Capítulo 4 Barbara

MARIANA DE LA NOCHE.

Capítulo 3.

Autora; patricia López

Me quedé pensando en la propuesta, más bien en la petición de Ricardo. Sabía que todo se iba a complicar más, pero sería un insensible, no podía irme como si nada. Mentiría al decir que no me afectaba, al fin ella fue importante en mi vida, a pesar de todo habían sentimientos hacia ella. Luego de unos minutos salió el doctor.

-¿Familiares de Bárbara Morales?

-¡Nosotros! -respondieron al tiempo.

-La señorita está fuera de peligro, logramos detener la hemorragia, en este momento está sedada. Ahora debemos investigar el motivo por el cuál su hija intentó atentar contra su vida.

-Eso ya lo tenemos claro, aquí está el causante -comentó Magdalena.

-¡Magdalena, no más! Muchas gracias por todo doctor, nosotros nos encargaremos de eso.

-Les informo que remitiremos a Bárbara a interconsulta con psiquiatría.

La señora Magdalena se puso furiosa, según ella su hija no estaba loca, el doctor trató de explicarle que era un proceso normal. Ricardo me pidió que entrara a la habitación, que tal vez a Bárbara le haría muy bien que al abrir sus ojos fuera yo esa primera imagen. No podía negarme.

Entré a la habitación, olía a alcohol y medicamentos, tenía una intravenosa en la mano derecha y dos vendas en sus muñecas. Estaba un poco pálida, se veía tan tranquila así dormida. Acerqué una silla y me senté junto a ella, tendría que posponer el viaje. Hablaría con la empresa y pediría una semana más, al menos hasta que Bárbara se recupere. Le envié un mensaje a mi madre, le avisé que no podía ir a comer a casa. Le inventé que era por trabajo, no quería mortificarla más, ella no estaba bien y no quería que se pusiera peor.

Chat WhatsApp ; Rafael.

¿Matías, dónde andas? La fiesta en casa de Manuela estará de maravilla, no te la puedes perder. 😀

No puedo, vayan ustedes, que se diviertan.

¡¿Qué?! Ya habías quedado con nosotros. 🙄

Estoy en el hospital.

¿Qué te pasó, estás bien?

Yo estoy bien, es Bárbara.

¡Otra vez esa vieja loca! No sabe cómo llamar tu atención. 😤😤😠. ¿Ahora que le pasó? Otro berrinche.

Esta vez llegó muy lejos 😒 se cortó las venas.

¡No me jodas! ¿En serio?

Sí. Estoy aquí porque Ricardo me lo pidió.

Esa mujer está mal de la cabeza y tú estás peor por ceder ante sus estupideces, terminarás metido en líos, pensalo home. Luego hablamos, espero que todo se solucione.

¡Gracias!

Yo también esperaba lo mismo, pero lo veía tan lejano. Me puse a jugar con mi teléfono cuando escuché un suspiro, mpezó a parpadear lentamente, giró la cabeza mirando a todos lados como si no recordara lo que pasó. Movió sus manos, se miró las muñecas y un quejido se escapó de sus labios.

-Tranquila, no te muevas -Murmuré.

Me acerqué con mucho cuidado y bajé sus manos, ella me miró fijamente y sonrió.

-¡Mi amor! ¿Estoy muerta, verdad?

-No, estás en el hospital.

Negó con una sonrisa de boca cerrada.

-Debo estar muerta, de lo contrario tú no estarías aquí conmigo.

-No digas tonterías, no estuvo nada bien lo que hiciste.

-No me arrepiento -me miró-, valió la pena si tú estás aquí conmigo.

Dios... esa mujer estaba mal de la cabeza, cómo podía pensar esas cosas.

-¡No me regañes, por favor! -hizo un gesto en señal de puchero-, mira que me duele, ven acércate, quiero sentirte aquí conmigo.

Movió su mano tratando de encontrar la mía y de nuevo un gesto de dolor apareció en su rostro. Tomé su mano suavemente y ella me regaló una sonrisa; al fin logró lo que ella quería.

-¿Eso quiere decir que las cosas entre nosotros ya se arreglaron?

Lo sabía, sabía que eso traería solo problemas. Cuando pensé en responder la señora Magdalena entró por la puerta y me sentenció; respondió por mí.

-Claro que sí, cariño. En cuanto Matías se enteró llegó corriendo muy angustiado.

