Cuando él la tomó de la mano para cruzar entre la gente, su piel reaccionó. Sintió el calor de su palma, la firmeza de sus dedos, y algo dentro de ella se encendió. No por sorpresa. No por ternura. Sino por esa energía tan física que él emanaba sin esfuerzo.
-Ven -le dijo con una sonrisa torcida, y la arrastró hasta el centro de la plaza, donde el bullicio era más denso y las luces más bajas.
Lila apenas tuvo tiempo de pensar. Bajo los faroles rojos, entre el olor a canela y humo dulce, Aroon se detuvo.
-Hay algo que tengo que hacer -susurró, y la besó.
El beso no fue un roce tímido. Fue profundo, firme, lleno de deseo contenido. Sus labios se amoldaron a los de ella como si hubieran sido hechos para encontrarse. Su lengua buscó la suya con hambre, y su cuerpo se pegó al de Lila con una naturalidad devastadora.
Y ella... sintió.
El calor subió desde su pecho hasta su vientre, más abajo. Su respiración se volvió irregular, sus piernas temblaron ligeramente. Sintió cómo su cuerpo respondía, cómo algo húmedo y eléctrico la atravesaba sin permiso. No fue indiferencia. No fue vacío. Fue deseo. Brutal, repentino, incómodo.
Y precisamente por eso... se apartó.
Porque la intensidad del momento la sacudió. No era que no hubiera sentido. Era que lo que sintió la desbordó. Y no por Aroon. Sino por lo que ese beso despertaba, por lo que significaba y por lo que no.
Él la miró, con los labios entreabiertos y los ojos brillando.
-¿Y...? -preguntó en voz baja, con una seguridad que buscaba confirmación.
Lila no respondió de inmediato. Su pulso estaba desbocado, y aún sentía la humedad entre sus piernas, la piel encendida.
-No está mal... -susurró, con honestidad brutal-. Solo que no es donde quiero quedarme.
La sonrisa de Aroon se tambaleó apenas, como una vela al borde de apagarse.
-¿Conmigo?
Lila bajó la mirada. No dijo sí. Pero tampoco dijo no.
Thanom los había visto desde lejos.
Había seguido a Lila sin saber por qué, como quien sigue una corazonada que no quiere escuchar. Se detuvo antes de llegar a la plaza, justo cuando el beso ocurrió. No vio el gesto completo, pero fue suficiente. Suficiente para sentir cómo algo se le apretaba en el pecho.
No eran celos. Era otra cosa. Una especie de traición que no tenía nombre, porque ni siquiera había promesas aún. Solo miradas, silencios, roces que ardían demasiado cerca del alma.
No esperó a ver más. Se fue hacia la playa, como siempre.
Cuando Lila lo encontró, la brisa era más fría, la noche más densa.
Thanom estaba sentado sobre la arena, los brazos apoyados en las rodillas, los ojos en la línea del horizonte.
Ella se acercó sin hablar. Se sentó junto a él, y por un momento no dijo nada. Solo lo miró.
-¿Puedo hablarte sin que huyas? -preguntó al fin.
Thanom no se movió, pero su voz fue clara.
-Dilo.
-No quiero mentirte. El beso con Aroon... me provocó cosas. Mi cuerpo reaccionó. No lo niego. Pero...
Él giró el rostro, con los ojos clavados en ella.
-¿Pero?
-No fue él quien me hizo temblar cuando me alejé. Fue pensar en ti.
Thanom la miró como si en sus palabras se abriera un mundo nuevo.
-¿Y qué hacemos con eso?
Lila no respondió. En lugar de eso, se inclinó lentamente hacia él, con una claridad nueva en la mirada. No era duda. Era necesidad.
Cuando sus labios se encontraron, no hubo espacio para lo correcto o lo incorrecto. Solo un fuego lento, urgente. Y en medio del mar y la arena, ella se aferró a él como si por fin hubiera encontrado el lugar donde sí quería quedarse.