Capítulo 2 ADVERTENCIA

-Te lo advierto, Scarlet -dice, con sus ojos oscuros clavados en los míos-. Puede que ese tampoco sea mi verdadero nombre. Quizá te vi desde el otro lado de la sala y decidí venir a hablar contigo. Quizá ni siquiera soy un invitado a esta boda.

Mis labios tiemblan ante la intensidad de su mirada, y me encuentro mirando su boca, imaginándola cerrarse sobre la mía. No. Debe estar bromeando. Hombres como este no miran dos veces a mujeres como yo, y mucho menos se cuelan en una boda solo para acercarse. Pero decido seguir la corriente. Eso es lo que Scarlet haría, después de todo.

-Encantado de conocerte, Charlie -le digo, extendiéndole la mano para que la estreche.

-El sentimiento es mutuo, Scarlet-, responde con suavidad mientras toma mis dedos. Su piel está cálida, y no puedo evitar notar que su mano es enorme, su palma prácticamente se traga la mía. El roce de su piel, junto con esa mirada intensa, me provoca una excitación que me recorre el cuerpo. Este hombre es puro sexo en traje, y siento un hormigueo en todo el cuerpo.

Me suelta y me recuesto en la silla, observándolo mientras su mirada recorre mi rostro. Su atención se posa en mis pechos por unos segundos, pero como un caballero, no se detiene allí. Abre la boca como si fuera a hablar, pero antes de que pueda pronunciar palabra, nos interrumpe alguien que se deja caer pesadamente en la silla a mi lado.

El fuerte aroma a whisky me inunda la nariz, y un brazo pesado me rodea el hombro, rozando mi piel desnuda con su mano. Pongo los ojos en blanco porque sé exactamente quién es nuestro nuevo compañero de mesa, y no me entusiasma. Charlie me mira con una ceja arqueada, divertido, antes de que me gire en mi asiento para mirar a nuestro nuevo amigo.

-Sabes que si el padrino y la dama de honor son solteros, es tradición que estén juntos, ¿verdad?-, me dice arrastrando las palabras al oído.

-Oye, AJ -le digo con un suspiro al molesto hermano menor de Tucker-. No creo que sea así.

-Claro que sí. -Me mira el escote mientras se acerca, frunciendo los labios para besarme. Es bastante inofensivo, estoy segura, pero me repugna el hedor de su aliento y su expresión imprudente. ¿Por qué los hombres siempre piensan que este tipo de comportamiento es aceptable? Sé que está borracho, pero aun así. Si no estuviéramos en una boda, estaría tentada de abofetearlo.

Estamos en una boda, así que me aparto de él, queriendo evitar su contacto sin armar un escándalo. Está a punto de acercarse para intentarlo de nuevo cuando Charlie le agarra el brazo y lo aparta de mi hombro.

-Lo siento, AJ -dice con suavidad-. Pero Scarlet no está soltera ahora mismo. Está conmigo esta noche.

AJ parece confundido por un momento, probablemente preguntándose quién demonios es Scarlet, pero tiene una sonrisa tonta y una mirada vidriosa que me dice que no recordará ni una palabra de esta conversación mañana. Sin embargo, podría necesitar urgentemente una bolsa para vomitar y un puñado de Advil.

Charlie se alza sobre nosotros, extendiéndome la mano. Miro la mano que espera, y luego el resto de su cuerpo. ¡Dios mío, es tan alto! Podría treparlo como un árbol.

Sonrío y deslizo mis dedos entre los suyos, dejándome guiar hacia la pista de baile abarrotada. La banda toca algo lento y sensual, y antes de que pueda pensar, me rodea la cintura con los brazos.

-Gracias-, le digo, ruborizándome al ritmo de la música. Esto es bailar, pero es mucho más. Mis caderas se aprietan contra las suyas, y sus muslos gruesos se sienten cálidos y firmes contra los míos. -Por el rescate-.

No hay problema. Estoy segura de que Scarlet podría haberlo lidiado de todas formas. Podemos volver a sentarnos en cuanto estés a salvo de tu pretendiente. Si quieres, claro.

