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NATALIE
°° ♡ °°
La tarde se fue deprisa y ya había anochecido. Ya tenía todo listo para mi primer día de trabajo. Pensaba dormirme temprano para descansar muy bien y estar fresca como una lechuga mañana tempano, pero mis planes fueron interrumpidos cuando Mali llamo a mi puerta y se asomó para informarme de algo.
―Nat, el señor pidió que estuvieras en menos de veinte minutos lista ― ¿para qué? Confundida la miro fijamente ―La visita que hará a la señora Eva. ¿La habías olvidado?
Maldición, ¿cómo fue que olvide eso? La dichosa visita a la que no me negué, ahora tenia que cumplir.
―Está bien. En pocos minutos estaré lista, no tardo nada.
Ella asiente antes de salir. La verdad no tenía ganas de arreglarme, así que no me iba esmerar con el atuendo, ni en el peinado, aunque mi padre se moleste por ello. Ya no era una niña, y estaba tratándome como una al quererme arrastrar a esa cita o lo sea que fuera.
Pocos minutos después bajo, papa ya estaba esperando en el recibidor mientras platicaba con el chofer. Una vez que me vio le dijo algo al hombre de traje y salió por la puerta.
―Espero que la visita sea corta. Debo levantarme temprano mañana ―le digo, ya estando cerca de él.
Ignora mi comentario y solo me ofrece el brazo para que enrosque el mío en el suyo.
―Venga, hay que irnos ―fue todo lo que dijo.
Ni en el camino comento nada, iba distraído en sus pensamientos. Tampoco comente algo, preferí el silencio y apoye mi cabeza en el respaldo mientras cerraba los ojos por unos segundos. El cansancio ya estaba proclamándose, pero lo hice a un lado abriendo mis ojos en el instante que el coche se detuvo en una enorme casa que parecía un castillo.
Podría decir que mis ojos se abrieron más de lo normal, hasta una parte del sueño se me quito por al ver esa hermosa mansión. Tampoco era que esas cosas me deslumbraran, solo que nunca había venido de visita a un lugar así, solía verlas solo por fuera. Cuando el chofer abrió la puerta salimos y me acomode la falda ajustada de mi vestido.
Decide ponerme un vestido que se ajustara a mi cuerpo, bueno en realidad la prenda ya no me quedaba porque había ganado un poco de peso y mis caderas se habían ensanchado mas. Esa era una de mis pesadillas, mis cuervas. Y la mayor parte era por el problema que tenía con mi periodo menstrual.
Desde muy joven comencé a tener unas fallas, nunca fui regular en mi menstruación, hubo un tiempo en que mi ginecólogo creyó que mi problema era a causa de unos quistes que aparecieron en mis ovarios, pero no lo eran cuando desaparecieron por completo. Mi periodo así era y tenia que vivir con eso así. Desde entonces es que tomo pastillas anticonceptivas, eso es lo que me ayuda a tener una regla controlada.
Tomo de nuevo el brazo de mi padre para dirigirnos juntos hacia la gran entrada, hasta la puesta era enorme. Parecía como si aquí viviera la reina Isabel. Un mayordomo abre sin que nos otros toquemos el timbre. ¿Qué estaba espiándonos por la ventana? De un modo muy formal y educado nos invita a pasar. Ya adentro puedo contemplar todo el lugar, casi me voy de espaldas cuando recorro todo con la mirada. Era todo perfecto y brilloso, te dabas cuenta que estaban bañados en oro.
El hombre que parecía un pingüino con ese atuendo, nos guio por un vestíbulo elegante para llevarnos hasta una habitación muy grande que creo que era una sala para visitas.
―Si gustan sentarse. La señora en un momento estará con ustedes. Con su permiso ―nos informa para después salir de la habitación.
Sigo recorriendo cada parte del lugar con mis ojos, es bellísimo pero exagerado. Un aroma delicioso perfumaban el ambiente en la mesa de centro se encontraban unos lirios. Sonreí cuando las vi, a la señora Eva también le gustaban las flores como le gustaron a mamá. ¿Sera por eso que mi padre se fijó en ella?
Unas voces y nos pasos nos hicieron ponernos de pie, me enderece y deslice mi falda como si trajera alguna arruga, pero estaba perfecta. Se abrieron las puertas dobles presenciando a dos personas.
