Moonlight ✔
img img Moonlight ✔ img Capítulo 2 El príncipe ha llegado
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Capítulo 6 Curiosa, hermosa y mía img
Capítulo 7 La coronación img
Capítulo 8 Daniel, su beta img
Capítulo 9 Mi destino img
Capítulo 10 Un acercamiento lleno de emociones img
Capítulo 11 La orden del rey img
Capítulo 12 Mi pequeña humana img
Capítulo 13 Olvida el amor, olvídalo img
Capítulo 14 Es un placer volver a verte img
Capítulo 15 Pasado parte I - Reino Thusrek img
Capítulo 16 La solitaria cena img
Capítulo 17 Un amor del pasado img
Capítulo 18 ¿Lo recuerdas img
Capítulo 19 Este sentimiento no es correcto img
Capítulo 20 Pasado parte II - Reino Priswer img
Capítulo 21 Un dolor agobiante img
Capítulo 22 Ante mis ojos img
Capítulo 23 Un corazón adolorido img
Capítulo 24 La ira img
Capítulo 25 Pero estas solo img
Capítulo 26 Entre la espada y la pared img
Capítulo 27 Un dolor en el corazón img
Capítulo 28 Pasado parte III - Reino Witther img
Capítulo 29 La cruda verdad img
Capítulo 30 La calidez del bosque img
Capítulo 31 No lo dejaré vivir más img
Capítulo 32 Amor, tristeza y libertad img
Capítulo 33 Una princesa pérdida img
Capítulo 34 Un vacío y dos almas tristes img
Capítulo 35 El secreto de Dorian img
Capítulo 36 El misterio en su mirada img
Capítulo 37 El ataque comenzó img
Capítulo 38 ¿Ahora si tienes miedo img
Capítulo 39 En aquella oscura habitación img
Capítulo 40 Lágrimas bajo la lluvia img
Capítulo 41 Tres meses después img
Capítulo 42 Un nuevo poder img
Capítulo 43 Parte de su alma img
Capítulo 44 Por mi victoria img
Capítulo 45 Una pelea entre gritos de muerte img
Capítulo 46 Manténganme en su memoria img
Capítulo 47 Lo que el infierno consumió img
Capítulo 48 Un beso triste y doloroso img
Capítulo 49 La fría alcoba img
Capítulo 50 Riéndose del dolor img
Capítulo 51 El comienzo de un final img
Capítulo 52 Destrucción y sacrificio img
Capítulo 53 Epílogo img
Capítulo 54 Agradecimientos img
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Capítulo 2 El príncipe ha llegado

Reino Witther (Presente)

Las mucamas corrían de un lado al otro limpiando cada rincón del castillo, las cocineras preparan postres de moras y en el pueblo los rumores del regreso del príncipe corrían por todos lados. Regresaba después de 4 años, 4 años en luto.

Los pueblerinos no sabían la verdadera razón del asesinato de sus padres, pero sabían que el dolor sería curado con la venganza. Maximiliano había vuelto para cobrar venganza. Quería que sus padres descansarán en paz. Quería estar en paz consigo mismo, aunque ahora mismo la soledad sea su única compañía.

María, era la nana del príncipe, esperaba la llegada de su amado niño para poder darle un abrazo y hacerle saber que no estaba solo.

Ella observaba la reja que yacía cerrada, sostenía entre sus manos un sobre blanco y sus ojos se llenaban de lágrimas a cada segundo. En el camino, los pueblerinos murmuraban viendo pasar un carruaje.

-¡El príncipe ha llegado! -gritaron, los aplausos alertaron al príncipe quien asomó su rostro por la ventana

La gente aplaudía.

Dejó de mirar y continúo en su antigua posición. Una parte de él pedía a gritos que volviera y otra pedía enfrentarse al dolor.

Su corazón dolía.

Ese castillo estaba lleno de melancolía, de recuerdos. De dolor.

Durante estos años se dedicó a entrenar y buscar pistas, pero el asesino no dejaba ninguna, era muy astuto.

Así que como no tenía pistas decidió escribir el nombre de algunos sospechosos, pero resultaba que de los 35 sospechosos ahora solo tenía 7.

Era frustrante para él tener que investigar al asesino de sus padres y a la vez ser rey.