El calor de su cuerpo firme irradia a través de la sedosa tela de mi vestido, y eso, sumado al roce de sus dedos en mi cintura, causa estragos en mi mente. ¿Cómo se supone que una chica pueda pensar con claridad cuando un hombre así la abraza tan fuerte? Mis manos descansan sobre sus anchos hombros y flexiono las yemas de los dedos, sintiendo la firmeza del músculo que yace bajo el esmoquin de corte perfecto.

-La verdad es que me gusta mucho bailar. Creo que no he bailado así en años. O quizá nunca. -Me sonrojo de nuevo y me regaño por ser tan abierta con un completo desconocido. Estamos jugando a un juego, este hombre y yo, y no es un juego que me obligue a revelar detalles íntimos de mi patética vida.

-¿Ah, sí? -Me mira con los ojos entrecerrados-. ¿Tu marido no te llevó a bailar?

-No era muy buen bailarín. -Me encojo de hombros-. No como tú.

¡Mierda! Cállate la boca, Katherine. Recuerda, eres Scarlet. Sé Scarlet.

Se ríe suavemente de nuevo, y siento el sonido en lo más profundo de mi ser. -Bueno, tuve clases cuando era más joven. Mi madre insistió-.

-Me alegro de que lo haya hecho-, respondo, inclinándome hacia él. Soy hiperconsciente de su cálida mano deslizándose por mi espalda. Me acerca un poco más, sus ojos fijos en los míos, y la intensidad de su mirada me impide apartar la mirada. No es que quiera apartar la mirada. Solo quiero bailar, perderme en sus ojos, disfrutar del roce de su aliento contra mi piel mientras nos balanceamos juntos en nuestro propio mundo. Mis dedos se enroscan en el espeso cabello de su nuca y me pregunto qué demonios me ha pasado. Pero mientras me relajo en su pecho, inhalando el aroma de su deliciosa colonia, me doy cuenta de que no me importa lo que me haya pasado. Simplemente me alegro de que así sea.

Katherine

La música ha parado y la banda está recogiendo sus cosas para irse a casa. La mayoría de los invitados ya se han ido, y Tucker y Emily hace rato que se fueron. La pista de baile está llena de serpentinas multicolores, etiquetas de identificación tiradas y un solitario estilete rojo. Un misterio de Cenicienta que quizá nunca se resuelva. El personal, cansado, está recogiendo, pero mi amigo y yo hemos cogido una botella de champán y nos hemos ido afuera. No quiero que la noche termine, y él parece sentir lo mismo.

Charlie y yo estamos sentados en una pequeña mesa en uno de los lujosos jardines del hotel, y él me ha puesto su chaqueta de esmoquin sobre los hombros en un caballeroso intento de abrigarme en el fresco aire nocturno. Hablamos, reímos y coqueteamos bajo el oscuro manto del cielo y las brillantes luces de Nueva York. Es gracioso y encantador, y me ha escuchado divagar sobre mi madre y mi marido infiel. Debe estar aburrido de todo esto -yo sé que lo estoy-, pero no da señales de estar harto.

A cambio, me cuenta sobre su infancia, sobre cómo creció en una familia amorosa como uno de cinco hijos. Soy hijo único y fui criado por una madre soltera muy trabajadora, así que nuestros primeros años fueron muy diferentes. Aun así, es divertido escuchar sus historias y compartir las mías. No recuerdo la última vez que me sentí tan a gusto con alguien que acababa de conocer.

-¿Cómo se conocieron?-, pregunta después de que termino de contarle sobre la vez que perdí una apuesta con Emily y tuve que usar una camiseta de los Mets para un partido de los Yankees.

Nos conocimos el primer día de universidad. Desde entonces somos mejores amigos.

Ese tipo de amistad duradera es poco común. ¿A qué universidad fuiste?

Sé que se sorprenderá con mi respuesta. A todos les sorprende. -Harvard-. Arquea las cejas y tengo que sonreír. -Pareces sorprendido. ¿Tan difícil de creer?-

            
            

COPYRIGHT(©) 2022