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Ya amaneció, se prenden las luces, del gran corredor, donde nos permiten salir de nuestras celdas, para desayunar.
Son las cinco treinta de la mañana. De la ansiedad, no pude pegar un ojo.
Primero, nos conducen a los baños, para higienizarnos.
Luego, pasan lista y, a medida que van nombrando, permiten pasar al comedor.
Allí, todas formamos fila, donde nos, entregan unas bandejas.
Con, nuestros alimentos.
Al principio, hasta la comida, me escupían.
Estaré siempre agradecida a Jana; sin ella, esto que pasé hubiera sido un calvario.
Hoy, al igual que Jana, junto a sus lacayas, soy una de las que nadie, me quiere enfrentar.
Mis, compañeras de celda, han preparado una despedida para mí.
Debo, admitir que al principio, cuando llegué, todas me odiaban.
Me había, catalogado de ricachona estirada.
Y más, que habían esparcido la voz, que no solo había matado a mi marido, sino que me deshice de mi bebé, por el odio a él.
Y casi, me matan por ello.
Una mujer, mayor llamada Jana, me defendió. Ella es como la madre, que protege a sus pollitos.
Sin ella, hoy mi vida no valdría la pena. Al ver, que todas las reclusas, me maltrataban.
Un día en el patio, ya tirada en el piso mientras me golpeaban.
Ella, con un grito, logró que todas se alejaran de mí.
Me llevaron a la enfermería, donde estuve por una semana. Cuando, me regresaron a la celda, el trato era otro.
Aunque con miedo, trataba de pasar desapercibida. Me ocultaba, cambiaba mi ropa fina por ropa sencilla.
Con ello, logré que me, dejarán de humillar.
Jana, me ordenaba, que me sentara en su mesa. Nunca, entendí por qué ella, me protegió.
Hasta, me hizo cambiar de abogado, diciéndome que mi condena fue injusta.
Aunque esto, fue hace menos de un año. Después de que le contará todo, por lo que pasé.
Logrando que me bajaran la condena. De veinte años, a siete años y tres meses.
No fue mucho, pero reconocieron que por el daño que él, me causó, era suficiente como para ya darme mi libertad.
Sé, notaba que ella, debe haber sido una mujer muy bella y, por algunas actitudes muy finas, debió, en algún momento, ser alguien con mucho poder.
Una mujer, que infundía respeto. Tan solo con la mirada.
Todas las reclutas y guardias la respetan; su nombre, hace temblar a muchos.
Ella, con el tiempo, me enseñó que para lograr que te respeten debes, respetarte a ti.
Me convenció, para qué entrenará y estudiará administración de empresas.
Con eso, logré, el respeto de la mayoría.
Ella misma, me entrenó, diciéndome que, afuera, no debía mostrar debilidad.
Decía que, cuando saliera, debía recuperar lo que por derecho me correspondía.
Sí, se estarán preguntando, qué han hecho mis padres.
Pues una vez, que me maté a mi esposo, me dejaron a mi suerte.
Mi suegra llegó, a contratar a personas para que me mataran.
Esto llegó a oídos de Jana y juntas nos deshicimos del problema.
Gracias a Jana, estoy viva, le debo mucho a ella.
Hoy, en la mañana, me darán mi tan ansiada libertad.
Jana me dio, muchas instrucciones. Aunque me asusta, sé que no tengo opción.
Mientras, disfrutamos un desayuno, no de lujo, pero más abundante, de lo normal.
Me dio dirección y lugares donde debía buscar a quienes, me ayudaría, a recuperar todo.
Es costumbre, en la cárcel, que cuando una de nosotras se va. Todos los, alimentos son más abundantes y frescos.
Creo que, de este lugar llevo, amistades de verdad.
Entendí, que mis padres solo buscaban ser quienes, jamás fueron. Ocultando y mintiendo sin medir las consecuencias.
Mi padre logró, hacer dinero por un golpe de suerte.
Mi madre, había sido la hija de la mucama de la familia de Franchesco.
Por tener la edad, de la madre de este, ella terminó siendo su, compañera de estudio y su doncella.
Aunque, jamás la trato como tal.
La consideraba una amiga.
Y la amistad que los unía, a los padres, de él con los míos, fue gracias al golpe de suerte de mi padre.
Por salvar la vida del padre de mi marido. El padre de este, le entregó unos terrenos.
Como agradecimiento, sin saber que en él había una mina de carbón. ¡Qué ironía, de la vida! Mi padre salvando la vida de mi suegro y yo matando a su hijo.
Y él, terminando con la vida de nuestro hijo.
Mi padre es geólogo y un gran profesor en sus tiempos.
Conoció a mi madre, en una discoteca. Acompañaba a la madre de Franchesco, como chaperona.
Ella, es una mujer bella pero sumisa.
Su baja autoestima y la proclive autodestrucción.
Llevo a que mi padre, pudiera controlarla.
Jamás me di cuenta, de lo que pasaba, hasta hace unos años.
Dónde Jana, por intermedio de unos amigos, me consiguió toda la información.
Ella había intentado, varias veces, quitarse la vida.
Solo que me lo disfrazaban diciendo, que ella solo viajaba con amigas.
Según, lo investigado, ella fue víctima, de mi propio padre.
Hoy, mirando hacia atrás, me doy cuenta de que toda mi vida.
Solo, fueron apariencias.
Mi suegro de ilustre apellido y mi padre, son lacra de la sociedad.
Mi suegro, tuvo otra mujer e hija.
Narrador:
No todo, es lo que parece. Mas adelante, sabremos verdades ocultas.
Y mi padre, fue quien los presento y con ello hasta el día de hoy lo chantajea.
Su hija, estuvo en el accidente que sufrió, con mi querido esposo, noté que lo digo con ironía
Y su cambio, hacia mí, fue porque se enteró que ella había fallecido.
Ese día, iba a dejarme. No le importaba perder todo, por ella.
El encargado, de informarle que ella falleció.
Fue mi, querido padre.
Cuando en realidad, solo desapareció.
Sé, que con mi edad, ya no podré tener un hijo.
Ese es el dolor más grande que, en verdad, aún hoy me lastima.
Y de volver a amar, ni que se diga.
Encontrar, la verdad de esas mujeres.
Ósea a mi cuñada quienes creo, también fue engañada, llevando con ella un cruel destino.
Según la investigación, ella quedó hemipléjica.
Y con el accidente, perdió a su hijo.
Ósea, mi sobrino e hijo de mi esposo.
Espero, poder dar con ella y así desenmascarar, toda la verdad.
Lo único que, me mantiene en pie, es hacer que todos, los que me dañaron, paguen por todo lo que me quitaron y a quienes por ello destruyeron.
UNA VIDA ENTERA.
CONTINUARA.