Entre mis piernas
img img Entre mis piernas img Capítulo 5 Mujercita mal portada
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Capítulo 6 Mirada que habla img
Capítulo 7 Esta bien img
Capítulo 8 ¡Sí quiero! img
Capítulo 9 No eres quién img
Capítulo 10 Karina siempre sola img
Capítulo 11 El hombre perfecto img
Capítulo 12 ¿Podré enamorarme img
Capítulo 13 ¡Ex esposa! img
Capítulo 14 Llorando img
Capítulo 15 Demasiada hambre img
Capítulo 16 Alaska img
Capítulo 17 Cuidala img
Capítulo 18 ¿Ésta enferma img
Capítulo 19 Egoísta img
Capítulo 20 Damián img
Capítulo 21 ¡Embarazada de un estéril! img
Capítulo 22 Sin derecho a reclamar img
Capítulo 23 El dinero lo es todo img
Capítulo 24 Como nunca img
Capítulo 25 Soy joven img
Capítulo 26 No es agua con cloro img
Capítulo 27 Emocionado img
Capítulo 28 Por las nubes img
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Capítulo 5 Mujercita mal portada

Camilo

-Señor -informa mi secretaria después de tocar la puerta, entrar y poner en mi mesa, el café que le pedí-, su sobrina ha venido a hablar con José, yo la deje pasar porque José me lo permitió.

-¿Qué pretende ahora? Voy a matar a Karina -exclamó molesto, "aunque al que debo matar es a José".

-Gracias, no sabes como te amo -le digo a la joven la cual es muy amiga mía por su diligencia y es la única en todo el edificio que no es una buscona y ofrecida. Es bastante decente y solo es chismosa conmigo, con lo que le pido.

Me levanto, le doy un beso en la mejilla a Cynthia y salgo de la oficina casi corriendo, entre de golpe a la oficina de José solo para confirmar lo que ya imaginaba: mi sobrina a horcajadas encima de José, besándolo y este pedófilo, la tiene aferrada a él, de la cintura. Al darse cuenta de mi presencia se levantan asustados. No sé en qué momento y sin medir las consecuencias y sin pensarlo ni meditarlo, le dejé ir mi puño a la cara de José. Un segundo después, me doy cuenta que no debí actuar con violencia, ya que mi sobrina es mayor de edad y era ella quien estaba encima de él, disfrutándolo pero no voy a retractarse ni pedir perdón, fue algo fuerte para mi, ver a mi sobrina en esa posición con el que se supone es mi mejor amigo.

-¡Puta, me dolió! -exclama, mientras se toca donde lo golpee.

-Para la próxima te mato -le sentenció.

-Ya tío, que feo eres -me dice Karina haciendo pucheros.

-Te quiero en dos horas en mi oficina -le digo a José. Salgo con Karina de la mano y "esta niña me va a escuchar, y hoy le digo a mi hermana".

Estar molesto es poco para lo que siento, pero aún así, tengo consciencia y tengo claro de que mi sobrina ya es mayor de edad, que ya no es una niña, aunque debe entender que ella, por más edad que tenga, nunca dejará de ser mi princesa y no asimiló verla en esas circunstancias; si tan solo fuera alguien de su edad, un novio que la caminé de mi mano, la quiera, valore y respete, pero no, mi amigo es un maldito viejo verde.

"No debería juzgarlo así, al fin y al cabo, a mi me pasa lo mismo con Nairobi; aunque me niego a que sea igual, lo mío es diferente, lo mío es con Nairobi, no con todas las que se me ponen enfrente, es solo con ella; solo ella me vuelve loco".

-Tío, ¿no te han enseñado que se debe tocar antes de entrar a un lugar? -me siento en mi silla y ella frente a mi. Es una sinvergüenza, después de cómo la miré y todavía me reprende; no sé apena, no se siente mal, al contrario, viene y me educa como si ella se portará bien.

"Tiene razón, debía respetar, al final ella era adulta, pero no... no, me niego a que José, siendo como es, la toque; pero, ¿y si ella quiere ser tocada? ¿Acaso no debo respetar porque al final son dos adultos? ¡no, pues no respeto! Que Karina busque a alguien de su edad. ¡Ah, pero yo estoy loco por su amiga que tiene su misma edad! ¡bendita conciencia que no me deja en paz!".

No le digo nada; tomó mi teléfono y le marcó a mi hermana para que la castigue. Que la deje sin su mesada, no sé... pero que haga algo.

