregado como muestra. Aún le faltaba pulirlo, pero eso podía esperar; todavía estaba a tiempo para la entrega. Sí, podía terminarlo en ese mismo momento y entregarlo cuanto antes, sin embargo, necesitaba una nueva dosis de cafeína y de descanso.

Estiró los brazos por sobre su cabeza, tomándose de las manos, e inclinó su espalda contra el respaldo de la silla, oyendo como sus vértebras y articulaciones crujían una a una. Sí, definitivamente necesitaba estirarse, beber un café y, quizás, comer alguna de las facturas que el día anterior había comprado para Denise. Se sentía cansado, pero le restó importancia. Durante las últimas horas, había logrado pensar lo menos posible en su madre y en su amiga, y eso, conociéndose, era todo un logro.

Bostezó y, tras enmudecer a The Beatles, cuyas voces cantaban a coro «we're live in the yellow submarine», guardó su móvil en el bolsillo trasero de sus jeans y puso rumbo, una vez más, hacia la cocina.

                         

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