Capítulo 5 Capitulo 5

Gigi

Los días han ido pasando, y la amenaza de una nueva irrupción en mi habitación cada vez se hace más lejana, ¿Lo habré asustado?, de todas formas, me tiene sin cuidado lo que haga un tipo tan imbécil, atreverse a intentar decir entre líneas que la manera en la que he vivido es simplemente el resultado de un berrinche o un capricho solo me deja ver lo poco que sabe sobre mí o como me siento, lo poco que conoce de la profesión que supuestamente ejerce.

Uno no planea vivir recluido en su casa por siempre, simplemente ocurre, decides que el lugar más seguro que pueda existir para ti es tu habitación, cierras tanto la puerta de ésta como tu corazón y esperas que de esa forma puedas permanecer seguro, cómodo, alejado de las miradas indiscretas y las preguntas estúpidas como las que me hizo ese gigante mequetrefe, los días se convierten en meses y los meses en años, en un abrir y cerrar de ojos te das cuenta que tu vida se ha desperdiciado y que no puedes volver el tiempo atrás, ya es tarde y te has perdido de toda la diversión, todos ya han dado su primer beso, ya han tenido su primera vez, te has perdido el baile y no fuiste con tus amigas a comprar tu vestido de graduación, todos han avanzado y están tan distantes de ti en la carrera de la vida, que no puedes evitar sentir vergüenza, no puedes evitar sentir las miradas acusatorias de tus padres o cualquier otra persona que haya permanecido en tu vida, por no ser como los demás, por no llenar sus expectativas, por congelarte en el tiempo, de alguna forma eres como un insecto atrapado en el ámbar, una curiosidad, algo extraño que se comenta y que avergüenza a tu familia, porque es la verdad, ellos se avergüenzan de ti y simplemente te conviertes en una carga con la que les toca vivir.

-Archie, deja de observarme en silencio. – Le digo parada junto a la ventana, mirando el rosal que Nana Beet me conto alguna vez que mi madre planto. – Es de mala educación no anunciarte antes de entrar en una habitación que no es la tuya, ¿lo sabías? – Le informo con mi vista aun clavada en el jardín.

-Soy un ninja silencioso. - Dice riendo y colocándose a mi lado. – ¿Qué ocurre?, ¿cómo eres capaz de detectarme?, ¿ya has estado tanto tiempo encerrada aquí que desarrollaste súper poderes de niña rara? - Me bombardea de preguntas de la misma forma que cuando era un niño. - ¿Te mordió una araña o algo así? – Termina al fin el bombardeo mientras intenta buscar alguna marca en mi piel y al mismo tiempo que desplaza su vista en la habitación buscando a la araña.

-No, taradito.- Le digo riendo y dándole un pequeño golpe con el dedo en la nariz.- Lo que ocurre es que ahora mides más de 1.80 y tu respiración se escucha desde el otro lado de la habitación.- agrego mientras ondulo aún más uno de sus risos.

-No hagas eso, me vas a despeinar. - Dice apartándose e intentando agitar sus risos para darle ese efecto de caos perfecto que tan bien le luce. - Arruinas mi estilo, hermana. - Dice al mismo tiempo que me ofrece una de sus enormes y bellas sonrisas.

Archie de alguna manera era mi mejor amigo, o al menos el único que me quedaba, es apenas dos años menor que yo, antes siempre estaba pegado a mí, pero desde que cumplió 16 cada vez lo veo menos, supongo que le ocurrió lo mismo que a los otros, simplemente me adelanto en la carrera de la vida y en algún punto se marchara dejándome olvidada en este lugar, desde niño me contaba todos sus secretos y travesuras, así que se puede decir que cargo con más pecados ajenos en mi conciencia que propios.

-Nana Bee dice que vino un chico a verte. – Canturrea pronunciando el apodo de Nana Beet como si fuese el zumbido de una abeja. – La escuché decir en la cocina que es muy guapo, me sorprendí mucho y solo pensé: ¿Qué está ocurriendo?, ¿Se ha alterado el orden natural del mundo?, ¿Un chico?, ¿Dónde lo conoció? – Dice mientras camina en círculos y agita los brazos dramáticamente. - Esa chica no saldría, aunque hubiese un incendio y salir le salvase la vida. – termina al fin parándose en seco y extendiendo ambos brazos hacia mí para señalarme.

-Primero que nada, no es para nada guapo. – Digo, aunque tal vez piense que es un poco guapo, vamos... Tal vez haya estado aquí mucho tiempo, pero no soy ciega. – Segundo, es solo un psicólogo que tu madre ha contratado, tiene la fantasía de que él puede "repararme". – Agrego poniendo los ojos en blanco.

-No sé, no sé... Nana Bee cree todo lo contrario. –Dice juguetonamente, echando su mirada a un lado, intentando demostrar que no cree ni una palabra de lo que le digo. – Luego me cuentas todo sobre el apuesto psicólogo, debo ir al entrenamiento de football. – Se despide corriendo hacía la puerta.