-¿Sabes donde encontré a tu hija? -mi sobrina cruza sus brazos enojada al escuchar lo que le preguntó a Fanny.

-¿Dónde? -cuestiona, Fanny, al otro lado de la línea-. No soy adivina para saber.

-Estaba besándose con mi amigo; estaba él sentado y ella a horcajadas sobre él -le cuento, molesto.

-Que amigo tuyo más irresponsable y pedófilo, pobre mi bebecita -pongo la mano en la frente, frustrado, si bien es verdad que mi amigo es un sinvergüenza, Karina también necesita un llamado de atención.

-Tu bebita es mayor de edad y es una mal portada -le recuerdo.

-Pero pobrecita, no me digas nada, ya mañana hablaré con ella -termino la llamada y veo a Karina sonriendo, burlándose de mí.

-¿Por qué estás aquí? -le pregunto.

-Porque me sacaste de la oficina de tu amigo -responde burlándose, qué lástima que por mi condición, no puedo demostrar lo molesto que estoy y mi rostro sigue neutro, pero ella me conoce y sabe que sus bromas no me agradan-. ¡Ya, bueno! Ando buscando un Daddy para mi amiga, ya me dijo José, que será él, y si tu no se lo permites, ya le tengo otro candidato -comenta de manera despreocupada mirando su manicura recién hecha.

Sé lo que hace, es inteligente; sabe que jamás permitiría que José se haga cargo de una jovencita de dieciocho; también sabe que me gusta su amiga; sé perfectamente que esto fue planificado y fríamente calculado para que yo decidiera y esta bien, lo ha logrado; sabe como manipularme pero mantendré lejos de mi a Nairobi, no me convertiré en lo que tanto le criticó a José.

-¡Pensé que sería yo su Daddy! -ella me mira sonriendo como gato en el país de las maravillas-, me haré cargo de eso, pero no quiero verte nunca más con José -cruza sus brazos y hace pucheros-. Búscate a alguien de tu edad, un joven de unos veinte años, veinticinco pero no uno de cuarenta.

-Eres bien aburrido, tío -se pone de pie, se acerca a mi y me besa la mejilla-. Me voy, le iré a decir a Nairobi que serás tú el afortunado -me guiña un ojo y sale de mi oficina.

Me quedo suspirando, mientras pienso que José me va a escuchar. "¿Cómo se le ocurre tocar a mi sobrina?" Está bien que haga sus cosas pero lejos de mi niña. Aún no entiendo cómo pueden gustarle mujeres de dieciocho, si podrían ser sus hijas.

Decidí olvidar por un momento la deuda pendiente que tengo con José y mejor me pongo a trabajar; reviso mi tableta y veo que Cynthia me ha enviado la agenda de la semana que entra. ¡Demonios! Es demasiado trabajo pero así debe ser, ya que para tener dinero, hay que seguir trabajando.

-Si me vas a golpear me largo y renunció -alega, José mientras entraba a mi oficina; cuando lo veo, tiene la quijada enrojecida -, mira, mira -se señala la mejilla con el dedo índice y verle el rostro así, me dan ganas de reír, creo que el enojo se me ha ido al ver que le di duro, en mi defensa "se lo merecía", ahora, hay veces que es bueno no poder demostrar los sentimientos con gestos puesto que en este momento me estuviera riendo de él.

-Si no vuelves a tocar a mi sobrina, no vuelvo a golpearte -no me dice nada, no más, suspira-. Sirve dos tragos, eso te ayudará con el dolor -él obedece, me da un trago a mi y se toma uno él mientras que yo, por dentro río.

Estoy seguro de que sí no hubiera nacido con lo que nací, pasaría todo el tiempo sonriendo y Nairobi podría ver lo que siento por ella pero debe pensar que soy un amargado, expresión neutra, sin sentimientos.

-No te atrevas a tocar a Nairobi, yo seré su padrino -informó, volviendo la vista a mi tableta.

Cualquiera diría que estoy trabajando pero no, estoy mirando las redes sociales de mi bella Nairobi y he de admitir que es hermosa y buena, me encanta lo que veo, me gusta ella cada día más pero tengo límites, tengo dignidad y espero poder mantenerme firme.

-Me alegro por ti, ya era hora, lo único malo es que me dejas sin tu sobrina y sin la amiga.