En una semana sería su coronación, estaba nervioso pero triste a la vez. Recordaba que su padre solía hablarle sobre la responsabilidad que un rey tenía, debía cuidar a su pueblo, ser justo, honrado y bondadoso.

Por eso ante la tumba de sus padres juro que al tomar el trono sería un buen rey.

Pero no pararía hasta tener entre sus manos al asesino de sus padres.

Las grandes rejas fueron abiertas dando paso al carruaje real, María sonrió ante la idea de abrazar a su pequeño Max, como solía llamarlo.

El carruaje rodeo la pileta que yacía en medio frente al castillo y frenó, Maximiliano soltó un suspiro y la puerta fue abierta. El aire fresco llegó a sus fosas nasales, reconocía aquel aroma, creyó que ya lo había olvidado. Bajo lentamente del carruaje, observó a su alrededor, los grandes jardines relucían de flores blancas, rojas y amarillas. Los colores favoritos de su madre.

Alrededor de la pileta florecían girasoles, a los costados del castillo había inmensos jardines y detrás de este un gran jardín se extendía en 70 hectáreas, justamente ahí estaban las 2 cabañas donde dormían los del servicio.

Maximiliano amaba correr por ahí y observar las nubes.

-Max -un susurró lo saco de sus pensamientos, giró su rostro y se encontró con su nana. Una mujer de mirada dulce, cabellera negra con algunas canas visibles y unos hermosos ojos verdes.

María era humana, pero fue adoptada por una pareja de licántropos quienes le dieron amor y compresión. Ella se casó a los 24 años con su vecino, su amado León. No tuvieron hijos, pues el falleció dos años después de estar casados. Así que ella decidió seguir con su vida. Y luego terminó en el castillo cuidando a un pequeño príncipe, que años después sería rey.

-Nana -susurró, sintió una gran felicidad. Odiaba recalcar que estaba solo, pero luego mediante su egoísmo recordaba el amor que su nana le brindaba. María y Maximiliano se fundieron en un fuerte abrazo, ella sollozó en el pecho de su pequeño.

Lo había anhelado, había querido verlo por mucho tiempo y ahora estaba aquí con ella.

Los minutos fueron largos para ambos, pero luego de romper el abrazo ambos entraron al castillo donde el aroma a moras inundó sus fosas nasales. Esa tarde Maximiliano le contó muchas cosas a María, ella lo escuchaba atentamente.

-...pero, aunque aún no haya pistas, estoy seguro que pronto encontraremos alguna que nos lleve a su paradero. Ese maldito no estará libre por mucho tiempo -susurró con odio, de pronto María recordó

-Max -este asintió- te dejaron esta carta -Maximiliano elevó la mirada y observó el sobre blanco que su nana le tendía

-¿Quién me lo dejó? -tomo entre sus manos el sobre

-Tu tío Felipe -aquello impacto a Maximiliano, había oído de su tío hace algunos años atrás según le habían dicho él volvería de visita, pero luego sucedió aquello y Felipe nunca fue. No se supo de él hasta ahora.

Maximiliano negó con la cabeza.

-No estoy segura si debas leerla, pero lo único que te puedo decir es que hace unos días él llegó y pidió hablar conmigo. Solo me dijo que leyeras la carta y que pronto sabrías de él

-¿Saber de él? -pregunto con sarcasmo- Mi tío nunca vino a verme, ni siquiera decirme que debía ser fuerte. No le importó la muerte de su hermano, no le importa nadie -no sabía cómo explicar ese sentimiento, pero sentía que algo dentro de él se oprimía de solo escuchar el nombre de su tío. ¿Era odio?

-Cálmate -susurró María

-Quiero que mañana envíes a Candela y ponga un aviso. Haré algunos cambios en el servicio, quiero a 15 nuevos empleados para este fin de semana -se puso de pie

-Estamos jueves, Max -él frenó

-No importa nana, ve a la aldea humana y trae a 15 humanos para el servicio de limpieza. Ellos necesitan trabajo -y ante sus últimas palabras salió del comedor dejando el sobre en la mesa, María la tomó entre sus manos

Ella estaba en shock.

Su pequeño estaba raro, el dolor y la tristeza lo estaban consumiendo.

¿Cómo pararía?

María no lo sabía.

            
            

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