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Karen Sánchez
Es miércoles 7 de diciembre, me levanto e inició mi rutina escolta. Empieza a disgustarme el parecer hombre y estar fingiendo, pero no sé qué hacer después de haber conocido a mi nuevo jefe y el contarme lo sucedido allá en Rusia.
Lo único que quiero es protegerlo y, si le digo la verdad, entonces buscará a otro escolta. ¡No quiero eso, ya no me quiero apartar de su lado!
Soy una estúpida, eso creo, porque ese hombre jamás se fijará en mí, además me ves como un hombre. ¡Ni siquiera sabrá, que estoy enamorada de él!
¡¿Por qué tenía que ser tan guapo?! Sé que como mujer ni siquiera le voy a gustar.
No le voy a decir la verdad, al menos por ahora, aunque sé que no me perdonará, y seguro se va a enfurecer por eso; pero, ¿demandará a mi jefe?
¡Diablos, tengo que hablar con él ahora mismo!
Así de turbulentos están mis pensamientos, enseguida tomo mi celular de la mesita para llamarlo.
-Hola. ¿Cómo está, jefe?
-Hola, ¿cómo te va, Karen?
-Escúcheme, señor Miguel, cuando el ruso se entere de que soy mujer, lo demandará a usted y a la empresa de vigilantes.
-Encárgate de hacer tu trabajo y déjame ese rollo a mí. Bien... Procura que no te descubra, hasta que termine la encomienda.
-Sí, ¿y cuándo terminará mi trabajo, señor? Quiero saber, pues, no quiero estar meses o quizás años en esto.
-Está bien, Karen. En cuanto uno de mis hombres esté sin problemas, le haré la sugerencia al ruso de enviarle a otro escolta.
-¿Sugerencia, jefe?
-Pensando bien las cosas, creo que sería extraño para él, que al poco tiempo de mandarte a ti la agencia le sugiera un cambio... Mejor será que a ti te pase algo y necesites un relevo.
-Pero, ¿cómo que me pase algo?
-¡Ay, Karen, se te puede ocurrir cualquier cosa, como una licencia médica! ¡No sé, algo te inventas! Puede ser un mal golpe mientras te ejercitas, o un accidente con un tiro.
-¿Qué? ¡No-o, jefe!
-Por supuesto que sí, Karen... Entonces, ¿cómo saldrá de ahí en caso de que tu compañero te releve? Le diremos que simplemente te vas, y le enviamos a otro escolta... No lo creo, porque él sospecharía.
-Lo importante, es que no se dé cuenta de esto, jefe.
-Tú eres la responsable de que él no sospeche. Eso ya está en tus manos, de no hacer que esa empresa caiga en desgracias.
Me enojo con su maldita actitud, de "yo no tengo nada que ver".
-¡Ah, entonces ahora soy la responsable de esto! ¡Le recuerdo, que usted me obligó!
-Escucha, Karen, ya que estás en esto, es tu trabajo mantener el secreto para que yo no sea delatado porque sabes lo que te pasaría, no.
-¡Qué irónico es usted! ¡Adiós! -le cuelgo de inmediato y reflexiono que aún me queda ingenuidad porque sé el nivel de corrupción en el que me encuentro. Podría incluso perder mi vida si se llega a saber lo que hace mi jefe en caso de yo delatarlo.
Erick llama a la puerta, y yo ya estoy lista.
-Karl. ¡Qué voy a hacer contigo! ¡Ven rápido que el nuevo guardaespaldas está aquí, y debemos estar presentes! -clama impaciente del otro lado.
-¡Sí, ya voy, Erick! -respondo y rápidamente abro la puerta.
Salgo fuera y él me mira curioso. No me gusta esta incertidumbre de saber que en cualquier momento me descubrirán.
Tiempo después, estamos frente al señor Yakov.
Su mirada es profunda hacia mí.
-En vista de que ya están todos... Karl, él es el nuevo guardaespaldas... Erick toma la copia del documento de David Gómez, porque así se llama.
El señor Yakov le cuenta lo sucedido a David, mientras estoy en las nubes y solo lo miro de reojo...
-¡Karl! ¡Karl! -me grita al notar que estoy en las nubes.
-Sí, señor Yakov.
-Te decías, que ahora cambiarán de turnos David y tú... ¿Qué te pasa, Karl, está en las nubes? ¡Dime de una vez si no puedes con este trabajo, por favor!
-¡No, no, señor Yakov, esto no volverá a pasar! ¡Discúlpeme!
-Eso espero, porque esto es algo muy serio y que no se resuelve con disculpa.
-Tranquilo, Yakov, está en buenas manos, se lo aseguro. -David, me mira extraño, como si sospechara algo; otra vez siento esa mirada de curiosidad, al igual que Erick y la del señor Yakov, entonces ahora también tengo que soportar la mirada curiosa del nuevo guardaespaldas.
Erick regresa apresurado luego de ir a su habitación, entonces Yakov se levanta del asiento.
-Vámonos a la empresa, señores.
Posteriormente
Termina la jornada de Yakov, él regresa con Erick hacia el vehículo, entonces me intriga lo que hace en esa oficina.
Ellos entran sonrientes al vehículo. Erick le habla al señor Yakov muy calenturiento, él también es soltero muy guapo, mulato, cabello negro y ojos marrones.
-Señor Yakov, miro que esas mujeres son muy buenas. Le aseguro que se olvidará de ese mal recuerdo de su exnovia.
-No sé, Erick, lo pensaré... El fin de semana te haré saber si decido o no, bien.
-No se arrepentirá, señor Yakov. -responde insistente.
Se ríen a carcajadas y hablan cosas de hombres, entonces miro lo que me ha tocado vivir, esto es una tortura.
Me mantengo callada, entonces él pone su mirada curiosa sobre mí.
-Karl, y tú, ¿no quieres una para ti también? Son mujeres muy buenas, tienen unas tetas y son nalgonas...
-No, gracias, Erick, no me hace falta.
-¡Ay, y como que no te hace falta, eres hombre! ¿O por qué no nos dice de una vez que te gustan los hombres, he? En el club al que iremos el fin de semana, también hay hombres gay.
Me enojo porque insiste mucho en ese tema.
-¡Ya te dije que no, Erick, no me hace falta el sexo por ahora!
-¡Ok, ya no te enojes, Karl, me avisas cuando lo necesites! ¡Ja, ja!
Yakov interviene.
-Tranquilos, Erick no apresure a Karl al igual que a mí, déjalo que él decida si quiere... Es un hombre y lo harás cuando quieras, bien.
El muy malvado de Erick, sonríe. -Bien, señor Yakov, pero no saben lo que se pierden. Ja, ja.