Veo como Archie se dirige hacia la puerta y se pierde de mi vista al cerrarse esta, lo que me hace pensar en que será de mí cuando se vaya lejos, seguramente se irá a una buena universidad y vivirá su vida, yo quedaré aquí recordándolo, tal vez me llame al principio dos veces por semana, pero seguramente eso se terminara luego de unos cuentos meses, y así finalmente quedaré en el olvido, lo mismo paso con Karen Douglas-James, me visito unas cuantas veces, hasta que un día dejo de venir y simplemente me convertí en uno de sus recuerdos de infancia.

El sonido de la alarma de mi teléfono celular me saca de mis tristes pensamientos. En mi teléfono está lo que llamo "Agenda del Grinch", la cual consiste en una lista de cosas que hago todos los días, de alguna manera me ha ayudado a sobrellevar los días y no deslizarme hacía la locura como era de esperarse.

Al levantar el teléfono me doy cuenta que es la hora de clases de japonés, todo comenzó cuando hace unos años vi por primera vez "Memorias de una Geisha", lo que me llevo a leer el libro que es aún más bello, descriptivo e íntimo, fue muy emocionante leerlo, hacía mucho tiempo que no sabía lo que era tener una amiga, así que la pequeña Chiyo se convirtió en mi amiga, ambas estábamos pasando por muchas cosas y ambas deseábamos fluir como el agua hasta encontrar nuestro camino al mar, la diferencia entre ella y yo; es que yo me había quedado estancada en algún punto de la travesía y ella había logrado cumplir el único deseo egoísta que su generoso e inocente corazón había concebido; estar algún día junto al presidente.

-Aquí traigo tu merienda, mi niña. – Dice Nana Beet, cada día a la misma hora aparece en mi habitación con su pequeña bandeja de servicio elaborada en bambú, ya que no es muy amiga del plástico y la de plata resulta ya muy pesada para ella. – Espero que te guste. – Añade cariñosamente mientras coloca un plato blanco con un pequeño croissant que seguramente le tomo toda la mañana hacer, se ve delicioso y está relleno con lo que parece ser queso crema y trocitos de fresas finamente cortadas.

-Hola, señora Betty. – Le saluda mi profesor particular de japonés, su nombre es Haruto, aunque insiste en que lo llame Fred. Al principio no nos llevábamos muy bien, pero el tiempo y el enorme deseo de al menos poder pronunciar bien dos palabras en la lengua de mi querida Chiyo me han obligado a aceptar su virtual presencia en mi habitación. – Hoy luce muy bien. – Dice en su gracioso acento.

-Oh, gracias. - Le responde Nana Beet, acercando su rostro mucho a la pantalla de la laptop como si Fred no pudiera verla desde donde está parada. - Nos vemos. - Se despide Nana Beet de Fred.

Yo le agradezco por la comida y recibo un beso en la coronilla por el agradecimiento. Tras Nana Beet cerrar la puerta, la clase prosigue y al final de ésta aprendo una nueva expresión o Yojijukugo:

十人十色(じゅうにんといろ) (Jūnintoiroji) Lo que se traduciría como: 10 personas, 10 colores. (Eres libre de darle significado o buscarlo en algún lugar de Google o simplemente dentro de ti mismo)

Un Yojijukugo es una expresión idiomática compuesta por cuatro kanji, esos caracteres que a nosotros los occidentales nos parecen tan extraños e ininteligibles como un jeroglífico egipcio.

El día sigue su curso como todos los anteriores a este, el sol se retira en el horizonte y la pálida luna empieza a tomar su característico brillo plateado en el cielo. Lo que me hace recordar aquella historia que Fred me conto el día que nos conocimos, la cual trataba sobre una diosa cuya tristeza la llevo a encerrarse en una cueva ubicada en lo alto de una montaña, sumiendo el mundo en la oscuridad, hasta que un día lograron convencerla de salir y devolver al mundo su brillo.

Luego de cenar sola en mi habitación mi amado pollo frito, porque soy una chica que no teme a las calorías, el cual seguramente Nana Beet preparo al sentirse culpable de que iba a cenar sola, me prepare para dormir, dando inicio a mi larga rutina de belleza, la cual consiste en remover los resto del maquillaje que me hice en imitación del de una chica que vi en Instagram, aplicar la crema hidratante que Cordelía me renueva cada mes y hacerme una larga trenza para dormir más cómodamente, terminando con eso mi poco estresante itinerario. Ya en la cama no pude evitar pensar en todo lo que me había dicho el seudo-psicólogo, por alguna razón aquel gigante neandertal no solo se había infiltrado en mi habitación, de alguna manera lo había hecho en mi mente, y por muy loco que sonase, deseaba que llegase el día en el que volviéramos a encontrarnos, esta vez estaría preparada para luchar contra el orangután trajeado.

PD: Me he vuelto loca, deseo volver a ver al mequetrefe y no puedo dejar de inventarle insultos, ¿Ahora en serio, verdaderamente e inequívocamente me estoy empezando a volver loca?

Agenda del Grinch

• 04.00 pm Sumergirme en mi propia miseria

• 04.30 pm Contemplar el abismo

• 05.00 pm Solucionar la hambruna mundial sin decírselo a nadie

• 05.30 pm Danza y ejercicio

• 06.30 pm Cena conmigo. Esa no la cancelare

• 07.00 pm Luchar con el odio que me tengo

                         

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