Al escucharlo hacer semejante reclamo lo veo y él alza las manos en un gesto de paz que no me convence. "Está casado".

-Podrían ser tus hijas. ¿Qué edad tiene tu hija mayor? -le pregunto y la sonrisa se le borra del rostro.

-Diecinueve -responde de manera cortante.

-¿Qué edad tiene tu hijo?

-Veinticinco.

-Y tú, ¿cuántos tienes, cuarenta?

-Cuarenticinco.

-¡Ya lo ves! Estas viejo y esas mujeres tienen la edad de tu hija y están buenas para tu hijo -se pone de pie, se que le he dado justamente en la herida pero es para que aprenda, no es que me quiera defender y limpiar la consciencia pero yo tengo treinta y ocho, al menos, le llevó mucho menos años a Nairobi de lo que le lleva él.

Es verdad, veinte años son muchos; cuando nació Karina yo tenía veinte años, pero cuando eso pasó, José ya casi tenía treinta; es bastante la diferencia y lo tiene que entender así como yo acepto, que soy viejo para Nairobi; podría estar enamorado, pero debo aceptar la realidad. ¿Qué pasaría si formalizó con ella? Cuando ella tenga treinta o cuarenta, que esté activa sexualmente yo estaré muy viejo; con sesenta años no podría complacerla y ella se buscará a otro y lo hará con justa razón.

-Me voy, regreso cuando tengas buen humor y te juro que en menos de un año te estarás tirando a Nairobi, cuando eso pase seré yo el primero en criticar -sale de mi oficina dando un portazo que estoy seguro, se escuchó por todo el edificio.

Yo por mi parte me quedo en carcajadas, carcajadas que quedan ahora en mi interior pero al menos, yo se que estoy riendo, aunque por fuera parezca que no. Se perfectamente que le molesta que mencionen a su hija, ella es algo sagrado para él pero no mira, que su hija, tiene la edad de Nairobi y Karina y así como es sagrada su hija para él, Karina es sagrada para mi. Estoy seguro que si él me hubiera encontrado a como yo lo encontré con mi sobrina, me hubiera matado pero José no piensa en eso, no piensa en que las cosas podrían ser diferente y él se sentiría a como yo me sentía al verlo como lo mire con Karina.

Nairobi

-¿Quiere verme? -preguntó por enésima vez a Karina-. Tu tu tío no me gusta.

-Yo sé que no te gusta, te encanta -exclamó con picardía.

-Bueno, está buenísimo, pero es raro, su manera de ser; su manera de actuar no se... no me convence -confieso, porque es que por más amargada que sea una persona, siempre se hacen gestos, pero él nada, pareciera que con costo puede mover los labios para hablar.

-Mira, según entiendo... no, no me gusta preguntar mucho porque para mi tío es complicado hablar de algunas cosas, pero según entiendo, sufre de algunas enfermedades, hasta estéril es; yo creo que literalmente, ni siquiera puede reír, es una condición médica de la que no tengo idea -me explica y yo me quedo sin saber que más decir.

"Literalmente no puede reír" o no lo quiere hacer, no le gusta, no lo hace por todo lo que quizá sufre. Son cosas que mejor no le pregunte, porque tal parece, ella tampoco está muy informada de ese asunto y no es como que la mire cómoda contando cosas privadas de su tío y es algo que comprendo, igualmente a mi, no me gustaría que cuenten cosas mías o hablar de algún familiar, si lo tuviera.

-¿Nos dormimos? -le pido, ya que esta noche se quedará a dormir conmigo como tantas veces lo ha hecho-. Abrazadas que hace frío -le pido entre risas.

Ya en la cama, procuro hablar de cosas de los chicos de la escuela, los que posiblemente estén en la Universidad; le metí pláticas risibles para que olvidara lo de su tío, ya que fue muy visible que no disfruta del todo hablar de los problemas de su tío y la comprendo a más no poder. Ahora mi dilema es que, me gusta mucho y quiero jugar, quiero arriesgarme pero no se si en verdad le gusto o no, porque ese es el caso, no demuestra nada en sus expresiones, mejor dicho, no expresa nada.

-¡Que guapa! -halaga Karina mirándome.

Se acaba de despertar mientras que yo, estoy terminando de ponerme los tacones. Debía despertar temprano porque iré a la empresa donde trabaja el tío de Karina. Me esmere en verme formal, así que me puse un vaquero, una blusa de chifon y un saco, mi cabello en una coleta y maquillaje natural; me gusta maquillarme pero que no parezca que estoy maquillada. "Cosas de chicas".