Le dijo lo que Bárbara quería escuchar, el problema también era de la señora, que pretendía darle a fuerza todo lo que su hija quería.

-¡Mi amor! Todo volverá a ser como antes, ya lo verás.

Quise sacarla de su error, pero esa señora me fulminó con la mirada. En parte tenía razón, no era el lugar, ni el mejor momento para hablar. No pude más y me retiré con la disculpa de ir por un café. Me encontré en la salida con Ricardo, sentí una palmadita en el hombro, había escuchado todo, en su mirada solo había agradecimiento.

-No tendré como pagarte esto que estás haciendo, gracias Matías -susurró.

-No me agradezca, mejor piense en la mejor manera posible para sacar a su hija de su error -Murmuré-;usted sabe que si estoy aquí no es porque todo entre nosotros se arregló.

-Lo sé. Pero mira lo animada que está, si le decimos en este momento será peor.

-No digo que tiene que ser hoy, pero sí deben buscar la manera de ayudarla, como lo dijo el doctor, Bárbara necesita ayuda y usted lo sabe.

Bajó la mirada, me imaginé que para él y para cualquier padre en su lugar era muy difícil escuchar que su hijo necesita ayuda psicológica. Saber que no estaba nada bien lo que hacía. Salí del hospital a buscar un café bien cargado, lo necesitaba. Recibí un par de llamadas de mis amigos que insistían que ella solo buscaba la manera de manipularme hasta lograr lo que ella quería; que regresara con ella.

Según ellos yo caí como un estúpido en su trampa, ahora sería mucho más difícil librarme de ella. Sabía que tenían toda la razón, todo se me complicó. Caminé por los alrededores, necesitaba pensar y dejar que el aire me purificara.

Minutos después regresé a la habitación, me recibió con una sonrisa;

-¡Mi vida! ¿Dónde estabas?

Respiré profundo y dejé que el aire llenara mis pulmones, luego solté lentamente.

-Fui por un café. ¿Cómo te sientes?

-Ya que estás aquí, mucho mejor.

Sus padres cruzaron miradas.

-¡Me alegro mucho! Mañana paso temprano, ya es tarde.

-¿Te vas? -frunció el ceño.

¡Ahí empezábamos otra vez!

-Sí, pero mañana regreso, tú estás en buenas manos, además que tus padres están aquí.

Otra vez pasó... la manipuladora empezó a salir. ¿Cómo puede transformarse solo en segundos?

-¡Estuve a punto de morir, lo único que quiero es estar contigo, con el amor de mi vida! ¿Es mucho pedir?

De la nada empezó a llorar, su mamá trataba de consolarla y Ricardo solo bajó la mirada.

-Tranquila hija, tu novio se quedará contigo, ¿verdad Matías?

Mi querida ex suegra me fulminó con la mirada.

-Él es consciente que estuvo a punto de perderte, tranquila mi niña, no llores.

-Matías tiene cosas por hacer -refutó, Ricardo-, nosotros somos tus padres, por lo tanto es nuestra obligación y deber estar aquí contigo.

-¡Parece que no entiendes! Nuestra nena estuvo al borde de la muerte, ella solo quiere estar con el novio, no le veo nada de malo.

Empezaron a discutir mientras ella seguía llorando, interrumpí.

-Yo me quedo con Bárbara.

¡Ay, eso no podía estar pasando! En cuestión de segundos sus lágrimas desaparecieron. Una sonrisa victoriosa se escapó de sus labios, la sonrisa de una mujer que acababa de conseguir una vez más lo que quería.

-Es lo menos que puedes hacer por mi hija -añadió Magdalena.

-¡Magdalena, basta ya! Gracias Matías por quedarte con Bárbara, nos vemos mañana.

Estrechamos las manos, salió de la habitación llevándose con él a la señora Magdalena, que solo me advirtió que cuidara a su nena. ¡No podía creerlo! Esa señora trataba a su hija como una bebé, peor aún como un ángel; pero sería endemoniado.

Arrastré la silla hasta la cabecera de la camilla para sentarme junto a ella, tenía una sonrisa imborrable. Trató de alcanzar mi mano, no dejé que se esforzara por eso facilité todo, yo tomé la suya.

-¡Gracias mi amor por estar aquí conmigo!

-Bárbara yo-yo -me interrumpió.

