Sentada tranquilamente en el sofá, Kallie suspiró y le sostuvo la mirada a la mujer.
Tenía una expresión serena y su voz sonaba aterciopelada.
"¿Y usted es...?", preguntó Kallie con una leve sonrisa.
La mujer, Jocelyn Owen, se quedó atónita.
Siendo la estrella más popular de la farándula, asumía que todos conocían su nombre. ¿Cómo era posible que esta perra no supiera quién era? Jocelyn apretó los dientes, convencida de que Kallie fingía ignorancia deliberadamente.
"Jocelyn Owen", espetó con rabia. "Señora Marshall, por favor, sea razonable y firme los papeles del divorcio. ¡Deje de importunar al señor Marshall!".
La miró con aire dominante, pero para su sorpresa, la otra mujer parecía casi indiferente. ¡Era como si Kallie no se tomara en serio su amenaza!
De repente, Jocelyn sintió una punzada de inquietud. Antes de que pudiera añadir algo más, Kallie se levantó con una sonrisa que no le llegaba a los ojos.
Caminó con paso firme hacia Jocelyn y comenzó a hablar con lentitud. "Señorita Owen, solo en lo que va del año, más de treinta mujeres han venido a decirme que esperan un hijo de Bellamy".
El rostro de Jocelyn se demudó.
"No es la primera, ni será la última". Kallie seguía sonriendo, una sonrisa que le heló la sangre a Jocelyn.
Percibió un matiz siniestro en la risa hueca de su interlocutora. Cuando Kallie posó con calma la mano sobre el vientre de Jocelyn, esta retrocedió por instinto.
"¿Q-qué hace? ¡No se atreva a hacerle daño a mi bebé! ¡Sé lo que está pensando!". Inquieta, Jocelyn se cubrió el vientre con las manos.
"Señorita Owen, ¿está segura de que este niño es de Bellamy?". La sonrisa de Kallie se hizo más amplia.
"¡Por supuesto que sí!", afirmó Jocelyn con obstinación.
"Ya veo", Kallie soltó otra risa hueca. "Señorita Owen, usted probablemente no lo sepa, pero Bellamy se hizo una vasectomía precisamente para evitar problemas como este. Pero ya que está tan segura de que el niño es suyo, ¿por qué no hacemos una prueba de ADN cuando nazca? Como usted misma dijo, Bellamy y yo no tenemos hijos, así que la familia Marshall está ansiosa por tener un heredero. La trataremos muy bien si el niño resulta ser de Bellamy".
Al oír esto, el pánico se reflejó en los ojos de Jocelyn.
"Pero, señorita Owen, si descubrimos que miente, entonces...". El tono ligero de Kallie adquirió un matiz amenazante.
Su actitud relajada y pausada desapareció de repente, reemplazada por una frialdad cortante. Clavó su mirada en Jocelyn con tal intensidad que la hizo temblar.
"Bellamy detesta a los mentirosos más que a nada. ¿Sabe lo que les sucede a quienes le mienten?". Kallie se detuvo justo frente a Jocelyn y no dijo nada más.
Jocelyn ya no mostraba la arrogancia de antes. Con la cabeza gacha, se dio la vuelta y se marchó a toda prisa.
En el fondo, Kallie le acababa de advertir que podía hacerla desaparecer de Violetmage sin dejar rastro.
Al verla marcharse, Kallie suspiró en silencio. Se había vuelto una experta en lidiar con este tipo de situaciones.
Siempre aparecían mujeres para causarle problemas. Al principio, Kallie les temía, pero ahora había aprendido a resolver estos encuentros en menos de diez minutos. Despacharlas era pan comido, por lo que ya no sentía ninguna satisfacción real.
Bajó la cabeza, distraída, pero al cabo de un instante, distinguió una silueta familiar por el rabillo del ojo.
Era su esposo, Bellamy Marshall. Evidentemente, él lo había visto y escuchado todo. Sin embargo, se había limitado a observar el espectáculo sin la menor intención de intervenir, como si la situación no hubiese sido provocada por él en primer lugar.