Al entrar al edificio, paso de paso, nadie me detuvo hasta que lo hice yo, al ver a tremenda secretaria. ¡guau, demasiado hermosa!, para este punto, ya siento que jamás podré conquistar a Camilo, si esta rodeado de diosas operadas, con silicon y mucho bótox y quien sabe cuántas cosas más.

-Hola, ¿en qué puedo ayudarte? -pregunta la mujer con una sonrisa clásica de amabilidad de las personas que trabajan cara al cliente.

-Soy Nairobi García y tengo una cita con el señor, Camilo Colombo.

"Para este punto, desearía un cirujano a domicilio y con resultados instantáneos".

-¡Oh si, pasa! -me señala una puerta.

Diez pasos, diez pasos he contado caminando lento. Para este punto me siento tan pequeña y es que estas son cosas que ninguna mujer dice, no admite, no declara pero que realmente las sentimos y nos pasa a todas: "por más seguras de si mismas y por más que nos autogustemos, siempre habrán días en los que al ver una diosa de la belleza artificial, te bajé un poco los ánimos y más aún cuando trabaja al lado del hombre que te deseas comer".

-Hola niña, pasa -dice el atractivo Dios egipcio, ya que abrió la puerta antes de que tocara, espero que la secretaria no haya notado lo mucho que retarde mi corto camino a la oficina de Camilo.

Entro y me quedo observando el luagr, hermoso, con clase, moderno, nada comparado con la personalidad que él demuestra; pensé que entraría a una taberna de vikingos. ¡señor! Sonrio por lo que pienso; el me mira pero no dice nada, no más me hace de señas que me siente y se lo agradezco, porque debo admitir que usar tacones es lo más bello, me siento poderosa en tacones; siento que me voy a comer el mundo; en tacones me siento poderosa pero me duelen los pies. "Un masaje con final feliz, me caería muy bien, siempre y cuando me lo dé, este Dios egipcio, griego o de donde sea".

-¿Café?

-Por favor, eso seria genial; sin azúcar por favor y fuerte, que se le sienta eso amargo -lo veo servir dos tazas de café; en una parte de un mueble que está al lado de su escritorio, está una pequeña cafetera que yo podría jurar, es nueva; se mira recién comprada.

-Tú me ayudas y yo te ayudo -comienza hablando-, te pagaré la Universidad y todos tus gastos hasta que te gradúes, a cambio de...

-Un poco de sexo -lo interrumpo- yo encantada, ¿podemos empezar ya? -él me mira incrédulo, se pone una mano en la frente y niega con la cabeza.

Podría jurar que aquello se me salió de manera automática; sé que jamás me pediría eso, pero quiero jugar; quiero quitarle la paciencia y yo misma en este momento no me aguanto la risa y por supuesto, jamás me sentí capaz de hacer o decir algo si, ni en broma ni en serio, pero lo he hecho. Para este punto, no me reconozco, pero debo admitir que me ha gustado hacerlo, me ha divertido.

-Yo sabía, que bajo esa cara de angelito estaba un demonio metido -yo me río por lo que dice.

Una de las cosas que más me han llamado la atención de él, es que quiera e intente respetarme tanto, ya que por lo normal es que los hombres, al menos en su mayoría, son aprovechados, se aprovechan de cada calentura de las mujeres y jamás dicen que no, pues yo veré hasta donde llega Camilo con sus estereotipos y supuesta dignidad.

-¿Qué quieres a cambio? -decido pasar a otro nivel, "sin miedo al éxito", me pongo de pie y me acerco de manera seductora, hasta su silla, rozó sus labios con los míos y puedo sentir su respiración agitada-. Porque a ti te daría mi virginidad -él me mira incrédulo-, la del culo -le aclaró.

"Como que lo único que logré es quedar sin ayuda por darme las de chistosa y juguetona".

De una manera bastante brusca y como siempre con su rostro neutro que no muestra nada, se levanta, agarra mis manos; me pega a la pared y quedo entre él y el concreto, quizá el también quiera jugar y me bese, así que cierro mis ojos. "Vamos bebi, besame".

-A cambio, quiero que te portes bien; que no me seduzcas y que me trabajes -me dice sin despegar su cuerpo del mío y muy cerca de mi boca.

                         

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