-No digas nada mi vida, sólo quiero dormir y descansar. Ahora que estás tú puedo estar tranquila.

Apretó mi mano llevándola hasta su pecho, cerró los ojos y suspiró.

-Me haces piojito.

Eso solía hacerlo antes, acariciaba su cabello mientras ella se quedaba dormida. Eso le encantaba, por lo visto aún le gustaba. Empecé a acariciar su cabello lentamente, mechón por mechón hasta que se quedó dormida.

Prnsaba en cómo iba a aclarar las cosas con Bárbara, que si estaba ahí no era porque todo volvió a la normalidad, cómo le explicaba que entre nosotros nada volvería a ser como antes. ¿En que me había metido?

Me acomodé en la silla, cerré los ojos para tratar de descansar, aunque estar ahí era muy incómodo, mucho más porque no podía moverme, Bárbara sostenía mi mano. Me dolía la cabeza de tanto pensar, sólo quería irme lejos de todo eso para poder estar tranquilo.

❥๑━━━━━━━━━━━━━━━━━๑❥

En algún lugar de Medellín.

Narrador omnisciente.

-¿Hola, cómo está mi princesa?

Enredó sus brazos en su cuello y dejó un beso en sus labios.

-¡Muy bien y tú! -respondió ella.

-Pensando mucho en mi hermosa novia.

-¡Te amo tanto, mi vida!

-Yo mucho más mi reina. ¿Qué tal si salimos mañana?

-Amor, no puedo.

Emanuel elevó una ceja.

-¿Tienes algo más importante que salir conmigo? -frunció el ceño-, yo tenía planes contigo, chiquita.

Ella sonrió, le acarició las mejillas, pero él retiró el rostro como si estuviera molesto.

-Quedé con mis amigas, iremos a comprar unas cosas para el cumpleaños de Sofía, estamos planeando una fiesta sorpresa.

-¿Una fiesta? No me habías comentado nada -exclamó molesto.

-Pilar, Mónica, Dany y yo estamos planeando celebrar el cumpleaños de Sofía, será una sorpresa.

-¿No pensabas decirme nada?

Se cruzó de brazos con el ceño fruncido.

-No pensé que fuera importante.

-Todo lo que tiene que ver contigo me importa.

-Amor no te enojes, solo es una salida de amigas.

-Pero me imagino que a esa fiesta también irán hombres, ¿verdad?

-Algunos amigos de Sofía, los más cercanos, pero tú también puedes ir si quieres.

Se levantó con el ceño fruncido, Mariana trató de acercarse, pero Emanuel estaba muy molesto. Mariana aún no entendía la razón de su molestia.

-¡Me invitas por descarte! -exclamó subiendo el tono de la voz.

-Las cosas no son así.

Susurró un poco nerviosa, era la primera vez desde que estaban saliendo que lo veía tan molesto por algo.

-No entiendo porque te pones así, no es la primera vez que me reúno con ellas, son mis mejores amigas -rodó los ojos.

-La diferencia es que ahora tienes novio -levantó la voz otra vez.

Ella se quedó mirándolo perpleja, como si no entendiera nada.

-¿Eso qué quiere decir? No puedo tener amigas por estar en una relación -exclamó subiendo el tono-. Te equivocas, aparte de tener una pareja sentimental tengo una vida, son mis amigas, las conozco desde el colegio.

-Ok. Si así lo prefieres.

Emanuel empezó a caminar, ella se quedó mirándolo, no sabía qué decir, estaba confundida. Pensó en seguirlo, pero lo mejor era dejar que se le pasara la molestia, aunque era inevitable sentirse mal, ella creía que era su culpa esa discusión. Ella lo amaba y no quería estar mal con él. Así que decidió seguirlo, cuando él escuchó sus pasos una sonrisa triunfal se dibujó en sus labios.

-¡Emanuel! Espera, no te puede ir así.

Se detuvo sin mirarla, inhaló fuertemente y empezó la mejor actuación;

-¡Perdóname, soy tan estúpido! Yo no te merezco, deberías buscar alguien que sí pueda hacerte feliz.

Mariana abrió sus ojos como platos, ahora estaba más confundida que antes no entendía su cambio de actitud. Se acercó y lo abrazó, le colocó las manos a ambos lados de la cara obligándolo a mirarla.

-¿Por qué me dices esas cosas? Yo no quiero a nadie más, te amo a ti, contigo soy feliz.