Mi sonrisa se borró como por arte de magia, congelando todo mi cuerpo cuando vi al hombre que había comenzado a odiar. Al señor irritante, lo tenía nuevamente frete a mí. ¿Esto qué significaba? ¿Qué la desgracia me iba a perseguir por el resto de mi vida? Tan desafortunada era para que estas cosas me pasaran.
Lo que hizo que la gota derramara el vaso fue cuando él también me vio y torció su labio en una fingida sonrisa que salió como en un gesto amargo. «No solo para ti es una molestia verme de nuevo.» como dijo el, en algo si congeniábamos y era en que ninguno de los dos nos soportábamos.
Pero aquí estábamos otra vez, frente a frente. Esto se había convertido en una costumbre, mas bien en una mala costumbre. Una mujer mayor le hacía compañía a su lado ¿Quién era ella? Por un segundo recordé el nombre de la persona de quien estábamos visitando. ¿Acaso ella es Eva? ¿Pero por qué él está aquí?
Fruncí mis labios en un gesto de confusión, sin aun apartar la mirada de ambas personas que se encontraban frente a mi padre y de mí. Papá se acercó hasta ellos y sin esperar saludo, me sorprendió la manera tan cercana que lo hizo con la mujer, pero con el señor irritante fue un poco formal. Pueda ser que no se conozcan casi por eso solo se limitaron con un saludo de apretón de mano, en cambio con la señora hasta sonrisas hubo.
Era de extrañar que papa fuera muy amable con alguien que no fuera de la familia. Pero mis dudas de que fuera su novia se fueron al olvido, la mujer se miraba de más edad que mi padre, no creo que a él le gustaran tan grandes o quizás sus gustos habían cambiado. Papa le llevo muchos años a mamá y por ello era raro que ahora elegirá mujeres mucho más mayores, bueno no debía cuestionarlo por ello y nunca lo hice, era libre de rehacer su vida de nuevo, es algo en lo que siempre lo apoye.
―Por Dios que grande y bonita esta tu hija, Arthur ―dijo la mujer, se acercó y sin espéralo me rodeo con sus brazos para abrazarme en un abrazo afectuoso.
Se comportaba como si me conociera. Por unos segundos creí a verla visto en algún lugar ya que su rostro se me hizo conocido pero era extraño que eso hubiera sucedido, había pasado varios años fuera del país y las únicas personas que conocía en Boston eran personas cercanas de mi juventud.
Me quede rígida con su cercanía, al separarse recupere la respiración, pero aún me sentía confundida y desorientada. Ella me sonrió y se volvió hacia el tipo odioso para darle un asentimiento como si le estuviera pidiendo que me saludara. Cuando estoy por impedir que lo haga, si esa era su tarea obligada, quise interrumpir pero él se adelantó.
―No hacen falta las presentaciones, abuela. Ella y yo ya nos conocemos ―por un momento me ofrece una de sus miradas pero la aparta con rapidez para ver a la mujer mayor.
« ¿Abuela? Ahora entiendo »
Al enterarme ya de ello, solo esperaba a que padre no estuviera relacionado con ella. Viéndolo por este lado, si me opondría a su relación, no quiero intentar empanizar con ese sujeto arrogante y grosero.
―Sé que se conocen, pero no está demás para que seas cortes y caballeroso con ella. Deben conocerse más y simpatizar, para tener una estrecha relación el futuro.
¿A que iba esto? ¿De que hablaba esta mujer con acerca del futuro? Ella no sabe nada de mi ni siquiera me conoce y mucho menos creo que esté enterada de la supuesta relación o como sea que se le puede llamar a lo que tiene su nieto conmigo. Solo fueron unos encuentros y ella no comento como si él y yo nos conociéramos de toda la vida. Padre sigue a mi lado pero no ha dicho nada al respecto, solo evita mi mirada. Algo está ocultando, lo conozco muy bien. Siempre me ha molestado que me trate como una niña ingenua.
―Él tiene razón, no son necesarias las formalidades. Y menos por la manera en cómo nos co...
Mi última palabra quedo en la punta de mi lengua cuando la señora me interrumpe.
―No le hagas caso ―hace un ademan sin importancia ―A veces suele ser algo molestoso.
«¿A veces?» Yo diría que todo el tiempo. Se nota que no conocía a su propio nieto, estaba por soltarlo pero mejor me lo guarde para mí misma, no quería ser una irrespetuosa con ella, se había portado muy amable y no se merecía mi grosería por culpa de él.
―No pasa nada, Eva ―le dice mi padre, en un tono amable.