Sin levantar la cabeza, Kallie hizo una mueca de desprecio en silencio. De repente, la figura se acercó y unos brazos fuertes la sujetaron por la cintura. Al instante, estaba presionada contra el torso firme y ancho del hombre.
El aroma penetrante y dulzón del tabaco inundó sus sentidos. Sin necesidad de mirar, supo que era Bellamy.
"Cariño", lo saludó con voz queda.
Bellamy le acarició el cabello.
"¿Visitaste a tu mamá hoy?". Se refería a Irene Howard. Últimamente, su estado de salud se había vuelto muy inestable y se encontraba internada en el Hospital Rheingold.
Kallie asintió dócilmente.
Al instante, Bellamy la giró para que lo mirara y presionó sus labios contra los de ella.
Kallie no se resistió. Por el contrario, se encontró rodeando el cuello del hombre con sus brazos. Al darse cuenta, se maldijo por su debilidad. Ni siquiera podía impedir que su cuerpo reaccionara ante él.
De pronto, la atmósfera cambió.
"Recuérdame algo, Kallie. ¿Cuándo exactamente me hice una vasectomía, eh?". Bellamy le mordisqueó el labio inferior.
"Eh...", murmuró Kallie con incomodidad, apartando la mirada. "Tenía que inventar algo para quitármela de encima".
Llevaban tres años de casados, pero Kallie sabía que Bellamy solo la utilizaba. Ella debía cuidar de la familia de él y lidiar con las mujeres que lo importunaban, como había ocurrido hoy.
Probablemente no había amor entre ellos, pero su vida íntima siempre era realmente genial.
"¿Estás insatisfecha conmigo?", preguntó Bellamy de nuevo.
Tras un momento de silencio, Kallie se encogió de hombros con indiferencia. "No, no me atrevo".
"¿No te gusta lidiar con esas mujeres?", continuó Bellamy, sin dejar de besarla.
"Es solo una pérdida de diez minutos de mi vida. Pero siempre usan los mismos trucos. ¿Cuándo me traerán un verdadero desafío?", replicó Kallie con un mohín.
Bellamy se quedó sin palabras.
Luego, soltó una risa que mezclaba fastidio y diversión, y se desquitó mordiéndole el labio otra vez, esta vez con más fuerza.
La mordida hizo que Kallie se estremeciera, pero no se atrevió a emitir sonido alguno. Sintiéndose incómoda, no pudo evitar quejarse: "Tienes tantas amantes. ¿Por qué siempre regresas a torturarme a mí?".
"Vaya, señora Marshall, ¿acaso está celosa?". Bellamy miró a Kallie con aire divertido.
Kallie se quedó sin palabras.
¿Cómo iba a estar celosa?
Molesta, no le respondió. Pero Bellamy ya no pudo contenerse.
La levantó en brazos y la llevó a la habitación principal. La tensión sexual era palpable. Afuera hacía frío, pero dentro de la habitación la temperatura no dejaba de subir.
Era como si la bestia del deseo, contenida dentro de él, exigiera ser liberada.
Al terminar, Bellamy soltó a Kallie y se dirigió directamente al baño.
"¿Cariño?", lo llamó Kallie de pronto.
Bellamy se detuvo y esperó a que hablara. Mordiéndose los labios, Kallie bajó la cabeza, vacilante. Bellamy aguardó con paciencia.
Tras un momento, Kallie volvió a hablar. "Divorciémonos".
El hombre, que hasta hacía un momento estaba tranquilo, frunció el ceño y su rostro se ensombreció. "¿Qué me acabas de decir?".
"Bellamy Marshall, divorciémonos". Esta vez, Kallie lo llamó por su nombre completo.
Sin decir palabra, Bellamy se dio la vuelta y caminó hacia ella. Había nacido con un aire imponente. A medida que avanzaba con paso dominante, Kallie no pudo evitar contener la respiración, pero su rostro permaneció impasible.
Solo cuando Bellamy estuvo cernido sobre ella, Kallie dijo con calma: "Vi las noticias. Ella regresó".