Él deslizó su frente sobre la suya y dejó un pequeño beso en su nariz.

-Tal vez otro no quiera controlar tu vida, como lo hago yo.

Mariana se quedó mirándolo a los ojos.

-No digas tonterías.

-No lo digo yo, lo dices tú.

Mariana se quedó en silencio unos segundos tratando de entender la situación.

-No he dicho eso.

-Te enojas porque según tienes una vida a parte de mí, eso dice más que mil palabras -Bajó la mirada.

-Malinterpretaste las cosas, es solo que no entiendo porqué no quieres que pase tiempo con mis amigas.

Ahora fue Mariana quien bajó la mirada con tristeza, Emanuel le rodeó el cuello con los brazos y pegó su mejilla a la de ella.

-Princesita, es que tú no lo entiendes.

Ella se alejó solo lo suficiente para mirarlo.

-¿No entiendo qué? Entonces explícame.

-Reina hermosa, yo no quiero que pienses que soy un novio controlador y posesivo, para nada, todos tenemos nuestro espacio, yo solo quiero lo mejor para ti.

Mariana lo miró fijamente, con eso le dijo todo; que seguía sin entender nada.

-Yo sé, son tus amigas y las quieres, pero no son una buena compañía para alguien como tú.

Mariana frunció el ceño, él acarició su pelo con dulzura, le hizo señas para que se calmara, ya que poco a poco le iba a explicar.

-Tú, eres una niña de bien, de buena familia, educada, y...

-Continúa -agregó ella.

-Muy decente, a pesar de no tener una figura paterna tú madre y mi cuñado hicieron un buen trabajo contigo. No eres de las que andan de bar en bar, de cama en cama con un hombre diferente. Para no hacerlo más largo a lo que quiero llegar es; tus amigas son unas putas y lo sabes. Pilar cambia de novio como cambiando calzones, Mónica igual cada fin de semana aparece con un novio diferente y Dany y Sofía se visten como vagabundas, parecen esas mujeres de la calle, siempre mostrando culo y teta, así como esas donde van los hombres a quitar ganas. ¡Dime! ¿Qué pensará la gente cuando te ven con ellas? Que eres una puta más, tu reputación está en juego. ¿Ahora lo entiendes?

Mariana se quedó mirándolo, aún no podía asimilar las palabras de su novio, pues para ella sus amigas con sus locuras seguían siendo sus amigas. Negó varias veces.

-No, sabes que sigo sin entenderlo, son mis amigas, así las conocí, además no define quien eres por andar en un grupo de amigas "putas" -dibujó las comillas con sus dedos-. Yo sé quien soy, con eso me basta, además por lo que entiendo me conoces muy bien, ¿Entonces por qué te molesta?

Emanuel soltó una risita.

-Mi vida, aquí la que no entiendes eres tú.

Acarició su mejilla.

-El problema no soy yo -dejó un beso en su frente-;yo sé quien eres y la mujer que tengo junto a mí, pero las demás personas no lo verán así. Yo sé que quieres mucho a tus amigas, pero piénsalo bien, todos pensarán que eres igual a ellas y la verdad no quiero eso para ti.

Mariana se quedó pensando en cada palabra, para ella sus amigas valían mucho independientemente de su manera de vestir o de ser.

-La verdad yo no quiero que mi novia esté en boca de la gente, diciendo que ella es igual de puta a las otras, en lo personal yo no quiero eso para ti, mucho menos para mí. Imagínate que pensará mi núcleo más cercano.

Mariana pensó en responder, pero él la interrumpió;

»Antes que digas algo, yo sé que no se puede vivir del qué dirán, pero es muy hartó estar escuchando los comentarios de la gente que dice; la novia de Emanuel debe ser una puta como las amigas. La verdad eso cansa. Ya tú decides princesa.

Dejó un beso en la comisura de la boca;

:-La última palabra la tienes tú, yo solo quiero lo mejor para mi hermosa reinita, pero si decides seguir con tus amigas aquí la dejamos mejor.

Se fue sin decir nada más, Mariana se quedó confundida sin saber qué hacer.

Nota; vaya manera de ponerla a elegir, sin duda alguna Emanuel sabe como mover sus cartas. 😡 se hace la víctima 😠

Continuará...

            
            

COPYRIGHT(©) 2022