Aun así la mujer intenta relajar el ambiente cuando se comienza a sentir incomodo en especial para nosotros. No sé porque querían que nos conociéramos.
―Soy Evangelina Kirgyakos, pero puedes llamarme Eva, como la mayoría lo hace ―se presenta una amplia sonrisa ―Y él es Dominik Kirgyakos, mi nieto mayor ―informa con gran orgullo, le brillaban los ojos con admiración.
«¿Kirgyakos? Son los dueños de la empresa a la que trabajare»
¿Es en serio? ¿Y cómo es que puede admirar a alguien así como él? Me lo quede para mí misma, ya que no quería amargarle el momento a la señora miel. Y es que así parecía, una mujer llena de dulzura, desde que me vio no ha dejado de sonreír con ternura, como si le recordara algo o alguien.
Después de la incómoda presentación que tuvimos, Eva nos invitó a sentarnos en los asientos de la sala en la que a un seguíamos. Tras una charla de negocios entre mi padre, y el tal Dominik, Eva quiso ponerle una pausa a esa conversación.
―No los cite para hablar de negocios.
―¿A no? Creí que este asunto solo era de eso. ―le responde a su abuela.
Deja de ser la mujer dulce de hace unos minutos atrás cuando le echa una mirada asesina a su querido nieto.
―Dominik ―le reprende en un tono fuerte, como si estuviera tratando con un adolecente.
El la ignora cuándo fija su mirada en el paisaje nocturno que se ve por la ventana del salón. Desde que tomamos asiento él se quedó de pie a cierta distancia de nosotros.
No sé qué tenía que ver yo en este asunto, pero sé que aquí venia sobrando, no solo por el hecho de que ese hombre me despreciaba y lo que menos quería era verme. Antes de ponerme de pie para salir de ese lugar e irme, hable para dejarles claro que no me interesaba participar en nada relacionado con sus negocios, no era parte de la empresa de mi padre, aunque ahora ya me había enterado que era empleada de su compañía, aun así no tenía nada que ver ya que yo solo era una simple empleada nueva común y corriente.
Solo esperaba que mi padre no tuviera que ver en ello y mucho menos les haya pedido que me subieran de puesto sin aun comenzar en mi nuevo trabajo. Viniendo de su parte podía creerlo, todo lo que tuviera que ver con negocios o con su empresa era capaz de involúcreme, todo sea porque tome su lugar.
― Yo no tengo nada que ver en sus negocios, así que nada de esto es asunto mío ―me coloco de pie ―Discúlpenme pero debo irme ―pero antes de que avance mi padre me sigue y me sujeta del brazo.
―Hija, espera ―dice mi padre, Eva se adelanta diciendo algo e interrumpiendo mi acción de irme.
―Te equivocas, Natalie ―dice ―Hay algo importante de lo que debemos hablar. Quédate, por favor. ―su tono es firme y serio.
Entrecerré los ojos cuando la vi, en sus palabras había algo de misterio y seriedad. Dominik seguía en el mismo lugar pero con la mirada en algún punto perdido, parecía pensativo y fuera de esta conversación.
―No me interesan los negocios de mi padre, ni nada asociado a ello.
―Los negocios son lo de menos, hay más que eso.
No comprendía a donde quería llegar con lo que me estaba diciendo. Ellos notaron mi desconcierto y se adelantaron a dejarme las cosas claras.
―Tali... lo que Eva quiere decir... ―papá dejo a medias lo que me quería decir, no sé qué le pasaba pero algo le angustiaba.
―Lo que quiero decir es que tú y Dominik se comprometerán la próxima semana ― me congele de pies a cabeza, mis ojos se abrieron asombrados. No sé si estaba escuchando bien lo que decía esta mujer, pero casi me voy para atrás cuando finaliza su declaración descabellada ―En menos de un mes deben de estar casados, cuando eso suceda deberán demostrar ante todos que tienen un matrimonio feliz y están muy enamorados.
«¿Esto era una broma, no?» tenía que serlo, esto no podía estarme pasando. locura. ¿Casarme con el rey de la arrogancia? Ni loca lo haría, primero renuncio a mi sueño antes de hacer tal locura descabellada.
¿Acaso esta mujer estaba loca? O tal vez la edad la hace decir tantos disparates. Sin a un moverme fijo la mirada en mi padre, para comprobar que lo que había dicho ella no eran inventos suyos, y efectivamente no lo eran. Eso solo hizo que mi ira despertara, esto era el fin de mi tranquilidad emocional.